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Suspenso para España en eficiencia energética

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de la Fundación Renovables

Flickr Adriano Agulló

Recientemente se ha publicado el informe RISE (Regulatory Indicators for Sustainable Energy) elaborado por el Banco Mundial donde se refleja de forma jerarquizada el posicionamiento de los distintos países en lo referente al acceso de la energía, la apuesta por las energías renovables y la eficiencia energética. España ocupa el puesto 22, de los 111 países analizados, en cuanto a comportamiento en eficiencia energética, situándose por detrás de los países de nuestro entorno económico y territorial. Esta posición es consecuente con la inexistencia de una política energética y de tener una laxa preocupación por mejorar nuestro comportamiento energético.

La ineficiencia energética, ni se corresponde con nuestra posición a nivel mundial en Producto Interior Bruto ni por supuesto con la realidad como país, al tener uno de los mayores grados de dependencia energética de la Unión Europea de la que nos separan más de 20 puntos porcentuales, un 73% de España frente a un 53% de media europea, y eso considerando en este cálculo a la energía nuclear como fuente autóctona, que no lo es. Esta dependencia supone que por cada 10$ de subida sobre el precio del barril de petróleo nuestro saldo de la balanza comercial se deteriora en 6.000 MM€.

Ser eficiente en España en materia de consumo de energía debería ser una de las prioridades de la política energética, como lo ha manifestado repetidas veces la Fundación Renovables, no solo para poder competir con los países de nuestro entorno, sino también para poder llevar a cabo políticas más sostenibles con respecto al medioambiente y menos expuestas a la volatilidad de los precios de combustibles que tenemos que importar.

España cuenta con legislación suficiente para tener un comportamiento en eficiencia energética mejor, como consecuencia de la obligada transposición de las distintas Directivas Europeas, fundamentalmente la 2010/31/UE sobre eficiencia energética en edificios y de la 2012/27/UE de eficiencia energética. El problema es que hemos sido incapaces por decisión propia de poner en marcha los instrumentos operativos que el marco legislativo exigía.

Termómetro en un centro comercial de Madrid. En el cartel figura la propia normativa que incumple.

Las líneas de actuación puestas en marcha son insuficientes e ineficientes y están basadas en el desarrollo de campañas de difusión y en la creación de un Fondo para la Eficiencia Energética que no se ha conseguido aplicar a su finalidad, de hecho en la fallida reforma eléctrica del actual Gobierno se utilizaron los fondos acumulados para reducir el déficit de tarifa, y permiten predecir que España no cumplirá el objetivo de reducción de la demanda establecido para los países de la Unión Europea para el 2020.

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El Estado de la Unión Energética en Europa: España ha ido para atrás

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

El informe anual del Estado de la Unión de la Energía publicado este mes por la Comisión Europea muestra que la transición de la economía europea hacia las fuentes renovables está en marcha y que se está cerca de cumplir los objetivos climáticos y energéticos que se habían trazado para 2020. Habiendo alcanzado una cuota del 16% de energías renovables en su consumo final de energía en 2014 y una cuota estimada de cerca del 16,4% en 2015, la UE en su conjunto está en el buen camino para alcanzar su objetivo del 20% para 2020.

A pesar de esta buena noticia, hay dos hechos preocupantes detrás de esta cifra: el primero es que debido al fácil cumplimiento de los objetivos a 2020, los objetivos que nos hemos fijado para 2030 (un 27% de renovables) son demasiado bajos. Explicaré esto de manera sencilla, si Europa puede hacer algo que era difícil cuando se planteó, llegar al 20% de fuentes renovables en 2020 (es decir pasar del 6% en 2007 a 20% en 2020), el que en la actualidad se plantee solo un 7% de aumento adicional para 2030 supone ralentizar la tendencia del cambio, sobre todo ahora, cuando las diversas fuentes renovables han alcanzado un nivel de madurez tecnológica y asequibilidad en precio récord. Además, desgraciadamente con este objetivo no contribuiremos a cumplir con el Acuerdo de París en la medida que nos corresponde.

Los objetivos que nos trazamos para 2020 permitieron a la Unión Europea ser líder en el desarrollo de tecnologías limpias, crear más de un millón de empleos en la región y reducir la dependencia energética de toda la UE en una proporción equivalente al consumo energético de toda Polonia (por ejemplo, en 2015 Europa se ahorró 16 billones, con b, de euros en importaciones de combustibles fósiles). Sin embargo, los que se proponen para 2030 desgraciadamente nos van a apear de ese puesto de liderazgo y de sus importantes contribuciones socio económicas.

Pero me gustaría además señalar la necesidad de cambiar el ritmo justamente en nuestro país.  En la presentación de la Comisión se adjunta el cuadro de abajo. En ellas se resume la participación de las renovables en el mix energético en 2013, 2014 y un dato aproximado para 2015. Vemos con pesar que la contribución de las renovables en España en 2015 es inferior a la de 2014 y sólo ligeramente superiora a la de 2013. Los datos demuestran el parón a las renovables sufrido en el país que nos sitúan por debajo de la media Europea y además esta cifra es inferior al objetivo que se había fijado el Gobierno en 2015. ¿De verdad es esto lo que podemos hacer en España cuando muchos de los países de nuestro entorno asumen la transición energética?

La mayor parte de los países presentan trayectorias más serias, con un crecimiento constante y a unas mayores tasas en estos tres años, es el caso de Austria, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Italia o Portugal. Hasta países completamente retrasados en renovables y que no van a cumplir sus objetivos como Holanda o Reino Unido, han tenido trayectorias mejores estos tres años.

Si Europa se mantiene en objetivos de renovables insuficientes, perderá su papel de liderazgo en el mundo. Si en España no se produce un verdadero acelerón en los próximos años, nuestro futuro económico quedará comprometido, porque no tenemos fuentes fósiles y nuestra factura eléctrica solo la puede abaratar las renovables. Es difícil esperar del Gobierno un reconocimiento de sus errores en los últimos años en política energética, pero lo que debemos exigir es propósito de enmienda. En este país disponemos del conocimiento, de la tecnología, de las empresas y de una ciudadanía que apuesta por ese cambio, sería una pena seguir desperdiciándolos.

Una política energética a merced de las lluvias

Por Laura Martín Murillo – Directora de la Fundación Renovables

Lluvia sobre la tierra

Ahora que se ha cerrado el año, es un buen momento para analizar la generación eléctrica de 2016, con el informe de avance de Red Eléctrica y hacer una reflexión sobre alguno de sus datos.

El primero es que las energías renovables han aumentado su contribución al mix nacional, elevando su cuota al 41,1% frente al 36,9% del año anterior. Estos cuatro puntos de diferencia, desde luego buenas noticias, han sido causados principalmente por el incremento de la hidráulica, que aumentó un 25,1% su producción de electricidad respecto a 2015. El aumento de la eólica, un 1,7%, también contribuyó a generar un mix un poco más limpio, pero la ventaja fundamental vino de las precipitaciones.

En 2016 llovió más en España que en el año anterior y un 16% por encima de la media histórica lo que se tradujo en importantes beneficios para la sociedad y la economía española: la agricultura, los ecosistemas y también la producción energética se vieron favorecidos.

Gracias a la lluvia terminamos el 2016 con un mix más limpio. Por sus efectos también se usó menos carbón y así abandonamos la bochornosa posición de ser el país que más había aumentado el uso de carbón para electricidad en 2015. En 2016, de hecho, se redujo su consumo en casi un 30%, aunque la subida de los precios de este combustible en relación con la del petróleo también influyó en el resultado.

Sin embargo, como los resultados no han venido marcados por medidas de transición energética, en 2017 seguimos estando a merced de los elementos meteorológicos. No se instaló potencia renovable nueva, no se cerraron o se aprobaron planes de cierre para las centrales más contaminantes. Si llueve, seremos más renovables, si no llueve, lo seremos menos.

En el informe de avance de Red Eléctrica también se menciona que las temperaturas suaves contribuyeron a contener la demanda energía. Como sufrimos en menor medida periodos extremos de frío y calor, la demanda creciente no aumentó más allá de un 0,8% en el año pasado.

Con la poca importancia que se le ha dado dentro de las políticas energéticas del actual Gobierno a la mejor gestión de la demanda y a la eficiencia, en los próximos años nos podríamos ver sometidos a las mismas incertidumbres: si las temperaturas son extremas, la demanda se disparará, si tenemos la suerte de tener climas más benignos, reduciremos el consumo de electricidad.

Resulta muy decepcionante que, en pleno Siglo XXI, tengamos que enfrentarnos a una realidad como esta. Los resultados energéticos de España los marcan los agentes meteorológicos y no las políticas energéticas. Sería un error culpar de este hecho a las energías renovables, que efectivamente dependen de las condiciones climatológicas, pero que pueden combinarse para sacar más partido a los diferentes elementos.  Un año menos lluvioso tendremos menos hidráulica, pero si hacemos lo que corresponde, tendremos más solar.

Pero es que, además, el clima en España está cambiando y está destinado a cambiar mucho más en los próximos años. Seguir por este camino es muy peligroso. Nuestra temperatura media podría aumentar hasta 5 grados para 2050 y se espera que las precipitaciones se sigan reduciendo de manera creciente en toda la Europa mediterránea. De aquí en adelante lo que podemos esperar son menos lluvias y temperaturas más extremas.

Parece que ha llegado el momento de aprobar una ley adecuada de cambio climático y transición energética, dejar de bailar la danza de la lluvia y evitarnos un bochorno internacional.

¿Una ley de Transición Energética y Cambio Climático ágil y coherente?

Concha Cánovas – Experta en Energías Renovables

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No deja de sorprender que justo una semana después de la formación de un nuevo Gobierno en el que se ha optado por mantener separadas las carteras  de Medioambiente  y Energía, el mismo partido que está en el Gobierno promueva en el Congreso una Ley de Transición Energética y Cambio Climático, con el fin de “ dotar de agilidad y coherencia las actuaciones encaminadas a que España cumpla sus compromisos en materia de energía, cambio climático y descarbonización de la economía” tal y como señala la nota de prensa  emitida  con ocasión de su presentación.

Si de verdad se pretende que haya coherencia no se entiende por qué se mantienen separadas administrativamente ambas competencias cuando no dejan de ser dos caras de una misma  moneda dada indisoluble incidencia medioambiental de la energía. Es precisamente por este motivo por el que desde la Fundación Renovables hemos venido reclamando un único responsable con todas las competencias en materia de energía y cambio climático para garantizar que la Ley sea eficaz; y es así también como lo entienden un número creciente de países de nuestro entorno que han optado por una estructura administrativa integradora de ambas competencias, sirva de ejemplo Francia, Reino Unido o Suecia, entre otros.

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La transición energética en las ciudades: qué ha pasado en Bélgica y otros ejemplos

Por Claire Roumet – Directora ejecutiva de Energy Cities

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A pesar de que el primer ministro británico diese en septiembre el visto bueno a la construcción de una planta nuclear, condenando así a los contribuyentes de ambos lados del Canal a observar pasivamente cómo el dinero público se emplea en apuntalar un sistema centralizado y mal adaptado para el futuro, soplan vientos favorables para el sector de la energía. Nos encontramos en un punto de inflexión, como lo demuestran los siguientes ejemplos.

Comencemos con el caso de Bélgica, muy representativo de la complejidad con la que las autoridades locales tienen que lidiar a la hora de tomar decisiones importantes que afectan al futuro del sistema energético. En Flandes, 17 empresas locales comparten la toma de decisiones en relación con la red de distribución gestionada por Eandis. Los principales partidos políticos han estado trabajando durante meses en preparar un acuerdo de fusión no sólo para mejorar la eficiencia, sino también para atraer a los inversores externos y encontrar un sustituto para Electrabel (que, de acuerdo con la Directiva Europea sobre la apertura del mercado, no pueden estar involucrados en la producción y distribución de energía). Se puso en marcha una convocatoria abierta de capital para atraer a los principales fondos de pensiones internacionales. Sin embargo, «State Grid China» una empresa controlada por el Estado de China, hizo de lejos la mejor oferta – imposible de rechazar- con unas cláusulas de inversión por 100 años (la oferta era del 14% del capital).

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¿Y si hablan más de energía?

Por Joan Herrera – Abogado

bombilla - dominio publico

Tenemos una de las energías más caras de Europa. Nuestras empresas, especialmente pequeñas y medianas, tienen serios problemas por el precio de la electricidad. Pero de energía casi ni se habla en esta campaña.

El primer Informe sobre el Estado de la Unión de la Energía (State of the Energy Union) deja a España en un lugar muy negativo. Sacamos mala nota en materia de dependencia energética: nuestra dependencia de las importaciones de combustibles fósiles está diecisiete puntos por encima de la media de la UE-28. Suspendemos también en materia de cumplimiento de los objetivos de energías renovables y además tenemos una pésima nota en materia de precios de la electricidad. Por poner algún ejemplo: la oficina de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat, revela que España es, a día de hoy, el país de la Unión Europea en el que más cara es la electricidad que pagan las pymes del sector industrial. Solo en los últimos tres años (entre 2011 y junio de 2014) ese precio ha subido más de un 30%. Pero de energía casi no se habla en esta campaña.

Es en el sector eléctrico donde se ha producido, en volumen, el que, a mi entender, es el mayor caso de corrupción en la historia de este país. Nunca se aclaró por qué se perdonó a las eléctricas una deuda de entre 2.500 y 3.500 millones de euros por lo cobrado de más por los Costes de Transición a la Competencia (CTC) pese a que un informe de la Abogacía del Estado de marzo de 2008 así lo avalaba. Pero de energía casi no se habla en esta campaña.

La propuesta es simple: hablen de energía, porque el debate sobre la cuestión energética no es solo (que también) un debate ambiental, es un debate económico, social, y sobre todo, un debate democrático.

En la energía y su marco normativo nos encontramos el ejemplo paradigmático de que unos pocos influyen en una legislación a su favor en detrimento del interés general. Y es, por ese comportamiento de una élite extractiva que capta la voluntad del legislador, por el que España y el conjunto de su economía se resiente profundamente. Las derivadas significan no solo una energía más cara, sino también la pérdida de oportunidades: la ocasión de generar consumo propio y autosuficiente, la oportunidad de crear ocupación no deslocalizable, la conveniencia de modernizar el tejido productivo y el momento de que nuestras empresas no tengan un sobrecoste en la factura energética.

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No se hace país con imaginación, sino con energía

Por Hugo Morán – Exdiputado

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La caída del precio del barril de Brent de los cien a los cincuenta dólares le supone a nuestro país en cómputo anual un ahorro en la balanza por cuenta corriente del entorno de los 28.000 millones de dólares; en la actual situación de crisis se convierte el bajo precio del petróleo en un notable alivio para países crudo-dependientes como es el caso de España, de igual manera que un repunte en su cotización actuaría como un potente freno en la salida de la misma. Imagínense una sociedad que, tras un “sorpasso” tecnológico, hubiese dado el salto a la total electrificación energética, incluido el transporte, con una factura de petróleo a cero; nos habríamos situado en un escenario presupuestario ciertamente atractivo en términos de estabilidad, y notablemente tranquilizador frente a los actuales riesgos que se ciernen sobre el Estado del Bienestar y las tensiones que se aducen para poder financiarlo.

España registra unas 27.000 muertes al año debido a la contaminación del aire. Uno de cada cuatro europeos enferma o fallece prematuramente a causa de la polución. Las 600.000 muertes prematuras que cada año traen causa en Europa de un deterioro ambiental que pagamos en términos de salud en forma de cánceres de pulmón, enfermedades respiratorias y vasculares, le suponen al Viejo Continente un coste aproximado de 1´5 billones de euros, lo que viene a ser una cifra equivalente a una décima parte de su PIB. En nuestro país, considerando los datos entre 2010 y 2012, casi 40.000 millones de euros y un 2´8% del Producto Interior Bruto.  Imagínense que viven en un país que ha conseguido erradicar los tubos de escape de sus calles y carreteras, y ha sustituido su enorme bosque de chimeneas por una industria de emisiones cero, y que además lo hacen con la tranquilidad de saber que no van a estar en la lista negra de los 27.000 que han de pagar el luctuoso tributo de la contaminación.

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2015: el año de la caída de los tópicos de las renovables

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María Concepción Cánovas del Castillo – Experta en energías renovables

Efectivamente, 2015 puede calificarse como el año en el que se cayeron por tierra algunos de los tópicos que sobre las energías renovables se vienen oyendo desde hace tiempo.

Este ha sido un año récord en inversiones en energías renovables a nivel mundial, 286.000 millones de dólares, excluida la gran hidráulica, y en el que por primera vez en la historia más de la mitad de la capacidad de generación eléctrica instalada ha sido con estas tecnologías frente al apenas 20% que alcanzaba hace tan solo una década.

Chuck Coker

También por primera vez, los países en vías de desarrollo han invertido en tecnologías renovables más que los países desarrollados con un 54% del total, rompiendo así con el tópico de que las energías renovables son “energías caras” y por tanto propias de los países ricos capaces de desarrollarlas a partir de elevadas subvenciones.

La velocidad de crecimiento a nivel mundial de las energías renovables, con unas inversiones un 5% superior a las de 2014, se ha producido a pesar del abaratamiento de los combustibles fósiles, que desde mediados del 2014 vienen acumulando caídas anuales de precio de dos dígitos, justificando así  que la política de cambio climático y la mejora en la competitividad de costes han sido más que suficientes para que las inversiones en energías renovables sigan creciendo frente al resto de fuentes contaminantes, con independencia de la caída de precios de estas últimas.

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Bando: ¡queda proclamada la transición energética!

Hugo Morán  – ExdiputadoHugoMoranFernandez

El proceso se repite invariablemente vinculado a acontecimientos relevantes que afectan al discurrir de la historia. En situaciones de conflicto y, ante un vacío de poder al frente de la gobernación de un país, se desencadenan reacciones de alcance local que terminan por convertirse en el germen de auténticas revoluciones. Ejemplos hay para todos los gustos, baste recordar los de ayuntamientos sublevados contra la invasión napoleónica, o los que adelantaron en su momento la proclamación de la República; episodios épicos de este tenor salpican la narrativa de cada país para orgullo de sus lugareños.

Niña junto a molinos eólicos

En un sentido figurado (o quizás no) hace tiempo que España semeja adolecer de un clamoroso vacío de poder en lo que toca a la gobernación de la política energética y tal parece que vengamos asistiendo a una abdicación de facto por parte del Estado en beneficio de terceros, a los cuales nadie ha encomendado una tarea que no puede ser ajena al conjunto de las decisiones democráticas. Tan es así, que buena parte de la ciudadanía asume que desde el Ministerio del ramo priman otros intereses distintos del general a la hora de tomar decisiones que afectan (¡y vaya cómo!) a hogares, negocios, industrias y actividades de toda índole.

Y en medio de este aparente estado de omisión surge, a modo de puente del antiguo a un nuevo régimen, un concepto que acaba haciendo fortuna: la transición energética. Vemos como esta suerte de mudanza se ha convertido en eje central de la acción de algunos países a los cuales venimos considerando como potencias a emular: Alemania, Francia, Reino Unido… Algunos otros ya se habían puesto manos a la obra en la misma dirección antes incluso de que la revolución hubiese sido bautizada. El común denominador en todos estos casos ha venido siendo el del amplio consenso y el objetivo en el corto plazo el de que no generase efectos traumáticos indeseados.

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