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Navidad es hacer algo más para alguien

En una comida de trabajo navideña se comentaba la pérdida generalizada de valores. Los valores se pierden con la ausencia de práctica religiosa, espiritual o de otro tipo que los encarne a nivel comunitario. La Navidad es una ocasión para ahondar en los valores propios a través de la tradición cristiana. En el artículo anterior exploraba la generosidad, la sencillez y la gratitud. En este artículo sigo con la solidaridad, la paz y la confianza.

SOLIDARIDAD

La solidaridad es la capacidad de adherirse a una causa común, más allá de aquello que nos atañe directamente a nosotros o a nuestro clan familiar y de amigos. En la Navidad fueron solidarios los Reyes Magos, iniciando un largo viaje desde sus lejanas tierras y también los pastores. De modo que la solidaridad la encarnan tanto personas ricas como pobres. Es fácil decirse, yo aquí no puedo aportar nada. Sin embargo, la solidaridad nos hace ver que cuando somos capaces de ponernos en el sitio del otro y empatizar con su situación, nuestra presencia y apoyo moral marcan la diferencia.

(Gareth Harper, UNSPLASH)

PAZ

Jesús nace en medio de paz, trae paz, es un símbolo de paz. La paz de la que derivan todas las paces y que está en nuestras manos es la paz interior. La paz interior puede ser alterada por muchos factores. El budismo apunta a cinco frenos a la paz mental: deseo sensual, ira, pereza, inquietud y duda. Cada uno de estos frenos dinamita nuestra paz interior con sus destructivas consecuencias. Familiarizarnos con los frenos que más nos dominan es una forma de practicar la paz interior y llevarla a nuestro entorno.

CONFIANZA

En la Navidad, en el momento de mayor oscuridad llega la luz. La confianza es la convicción profunda que no importa lo que nos llegue en la vida, tenemos los recursos para recibirlo y gestionarlo para bien. La confianza consiste en aceptar lo que hay sabiendo que en cualquier caso es pasajero y que, aunque a veces cueste verlo, la vida está de nuestro lado.

La confianza no es algo que se tiene o no, sino que es una práctica a renovar. Una forma de hacerlo es construir una visión positiva de nuestras vidas, y traerla a la consciencia una y otra vez. Es la práctica de la oración.

Para Charles M. Schulz, el dibujante estadounidense, la “Navidad es hacer algo más para alguien.”. La práctica de la generosidad, la sencillez, la gratitud, la solidaridad, la paz y la confianza nos pone en camino para lograrlo.

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¿Cansado de ser miembro de la liga anti-Navidad? Sal de ella con estas pautas

Betina a quien acompañé a través del coaching al acercarse estas fechas me decía toda seria y con un toque de indignada que se profesaba miembro de honor de la liga anti-Navidad. Betina odiaba la Navidad y evitaba todo lo relacionado con ello, especialmente las lucecitas, las comilonas y la histeria consumista. Era alérgica a la caricatura de la Navidad, la imagen que la cultura dominante nos quiere vender de ella. Sin embargo, podemos inventar nuestra propia versión de la Navidad, sin necesidad de hacernos miembros de la liga.

Mi versión preferida de la Navidad es la de los árboles de hoja caducos. En su radical desnudez, sueltan todo lo muerto, mientras descansan en el frío y la creciente oscuridad. Soltar lo que sobra, vaciarme para mirar adentro, dar espacio a la quietud invernal con su peculiar tristeza, descansar y pasar tiempo con los más cercanos. Contemplar la tradición cristiana me ayuda a enraizarme en el gran arco de generaciones del que formo parte. La fiesta más grande del Cristianismo nos incita a encarnar valores como la generosidad, la sencillez, la gratitud, la solidaridad, la paz y la esperanza.

GENEROSIDAD

La Navidad invita a extender nuestra generosidad con las personas de nuestro entorno y más allá. Todos tenemos alguna forma preferida de tacañería o muchas a la vez. Podemos ser tacaños con el dinero, con nuestro tiempo, con las cosas que hacemos por los demás, con lo que acumulamos…La tacañería nos contrae como al Scrooge de Cuento de Navidad, cerrándonos el corazón. Prueba a extender tu generosidad a través de gestos que normalmente no haces: dejar una buena propina, regalar un aguinaldo a alguien que no lo espera, dar tu tiempo a alguien que lo necesite, regalar palabras apreciativas que normalmente callas, dar largos abrazos….

(PIXABAY)

SENCILLEZ

La figura de Jesús y su entorno son un testimonio de sencillez. Nace en la periferia, sus padres son pobres, el día de su nacimiento solo les queda alojarse en un establo, su cuna es un comedero para animales… La austeridad en las formas de la llegada de Jesús no es casual. Señala que lo importante no es lo material. Hace un par de días cené con una amiga en un restaurante al que no había ido nunca. Lo busqué por internet y resultó ser algo muy distinto de lo que decían las reseñas. Las dos íbamos con una idea en mente de lo que sería la comida que resultó equivocada. Sin embargo, darnos cuenta de ello, nos permitió fijarnos en la verdadera razón del encuentro: celebrar nuestra amistad. Con la comida fuera de la ecuación, esta verdad brilló intensamente porque la sencillez magnifica lo importante.

GRATITUD

Una figura que ejemplifica una gratitud profunda es María, la madre de Dios. Embarazada fuera del matrimonio, pobre, en tránsito, sin un techo firme bajo el que dar a luz,…y sin embargo rebosante de gratitud por haber recibido el milagro de la vida. La gratitud nos pone en contacto con la gratuidad de la vida: respiramos, nos relacionamos, nos caemos, nos levantamos, aprendemos…Es fácil sentir gratitud por las bendiciones, pero ¿y por las dificultades? Es justo preguntarse: ¿Como puedo sentir gratitud por los abusos sexuales que sufrí de pequeño, cómo puedo sentir gratitud por la pérdida de mi madre a raíz de una enfermedad, cómo puedo sentir gratitud por el hecho de estar en el paro, cómo puedo sentir gratitud por el dolor de espalda que no se va? Pues porque el resentimiento – lo contrario a la gratitud-  por cualquiera de estas circunstancias nos convierte en víctimas, estrechando nuestro flujo vital y empeorando todavía más las cosas. No importa cuán difícil sea nuestro momento, siempre hay por lo que estar agradecido y la Navidad nos invita a hacerlo de forma radical.

Continúo con la solidaridad, la paz y la esperanza en el próximo post.

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El arte de esconderse o por qué tu timidez es un valor al alza

Personas cercanas y no tan cercanas a menudo me recriminan no tener el móvil siempre encendido. Eres de las personas menos disponibles…Claro, te llamo y raramente respondes. Al principio me defendía diciendo que siempre respondo a la llamada cuando la veo, sin embargo, hace ya tiempo que dejé de hacerlo. Me di cuenta que no estar disponible en la sociedad de la transparencia y la productividad es contracultural.

La accesibilidad en las comunicaciones ha facilitado la eliminación de distancias relacionales. La distancia relacional se erosiona cada vez que al conocer a alguien, te busca por redes y empieza a chatear contigo como si fueseis amigos de toda la vida. Se genera entonces una forzada intimidad que a menudo es atractiva por una parte, pero indeseada por la otra.

Te contacta un conocido de la facultad al que no has visto en veinte años, con el que hablaste contadas veces. Te interpela como si el tiempo no hubiese pasado. La parte que toma la iniciativa espera, casi exige, que se le responda de inmediato. Y tú, te sientes mal, casi con la obligación de ser educado, pobre, que no se ofenda. Sin embargo él no se plantea si está siendo invasivo o agresivo. Ante esta situación, te queda seguir con el código de la transparencia, diciendo que no te sientes cómodo, o escuchar a tu timidez.

(Crazy Cake, UNSPLASH)

En nuestros días, la timidez es un raro valor al alza. La timidez nos invita a velar la transparencia y volvernos invisibles durante unas horas, unos días. No compartir, no decir, no opinar de forma pública, en la red y tal vez de ninguna otra forma. La timidez es la guardiana del espacio interior, del tiempo de soledad para saber quien eres, lo que te da sentido y cómo llevarlo a cabo. La timidez es la que te permite decir hola al miedo real de perderte en lo exterior, sea lo exterior las relaciones con otros, lo virtual, un exceso de información o de pantallas. Al recibir al miedo, puedes honrar su inteligencia y tomar cartas en el asunto. La timidez es la puerta de la espiritualidad. Aquello que nos permite contactar con lo trascendente y llevarlo con nuestro gesto a la luz del mundo.

Mientras que la transparencia afirma que todas las cosas son iguales, todo tiene el mismo valor y tienes que estar abierto las veinticuatro horas del día, la timidez con su sabiduría es la maestra de los matices: esta relación es importante y esta no tanto; esto te hace vibrar, esto te deja indiferente; para esto tienes energía, para esto otro muy poca…

Aunque siempre hayas escuchado lo manido anda no seas tímido, no te engañes, la timidez is the new black. No dejes que te la arrebaten 😉

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¿Estás dando o tomando? Transforma tu actitud a través de la apreciación

En un taller de coaching grupal en el que participé hace años, nos pusieron a todos los participantes en círculo y nuestra labor consistía en decir en voz alta por turnos, si cada persona del círculo estaba dando o tomando, según la propia experiencia. Al final del mismo cada uno tenía un recuento sobre la percepción que tenían de él, y si su balanza se inclinaba más hacia el dar o el tomar.

El dar o tomar en cualquier espacio grupal se articula con nuestra actitud. ¿Y qué es nuestra actitud? Pues la actitud la componen nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y lo que decimos. Cuerpo, mente y habla. Según la calidad de estos y su carga energética, estaremos dando o tomando.

Después de un encuentro con alguien, a uno siempre le queda cierto sabor de boca. O mejor dicho, cierto sabor del ser. Hay encuentros en los que uno se siente desvalijado internamente. En otros, uno se siente libre, animado, mejor. Y entre los dos, existe toda una gama de colores. Aunque a menudo no seamos conscientes de ello, la influencia que tenemos los unos en los otros es tremenda.

CUIDAR LA ACTITUD

Si quieres convertirte en una persona que suma y aporta a los demás, puedes empezar por cuidar tu actitud responsabilizándote de tu cuerpo, mente y habla. Cuidar tu actitud corporal no significa que tengas que controlar tu cuerpo o tus gestos, sino más bien tiene que ver con mantener a tu templo limpio, relativamente cuidado y sobretodo receptivo. Si estás a gusto en tu casa interior, se transmitirá hacia fuera.

Tomar responsabilidad de nuestra mente significa poner atención a nuestra forma de pensar. ¿Qué pensamientos albergas? ¿Cuál es su efecto en ti? ¿Cómo te relacionas con ellos? ¿Su carga es positiva, negativa o neutra?  En la medida en que puedas relacionarte con tus pensamientos de forma desapegada, mayor será tu espacio interior lo que facilitará tus interacciones.

El poder de las palabras es enorme. Cuidar la propia habla, es decir aquello que decimos y cómo lo decimos es fundamental, pues las palabras pueden dar, pueden robar, pueden condenar, pueden liberar.

Dos personas conversando

(Etienne Boulang, UNSPLASH)

CULTIVAR LA APRECIACIÓN

En mi trabajo de coach y consultora de organizaciones uno de los enfoques que más disfruto es el de la Indagación Apreciativa de David Cooperrider, llevado a nuestro país por Míriam Subirana entre otras personas. Consiste en preguntarse por las fortalezas de la organización, aquello que hace realmente bien, sus oportunidades y aspiraciones, y sostener conversaciones alrededor de estas cuestiones. Las preguntas se centran en descubrir aquello que da vida, y asume que existe un núcleo positivo en toda organización y persona.

A nivel personal, cultivar la apreciación se logra empezando por uno mismo, preguntándote por aquello que te esfuerzas en hacer bien, por aquello que estás logrando, por lo que te inspira y lo que anhelas. Cultivar la apreciación nada tiene que ver con recuperar, como quién consulta un archivo viejo o mira una foto aquello que ya sabes de ti o de otros, sino todo lo contrario, es un proceso vivo a realizar momento a momento.

Para poner en marcha la apreciación hacia otra persona pregúntate: ¿Qué me aporta esta persona que nadie más lo hace? ¿Cómo es diferente mi vida gracias a ella? ¿Qué valoro de ella? ¿Qué me aporta su presencia?

Apreciar significa descubrir el núcleo positivo de otra persona. Apreciar magnifica lo bueno, transformando en el proceso tu actitud y lo que se deriva de ella. Es decir, prácticamente todo.

 

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Las palabras de Beyoncé

Queen Bey, la cantautora, productora, actriz, directora, diseñadora y empresaria afroamericana nacida en Houston, batió anoche el récord de grammys ganando un total de 32 gramófonos.

Al inicio de su discurso, claramente conmovida, dijo: Muchas gracias, estoy intentando no ser demasiado emocional, estoy intentando simplemente recibir…esta noche.

Beyoncé recibió mucho anoche. Recibió apreciación, recibió reconocimiento, recibió amor y recibió varios premios. Y en este sentido sus palabras tenían todo el sentido, ella intentaba recibir la noche, casi nada.

Beyoncé en la gala de anoche se esforzaba en recibir, por que al contrario de lo que pueda parecer recibir no es fácil. Lo constato cada en mi práctica de coaching, en mi misma, y en las personas que me rodean. No, nos cuesta conseguir, no nos cuesta luchar, no nos cuesta esforzarnos, no nos cuesta dar…Lo que más nos cuesta de todo es RECIBIR.

Mientras escribo estas líneas una amiga alemana viene a visitarnos este mediodía. Lo supe ayer noche, y mi primera reacción fue, oh vaya, es un poco complicado. Luego me relajé y pude abrirme al regalo de tenerla con nosotros el rato que sea, después del covid, después de años de no vernos, después de haber compartido mucho y dejado de hacerlo sin saber porqué.

Al igual que hoy la vida me regala esta visita, la vida cada día nos regala miles de cosas. Nos regala vitalidad para levantarnos, nos regala un techo, una sonrisa, una presencia, una inspiración, una oportunidad por pequeña que sea. Nos regala un aprendizaje. Nos regala un nuevo coraje. Nos regala un viejo amigo. La vida nos regala constantemente, la cuestión es: ¿somos capaces de recibir todo lo que la vida nos da en cada instante?

Lo contrario de recibir es la queja. Es fijarse en lo que falta, en el vaso medio vacío, en el defecto del otro, en todo lo que no me gusta en mi vida, en los errores del pasado o los temores del futuro. El no recibir se cocina en la mente crítica y se manifiesta con el cuerpo cerrado. En cambio el recibir nace en el corazón, se entrega con el gesto abierto y la mente callada.

Cuanto más recibas lo que gratuitamente se te da, más aumentará tu capacidad de recibir. Y lo contrario cuanto más te cierres con el resentimiento, la queja y la negatividad menos vas a recibir: Porque al que tiene (al que recibe), se le dará más, pero al que no tiene (al que no recibe), aun lo que tiene se le quitará. (Marcos 4:25).

Hoy te pregunto: ¿Como vas a recibir lo que la vida te da en este instante, en esta hora, en este día?

 

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¿Buscas trabajo? Los superhéroes te pueden ayudar

Siguiendo el post anterior sobre la actitud a tener durante un proceso de búsqueda de trabajo, la importancia del lenguaje no verbal es bien conocida. Tu voz, tu postura, tu forma de mirar comunican al mismo volumen o mayor que las palabras que dices. Este hecho en lugar de generarte neuras y pensar que tienes que actuar de cierto modo para dar determinada impresión, te animo a considerarlo como algo a lo que rendirte. Por mucho que quieras manipular tu imagen, tu cuerpo hablará por ti y comunicará tu verdad. Ante este hecho, cuanto más cómodo te sientas contigo mismo, es decir cuanto mejor te sientas en tu piel, más honesta será la experiencia y mayor serán tus posibilidades de éxito, no solo a corto, sino a largo plazo.

Si manipulas tu comunicación no verbal, aunque a corto plazo puede que consigas engañarles y pasar por algo que no eres, a largo plazo vais a dar con la verdad. Por ello es mejor que te muestres como eres, y que en la entrevista se manifieste un verdadero encaje.

Dicho esto, lo anterior no significa que no tengas ni debas prepararte para dar lo mejor de ti en una entrevista de trabajo. Todo lo contrario, con  la diferencia en que el énfasis no consiste en aparentar sino en relajarte y mostrar tu propio poder. Una forma de hacerlo es a través de las posturas de poder, estudiadas por Amy Cuddy. Su trabajo enfatiza la forma en cómo sostener determinadas posturas durante cierto tiempo influencian tu estado de ánimo. Una de las más populares es la de Wonder woman.

Wonder woman

(Roy Reyna, PEXELS)

Según Cuddy, mantenerse en posturas de poder que transmiten fortaleza y confianza influye en los niveles hormonales pudiendo aumentar la testosterona – relacionada con la dominación – y reducir el cortisol – relacionado con el estrés. Es entonces cuando a raíz de la postura emerge un estado de ánimo más asertivo, confiado y tal vez más relajado, fundamental para el éxito de una entrevista de trabajo.

Una forma de considerar la importancia de las posturas de poder, es contemplar las posturas de debilidad en la que tu cuerpo está contraído y/o cerrado. En una entrevista de trabajo, estas posturas no te ayudarán. Haz la prueba y convéncete de ello. Por un momento pon en práctica una postura de debilidad: hombros encogidos, espalda encorvada, mirada baja, respiración superficial. ¿Cómo te sientes? ¿Qué es posible para ti desde esta posición? Ahora toma una postura de poder como Wonder woman: espalda recta, mirada al frente, manos en las caderas, piernas ligeramente separadas. ¿Cómo te sientes? ¿Qué es posible para ti desde esta posición?

Posturas de poder

Posturas de poder, basadas en el trabajo de Ammy Cuddy. Gráfico del TED Blog por Karin Hueck y Rafael Quick.

Siguiendo sus investigaciones, Cuddy nos da cuatro pautas a tener en cuenta antes de afrontar cualquier situación en la que queramos conectar con nuestro poder:

1- NADA DE TOCARSE EL CUELLO O LA CARA. Tocarse el cuello o la cara, son gestos y posturas de bajo poder porque sugieren necesidad de protección.

2- NO MANOS EN LOS BOLSILLOS. Tener las manos en los bolsillos es otra postura de bajo poder que sugiere una posible falta de seguridad.

3- WONDER WOMAN. Cambia tu postura para parecer más grande. Invitará cambios internos en ti que te harán sentir más asertivo.

4- ALTO Y DIGNO. Antes de una entrevista de trabajo, toma un momento en privacidad para poner tus manos en alto en forma de v. Te puede hacer sentir y parecer poderoso.

Ser consciente de la importancia de la comunicación no verbal, te invita a relajarte ante cualquier proceso de selección. No tienes que venderte, se trata más bien de conocer a la empresa y mostrarte como eres, sabiendo que eres único, lo bastante bueno y que puedes encajar en una miríada de organizaciones. Desde esta conciencia, la práctica de posturas de poder antes y durante una entrevista de trabajo te pueden ayudar a relajarte para que tu súper poder brille sin restricciones 😉

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La enfermedad como encrucijada

Después de los duros días tras una intervención, recuerdo el primer día que pude darme una ducha, sentarme en la mesa a desayunar, comer con ganas. Sin pensarlo me puse a tararear la canción “Ser humano otra vez”, de la película La Bella y la Bestia, en la que los habitantes del castillo han caído bajo un conjuro y se han convertido en cosas: una tetera, una taza, un candelabro, un reloj…Desde su condición de cosas, anhelan el momento en que podrán ser humanos de nuevo.

La enfermedad, al igual que un poderoso conjuro, tiene capacidad de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza. Esto es así porque a nuestro ego le fastidia le cambio. Le gustaría tenerlo todo bajo control. Le encanta lo previsible, lo estancado… lo podrido. Sin embargo la naturaleza de la vida no le da respiro, y los cambios se suceden uno tras otro. Un cambio común es la enfermedad. Desde un simple resfriado a algo serio, la enfermedad – si nos abrimos a ella en lugar de resistirla– es una fenomenal disruptora del ego.

(Fernando Cferdo, UNSPLASH)

A menudo, cuando pensamos en despertar espiritual, es común fantasear con ideas de estar flotando como benditos en un espacio de éxtasis y gloria. Sin embargo, las puertas al despertar de la consciencia tienen infinitas formas, y muchas de ellas son absolutamente mundanas como enfermar.

De repente resulta que no puedes mover las cosas de un lado para otro. De repente no puedes ir al baño solo. De repente no puedes decir palabra. ¿Quién eres entonces cuando dejas de poder hacer aquello que hasta ahora hacías?

Sostener esta pregunta es parte de la respuesta. Si la sostienes el tiempo suficiente, te darás cuenta de que simplemente eres. No hace falta añadir nada a la frase. Y saber que eres, sin más, es el regalo de la enfermedad.

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¿Qué pensamientos y actitud cultivar mientras recuperas la salud?

Cuando pensamos en plasticidad neuronal, solemos pensar en lo maravilloso del cerebro humano. Mientras que hace unos años se creía que el cerebro adulto se quedaba tal y como estaba o degeneraba, hoy sabemos que no es así. Que el cerebro sea plástico significa que está en continua transformación, lo que nos permite adaptarnos a nuevas situaciones, aprender nuevas capacidades y en general expandir nuestro potencial. Esto es así porque, según la neurociencia, el cerebro es un órgano sensible que responde a lo que está expuesto1 y muy especialmente a nuestros pensamientos.

Sin embargo la plasticidad neuronal es una arma de doble filo. Si nuestros pensamientos pueden ayudar e incluso curar, también nos pueden enfermar, como lo demuestra el vínculo entre plasticidad neuronal y aflicciones como la depresión o el trastorno obsesivo-compulsivo. En cuanto más la persona se centra en sus síntomas a través de pensamientos insistentes, éstos se graban en sus circuitos neuronales2 cronificando la enfermedad. En estos tristes casos, la mente de la persona se entrena a sí misma – y a su cuerpo – a estar enferma. Hoy, continuando el artículo anterior, me centro en el impacto que tiene nuestra mente – entendida como aquello en lo que centramos nuestra atención a través de pensamientos, actitudes, creencias y actividades –  durante un período de especial vulnerabilidad: al recuperarnos de una intervención médica. En mi artículo anterior proponía dos enfoques distintos para orientarnos a este periodo.

El primero era afrontar la recuperación desde la mente reactiva. Desde esta posición, nos resistimos a nuestro estado actual, cultivando todo tipo de pensamientos obsesivos, la queja, y forzando al cuerpo a hacer cosas que no quiere. Desde esta actitud nos rebelamos contra las condiciones de dependencia durante el proceso curativo. El ego, el constructo mental que tenemos de nosotros mismos, no le gusta el cambio y se atrinchera contra la nueva situación. Lo hace de malhumor, protestando, sintiéndose traicionado por la vida, argumentando que no es justo e incluso cargando contra los beatos que le cuidan a uno. En esta lucha, uno se impacienta por curarse cuanto antes y no respeta los tiempos del cuerpo tensionándolo,  malgastando así valiosa energía que podría dirigirse a la curación.

Mujer en un camino

(Emma Simpson, UNSPLASH)

El segundo y el que te recomiendo es orientarte a la recuperación desde un estado mental calmado, abierto y libre de neuras. Es un momento para la apertura a lo que va a suceder, escuchando al cuerpo y respondiendo a sus necesidades a medida que van emergiendo. Te doy dos pautas para conseguirlo.

ESCUCHAR AL (NIÑO MIMADO) DEL CUERPO

Durante el último post-operatorio recuerdo una sed desesperada la noche después de la operación. Bebí y bebí aunque hacerlo me complicaba tener que ir al baño a menudo, dolida por los puntos como estaba. Aunque me habían recetado una pauta bastante fuerte de calmantes, a la que pude fui reduciéndolos y los dejé cuando todavía sentía dolor, lo que me permitía poder “escuchar” mejor la zona.

En el proceso de curación, el cuerpo es el que manda. Es como ocuparse de un niño consentido que necesita cubrir sus necesidades físicas y emocionales, aunque no encajen en lo que es “razonable” para los adultos. La idea es que el niño, es decir tu cuerpo, se sienta amado y mimado, lo que le permitirá poco a poco ir recuperando fuerzas.

Una forma de escuchar la zona en curación consiste en hacer lo siguiente. Lleva tu atención al cuerpo, no solo la parte con dolor, sino a cada una de sus partes y luego a la totalidad. Ahora, lleva tu atención a la parte que está sanando. Observa la frontera entre la parte de tu cuerpo sana y la que está sanando. Siente ese espacio y su comunicación con la parte en curación3. Descansa ahí sin hacer nada. Otra práctica útil es poner tus manos encima de la zona en recuperación. Imagina que tus manos son un vehículo de energía invisible que te ayuda a curar. Recibe de ellas durante unos instantes.

Cada cuerpo es distinto y por eso las recetas universales no existen. Durante la recuperación escuchar al cuerpo significa estar atento a sus necesidades de descanso, postura, alimentación, actividad y relaciones. A veces, puede significar no escuchar a tu médico, o contradecir a las personas que más te quieren.

LA MENTE, ESA SEÑORA GRAVE Y ALARMISTA

En mi caso la peor faceta de mi mente durante el post-operatorio toma forma de una señora grave y alarmista. Está convencida que los dolores serán porque el cirujano lo hizo mal. A cualquier tirón cree que ha saltado un punto. Se preocupa porque va demasiado al baño o demasiado poco y si me descuido se pone a buscar en internet cosas que no sabe comprender. Cuando aparece, la miro, la observo, le digo que gracias por preocuparse pero que todo está bien y que no tengo tiempo para ella. Vuelvo a lo mío. A leer, a mirar una peli o a trabajar si tengo fuerzas suficientes.

La naturaleza de la mente es pensar, preocuparse, elucubrar, conjeturar. Luchar contra ello no funciona. Lo que sí podemos hacer es hacernos conscientes de nuestros pensamientos, complejos y personajes que habitan en nuestro interior. Al observarlos, nos damos cuenta de que no somos ellos y que no tenemos porque creerlos, ni seguir su agenda. Entonces se abre un espacio de verdadera libertad: cuando elegimos conscientemente soltar la patraña, considerarla o cambiarla por otra.

Por otro lado, cuando nos estamos recuperando de una intervención es común tener un estado de ánimo bajo. Nuestro cuerpo está cansado, tal vez seamos muy dependientes y todo esto nos abruma. Rendirse a este estado de ánimo no solo es posible, sino necesario. A menudo encuentro que en el gesto de rendirme puedo conectar con la gratitud. Gratitud por seguir viva después de todo. Gratitud por los cuidados que recibo. Gratitud por el mero hecho de respirar. La gratitud transforma a un humor derrotado y resentido en uno felizmente rendido. La diferencia es leve pero abismal. Es la diferencia entre tener el corazón cerrado o abierto.

Lejos de ser pasivo, sanar es un proceso participativo en el que tu actitud, acciones y pensamientos juegan un rol fundamental. Aprende a convertirlos en tus aliados con las pautas anteriores y resurgirás de tus horas bajas como el ave fénix.

 

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(1)“El cerebro que se cambia a si mismo” de Norman Doidge (2008)

(2) “Train your mind, change your brain: How a New Science Reveals Our Extraordinary Potential to Transform Ourselves” de Sharon Begley (2007)

(3) Adapado de “Strenght to Awaken” de Rob McNamara (2012)

¿Estás de baja? Dos formas opuestas de afrontarla y sólo una te sirve para seguir adelante

Alina, a quien acompaño a través del coaching, se ha sometido a una operación. Alina se ha sometido. Someterse es un verbo que cuenta, según la RAE, con las siguientes acepciones: Sujetar, humillar a una persona, una tropa o una facción. Conquistar, subyugar, pacificar un pueblo, provincia, etc. Subordinar el juicio, decisión o afecto propios a los de otra persona, entre las más significativas.

La etimología de someterse también es reveladora. El verbo proviene del latín submittĕre, la partícula sub- significa inferior o por debajo, mientras que mittĕre significa echar. Someterse entonces significa echarse debajo. En el caso de Alina, se ha sometido voluntariamente a una operación quirúrgica, o lo que es lo mismo se ha puesto en las manos de un cirujano para que la curara.

En una cultura en la que el individualismo y la independencia reinan, someterse, en este caso a una operación médica, no se siente como algo natural, y eso mismo le pasó a Alina. Mientras los días de la operación se acercaban, iba creciendo en ella una ansiedad sin nombre. ¿Y si no iba bien?. ¿Y si el cirujano aquel día no estaba centrado? ¿Y si descubrían al abrirla un mal mayor? Algo en el seno de sí misma se revelaba en contra de lo que iba a suceder. Y al mismo tiempo sabía que era lo mejor para ella. Pasaron los días y llegó la hora de la verdad. La operación tuvo lugar, el equipo que la atendió fue de lo más profesional y ahora empezaba la baja, el periodo de recuperación.

(Kinga Cichewicz, UNSPLASH)

Estar de baja también recoge el espíritu de lo que ha precedido. Alina se había puesto «debajo» y ahora estaba «de baja». Cuando uno inaugura esta fase, y lo sé por experiencia, se encuentra de una vulnerabilidad enorme. Para Alina significaba necesitar ayuda para levantarse, para caminar, para ir al baño, para casi todo. Esta situación, como tantas otras, revela la verdadera naturaleza humana: vulnerable y dependiente. Esta naturaleza, aunque siempre está allí, nos negamos a verla, hasta que la vida misma nos pone frente a ella.

Durante el periodo de recuperación, a grandes rasgos, se abren dos actitudes u orientaciones psicológicas distintas, que uno puede elegir conscientemente o, si no pone atención, dejarse arrastrar por cualquiera de los dos.

La primera consiste enfrentarse a la situación desde la mente reactiva. Desde esta posición, nos resistimos a nuestro estado actual, cultivando todo tipo de pensamientos obsesivos, la queja, y forzando al cuerpo a hacer cosas que no quiere.

La segunda, y la que trabajamos con Alina, tiene que ver con aceptar la propia situación desde la apertura, escuchando al cuerpo y respondiendo a sus necesidades durante el periodo de recuperación. En este caso, el estado mental es calmado, abierto y libre de neuras.

Para salir adelante y por mucho que te cueste, te animo a cultivar la segunda. Te cuento más  sobre por qué elegirla y cómo ponerla en práctica en el próximo post.

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Cómo cultivar la resiliencia cada día

«Tu gran error es el de actuar el drama como si estuvieras solo. Como si la vida fuese un progresivo y astuto crimen, sin testigos de las sutiles y minúsculas transgresiones. Sentirte abandonado es negar la intimidad con tus alrededores».

Con estas líneas David Whyte1 describe la actitud anti-resiliente por antonomasia: obcecarnos con nuestros pequeños o grandes dramas, pretendiendo que estamos solos y abandonados.

Esta semana participo en una jornada con Gaspar Hernández – periodista, escritor y un referente en temas de consciencia -, sobre la resiliencia, entendida como la capacidad de superar crisis y traumas vitales, saliendo reforzado de ellos. Existen muchos ángulos para abordar esa capacidad. Viktor Frankl, de su experiencia en dos campos de concentración nazis, lo aborda encontrando un propósito más allá de uno mismo. Boris Cyrulnik lo fundamenta en el poder de buscar y recibir apoyo de personas de nuestro entorno que nos ayuden a resurgir de las cenizas. Otro vehículo es la creatividad como motor para crear sentido e integrar experiencias traumáticas, entre muchos otros.

TODO SON RELACIONES

Lo que tienen en común las prácticas para desarrollar la resiliencia es que se fundamentan en una relación particular. Una relación que vincula aquello traumático que nos ha pasado con algo más allá de nosotros, un proyecto o un propósito: entablar una relación terapéutica, expresar nuestro dolor de una forma creativa, tomar la responsabilidad de cuidar de alguien…Al hacerlo, ocurren dos cosas fundamentales. La primera es que dejamos de hundirnos en el agujero de la soledad y empezamos a no tomarnos tan en serio a nosotros mismos. En la segunda, nuestro sentido de identidad se expande conectándonos a los otros, a la vida y sus infinitas posibilidades.

Flor amarilla

(Leuchtturm81, PIXABAY)

LA RESILIENCIA DE CADA MOMENTO

No hace falta que nos pasen cosas gordas para cultivar la resiliencia. Lo mejor para estar preparados cuando estas lleguen, y te aseguro que lo harán, es practicar la resiliencia cada día a día, o mejor aún: cada instante. Cada momento, eliges consciente o inconscientemente tener una actitud resiliente o dramática. Tu personalidad, tu bagaje y tu situación personal te posicionan más a un lado u a otro de la ecuación. En estos ejemplos recojo dos formas de reaccionar al mismo hecho. Las de la segunda columna te hacen más débil, las de la tercera más fuerte:

 

LO QUE OCURRE DRAMA RESILIENCIA
Se ha estropeado la lavadora “Oh vaya, lo que me faltaba, qué mala suerte.” “Llamo al técnico que venga cuanto antes.”
Tu hijo ha sacado notas bajas “Con todo lo que le he dado y así me lo paga.” “Hablaré con él y buscaremos soluciones juntos.”
No te encuentras bien “Oh vaya, seguro que es algo grave.” No paras de darle vueltas al asunto. “Elijo no preocuparme y pido hora al médico.”
Te has quedado sin trabajo por el covid “No voy a salir nunca de ésta, esto va para largo, y a mi edad…” “Empiezo a buscar trabajo y también ayuda para aguantar hasta que lo encuentre.”

 

Hacerte consciente de tu actitud es clave para dejar de vivir en permanente estado de guerrilla. El mundo no es tu enemigo. Como dice Whyte en el mismo poema, “Suelta el peso de tu aislamiento y entra en conversación” (···) porque: “Todo te está esperando”.

 

(1) Del poema Everything is waiting for you.

 

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