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¿Te sientes cansado? Shhhh…decirlo no te va ayudar

¿Cómo estás? Resfriada y cansada todavía. Parece que este catarro no se quiere ir, llevo ya diez días... Era el comienzo de una de las llamadas entre sesión y sesión de coaching con una persona a quien acompaño.

Luego me comentó que había tomado una decisión sobre una cuestión peliaguda, sin racionalizar demasiado, algo nuevo en ella y también que había estado en contacto con la culpa que emergía al marcar límites con su pareja, normalizándola. Identifiqué la fluidez habitual del final del programa, cuando los aprendizajes y el crecimiento se afianzan.

El motivo de la llamada entre sesión y sesión es tomar la temperatura del estado anímico y  saber cómo han ido los ejercicios y prácticas propuestos en sesión. En el caso anterior, hacia el final de la llamada, al preguntarle, si había algo más que quisiera explicar, Luisa me preguntó si tenía algún consejo para ella en referencia a su resfriado y su bajo tono. Iba a responderle que no, pero al considerarlo, surgieron algunas indagaciones respecto a estados energéticos.

CANVA

EL PROPIO ESTADO COMO FLUJO

Al nombrar como estamos, energizamos nuestro estado. Si estás enfermo, cansado, deprimido o cualquier otro estado poco deseable y te lo dices a ti mismo y lo dices a los otros estás reforzando ese estado, mediante la proyección de la mente. Esto no significa que no estés cansado y que no puedas beneficiarte del reposo. No se trata de negar las necesidades del cuerpo y la mente, sino más bien de que la mente no refuerce cierto estado ni lo perpetúe más de lo necesario.

Cuando compartimos nuestro estado negativo con otros, lo más común es que nos devuelvan la imagen que les ofrecimos, con lo que agudizamos un poco más nuestro estado, justo lo contrario de lo quisiéramos.

Por ello, una forma de relacionarnos con nuestro estado físico y emocional, es considerarlo como lo que es: algo pasajero y mutante. Las emociones van y vienen como ríos en renovación. Nuestro cuerpo es permeable a alimentos, líquidos, aire, y energías del entorno. El cuerpo como proceso en transformación permanente oscila entre la salud, la debilidad, la enfermedad, la fortaleza, la necesidad de reposo, la energía desbordante…

APERTURA Y RECEPTIVIDAD

Cuando nos decimos a nosotros que estamos cansados y nos lo creemos nos estamos cerrando a portales energéticos que están por todas partes. Todo es energía, nosotros, los lugares, las prácticas, las relaciones, las interacciones… Conocer las prácticas que te cargan de energía es importante. Durante una fase de mi infancia, la música era una potente palanca para transformar mi estado emocional y energético. Ahora lo es el yoga, el deporte y la meditación. Sin embargo, más allá de lo que podamos hacer por nosotros mismos, mantenernos abiertos o receptivos es la condición que nos permite recibir energía con mayor facilidad, independientemente de lo que hagamos. Es como si cada momento, cada situación, tuviera un caudal de energía, un potencial que solo está disponible para ese instante. Al contrario de lo que solemos pensar, no es acumulable y cuanto más nos abrimos a ese derroche, la experiencia se expande y manifiesta.

Mantenerse abierto significa descansar en el momento presente suspendiendo cualquier historia que justifique tu estado. Lo contrario sería pensar algo como estoy cansado porque ayer recién regresé de viaje y además estar en la sala de espera del médico es agotador, mejor que cancele la cena de esta noche, no tengo nada de ganas, blah, blah... En cambio, cuando te mantienes abierto, observas tu cansancio como quien contempla la lluvia. Ves pasar tus historias como nubes empujadas por un viento suave. Notas tu cuerpo, las diferentes tensiones que lo habitan, las zonas de sosiego. Conectas con tu respiración, sigues su ritmo como quien mira el vaivén de las olas en la orilla del mar. Cierras lo ojos para intimar todavía más con tu estado. Ya no es cansancio lo que te habita, es una calma serena. Te sientes sostenido por la tierra bajo tus pies. Notas la solidez del planeta y la amorosa gravedad que te apega a él. Descansas allí. Entonces te das cuenta de que tu estado… ¡ha cambiado! Y así renaces en un momento nuevo y luego en otro y en otro más.

 

Inspírate con mi nuevo libro: Da vida a tus sueños. 12 caminos para crecer y despertar.

 

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Un antídoto frente a lo irreversible

En la película Irreversible, Monica Bellucci representa junto a su entonces pareja Vincent Cassel, a una joven pareja enamorada. Ella está embarazada, aunque todavía no se le nota. Salen de fiesta y ella decide volver sola, a lo que es brutalmente violada. Lo que más me impactó de la película fue el ir y venir del director, del futuro al pasado y otra vez al futuro. Su punto: la irreversibilidad de lo que nos ocurre.

Hace un par de días que a raíz de un accidente familiar, reflexiono sobre la irreversibilidad de la vida. Es fácil tener la sensación que la vida es un camino lineal que podemos recorrer hacia adelante, y si se nos olvida algo podemos volver atrás. Sin embargo, casi todo lo que nos ocurre en la vida o lo que hacemos, tanto lo bueno, como lo difícil es irreversible. Te detectan un cáncer y te tienen que extirpar un pecho para salvarte. Tu cuerpo ya no volverá a ser como antes. Estalla la guerra en tu país, como ocurre en Ucrania, pierdes tu trabajo, tu casa, tus posesiones y te ves forzado a empezar de nuevo como refugiado en otro país. Pasarán años antes de que puedas volver y cuando lo hagas nada será igual. Tu pareja te ha sido infiel lo que es irreversible. Puedes decidir obsesionarte en lo injusto que es, o seguir con la vida, dejándole o perdonándole. A raíz de cualquier shock es fácil quedarse anclado en lo ocurrido, en el pasado. Y mientras nos quedamos allí, en lo que  nos pasó, la vida nos pasa…de largo.

Si pudiera volver atrás y cambiar esto o aquello. Pero no, no podemos. En el espejismo del tiempo, la vida solo va hacia adelante. Y cuando un golpe muy grande nos enroca en «lo que pasó», respirarlo, integrarlo y volver a fluir con el río de la vida es lo más sabio que podemos hacer. Para saber si estás enrocado es muy fácil: tu mente está dando vueltas a lo que pasó, porque pasó, como pudiste haberlo evitado, o cualquier versión de esto,  mientras que parte de tu cuerpo está bloqueado. Para volver al río de la vida es preciso relajar el cuerpo para soltar el trauma, y dejar de pensar en aquello, llevando la atención al momento presente. Hacerlo no una vez, sino las que haga falta siempre con amabilidad, como nos recuerda el mindfulness.

La irreversibilidad de la vida se me antoja como un escritor chiflado que nos tatúa a fuego lo que nos va ocurriendo, en nuestros cuerpos y en nuestras mentes. No podemos elegir el dibujo de los tatuajes pero podemos elegir el significado que les damos y la forma en cómo los llevamos. Pongamos por caso lo ocurrido a la víctima de la presunta agresión sexual de Dani Alves. En caso de ser verdad la agresión, la joven no va a poder cambiar lo ocurrido. Su cuerpo y su mente pueden sanar y curarse pese a la agresión pero no la olvidarán. Sin embargo, haciendo valer la verdad frente a lo ocurrido, con ánimo de que se haga justicia y rechazando la indemnización de la defensa para comprar su silencio, la joven ha tomado valientemente su inalienable poder. Al hacerlo se ha convertido en un agente de cambio, inspirando así a otras personas que han sido agredidas.

La irreversibilidad de la vida como un escritor chiflado que nos tatúa lo que ocurre en el cuerpo y la mente (Kristian Angelo, UNSPLASH)

Pero no solo lo malo nos puede atrapar cual telaraña maldita. También lo bueno. En mis programas de coaching a menudo acompaño a personas que se han quedado ancladas en la época dorada de un puesto de trabajo, una relación sentimental o cualquier otro momento vital que ya no existe. Y la trampa es la misma. Nos dejamos secuestrar inconscientemente por lo bueno que nos pasó como excusa para no estar presentes a lo que somos, a lo que sentimos, a lo que nos llama, a lo que ocurre ahora.

El antídoto de nuevo es soltar. Bendecir y soltar. Aceptar y soltar. Curarse lo suficiente y soltar. Plantándonos así en el fuego del momento presente, en el que a pesar del dolor, las injusticias o las bendiciones recibidas, como escribía Martí y Pol, todo está por hacer y todo es posible.

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Muere muchas veces, es bueno para ti

Cualquier persona que lleve muchos años de pareja, sabe que no ha pasado uno sino varios divorcios. La relación como se entendía hasta cierto momento ha muerto, las partes que la formaban se han reconfigurado, y si ha habido suerte y sobretodo mucho tesón, la relación ha encontrado un nuevo comienzo.

Las relaciones mueren, porque nosotros también morimos, a lo largo de nuestras vidas, varias veces. Mejor dicho, muere nuestro ego. Esto no es malo, sino más bien es una oportunidad para liberarse de aquello que uno creía que era, creía que poseía, creía que sabía y empezar con los marcadores a cero.

Las muertes del ego son cualquier cosa menos placenteras. El sufrimiento es proporcional al apego que teníamos a aquello que creemos perder. El sufrimiento también es mayor cuanto más nos anclamos en interpretaciones, pensamientos y emociones sobre lo que pasó y porqué. Instalarnos en estos pensamientos nos mantiene atados a la muerte del ego. Entonces no morimos una vez, cuando la sacudida nos tumbó, sino que nos crucificamos permanentemente al recrear lo sucedido con la mente o proyectarlo al futuro.

Hombre de espaldas con cuchillo

(Reza Hassania, UNSPLASH)

Cuando te sientas morir porque te han echado del trabajo, tu pareja te fue infiel, no consigues sacar adelante un proyecto en el que habías invertido mil horas, muere un familiar cercano o cualquiera de estos reveses, date cuenta de cómo muere tu ego, pero tú sigues con vida.

Las emociones, los pensamientos y el resto de contenidos de tu experiencia no son tú, por mucho que te identifiques con ellos, por mucho que te hayan servido. Tú eres el espacio en el que ellos se muestran y una forma de referirse a este espacio es consciencia, lo único eterno que existe en ti. Ahora, mientras lees estas lineas date cuenta del espacio que las recibe – no el que las juzga, no el que las cuestiona, tampoco el que las comparte. Percibir este espacio es engañosamente fácil y por esta razón no le prestamos atención.

Sin embargo, en la medida en que te reconozcas en tu verdadera naturaleza, más fácil te será abrirte a la experiencia, sea cual sea el color de la misma. Tu resistencia tenderá a cero y aunque en apariencia hagas lo mismo de siempre, la cualidad de tus acciones será radicalmente distinta por que emanarán de una presencia benevolente guiada por la vida misma.

Muere – al ego – muchas veces, es bueno para ti.

 

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Por qué la rutina es una bendición (y romperla está sobrevalorado)       

Ayer regresé de vacaciones de Semana Santa. Una semana más tarde de lo previsto, ya que al hacerme el test del covid antes del viaje de regreso di positivo. Por protocolo, las autoridades de la isla atlántica cuyo nombre no quiero acordarme me obligaron a prolongar mi estancia. Venga pues nos quedamos todos unos días más. Aprovecha que es muy bonito me decía mi entono…Pero no, yo no quería “aprovechar”. Quería volver… volver a la rutina.

La rutina tiene mala fama pero es fantástica. Lo es porque como parte fundamental de cualquier sistema te facilita:

  • SER PRODUCTIVO. Las rutinas, cuando están bien diseñadas, aumentan exponencialmente la productividad personal. Actualmente, en plena escritura de mi próximo libro, antes de romper la rutina con las dichosas vacaciones mi escritura iba viento en popa, capítulo terminado cada diez días. Mi cerebro y todo mi ser gozaban del proceso. Pero ¡zasca! llegaron las auto-buscadas vacaciones y saltó todo por la borda.
  • DESCANSAR. La rutina te permite descansar mientras te desarrollas a un ritmo e intervalos determinados. Te levantas a una hora, haces lo que tienes que hacer y luego descansas. Durante las vacaciones rompimos las rutinas horarias de comida y cena, añadiendo a la sensación de desubicación ya de por sí presente por no poder regresar según el plan.
  • ESTAR PRESENTE. Cuando una rutina está bien estructurada te puedes olvidar de lo que viene después y centrarte plenamente en lo que haces – sí, se trata de practicar el mindfulness. Si estás trabajando, te olvidas de comprar, si estás con tus hijos, te olvidas de trabajar….Estos días de vacaciones forzadas, mi cabeza se iba todo el rato a lo “otro” que tenía que hacer además de estar de vacaciones, con lo que mi presencia disminuía, a pesar de mis esfuerzos.
  • SIMPLIFICAR TU VIDA. Las tradiciones religiosas utilizan las rutinas para simplificar la vida, por ello son un buen ejemplo de los beneficios de una rutina. Un hábito para vestirse. Unas horas para rezar. Un trabajo que hacer. En una sociedad demasiado volcada en la agitación mental y en el llenarnos de cosas y actividades superfluas, las rutinas te ayudan a simplificar tu vida, ahorrando enormes cantidades de energía.
  • MANTENER LA SALUD. Al cuerpo -y a la mente – le gustan las rutinas. De ejercicio, de comida, de descanso, de relaciones. Al romper la rutina estos días dejé de hacer ejercicio, comí demasiados alimentos que no me sientan bien, descansé de forma intermitente y poco profunda y… obviamente mi salud se resintió.
  • CONTENTARSE. Cuando la rutina me cansa, a menudo me siento llamada a romper la rutina. Es un sutil impulso de huida y de rechazo frente a lo que es. En mi caso, sentía una necesidad de viajar lejos después de dos años sin salir de la península debido al covid. Ya se sabe, querías caldo, pues toma dos tazas: la vida me regaló más días sin rutina ¡mediante el covid! Apreciar la rutina es una buena receta para practicar el contentarse con la vida de uno y evitar caer en el pozo sin fondo de querer siempre más o algo distinto de lo que se tiene. Y tal vez así, salir del triste ratio de ser el segundo país más infeliz de Europa.

Mujer vertiendo café en una taza, en rutina matutina (Kelly Sikkema, UNSPLASH)

A los niños les va muy bien la rutina, pero también al resto de la humanidad. Por eso doy gracias de poder volver a la rutina. Definitivamente, la aventura está sobrevalorada y la rutina tiene una inmerecida mala fama. O así lo veo hoy, con gastroenteritis del viajero, una larga lista de cosas por hacer y marcadores de energía bajo mínimos 😉

Por eso te pregunto:

¿De qué forma se podría tu vida beneficiar de incorporar ciertas rutinas?

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Gabriel Rufián, la mente y el trabajo de valores. Por qué es fundamental domar la propia mente

Ayer cuando le preguntaron al portavoz de ERC Gabriel Rufián por las conexiones entre su socio de coalición respondió lo siguiente:

 

Rufián condena la conducta de sus socios de gobierno por reunirse con “sátrapas”,  tildándoles enfáticamente de “señoritos que se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada jugando a ser James Bond”.

No sabemos lo que mueve a Rufián a realizar estas declaraciones. ¿Es simplemente caer en la extendida práctica de desprestigiar al oponente? ¿Es su agitación mental? ¿son sus valores lo que le mueven?

Este post continúa mi exploración anterior sobre valores.

Los valores encapsulan formas de ser y actuar: “se paseaban por Europa reuniéndose con la gente equivocada jugando a ser James Bond”. En el caso de Rufián: criticar a sus oponentes aunque a la vez socios de gobierno  aprovechando la guerra Ucraniano-Rusa.

Permitidme un poco de teoría. Lo que distingue al Budismo de otras filosofías y religiones es el énfasis en la mente. Después de años de búsqueda espiritual y de renunciar a muchas doctrinas, Gautama Buda se sentó a meditar bajo el árbol Bodhi. Al caer la noche, se iluminó. Llamado a compartir lo que había aprendido, lo hizo dando tres giros a la Rueda, entendiendo la rueda como el conjunto de enseñanzas budistas. En el primer giro de la Rueda, Buda enseñó las Cuatro nobles verdades. De la cuarta noble verdad reza que el camino para trascender el sufrimiento nace el Noble camino óctuple. Es por esta razón que tres de los ocho principios del Noble camino óctuple versan sobre el control de la mente. Por qué sin el control de mente, los dos principios de sabiduría y los tres de conducta ética son papel mojado.

De nuestra mente emerge todo, desde nuestro sentido de identidad, nuestra forma de relacionarnos y nuestras acciones. Si nuestra mente está confundida, es influenciable y no puede concentrarse, por muchos valores que insistamos en practicar vamos a fracasar. Es como intentar correr una carrera de fórmula uno con una chatarra o querer regar plantas con un colador. La mente es la madre de la ética y por esta razón es necesario domarla para trabajar los valores. Tomando el ejemplo inicial me pregunto por el tipo de mente que albergó las conductas aludidas por Rufián y por la mente de Rufián mismo. Me pregunto por la mente de nuestros políticos y por la mente de los ciudadanos que representan y en cierto modo reflejan es decir: nuestra mente.

El budismo propone entrenar la mente a través de la meditación pero esta vía no es la única. La mente se puede entrenar a través de la contemplación, de la oración, llevando un diario, practicando yoga, pasando tiempo la naturaleza, a través de la música…Una mente domada nos hace dueños de nosotros mismos. Nos facilita articulación consciente de valores, enriqueciendo el sentido de nuestras vidas.

Por eso, hoy te pregunto: ¿Cómo vas a domar tu mente para encarnar plenamente tus valores?

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¿Quieres hacer algo para la resolución del conflicto en Ucrania? Ama a Vladimir Putin

La situación en Ucrania se está poniendo al límite. Después de hablar con el líder ruso, Macron dice que “lo peor está por llegar”. Leo que las tropas rusas han tomado Zaporiya, la mayor central nuclear de Europa. Aumenta mi ansiedad. Siento la presión de la situación sobre la vida en el planeta. Me siento pequeña e impotente pero no me quedo ahí, pues sé que cada uno de nosotros importa y que nuestros actos marcan la diferencia. En situaciones terribles como la actual, siempre me admira de qué forma emerge lo mejor de nosotros. Las personas nos activamos, queremos ayudar, queremos ser parte de la solución.

Podemos hacer y debemos hacer. Mandar dinero, ropa, víveres. Y también podemos hacer a través de nuestros pensamientos, de nuestro estado mental. El conflicto se ha polarizado. Ucrania son los buenos y Rusia los malos. Pero es bien sabido, que la polarización no ayuda a resolver un conflicto y que la realidad es infinitamente más compleja que una película de vaqueros.

Si tú y yo estamos en conflicto y tú crees que soy el demonio entonces vas a querer destruirme, deshacerte de mi. Así ha sido con las exterminaciones en masa a lo largo de la historia. En cambio, para hacer posible la paz es necesario humanizar al rival. Verlo de igual valía que a uno mismo. Ser capaces de ponerse en su lugar y, por muchos defectos que tenga y por muy erradas que hayan sido sus acciones, percibirlo como persona que siente, que sufre, que aspira.

Vladimir Putin

(EFE)

En este conflicto hay un malo de la película: Vladimir Putin. Me cuesta tan poco sentir rechazo hacia él. Este rechazo, una energía invisible pero real como todas las emociones, no contribuye a nada sino más bien lo contrario. Las personas más odiadas son las más peligrosas, porque saberse odiado empuja a hacer el mal. Así que te invito a realizar un sencillo ejercicio:

  1. PIENSA EN ALGUIEN A QUIEN AMAS  y conecta con el espacio de tu corazón. Lleva tu mano a la zona del corazón y siente el amor que emana de él. Imagina a la persona que amas en miniatura dentro de tu corazón. Quédate en este espacio durante unos segundos respirando. Luego deja que la imagen se evapore.
  2. Sigue conectado con el espacio de tu corazón y PIENSA EN ALGUIEN CONOCIDO, una persona neutral. Lleva a su imagen en miniatura al espacio de tu corazón. Deja que reciba la calidez que emana del mismo. Respira ahí durante unos segundos, no tengas prisa. Deja ahora que la imagen de esta persona se evapore.
  3. Conecta ahora con ALGUIEN A QUIEN DETESTES o con quien tengas un conflicto. Lleva su imagen en miniatura al espacio de tu corazón. Recibe la incomodidad de hacerlo e intenta relajarte. Deja que la persona reciba el amor que emana de tu corazón. Respira con calma y relájate durante unos instantes. Deja que la imagen de esta persona se evapore.
  4. Ahora piensa en VLADIMIR PUTIN. Lleva su imagen en miniatura a tu corazón. Si aparece, recibe la incomodidad que sientas al hacerlo. Inúndalo con amor. Respira y descansa ahí todo lo que puedas. Luego deja que la imagen se evapore.

 

Personalmente, este es el acto periódico con el que me comprometo mientras dure este conflicto. Te animo a hacerlo tú también. Por supuesto que también puedes hacerlo con cualquiera de tus enemigos. Tal vez sea lo más poderoso que hagas jamás.

 

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PS: 1000 gracias a los lectores que me habéis echo propuestas a raíz de mi post Querido lector, no sé cómo hacer para llegarte…¿me echas una mano? Están siendo muy valiosas e inspiradoras. Para los que queráis hacer más sugerencias, podéis seguir haciéndolas a pie de artículo.  Adelante, sigo escuchando 😉

¿De dónde sacas tus valores? Fuentes que te elevan y cómo ponerlos en práctica: valores cristianos

Este post continúa el post anterior ¿Tus valores te guían o te complican la vida? Después de hacer inventario de tus valores, te pregunto: ¿De dónde sacas tus valores?

Los valores los sacamos de tres fuentes principales: de nuestra familia, los grupos e instituciones que nos han formado (escuelas, organizaciones, amigos…) y de la cultura general (televisión, internet, redes sociales, libros…).

Examinar a tus fuentes de valores es una práctica sana, pues de no hacerlo podrías estar conformando tu vida de acorde a lo que la sociedad espera de ti. ¿Según quién es bueno tener muchos likes en Facebook? ¿Es más importante que ser un buen hijo o buena madre? ¿Qué tiene más valor, el trabajo bien hecho o el reconocimiento social?

La modernidad líquida nos ha vaciado de valores tradicionales, para llenarnos de narcisismo, superficialidad, infantilismo y placer cortoplacista entre otras perlas. Pero los valores tradicionales siguen ahí, como ríos perennes, listos para saciarte cuando quieras beber de sus puras aguas. Su existencia es una buena noticia si quieres hacer algo que merezca la pena con tu fugaz vida.

Las 4 virtudes cardinales

(M.Barceló)

VALORES CRISTIANOS

Ya, no te gusta la Iglesia… y además te aburre ir a misa. ¡Pues no hace falta que vayas! O sí. Para acercarte a los valores cristianos también puedes leer, unirte a un grupo de reflexión, puedes orar. Tomemos por ejemplo las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.

PRUDENCIA

La prudencia tiene que ver con tomar una actitud reflexiva antes de actuar. Tus acciones tienen consecuencias y la prudencia te invita a considerarlas antes de actuar. Este valor es el antídoto a la impulsividad y la ignorancia.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: dices lo primero que se te pasa por la cabeza, tomas una decisión de forma atolondrada, asumes que los otros piensan igual que tu, eres impaciente con quienes te rodean.

JUSTICIA

La justicia va de respeto a los otros y a la verdad. Respetar al otro como ser de igual valor que tú. Respetar sus derechos y cualidades. La justicia es el antídoto a la malicia intencionada o inconsciente.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: practicas el deporte de criticar al prójimo, chismorreas sobre otros sin importarte que sea verdad, manipulas situaciones para tu propio beneficio, mientes.

FORTALEZA

La fortaleza es el antídoto a la debilidad. ¿Quién no quiere ser fuerte? La fuerza en sí misma no es virtud a no ser que que la emplees frente a una situación difícil. A nivel de actitud se trata del esfuerzo justo y tiene una dimensión de actuar para lo que se quiere lograr, y otra de resistir frente al miedo y la desesperanza. Se puede entender como una forma de resiliencia.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: te haces la víctima por cualquier circunstancia, arrollas con todo creyéndote superman, te quejas constantemente, vives entre algodones sin retos que te hagan crecer, te vienes abajo a la primera de turno, debilitas al prójimo con discursos pesimistas.

TEMPLANZA

La templanza va de moderación, sobriedad y continencia. La templanza tiene que ver con ser humilde, no creerse el centro del mundo y tener una actitud responsable respecto a las propias pulsiones sexuales, placeres y en relación con el mundo material.

No estás encarnando este valor cuando por ejemplo: despilfarras dinero sin control, actúas con tacañería, eres demasiado rígido y estricto, vives en un caos un completo, practicas una sexualidad irresponsable.

CÓMO PONERLOS EN PRÁCTICA

El trabajo de valores no tiene porqué ser moralista, lo suyo es que nos inspire. Ponlo en práctica y verás el impacto en tu vida. Por esta razón, respecto a los valores anteriores te propongo el siguiente ejercicio:

  1. Pregúntate ¿hasta qué punto cultivas este valor en tu día a día?
  2. Selecciona el valor que esté menos presente en tu forma de ser y hacer.
  3. Cultívalo:
  • Al empezar el día TOMA LA INTENCIÓN de cultivar ese valor durante la jornada. Cuando encuentres oportunidades para ejercitarlo, ¡hazlo!
  • Plantea el valor como TEMA DE CONVERSACIÓN con personas cercanas. Comparte lo que estás aprendiendo de este valor y pregúntales por la forma en cómo lo entienden y lo aplican o no en su vida.
  • PROFUNDIZA sobre este valor, seleccionando fuentes – libros, conferencias, charlas…- de personas con autoridad en la materia.

La próxima semana sigo con el tema.

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¿Tus valores te guían o te complican la vida? Cómo trabajar tu integridad personal

Sigo en la reflexión iniciada con el Cuadrado mágico de tus propósitos con los valores personales. Los valores son destilaciones conceptuales de comportamientos. El problema con los valores es que a menudo los valores que creemos que tenemos y los valores que encarnamos de palabra y obra, no están alineados. Y esto, da lugar a un conflicto, a una tensión interna, instalándonos en la falsedad: estamos engañando a los otros, al mundo y, lo más grave, a nosotros mismos.

Te propongo examinar tus valores para aumentar tu integridad personal. Es decir, alinear lo que crees/piensas, con tus palabras y acciones. Si te preguntas por qué tendrías que hacerlo te lo respondo llanamente.

VIVIR CON INTEGRIDAD te permite saber quien eres, hacer lo que viniste hacer y en palabras del referente en valores Rafael Bisquerra1es el único camino hacia la verdadera felicidad – en contraste con los sucedáneos baratos de satisfacción cortoplacista que tanto abundan.

VIVIR SIN INTEGRIDAD o lo que es lo mismo, sin valores o con valores equivocados significa cavarse un camino de sufrimiento adicional al que ya de por si conlleva estar vivo. El sufrimiento que acarrea la inconsciencia, la mentira y la maldad.

Timón

(Maximilian Weisbecker, UNSPLASH)

El primer paso hacia la integridad personal es examinar los valores que rompes. Por ejemplo:

PRÁCTICA

A modo de ejercicio, te recomiendo un examen de valores usando el cuadro anterior que puedas completar con tus valores y detectar las seguras brechas. Una vez lo hagas, deja que esta conciencia te acompañe en tu día a día. Obsérvate en el instante en el que apuñalas el valor. Siente la sensación física y la emoción asociadas. ¿Notas la división interna? No hagas nada más. Si permaneces alerta y atento, en la próxima ocasión, el mero darte cuenta abrirá un camino de acción más alineado con tus valores.

En el próximo post: ¿Qué valores son fundamentales y cómo ponerlos en práctica?

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(1) De la conversación en el programa de l’Ofici de Viure sobre ¿Cuáles son tus valores? Grabado el pasado 15 de febrero.

Por qué necesitas decantar la balanza hacia el ser

Hoy conversaba con una amiga a quién le han ocurrido un conjunto de despropósitos mayores uno detrás de otro, y todo en medio del covid. Hasta hace nada, la encantadora Veronica – le voy a llamar – solía ser una súper mujer, trabajando a tope y llegando a todas partes con gracia, tesón y a menudo… a punto del burnout. Ahora en las antípodas de su ritmo habitual, me decía, “después de todo lo ocurrido quiero contentarme con lo que tengo. No pienso en el mañana, me fijo en el día a día. Me alimentan las pequeñas alegrías cotidianas. Ir a comprar, preparar la cena, conversar como ahora estamos haciendo”. Le dije que mi impresión era que más allá de su situación, la crisis del covid había inclinado la balanza personal y colectiva hacia el ser. A lo que me leyó dos citas del monje vietnamita Thich Nhat Hanh, fallecido el mes pasado:

“Hacemos tanto, corremos tan rápido, la situación es difícil y mucha gente dice: ‘No te quedes ahí sentado, haz algo’. Pero hacer más cosas puede empeorar la situación. Así que deberías decir: «No hagas nada más, siéntate ahí». Siéntate ahí, detente, sé tú mismo primero y comienza desde allí”.

Flores

(Magda Barceló)

Jose a quién acompaño a través del coaching, estuvo a punto de morir dos veces. Su talante es directo, alegre y perspicaz. Tiene la inconfundible presencia desnuda del que estuvo a punto de irse y no lo hizo, transformando por completo su personalidad después de ello. “Le he visto las orejas al lobo y esto lo cambia todo”, me decía.

La enfermedad – la conozco bien – nos obliga a hacer cambios de carácter que no podríamos hacer de otro modo. Si la dejamos, suaviza las afiladas aristas de nuestros egos. También lo consiguen la tragedia y todo lo que nos rompe y que preferiríamos evitar. Lo indeseable te acerca brutalmente a lo extraordinario de simplemente ser. ¡Es tan jodidamente efectivo el mecanismo!

“Tenemos la tendencia a pensar en términos de hacer y no en términos de ser. Creemos que cuando no estamos haciendo nada, estamos perdiendo nuestro tiempo. Pero eso no es cierto. Nuestro tiempo es primero de todo para que nosotros seamos. ¿Para ser qué? Para estar vivo, para ser pacífico, para ser alegre, para ser amoroso. Y esto es lo que el mundo necesita más. Todos tenemos que entrenarnos a nosotros mismos en nuestra forma de ser, y ese es el terreno para toda acción. Nuestra calidad de ser determina nuestra calidad de hacer.”

Gracias por tanta sabiduría Thay, tu legado resuena en nosotros.

Y tú, ¿De qué forma te vas a entrenar en el ser? ¿Cómo vas a simplificar tu vida para hacerlo? ¿Qué vas a abrazar? ¿Qué superficialidad vas a soltar?

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·      No es la muerte, es el miedo. ¿Cómo segar el miedo a morir?

·      La responsabilidad radical es la solución: ponla en práctica con cinco pautas

 

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No es la muerte, es el miedo. ¿Cómo segar el miedo a morir?

En el post anterior te invitaba a recordar tu muerte. Lo hacía argumentando que no es la muerte lo problemático, sino el miedo a ella. Y es precisamente ése miedo el que hay que afrontar si queremos evolucionar.

LA MUERTE DE SOSLAYO

Existen dos formas de relacionarse con la propia muerte. La primera y más habitual es mirar la muerte de soslayo, así como quien no quiere la cosa. Sabes que existe, que tendrá lugar pero prefieres no pensarla, no nombrarla, no considerarla. ¡Quien sabe, a lo mejor al final no te toca! El problema con este enfoque, a menudo inconsciente es que alimenta el miedo a la muerte y aumenta el apego a lo que tienes y a lo que eres. El miedo te contrae desconectándote del momento presente y el apego aumenta tu sufrimiento.

MIRAR LA MUERTE A LOS OJOS

La segunda y a la que te invito es la de mirar a la muerte de frente, llevándola a tu consciencia a menudo, sin obsesionarte con ella. Imagínate que estás dormido, te levantas y te das una ducha de agua fría. ¡Te despertarás en seguida! Pues llevar la consciencia de la muerte tiene el poder de desarticular el miedo a ella y despertarte a la vida. Una vez atravieses el portal del miedo a morir, te darás cuenta de cuán insustancial es y podrás paradojalmente volver a la vida. Disipado el miedo, puedes relajarte y orientarte hacia aquello realmente importante para ti. La conciencia de la muerte es un aniquilador rotundo de neuras sin importancia, procrastinación y otros patrones sin sentido.

Araña gigante y figura humana

(Vadim Bogulov, UNSPLASH)

DESARMAR EL MIEDO A MORIR EN DOS PASOS

Te presento dos formas para desarmar el miedo a morir.

1- LOS CINCO RECORDATORIOS

La primera es recitar los cinco recordatorios1 tres veces una vez al día durante ocho semanas. Luego observa lo que ocurre.

  1. Estoy hecho de la naturaleza del envejecer. No evitaré la vejez.
  2. Estoy hecho de la naturaleza del enfermar. No evitaré la enfermedad.
  3. Estoy hecho de la naturaleza del morir. No evitaré la muerte.
  4. Todo lo que me gusta y todos los que quiero están sujetos a la naturaleza del cambio. No evitaré separarme de ellos.
  5. Mis acciones son mis compañeras más cercanas. Soy el receptor de mis acciones. Mis acciones son el suelo sobre el que me planto.

2- HABLA DE TU MUERTE

Hablar de tu muerte no tiene por que ser algo morboso. Lo puedes hacer con candidez y naturalidad. Considera estas preguntas para abrir un diálogo sincero con personas cercanas sobre tu muerte: ¿Cómo imaginas tu muerte? ¿Cómo te gustaría? ¿Qué sientes al respecto? ¿Qué te da miedo? ¿De qué te gustaría estar orgulloso en el momento de morir?  ¿Cómo puedes incorporar estos aprendizajes en tu vida, ahora?

Una vea lo hagas, olvídate de ello.

Tu miedo a morir volverá crecer al igual que la maleza. Cuando lo haga, conocerás su naturaleza. Siégalo con estas prácticas u otras de tu cosecha y será tu aliado para vivir ;).

 

(1) Del Upajjhatthana Sutta

 

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