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¿Atrapado por la obsesión? Sal de ella con esta orientación de base

¿A quién no le ha asaltado por sorpresa una preocupación sobre un problema, una relación o una posibilidad futura? A menudo en estos casos, la mente desarrolla un mundo alrededor del problema y cuando nos damos cuenta ya nos hemos perdido en él. Estamos en las garras de la neurosis, de la obsesión, del laberinto de los pensamientos en bucle. La obsesión raramente nos visita cuando estamos serenos y relajados. Más bien se manifiesta cuando nuestro vida está repleta, los niveles de estrés son elevados y nuestro cuerpo es una maraña de tensión. Es entonces, cuando parecía que ya no podía ocurrir nada más, que a nuestra mente se le ocurre aferrarse a algo y cuál perro de presa, no soltarlo.

Los pensamientos obsesivos consumen mucha energía, porque generan ansiedad, dificultades de concentración e incluso nos pueden llegar a quitar el sueño. Las obsesiones nos secuestran llevándonos a un plano infernal creado por nuestra imaginación. La clave es: ¿cómo salimos de ahí? Una forma de afrontarlo es como si se tratara de un hábito, con lo que aplicaríamos estos tres pasos: reconocer la neurosis, no hacer lo habitual sino algo distinto y practicar el punto uno y dos el resto de nuestras vidas.

(Ahmed M Elpahwee, UNSPLASH)

Sin embargo, a veces la energía de la preocupación es tan fuerte que por mucho que intentemos hacer algo distinto, no lo conseguimos. Esto ocurre porque experimentamos nuestra vida tras los barrotes del ego: mi problema, mi trabajo, mi familia, mi carrera, mi casa, mi, mi, mi…Cuando me encuentro en esta situación acudo a la base del dharma budista expresado de innumerables formas. Tomemos por ejemplo la del aforismo Lojong: Todo el dharma está de acuerdo en un punto. Todas las instrucciones budistas se enfocan en reducir el grado de ensimismamiento en uno mismo, lo que reduce el sufrimiento y aumenta la felicidad.

La cuestión entonces es ¿cómo disminuyes tu autocentramiento? Pues de forma sencilla: olvidándote de ti e interesándote por los demás. ¿Cómo están? ¿Qué les ocurre? ¿Cómo les puedes ayudar? Ponerte al servicio de los otros sin esperar nada a cambio, neutralizará tus tendencias obsesivas, devolviéndote suavemente al descentrado centro, tu verdadero lugar.

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Aprender algo nuevo: por qué ser un petardo en algo sienta fenomenal

Este año estoy aprendiendo a montar a caballo y a jugar al ajedrez. Soy una petarda en ambas disciplinas pero me lo paso genial. Aprender algo nuevo es maravilloso. Recuerdo cuando entré a fondo con la acuarela. Hacerlo cambió para siempre mi forma de mirar, de percibir la luz y los matices de las formas. También mi relación con el agua. Porque con la acuarela cuando uno pinta no pinta solo, pinta con el agua. Ella tiene su agenda, sus formas y sus dones ocultos, por lo que estar en diálogo con ella es imprescindible.

Las personas que aprenden nuevas disciplinas son las que se mantienen más jóvenes de espíritu como constato en mi práctica de coaching, por eso es una práctica que recomiendo a cualquier edad. Julia de diecinueve años está aprendiendo alemán con Duolingo. César de casi sesenta está redescubriendo la fotografía como una práctica de consciencia plena. Diego en plena transición profesional se resiste a aprender algo nuevo y es precisamente esa resistencia la que le bloquea en considerar un cambio radical de trabajo, por lo que la exploramos en sesión.

BUENO PARA REDUCIR EL STRESS Y PARA EL CEREBRO

Varios estudios demuestran que aprender algo nuevo ayuda a reducir el stress, promueve la generación de nuevas conexiones neuronales activando nuestro cerebro y neutraliza la pérdida de capacidades cerebrales que tienen lugar con la edad, como la pérdida de memoria a corto y largo plazo.

(Leigh Nels, PEXELS)

DINAMITA PARA EL EGO

Sin embargo, uno de los impactos más beneficiosos de aprender algo nuevo es que molesta a nuestro ego. Lo incomoda porque lo destierra de su zona de confort. El ego quiere controlarlo todo, quiere que todo sea previsible y quiere quedar bien. Sin embargo, cuando estamos aprendiendo algo de cero, es imposible controlar nada y ahí radica la gracia del asunto: situarnos en la mente del principiante. En ella no hay nada que demostrar. Estamos abiertos, receptivos, atentos. Seguramente seamos un petardo al principio…¿Y qué? Iniciarnos en algo nos facilita estar plenamente presentes…¡igual que los niños!

UNA NUEVA MIRADA

Practicar una nueva disciplina, un nuevo idioma, un nuevo deporte, un nuevo arte…tiene la capacidad de abrirte los ojos al hecho que todo es nuevo cada momento. No volverás a cortar las mismas verduras otra vez. La cena de hoy será única en su contenido, estado de ánimo y personas que te acompañarán – puede que sean las mismas pero serán diferentes. No habrá otro enero como este, ni una luna llena como la de este mes. Esta consciencia te permite despertar del letargo de tu cinismo. Esta consciencia te permite despertar de la anestesia del “sé como son las cosas”. Esta consciencia te permite recibir la vida como lo que verdaderamente es: un regalo.

Sea cual sea tu edad o circunstancia, que no te importe ser un petardo aprendiendo algo nuevo. Te sentará fenomenal.

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¿El éxito te ha encerrado en una prisión? No seas tan previsible

A menudo vienen a mi práctica de coaching personas muy exitosas. Suelen ser personas de un desempeño singular, capaces de llevar una gran carga de forma efectiva en su esfera profesional y/o personal. Su entorno las celebra, las admira, les pide más de lo mismo. Sin embargo, frente a todo esto, hay algo en su interior que no va bien. Algo chirría, algo les hace sufrir y tiene que ver precisamente con su forma de ser.

Por ejemplo a Isaac le reconocen por ser confiable, le das un proyecto y puedes estar seguro que será un éxito. Estar con Fanny es diversión asegurada, es siempre un show estar con ella y anima todos allá donde va. Aina puede con todo en el trabajo, soluciona lo de su jefe y también los líos de su equipo: es imprescindible.

Lo que tienen en común estas personas es que se sienten atrapadas por el personaje que han creado. De forma consciente o inconsciente están prisioneras de su ego. Nuestro ego es siempre una prisión, pero cuando va acompañado del éxito, resulta especialmente difícil aflojar sus garras de acero. Una versión de este fenómeno elevada a la enésima potencia es el que sufren personas famosas, afectándoles su salud mental.

Esto es así porque las personas piensan: “si me ha ido bien así ¿Por qué tendría que cambiar?” Si éste es tu caso, indaga un poco y verás que debajo de este argumento de tinte práctico, residen todo tipo de miedos: miedo a defraudar, a decepcionar, a que no te quieran si te muestras tal y como eres, miedo a que te abandonen, miedo a que te echen del trabajo…

(Mahdi Dastmard, UNSPLASH)

Si conoces tu propia versión del miedo y la creencia que le subyace has dado un gran paso. Ahora toca lidiar con la creencia asociada al miedo. Vas a defraudar, ¿sí y qué? ¿Qué es lo peor que puede pasar? Crees que te van a abandonar. ¿Es cierto que te abandonarán? Te animo a preguntarlo. ¿Si hago esto o lo otro me vais a abandonar? Crees que no te querrán. Si las personas de tu entorno necesitan que seas de una forma determinada para amarte, ese amor no es incondicional, es un amor de segunda. ¿Crees que te van a echar del trabajo? Piénsalo bien. Tal vez sea verdad, tal vez no. Puede que sea a ti a quien le gustaría cambiar de trabajo. Una vez hayas examinado con lupa tus creencias, si todavía persiste el miedo, quédate con la emoción desnuda. Siéntelo, respíralo, y actúa a través de él.

Pero…¿Qué se supone que tienes que hacer?

Escucha bien: ¡NO SEAS TAN PREVISIBLE1!

Disfruta haciendo las cosas de forma distinta de como las haces normalmente. Empieza por un pequeño paso y observa. Luego otro. Y otro. Sorpréndete a ti mismo y a los otros. Sí, puede que se decepcionen, aunque no tiene porqué. Lo que es seguro es que estarás recalibrando la imagen que tienen de ti, con lo que realmente eres: un proceso inaudito. Y lo más probable es que con tu forma de actuar les des permiso a ellos para hacer lo mismo: aflojar las duras garras del ego para vivir en libertad la única vida que os ha sido dada.

Por mucho éxito que tengas, no seas tan previsible.

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(1) Eslogan de la práctica de entrenamiento mental de la tradición budista tibetana. Training in compassion. Zen teachings on the practice of Lojong. Norman Fischer.

Muere muchas veces, es bueno para ti

Cualquier persona que lleve muchos años de pareja, sabe que no ha pasado uno sino varios divorcios. La relación como se entendía hasta cierto momento ha muerto, las partes que la formaban se han reconfigurado, y si ha habido suerte y sobretodo mucho tesón, la relación ha encontrado un nuevo comienzo.

Las relaciones mueren, porque nosotros también morimos, a lo largo de nuestras vidas, varias veces. Mejor dicho, muere nuestro ego. Esto no es malo, sino más bien es una oportunidad para liberarse de aquello que uno creía que era, creía que poseía, creía que sabía y empezar con los marcadores a cero.

Las muertes del ego son cualquier cosa menos placenteras. El sufrimiento es proporcional al apego que teníamos a aquello que creemos perder. El sufrimiento también es mayor cuanto más nos anclamos en interpretaciones, pensamientos y emociones sobre lo que pasó y porqué. Instalarnos en estos pensamientos nos mantiene atados a la muerte del ego. Entonces no morimos una vez, cuando la sacudida nos tumbó, sino que nos crucificamos permanentemente al recrear lo sucedido con la mente o proyectarlo al futuro.

Hombre de espaldas con cuchillo

(Reza Hassania, UNSPLASH)

Cuando te sientas morir porque te han echado del trabajo, tu pareja te fue infiel, no consigues sacar adelante un proyecto en el que habías invertido mil horas, muere un familiar cercano o cualquiera de estos reveses, date cuenta de cómo muere tu ego, pero tú sigues con vida.

Las emociones, los pensamientos y el resto de contenidos de tu experiencia no son tú, por mucho que te identifiques con ellos, por mucho que te hayan servido. Tú eres el espacio en el que ellos se muestran y una forma de referirse a este espacio es consciencia, lo único eterno que existe en ti. Ahora, mientras lees estas lineas date cuenta del espacio que las recibe – no el que las juzga, no el que las cuestiona, tampoco el que las comparte. Percibir este espacio es engañosamente fácil y por esta razón no le prestamos atención.

Sin embargo, en la medida en que te reconozcas en tu verdadera naturaleza, más fácil te será abrirte a la experiencia, sea cual sea el color de la misma. Tu resistencia tenderá a cero y aunque en apariencia hagas lo mismo de siempre, la cualidad de tus acciones será radicalmente distinta por que emanarán de una presencia benevolente guiada por la vida misma.

Muere – al ego – muchas veces, es bueno para ti.

 

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La enfermedad como encrucijada

Después de los duros días tras una intervención, recuerdo el primer día que pude darme una ducha, sentarme en la mesa a desayunar, comer con ganas. Sin pensarlo me puse a tararear la canción “Ser humano otra vez”, de la película La Bella y la Bestia, en la que los habitantes del castillo han caído bajo un conjuro y se han convertido en cosas: una tetera, una taza, un candelabro, un reloj…Desde su condición de cosas, anhelan el momento en que podrán ser humanos de nuevo.

La enfermedad, al igual que un poderoso conjuro, tiene capacidad de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza. Esto es así porque a nuestro ego le fastidia le cambio. Le gustaría tenerlo todo bajo control. Le encanta lo previsible, lo estancado… lo podrido. Sin embargo la naturaleza de la vida no le da respiro, y los cambios se suceden uno tras otro. Un cambio común es la enfermedad. Desde un simple resfriado a algo serio, la enfermedad – si nos abrimos a ella en lugar de resistirla– es una fenomenal disruptora del ego.

(Fernando Cferdo, UNSPLASH)

A menudo, cuando pensamos en despertar espiritual, es común fantasear con ideas de estar flotando como benditos en un espacio de éxtasis y gloria. Sin embargo, las puertas al despertar de la consciencia tienen infinitas formas, y muchas de ellas son absolutamente mundanas como enfermar.

De repente resulta que no puedes mover las cosas de un lado para otro. De repente no puedes ir al baño solo. De repente no puedes decir palabra. ¿Quién eres entonces cuando dejas de poder hacer aquello que hasta ahora hacías?

Sostener esta pregunta es parte de la respuesta. Si la sostienes el tiempo suficiente, te darás cuenta de que simplemente eres. No hace falta añadir nada a la frase. Y saber que eres, sin más, es el regalo de la enfermedad.

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¿Resistir o vivir? Cómo gestionar la resistencia interna para que se convierta en tu aliada

El conflicto entre Rusia y Ucrania se alarga más allá de lo previsto rozando “el riesgo real de una Tercera Guerra Mundial” en palabras del ministro de exteriores ruso. Ucrania resiste y occidente le secunda. El secretario de defensa de EEUU Lloyd J.Austin III hizo ayer las declaraciones más contundentes sobre el conflicto, afirmando que “el objetivo de EEUU es ver a Rusia debilitada para que no tenga el poder de invadir un estado vecino”. Estas contrastan con las declaraciones a principios de mes del expresidente ucraniano Viktor Yanukóvich pidiendo a Zelenski detener “a toda costa” el derramamiento de sangre en Ucrania interpelando elocuentemente al actual presidente: «Volodimir, quizá sueñes con ser un héroe de verdad, pero el heroísmo no es ostentación, no es luchar hasta el último ucraniano», apuntando así a los costes humanos de resistir.

Hoy día Ucrania tiene ante sí dos opciones: mantener la resistencia o ceder a la derrota, con toda una escala de grises entre las dos, incluyendo condiciones, aliados, pactos, y un largo etcétera matizado por condicionantes geopolíticos más allá de este artículo. Este conflicto sirve para ilustrar de qué forma a otra escala, cada uno de nosotros se enfrenta cada día en una multitud de ocasiones ante la elección de resistir algo o atravesar la resistencia.

En mi práctica de coaching la resistencia es siempre una invitada sigilosa que se sienta invisible entre la persona a quien acompaño y yo misma, intentando sabotear los esfuerzos de transformación inherentes a cualquier programa de desarrollo personal. Por ejemplo:

  • Para Luis, ejecutivo del sector audiovisual, cada vez que se disponía a practicar la comunicación directa y estar en relación en tensión con miembros de su equipo, la resistencia salía de su boca en forma de chistes y bromas para relajar la tensión, debilitando el impacto de sus acciones.
  • Cada vez que Noa se disponía a desarrollar su autoridad interna, conectando con lo que era importante para ella y tomando decisiones al respecto, la resistencia emergía mediante su enraizado hábito de consultarlo todo con su pareja.
  • Juan en plena transición a jubilarse, había tomado cartas en el asunto de trabajar menos, traspasando las riendas del negocio familiar a su hijo. Sin embargo, se resistía a dedicar tiempo y recursos a actividades de ocio en las que conocer a personas y desarrollar actividades de cara a la nueva etapa que estaba a punto de comenzar.
Identificando resistencias en sesión de coaching

(Usando símbolos para identificar resistencias en una sesión de coaching, MAGDA BARCELÓ)

Detrás de la resistencia interior a un cambio positivo está el miedo. Al igual que el miedo de Zelenski a que su país sea destruido, o el de Occidente que más países corran el riesgo de ser invadidos por parte de Rusia, el miedo que alberga la resistencia interna a algo que deseamos para nosotros es el miedo a desaparecer. Pero un momento…¿Desaparecer quién? ¿Uno mismo?…no, el que tiene miedo a desaparecer es el ego: el constructo que tenemos de nosotros mismos. Esa maraña de pensamientos, emociones, reacciones psico-somáticas, tendencias inconscientes y un largo etcétera tiene miedo a ser aniquilado. Por eso, ante cualquier cambio del status quo, por bueno que sea, el ego se atrinchera en la resistencia. Porqué “lo malo conocido” calma al ego. No solamente le calma sino que le da su razón de existir. Si dejamos de tener que luchar contra cierta dificultad entonces… ¿Quién vamos a ser?

ATRAVIESA TU RESISTENCIA EN SEIS PASOS

1- IDENTIFÍCALA

Para afrontar una resistencia, el primer paso es darte cuenta de que te estás resistiendo. Detecta la resistencia, ponle nombre, conviértela en un objeto o un proceso con el que relacionarte. Siente curiosidad por ella: ¿Qué quiere la resistencia? ¿A qué le teme? Al responder a estas preguntas te darás cuenta de que las intenciones de la resistencia son buenas, trata de protegerte de que cualquier daño y también de evitar riesgos innecesarios.

2- AGRADECE A LA RESISTENCIA

Una vez identificada la resistencia y su agenda, dale las gracias. Sí, se trata de un ejercicio simbólico pero poderoso. Le estás dando las gracias a la parte de tu ego que quiere protegerte. Al hacerlo, date cuenta de la naturaleza insustancial del ego y la resistencia.

3- DA UN PEQUEÑO PASO

Después de identificar y agradecer a tu resistencia, es momento de dar un pequeño paso a través de ella. Por ejemplo, si tu resistencia tiene que ver con dejar tomar café para funcionar como persona, prueba una mañana a tomar un té. O si tu resistencia tiene que ver con soltar una relación tóxica puedes empezar por declinar una invitación sin dar explicaciones. Si tu resistencia tiene que ver con cambiar de trabajo, puedes empezar por actualizar tu currículum en Linkedin. Sí, te sientes raro. Sí, te da miedo. Sí, hacerlo significa atravesar el oscuro portal de la resistencia para…encontrarte al otro lado de la misma sano y salvo,  y también probablemente, con algún que otro rasguño.

4- RECONOCE QUE ESTÁS EN UN NUEVO ESPACIO

Después de dar ese primer pequeño paso date cuenta que ¡lo has conseguido! Sí eres capaz y te sientes fenomenal. Ahora ya no hay quien te pare.

5- DA OTRO PASO MAYOR

Y luego otro, y luego otro,…hasta que la resistencia se convierta en un mero recuerdo sin importancia.

6- DEJA QUE TU SENTIDO DE IDENTIDAD SE TRANSFORME Y…¡DISFRUTA DE LA NUEVA LIBERTAD!

Cada vez que actúas a través de tu resistencia estás desarticulando a tu ego y evolucionando. Te conviertes en otra persona o más bien, te identificas con el proceso indescriptible que significa estar vivo.

 

Aunque casi siempre las resistencias internas al cambio quieren protegerte, vivir bajo su dictado significa morir lenta o rápidamente, del mismo modo que un batallón precario se enfrenta a una gran potencia. El batallón precario es tu ego, sus miedos y su apego a lo conocido. Y la gran potencia es la vida con su insistente invitación al cambio, a la transformación y a lo sin precedentes. Aunque te cueste, está en tus manos reconocer tu verdadero lugar en el campo de batalla.

REFLEXIÓN

Hoy te pregunto: ¿Cuál es tu resistencia y cómo puedes convertirla en tu aliada a través de estos seis sencillos pasos?

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La libertad interior que el ego esconde

Todos necesitamos un ego sano para realizar el proceso de individuación. Es decir, responder con nuestra vida a las preguntas: quién soy, porque estoy aquí y qué voy a hacer.

No terminar este proceso nos priva de la densidad psicológica, emocional y espiritual necesaria para seguir desarrollándonos. Como demuestra la psicología de desarrollo, el ego es un paso necesario en la evolución como humanos.

El ego… ¿tu enemigo?

Llega momento en que tu ego se convierte en una piedra enorme en el camino con la que no dejas de tropezar. El ego tiene muchos problemas. Para empezar es terriblemente miope a la hora de percibir. Recibe una versión distorsionada de lo que pasa, o como diría él, de lo que “te pasa». Porque según el ego todo lo que pasa te pasa a ti. Desde este centralismo interno, actúa de centinela juzgando todo el rato: bueno o malo, amigo o enemigo, seguro o riesgoso. Vivir desde el ego significa vivir en un estado defensivo constante, lo que resulta agotador.

Sin embargo, cuando intentas dominar al ego a través de fuerza de voluntad, no puedes. ¿Por qué? Porque es el mismo ego quien lo intenta. Es como intentar quitar el amarillo de una pared, con más pintura amarilla: por mucho que te esfuerces, ¡la pared es cada vez más amarilla!

Hombre con foto

(Kyle Glenn, UNSPLASH)

La alternativa que te recomiendo es simplemente observar a tu ego – ¡ojo, sin juzgarlo! Observa sus juicios constantes, sus intentos de dominar el cotarro, su intención de manipular, de conseguir. Contempla su permanente estar en guardia. Mira los dramas de serie barata que proyecta. Observa también el resultado de las acciones guiadas por él.

Dónde habita la libertad interior

Cuando lleves cierto tiempo observándote sin intentar cambiar nada ocurrirán cambios. Al aflojar la sed infinita que mueve al ego, tu impulsividad se reducirá. Verás a tu juicio desaparecer como una nube empujada por un suave viento. Emergerá la solución a un problema sin saber de dónde. Y aunque tus problemas no desaparecerán, despertarás a tu experiencia de una forma nueva. Todo ello porqué habrás expandido el espacio entre lo que percibes – y cómo lo percibes-  y tu reacción a ello. Y es precisamente en es ese espacio libre de ego donde habita la verdadera libertad interior.

 

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No te tomes tan en serio porque… no existes

Una de las enseñanzas fundamentales de Buda es que no existe un yo separado. Se denomina la doctrina del no-yo. Cuando Buda promulgó esta comprensión del ser humano hace más de dos mil años, sacudió los cimientos de las creencias del momento. Ahora, en plena cultura narcisista y egocéntrica esta verdad se me presenta como algo provocadoramente radical pero sobretodo necesario e inspirador.

El hecho que no exista un yo, no significa que no existas. Negar la existencia del yo – es decir del ego – no significa que lo que exista sea nada. El budismo no es una espiritualidad nihilista. De lo que Buda se dio cuenta es que suponer que existimos como ente separado y continuo en el tiempo es la fuente de sufrimiento por excelencia de los seres humanos.

Mujer con círculo blanco

(Caroline, UNSPLASH)

¿Si no existes tú, qué es lo que existe?

Existe un sustrato básico del que todo emerge. Una sopa cósmica de potencial de la que nacen estados, formas, energías, fuerzas. Existen distintos estados egoicos que generan acciones y reacciones. Existes tú, un puñado de células que quieren vivir.

A una parte de ti le entra pánico, cuando se da cuenta del sustrato básico sobre el que no tiene control. El miedo nace de no querer ver la verdadera naturaleza de las cosas. El miedo contrae y separa, y así nace tu ego. Y con él la primera dualidad: todo lo que no eres tú. A partir de ahí, tu ego expande sus tentáculos en una madeja abominable, modela lo que percibes, cómo lo percibes, sesga tu consciencia y condiciona tus actos en una rueda sin fin.

Chögyam Trungpa Rinpoche lo asemeja a estar conduciendo un coche a gran velocidad. Lo estás conduciendo y todo va bien, pero de pronto, te acecha el pensamiento de que has estado yendo demasiado rápido sin darte cuenta. Te entra pánico, le das al freno bruscamente y probablemente tienes un accidente1. El ego es la tensión y todo lo que genera después, preocupaciones, racionalizaciones, acciones, interpretaciones. Y el accidente son todos los problemas en los que nos mete.

Más allá del lenguaje

El lenguaje insiste en separarnos los unos de los otros y por esa razón no nos ayuda a experimentar la verdadera naturaleza de las cosas. Thich Nhat Hanh2 lo describe exquisitamente cuando afirma que somos aquello que hacemos en cada momento. Tu eres el viaje y el viajero. Eres el coche y la carretera. Eres la avería y la puesta de sol.

Sí, la vida va a gran velocidad, pero no necesitas controlarla. Tal vez ya te hayas percatado de que intentarlo es una mala idea, por mucho que tu ego se empeñe. Te invito entonces a darte permiso para ser cada una de tus experiencias, sin apegarte a ninguna, ni tomarte demasiado en serio, pues al fin y al cabo…no existes 😉

 

(1) Del libro Glimpses of Abhidharma

(2) Del libro The sun. My heart

 

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