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No pongáis la etiqueta por delante de la persona cuando conozcáis a alguien con síndrome de Down

Vas caminando con tu hijo de la mano, tu hijo con autismo que sacude las manos como si quisiera volar y al que no te atreves a soltar, y te cruzas por la calle, camino a un centro de atención temprana o a la piscina con otros padres cuyo hijo va en una silla de ruedas, parálisis cerebral probablemente, o que llevan de la mano a un niño con síndrome de Down.

Y los miras y los reconoces como compañeros. Incluso puede que se cruce la sombra de una sonrisa, una mirada de simpatía. No me interesa el fútbol, pero imagino que debe ser como cuando en una ciudad extraña te encuentras con alguien que lleva la bufanda de tu equipo.

Somos todos muy distintos, claro que sí. Sus hijos y el mío tienen poco que ver. Permitidme que me centre en el síndrome de Down, porque este 21 de marzo es su día.

El autismo no se aprecia a simple vista, al menos no tan fácilmente como el síndrome de Down. El autismo supone unas dificultades sociales que no están vinculadas al síndrome de Down. El autismo no necesariamente está relacionado con una discapacidad cognitiva, el síndrome de Down sí, aunque haya muchas personas en las que es muy moderada. El autismo tiene un diagnóstico que parte de la observación y suele llegar a lo largo de la niñez, incluso en la adolescencia o la edad adulta, y el síndrome de Down se conoce desde el momento en el que el bebé nace, si no antes.

Estamos en un barco semejante, el que tiene que vadear asunción de diagnósticos, peleas por la mejor escolarización, darte de bruces contra la falta de voluntad de unos y de recursos de otros, renuncias personales y laborales y una realidad cotidiana a la que le cuesta aceptar al diferente. También quiero creer que la alegría nacida de los pequeños avances, la madurez obtenida de las dificultades, el aprender a valorar lo realmente importante y el entender que el amor sí que puede ser incondicional y que lo mejor que podemos desear para nuestros hijos es la felicidad y la bondad.

Por supuesto, la lucha contra falsos mitos, prejuicios, ideas preconcebidas que lastran el futuro de nuestros hijos.

Hoy me voy a detener solo en un aspecto, uno que puede parecer menor, pero que yo creo que es uno de los pilares a apuntalar para facilitar la inclusión y desterrar esas creencias erróneas.

No pongáis la etiqueta por delante de la persona. No veáis el síndrome de Down (o el autismo) y penséis que ese diagnóstico ya explica todo lo que hace esa persona, lo que se puede esperar de ella, su comportamientos, sus gustos, su personalidad…

Jaime, Carlos, Sara, Alicia, Irene y José tienen síndrome de Down (o autismo), pero son Jaime, Carlos, Sara, Alicia y Irene, José antes que una persona con Down o con autismo, personas únicas y diferenciadas, como lo somos todos, con sus gustos, su carácter, sus deseos, sus manías…

No simplifiquéis la complejidad de un ser humano agarrándoos únicamente a un diagnóstico.

GTRES


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‘El diario Down’, la bitácora del arranque de la paternidad de Francisco Rodríguez Criado

Ha sido en verano, cuando los días son largos y las obligaciones cortas, que he podido al fin leer El diario Down, del escritor extremeño Francisco Rodríguez Criado.

Un libro de pocas páginas, de lectura rápida y poso duradero, alumbrado con Ediciones Tolstoieski como comadrona (también primeriza).

Un viaje por el descubrimiento de la paternidad de Rodríguez Criado. Una paternidad primeriza con las dificultades añadidas que entraña un diagnóstico de síndrome de Down, escrito en primera persona, con sinceridad y sentido del humor, y presentado en un orden cronológico caprichoso.

Una historia de cómo un padre escritor aprendió a amar a su hijo que interesará a todos los que se atrevan con ella, porque todos podríamos estar ahí.

Un libro muy azul, el color que simboliza el autismo que tiene mi hijo.

De hecho hay un capítulo dedicado acertadamente al autismo.

Un libro sobre un bebé dorado, igual que lo es el mío. Mi niño de oro hilado. Dos niños dorados y distintos.

Más allá de las casualidades cromáticas, he encontrado muchos puntos en coincidencia entre mi persona y mis circunstancias y el relato de Rodríguez Criado, que recoge la asunción de esa realidad inesperada que rompe la foto de familia que había formado en su mente.

Algunas serán comunes a cualquiera que tenga un hijo con discapacidad, sea por el motivo que sea: la asimilación del diagnóstico, los sentimientos de culpa, la despedida del hijo imaginado y la bienvenida y aceptación del real, los papeleos, las pruebas médicas, el agotamiento físico y mental, sentirse chófer casi más que padre, el poco tacto en algunas personas, incluso esos asuntos que ligan lo empático y lo lingüístico respecto a cómo llamamos o llaman otros aquello que tiene nuestro niño.

Otros aspectos son más particulares, pero me llama la atención compartirlos con el autor: tener dos perras y que una de ellas haya pasado por la ansiedad por separación, encontrar la felicidad de forma inesperada bajo la lluvia, valorar que esa felicidad es el fin último y está con frecuencia vinculada a las pequeñas cosas, a momentos sueltos, el vínculo (en mi caso materno) con Extremadura, un niño de oro nacido de un padre de pelo zaino… pero sobre todo el hecho de que escribir sea terapéutico.

Rodríguez Criado escribía este diario que luego ha compartido para asimilarlo todo mejor, para curarse. Yo también escribí un blog oculto a buscadores desde el arranque del diagnóstico que me ayudó de la misma manera, igual que escribir este blog o mis libros. Ya os he contado en el pasado que escribir es para mí una necesidad por múltiples motivos, uno es sanarme.

Coincido también con él en que su libro, como el mío, nos ha ayudado sobre todo a nosotros, pero que los lanzamos al mundo deseando que puedan servir de compañía, de cierto consuelo, a otros.

Y hay diferencias, claro que sí.

Recordaba al leerlo a una de las psicólogas que nos dio el diagnóstico de autismo de Jaime cuando tenía más de dos años diciendo que el autismo era algo muy complejo, que ella hubiera preferido un Down. Y eso que mi hijo con autismo es fuerte y sano como un roble y que el Down está asociado a muchos problemas de salud que tienen su reflejo en el libro, en forma de intervención a corazón abierto y numerosas visitas a distintos médicos.

No vale comparar. Es un error caer en aquello de si la discapacidad de tu hijo es mejor o peor que la del mío, en si es preferible. Igual que caer en comparaciones respecto al grado de afectación y manifestaciones de un mismo diagnóstico en diferentes niños. Una línea de pensamiento necia y tóxica.

También es verdad que, aunque no es un libro para saber del síndrome de Down,  leyéndolo veía también lo diferente que es el autismo del down. Un ejemplo, nosotros estamos huérfanos de médicos, una vez nuestros hijos superan la batería inicial de pruebas de descarte.

Pero tal vez el aspecto más distinto venga vinculado a las grandes esperanzas (grandes expectativas) que el autor tenía depositadas en su hijo. Cómo aprendió a reprogramar todo aquello ocupa parte importante del libro. Quería un gran guerrero y acabó dándose cuenta de que lo tenía. La palabra guerrero se repite mucho, un sustantivo que yo no creo haber aplicado jamás a Jaime.

Siempre cuento, porque es verdad, que una de las cosas que más me ayudó a sobrellevar el diagnóstico fue leer un texto que había escrito estando embarazada en el que me decía que lo único que le pedía a mi hijo es que fuera feliz y buena gente. Volver a mis palabras me hizo ver que aquello seguía siendo perfectamente posible para mi hijo con autismo y que yo tenía que ser consecuente con lo que había expresado.

Probablemente este tema de las expectativas reprogramadas que para mí no supuso una piedra entre el camino esté vinculado al hecho de que yo, al contrario que Francisco (padre) nunca me creí destinada a grandes cosas. A menos que por gran cosa se entienda la búsqueda y el hallazgo de la felicidad, que bien podría considerarse como tal si se mira bien.

Similitudes y diferencias. Todo aquello que miramos encierra lo uno y lo otro. Y podemos elegir con qué nos quedamos, de qué manera preferimos fijar la mirada.

Podemos elegir cuando leemos un libro como El diario Down o si vemos a una persona con down (o autismo) cruzarse en nuestro camino, tal vez en nuestras vidas para siempre.

Los animales como maestros de juego, como conexión con el mundo, como ancla para los niños con discapacidad

img_02Lo confieso, antes que el amor por los niños nació en mí el amor por los animales. Desde que era muy pequeña los he buscado, he procurado entenderlos, cuidarlos y compartir mi vida con ellos. En el pasado he contado en este blog lo mucho que me gusta que mis hijos crezcan rodeados de animales, lo mucho que creo que puede aportarles en distintos sentidos. Independientemente de que tengan o no una discapacidad. No voy a repetirme.

Hoy quiero hablar de lo que los animales de terapia puede aportar a los niños. Cada vez más oímos hablar de perros de terapia o asistencia (no es lo mismo), se incrementan los programas de ese tipo, cada vez hay más profesionales dedicados a ello, aparecen caballos o animales marinos también dedicados a la tarea… Los animales tienen una sensibilidad, especial, no juzgan, logran que los niños jueguen, conecten con el mundo, les tranquilizan, les ayudan a conciliar el sueño, a no sentirse solos, a evitar que se escapen, incluso a leer o ir al médico.

Con Jaime es una asignatura pendiente. Tal vez porque ya tengo animales en casa. También por que no se puede intentar todo y al mismo tiempo, pero lo probaremos y espero poder contarlo en este blog.

Hoy me apetecía hablar de ello por las fotos públicas de Raúl Varela en Facebook, en las que he visto a un perro ayudando a que un niño con autismo pase por el dentista sin necesidad de anestesia. Sinceramente me parece asombroso y me emociona.

Aquí hay un vídeo en el que sale Jaime un par de años más pequeño explicando lo que los perros pueden hacer por estos niños.

Y no sé si habréis visto este vídeo. Ha circulado bastante. En él se ve como una perra insiste con delicadeza durante casi cinco minutos hasta que logra que Hernán, que tiene síndrome de Down, la abrace.

Les debemos tanto y les damos tan poco…

Los peces no se mojan, los humanos sí deberíamos mojarnos en favor de la integración

1200_lospeces“Los peces no se mojan” es un proyecto de integración para ayudar a los niños a entender qué es el síndrome de Down. Un proyecto en el que brilla la integración de verdad de la buena y que ha consistido en la elaboración de un corto de animación elaborado por doce niños, seis de ellos con síndrome de Down, acompañado de un breve documental sobre cómo se hizo el corto. Lo podéis ver en la portada de su página web acompañado de un documental previo con su proceso de creación.

Hace ya mucho que quería poder hablaros de «Los peces no se mojan». Tengo un post en borrador de mayo de 2011, que fue la primera vez que escuché hablar del proyecto. De hecho, sobre ese borrador estoy ahora escribiendo. Han pasado más de dos años y ha merecido la pena:  los niños, de entre diez y doce años, «han inventado la historia más surrealista del mundo, han dibujado los personajes, les han creado una personalidad, les han puesto voz, música y han trabajado con estudios profesionales de sonido y producción para que sus dibujos cobraran vida».

La iniciativa, de El Mundo al Revés para la Fundacion Invest For Children, ha contado con el asesoramiento de Down España, y la financiación de la producción por parte de la Fundación Alain Afflelou. En su elaboración han colaborado los periodistas Manel Fuentes y Carme Barceló, la modelo Martina Klein y el coach televisivo Pedro García Aguado.

Pero la cosa no se queda en ese precioso y surrealista corto, con una de las músicas más positivas y pegadizas que conozco. Su intención es que en los centros de enseñanza sirva para trabajar la integración. ¿Cómo?. Aquí hay tres actividades pedagógicas a disposición de los profesionales de la enseñanza que desee usarlas. Aunque no se van a quedar quietos esperando a que los coles pidan el material y van a ser proactivos a la hora de hacérselo llegar, aquí tenéis el correo y el teléfono de contacto info@lospecesnosemojan.com 93 240 57 52.

Aprendizaje cooperativo. Hay que reconocer que la enseñanza debe individualizarse en el sentido de permitir a cada alumno trabajar con independencia y a su propio ritmo. Pero es necesario promover la colaboración y el trabajo grupal, ya que éste establece mejores relaciones con los demás alumnos, aprenden más, les agrada la escuela, se sienten más motivados, aumenta su autoestima y aprenden habilidades sociales más efectivas al estudiar, aprender y trabajar en grupos cooperativos.

Ser humano, ser social
. Todo ser humano, tenga o no discapacidad intelectual, es un ser social. Por lo que del éxito o del fracaso de sus relaciones sociales depende en gran medida el desarrollo personal de cada individuo y su integración en el futuro. Por ello, en la vida escolar todos los alumnos deben sentirse incluidos a través de actividades de enseñanza y aprendizaje con sus iguales y no al margen de ellos.

La diversidad como valor. Diversidad podría definirse como la gama infinita de identidades genéricas posibles, tantas como personas existen, refiriéndose a las diferencias entre los grupos de personas, edad, género, antecedentes étnicos, raza, creencia religiosa, orientación sexual, discapacidad, etc. Cada uno de estos aspectos crea identidad en una persona, que es lo que permite distinguirla de los demás, situándola dentro de un grupo humano.

Me encantan que las buenas ideas salgan bien, aunque tarden tanto….

El Síndrome de Down y la especial sensibilidad de la serie de televisión Glee

Hoy es su día, 21 de marzo, 21 del 3, el día de la trisomía del cromosoma 21. Así que antes de nada aquí tenéis su manifiesto:
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  •  Tengo síndrome de Down pero no estoy enfermo, sólo tengo un cromosoma de más. Por eso me cuesta hacer algunas cosas.
  • Tómate tiempo para conocerme. Detrás de mis rasgos hay un ser humano único lleno de emociones y experiencias. Aunque nos parezcamos físicamente, no hay dos personas con síndrome de Down que sean iguales.
  • Respeta mi espacio y mi intimidad, son importantes para mí.
  • Tengo muchas cualidades y muchos defectos… como tú.
  • Si quieres saber algo de mi, habla conmigo primero. Me siento fatal cuando le preguntas a la gente cosas que yo debería contestar. Aunque sea un niño, también sé responder. Y si soy un adulto… no me trates como a un niño. ¿A ti te gustaría que lo hicieran?
  • Tener síndrome de Down no hace que esté siempre de buen humor ni sea simpático con todo el mundo. Si me ves feliz es que lo soy.
  • Tengo amigos y familia, como tú. Pido respeto para mí y para ellos. Si me discriminas no sólo me haces daño a mí sino a todos los que me quieren y apoyan. Al igual que tú me gusta cuidarlos y hacerlos felices.
  • Tengo sueños y proyectos que quiero realizar. Es posible que necesite un poco de apoyo para conseguirlo. Si es así, ayúdame.
  • Tengo derecho a equivocarme. Déjame hacer las cosas a mi manera aunque sepas que lo estoy haciendo mal.
  • Me gusta estar informado de lo que ocurre aunque a veces me cueste entender lo que pasa. Las noticias se dan de manera muy complicada.
  • En el trabajo, dame una oportunidad para hacer las cosas por mí mismo. Tardaré un tiempo, pero pronto te demostraré que soy un empleado eficiente y un compañero más al que también puedes contar tus cosas.
  • Me gusta ir a la moda, vestir ropa bonita y sentirme atractivo. ¿Por qué nunca salen en los anuncios chicos con síndrome de Down? Yo me siento bien tal y como soy.
  • Déjame elegir por mí mismo. Tengo derecho a tomar mis propias decisiones. Ayudame a decidir… si te lo pido. No me manipules.
  • No me mientas. El engaño no me hace bien.
  • Tengo sexualidad y me gusta disfrutar de ella. Me apetece lo mismo que a ti. ¿Te sorprende?.
  • A mí también me gusta vivir con mis amigos o con mi pareja. No todos queremos vivir siempre en casa de nuestros padres.

lauren_1Quiero hablaros de una serie que en casa nos encanta, y no me refiero solo a mi santo y a mí, también a Jaime le gusta mucho (la música le puede): Glee.

No ha tenido mucho éxito en España, incomprensiblemente para mí. En Estados Unidos triunfa de forma abrumadora. Ligera, absurda a veces, con números musicales estupendos, un reparto coral y una sensibilidad especial, me parece muy recomendable.

¿A qué me refiero con eso de la sensibilidad especial?
Pues por ejemplo a mostrar de manera ejemplar la homosexualidad adolescente, abarcando desde el bullying hasta las relaciones estables y satisfactorias pasando por el proceso de salida del armario o de las experiencias homosexuales puntuales sin mayor trascendencia.

Y también a su forma de integrar la discapacidad: uno de los protagonistas va en silla de ruedas, y canta y baila en números espectaculares. Otro pasa una temporada en una silla de ruedas. ¿Pero algo tendrá que ver con el Síndrome de Down si hoy la traigo a colación, verdad? Pues sí, desde la primera temporada uno de los personajes principales es la actriz Lauren Potter a la que podéis ver caracterizada y en la alfombra roja. La han mostrado alejada de todos los estereotipos: formando parte de las animadoras, siendo malvada como la quina y lista como el hambre con respuestas brillantes. La entrenadora de animadoras de la serie tiene además una hermana con Síndrome de Down a la que adora y atiende que vive en una residencia.

Me encanta lo que hace Glee, y me encantaría aún más que hubiera más series de televisión que recogieran la discapacidad en sus distintas variantes con el mismo espíritu, con buenos guiones, huyendo de mitos y lugares comunes, sin usarlos como elementos cómicos o fuente de lástima, acercando a esa ventana al mundo que tenemos millones de hogares las diferencias que existen entre seres humanos.

Si conocéis más series de televisión, nacionales o extranjeras, que lo hagan me encantará escucharos. A mí no se me ocurre ninguna más. Poco a poco, espero.

¿Cuándo nace en los niños el pudor por el cuerpo desnudo?

7795203712_2099e15332_oJaime va a la piscina desde que tenía los dos años. Primero acudió a matronatacion, bañándose con su padre o conmigo, lleva tiempo ya nadando solo con un monitor. Me habéis leído en el pasado lo mucho que le gusta y lo bien que se le da, tanto que confió verle en las paraolimpiadas.

Recuerdo que un día, cuando tenía unos tres años recién cumplidos y estábamos en el vestuario femenino cambiándonos, entró una señora con un chaval de unos 20 años con síndrome de Down y bastante afectación. Su madre, que ya superaba los 60, estaba ayudándole a vestirse cuando llegó personal de la piscina y le indicó que no podía estar en el vestuario de mujeres.

«Es como un niño», explicó ella.

«Ya es un hombre, y tenemos un vestuario inividual para discapacitados»
, respondieron amablemente pero con firmeza.

En su momento la reflexión que hice es sobre esa tendencia a tratar a las personas con discapacidad mental como niños eternos. Efectivamente, no lo son pero muchos les consideran y se dirigen a ellos como niños eternos. Pero no es de eso de lo que va este post.

Cuando es su padre el que lo lleva, van al de hombres. Pero este año, si voy yo como sucedió ayer, estoy utilizando ese vestuario para discapacitados con Jaime. Al comienzo del curso en octubre, la primera vez que entramos en el de mujeres, percibí un cambio importante. A la hora que vamos hay un grupito de niñas de unos 8 o 9 años cambiándose. Jaime apenas tiene 6 recién cumplidos, es aún un niño pequeño, pero tras el estirón de este verano es alto para su edad, delgado y muy fibroso. Ni se me había pasado por la cabeza que podría incomodar a alguien a sus seis años, pero noté a esas niñas incómodas, buscando ángulos muertos para vestirse, mirando de reojo. No se quejaron, nadie vino a decirme nada, pero no probé un segundo día

No me importa lo más mínimo estar en el baño de discapacitados. Tengo muy asumido que mi hijo tiene una discapacidad y que antes o después nos iba a tocar usarlo, igual que utilizamos ya muchas otras cosas.

Lo que me hizo pensar ese día en el vestuario es sobre cuándo nace en los niños ese pudor por el cuerpo desnudo del sexo contrario. Julia tiene tres y no lo tiene. ¿Con 7 y 8 años es muy pronto? Probablemente no. No lo sé. Yo no lo recuerdo. Crecí rodeada de primas, sin hermanos y en un colegio femenino, no tuve ocasión de experimentar el nacimiento de esa vergüenza.

No sé si Jaime desarrollará alguna vez ese pudor
. Me gustaría pensar que Julia tendrá esa actitud con los demás, pero no con nosotros, no hacia su padre y su hermano. Yo crecí viendo a mi padre desnudo, dejándome ver sin problemas, y asumiéndolo como algo natural. En casa procuramos normalizar la desnudez.

Y otro asunto es el pudor por mostrar la desnudez propia, incluso a tus iguales. Probablemente esa otra vergüenza nazca de la mano de los complejos, del deseo de ser más delgada, más o menos morena, tener menos barriguita o menos culo. Es decir, se genera cuando no nos aceptamos como somos, cuando no miramos nuestro cuerpo con amor y aceptación sino con deseos imposibles de ser como las modelos y las estrellas de cine. Eso sí que es una pena y ojalá no lo experimente nunca. No me engaño, sería raro que no le sucediese, pero espero que lo sienta de la manera más somera posible y que, cuando madure, aprenda a quererse y verse hermosa. Muchas mujeres lo consiguen con el tiempo, otras tantas no lo logran jamás. Y me da la impresión de que los padres podemos hacer mucho para plantar la semilla de esa aceptación futura. Os aseguro que haré todo lo que esté en mi mano para que mis dos hijos crezcan queriéndose a si mismos, que no significa no reconocer nuestros fallos o no querer mejorar.

21 de marzo – cromosoma 21 triplicado

Hoy es 21 de marzo. El día elegido para recordar el Síndrome de Down. Este año además, por primera vez, Naciones Unidas ha reconocido la fecha de manera oficial en el calendario.

Día 21 del mes 3. No es casualidad la elección. Hace referencia a la triplicación (trisomía) del cromosoma 21. Es decir, a la condición genética del síndrome de Down.

Y en la Asociación de Síndrome de Down de España cuentan que hay más de 34.000 personas con esta discapacidad, que ocurre en uno de cada 800 nacimientos. Lo que pretenden hoy con el lema ‘Tengo síndrome de Down y no soy tan distinto a ti’, es desterrar «falsas ideas y creencias» y trasladar «una imagen adecuada y real de las personas con síndrome de Down como personas con cualidades y defectos».

MANIFIESTO DEL DÍA MUNDIAL DEL SÍNDROME DE DOWN. 21 DE MARZO 2012. “Tengo síndrome de Down y no soy tan distinto a ti”

• Tengo síndrome de Down pero no estoy enfermo, sólo tengo un cromosoma de más. Por eso me cuesta hacer algunas cosas.
• Tómate tiempo para conocerme. Detrás de mis rasgos hay un ser humano único lleno de emociones y experiencias. Aunque nos parezcamos físicamente, no hay dos personas con síndrome de Down que sean iguales.
• Respeta mi espacio y mi intimidad, son importantes para mí.
• Tengo muchas cualidades y muchos defectos… como tú.
• Si quieres saber algo de mi, habla conmigo primero. Me siento fatal cuando le preguntas a la gente cosas que yo debería contestar. Aunque sea un niño, también sé responder. Y si soy un adulto… no me trates como a un niño. ¿A ti te gustaría que lo hicieran?
• Tener síndrome de Down no hace que esté siempre de buen humor ni sea simpático con todo el mundo. Si me ves feliz es que lo soy.
• Tengo amigos y familia, como tú. Pido respeto para mí y para ellos. Si me discriminas no sólo me haces daño a mí sino a todos los que me quieren y apoyan. Al igual que tú me gusta cuidarlos y hacerlos felices.
• Tengo sueños y proyectos que quiero realizar. Es posible que necesite un poco de apoyo para conseguirlo. Si es así, ayúdame.
• Tengo derecho a equivocarme. Déjame hacer las cosas a mi manera aunque sepas que lo estoy haciendo mal.
• Me gusta estar informado de lo que ocurre aunque a veces me cueste entender lo que pasa. Las noticias se dan de manera muy complicada.
• En el trabajo, dame una oportunidad para hacer las cosas por mí mismo. Tardaré un tiempo, pero pronto te demostraré que soy un empleado eficiente y un compañero más al que también puedes contar tus cosas.
• Me gusta ir a la moda, vestir ropa bonita y sentirme atractivo. ¿Por qué nunca salen en los anuncios chicos con síndrome de Down? Yo me siento bien tal y como soy.
• Déjame elegir por mí mismo. Tengo derecho a tomar mis propias decisiones. Ayudame a decidir… si te lo pido. No me manipules.
• No me mientas. El engaño no me hace bien.
• Tengo sexualidad y me gusta disfrutar de ella. Me apetece lo mismo que a ti. ¿Te sorprende?
• A mí también me gusta vivir con mis amigos o con mi pareja. No todos queremos vivir siempre en casa de nuestros padres.

Una canción muy especial de El canto del loco

Yo no sabía que existía. No es un grupo al que siga. Pero una de las terapeutas de Jaime me ha dado a conocer esta emotiva canción que uno de los integrantes de ese grupo dedicó a su hermano con síndrome de Down.

Algún día hablaremos largo y tendido de los hermanos de niños con discapacidades. El tema lo merece…

El síndrome de Down, en peligro de extinción

Pero qué difícil es el tema que he elegido hoy. Qué delicado…

Navegando por Internet como un saltamontes, que es mi manera habitual de navegar, he caído en una páginade Asdra, la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina que recoge un artículo de El Mundo:

El síndrome de Down desaparece en España

Según un artículo publicado por el periódico madrileño El Mundo, el 95% de las mujeres españolas aborta cuando se detecta la alteración cromosómica que da origen al SD; el número de nuevos casos se ha reducido más del 50% desde 1980

María Orera, directora médica de Laboratorios Circagen, indicó que en las últimas tres décadas se ha realizado el diagnóstico prenatal de síndrome de Down, pero la tecnología permite detectar muchas anomalías más: “ahora podemos identificar 50 enfermedades genéticas a partir de la amniocentesis; dentro de cinco años podremos llegar a 200 y, en 15, a lo mejor las abarcamos todas”, augura.

Para Orera se ha perdido el objetivo primario del diagnóstico prenatal y hay que desvincularlo de la interrupción voluntaria del embarazo, ya que “se trata de proporcionar una información útil. Su fin último no es acabar con las enfermedades genéticas, ya que esto tendría connotaciones eugenésicas”.

Y ya salió la polémica eugenesia.

Vistos los datos parece dfícil negar que las viejas y denostadas teorías de mejora artificial de la raza humana mediante la selección genética se están haciendo realidad a la chita callando.

Por la calle se ven cada vez menos bebés con síndrome de Down, por hablar de la alteración cromosómica más frecuente y que más se suele detectar en diagnósticos prenatales.

Y eso pese a que se ha incrementado la edad a la que las mujeres somos madres.

Y no sé qué pensar, no sé si me parece bien o mal.

Entiendo que se aborte cuando al inicio del embarazo sabes que tu hijo tiene ese tipo de problemas.

También entiendo que en asociaciones como Asdra den las gracias a todos aquellos padres que no han decidido abortar.

Así que sólo puedo compartir con vosotros mi confusión.

Pero si os digo la verdad, yo no sé lo que haría. Sobre todo después de haber tenido ya un hijo. Aunque probablemente no lo tendría. Antes de ser madre hubiera optado por el aborto sin apenas darle vueltas, seguro.

Son seres humanos tan dignos, tan merecedores de amor y respecto como cualquier otro.

Pero es normal que no quiera un hijo así. Nadie lo querría si pudiera elegir.

Pero los hay que escogen no elegir. Creen que no es algo de su competencia.

Me viene a la memoria un enternecedor blog que tengo enlazado: Diario de una chica con síndrome de Down en el que unos padres cuentan el día a día de su bebé.

En su blog explican lo siguiente:

El día 15 nació Teresa, mi quinta hija. Momentos de alegría, satisfacción, de celebración. Pero al poco de nacer me comentaron que tenía el síndrome de Down. Toda nuestra alegría se convirtió en sorpresa ante lo que nos contaban, parecía como que la felicidad intentaba desvanecerse. No nos habíamos hecho la prueba de la amniocentesis, ya que tampoco teníamos pensado abortar pasara lo que pasara. Nadie puede decidir qué tipo de vida merece ser vivida, ni tampoco soy nadie para romper una vida por el hecho de que no encaje dentro de un prototipo.

Pero qué difícil es el tema que he elegido hoy. Qué delicado…