Por Claire Roumet – Directora ejecutiva de Energy Cities
A pesar de que el primer ministro británico diese en septiembre el visto bueno a la construcción de una planta nuclear, condenando así a los contribuyentes de ambos lados del Canal a observar pasivamente cómo el dinero público se emplea en apuntalar un sistema centralizado y mal adaptado para el futuro, soplan vientos favorables para el sector de la energía. Nos encontramos en un punto de inflexión, como lo demuestran los siguientes ejemplos.
Comencemos con el caso de Bélgica, muy representativo de la complejidad con la que las autoridades locales tienen que lidiar a la hora de tomar decisiones importantes que afectan al futuro del sistema energético. En Flandes, 17 empresas locales comparten la toma de decisiones en relación con la red de distribución gestionada por Eandis. Los principales partidos políticos han estado trabajando durante meses en preparar un acuerdo de fusión no sólo para mejorar la eficiencia, sino también para atraer a los inversores externos y encontrar un sustituto para Electrabel (que, de acuerdo con la Directiva Europea sobre la apertura del mercado, no pueden estar involucrados en la producción y distribución de energía). Se puso en marcha una convocatoria abierta de capital para atraer a los principales fondos de pensiones internacionales. Sin embargo, «State Grid China» una empresa controlada por el Estado de China, hizo de lejos la mejor oferta – imposible de rechazar- con unas cláusulas de inversión por 100 años (la oferta era del 14% del capital).
Los ecologistas y especialmente la sociedad civil se opusieron totalmente a esta contratación, defendiendo que el capital requerido podría haber sido fácilmente conseguido a través de crowdfunding, lo que daría a los ciudadanos la oportunidad de ser propietarios de las redes, participando así mejor de los desafíos de la transición energética. La financiación local además, bloquearía una mayor concentración de las redes. Se estudió toda clase de soluciones legales para impedir este contrato, incluso la muy contradictoria de oponerse a una compañía que tiene en su negocio producción, distribución y transmisión (State Grid China) basándose en la necesidad de abrir el mercado a mayor competencia. Sin embargo, al final la solución vino por un lado poco esperado, el nuevo acuerdo suponía una unificación de tarifas a la que la ciudad de Amberes se opuso. Esta ciudad ofrecía una tarifa reducida en 100 euros anuales que no estaba dispuesta a eliminar. La compañía China no consideró económicamente interesante un contrato en el que no se incluyese la ciudad de Amberes y se retiró.
¿Ayudará este final feliz a acelerar la transición por y para los ciudadanos, dinamizará una reflexión sobre qué inversión es realmente necesaria y ayudará a la región a recuperar el control sobre las herramientas necesarias para aprovechar los recursos locales (incluidos los financieros)?
¿Un acelerador para una transición de abajo a arriba?
Los cambios en Bélgica no son únicos, una gran variedad de iniciativas se están produciendo en otros países
En España, las ciudades regidas por los ciudadanos han lanzado una campaña con tres demandas: «recuperar competencias, reclamar financiación y municipalizar los servicios públicos» como reacción a una ley de Gobierno Central que restringe severamente la acción local.
En Alemania, el Estado de Schleswig-Holstein ha anunciado su intención de convertirse en ciudad 100% renovable para el año 2035, apoyándose en las industrias regionales y pymes locales, al igual que han hecho ya muchas autoridades locales en toda Europa en un proceso de transición ambiciosa.
En Francia, Nantes acaba de lanzar un debate sobre la transición energética bajo el lema: «La transición energética se trata de nosotros» – otro ejemplo de un enfoque descentralizado dirigido a liberar la energía local y las nuevas políticas públicas.
Es por eso que, a pesar de la firma del acuerdo de Hinkley Point, yo diría que la tecla clave este mes en la “D” de descentralización.
¿Sabes que en Bélgica han tenido que tomar medidas de emergencia para que no cierren las centrales nucleares, ya que se quedaban sin luz? Llevan ya dos inviernos con planes de cortes selectivos, algo decimonónico. Esto demuestra la importancia de la seguridad del suministro. Con eso no se juega. Mi cuñado no quiere que se vaya la luz cuando está en el hospital.
26 octubre 2016 | 19:52