Archivo de junio, 2016

¿Y si hablan más de energía?

Por Joan Herrera – Abogado

bombilla - dominio publico

Tenemos una de las energías más caras de Europa. Nuestras empresas, especialmente pequeñas y medianas, tienen serios problemas por el precio de la electricidad. Pero de energía casi ni se habla en esta campaña.

El primer Informe sobre el Estado de la Unión de la Energía (State of the Energy Union) deja a España en un lugar muy negativo. Sacamos mala nota en materia de dependencia energética: nuestra dependencia de las importaciones de combustibles fósiles está diecisiete puntos por encima de la media de la UE-28. Suspendemos también en materia de cumplimiento de los objetivos de energías renovables y además tenemos una pésima nota en materia de precios de la electricidad. Por poner algún ejemplo: la oficina de estadísticas de la Unión Europea, Eurostat, revela que España es, a día de hoy, el país de la Unión Europea en el que más cara es la electricidad que pagan las pymes del sector industrial. Solo en los últimos tres años (entre 2011 y junio de 2014) ese precio ha subido más de un 30%. Pero de energía casi no se habla en esta campaña.

Es en el sector eléctrico donde se ha producido, en volumen, el que, a mi entender, es el mayor caso de corrupción en la historia de este país. Nunca se aclaró por qué se perdonó a las eléctricas una deuda de entre 2.500 y 3.500 millones de euros por lo cobrado de más por los Costes de Transición a la Competencia (CTC) pese a que un informe de la Abogacía del Estado de marzo de 2008 así lo avalaba. Pero de energía casi no se habla en esta campaña.

La propuesta es simple: hablen de energía, porque el debate sobre la cuestión energética no es solo (que también) un debate ambiental, es un debate económico, social, y sobre todo, un debate democrático.

En la energía y su marco normativo nos encontramos el ejemplo paradigmático de que unos pocos influyen en una legislación a su favor en detrimento del interés general. Y es, por ese comportamiento de una élite extractiva que capta la voluntad del legislador, por el que España y el conjunto de su economía se resiente profundamente. Las derivadas significan no solo una energía más cara, sino también la pérdida de oportunidades: la ocasión de generar consumo propio y autosuficiente, la oportunidad de crear ocupación no deslocalizable, la conveniencia de modernizar el tejido productivo y el momento de que nuestras empresas no tengan un sobrecoste en la factura energética.

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Los líderes políticos debaten sin energía

Por José Luis García – Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

 

Cuando repasamos las secuelas del único debate entre los cuatro líderes de las principales formaciones que se presentan a estas elecciones, la sensación es que el debate se queda en lugares comunes que solo desatan pasión cuando se aborda la corrupción, pero que no logran entrar en el fondo de los asuntos en los que nos jugamos tanto. Debaten, pero lo hacen sin energía.

aspirantes presidenciales en el debate

Los aspirantes presidenciales antes de comenzar el debate a cuatro (EFE)

Y la ausencia de la energía fue llamativa en el debate. No sé si porque no lo saben o porque no les importa, pero apenas encontramos menciones de pasada en las que se criticó el impuesto al sol, el ‘fracking’ o la nuclear de Garoña, pero de manera tan superficial que nadie que no esté al tanto de lo que sucede pudo valorar el motivo de la crítica.

El único tema relacionado con la energía que mereció un poco más de atención fue el de las puertas giratorias, que sin duda lo merece, pero el foco estaba en el problema del exceso de poder de las grandes empresas, independientemente de que coincide que muchas de las que abusan de este giratorio fenómeno son las grandes energéticas. Y desde luego que es necesario acabar con las puertas giratorias, pero ¿cuáles son las propuestas?

Haría falta que algún partido se diese cuenta de que el exceso de poder de esas empresas no viene solo de la colocación de líderes políticos en sus consejos de administración (práctica que no es más que un instrumento para sus intereses corporativos), sino de la legislación que permite la concentración de poder oligopolístico en sectores clave como el de la energía.

El problema es que las grandes energéticas (eléctricas, petroleras, gasistas…) dominan, porque así se les permite, todos los ámbitos del negocio: son a la vez árbitro, defensa, delantero, entrenador, utillero… y el espectador, en este caso sufrido consumidor, viendo un partido en el que siempre ganan los mismos. En el caso de la electricidad, paradigma de oligopolio, no se debería permitir que las mismas empresas que hacen una labor tan necesaria como llevar la luz (y el gas) a nuestras casas, sean las mismas que se dedican a producirla.

De nada sirve que tengamos derecho a elegir con quién contratamos la luz, si el dueño de los cables por los que esa electricidad nos tiene que llegar es uno de los que la fabrica: es como si las carreteras fueran propiedad de Volkswagen, Ford o Renault. Es evidente que entonces los coches de esas marcas tendrían muchas más facilidades para circular que los autobuses públicos, por ejemplo. Y eso pasa con la electricidad: los dueños de las centrales nucleares y térmicas son también dueños de los cables y, por tanto, controlan “la llave de la luz”. Con una llave tan poderosa en sus manos, a ver qué gobierno se atreve a plantar cara a sus intereses. Solo así se pueden entender aberraciones como el impuesto al sol, o que se puedan mantener en funcionamiento centrales de carbón que contaminan varias veces por encima de los límites legales, o que se pretenda alargar la vida de las centrales nucleares cuando los riesgos y la gestión de los residuos los pagamos entre todos.

Los superpoderes de las energéticas vienen de antiguo. Las puertas giratorias no solo consisten en espectaculares colocaciones de expresidentes de gobierno en consejos de administración. Es toda una tradición encontrar personas en puestos de responsabilidad política en los ministerios y consejerías que estaban a sueldo de las energéticas antes de ocupar su cargo y que tenían su silla esperando en el mismo sector una vez pasado el periodo legal de incompatibilidad. Por no mencionar cómo los planes energéticos se aprobaban tal como llegaban de las empresas, a veces hasta sin quitar el logo de la patronal Unesa.

Además de erradicar las puertas giratorias, hace falta una total separación de poderes. La gestión del sistema, el transporte y la distribución de electricidad, son actividades que están reguladas, es decir, que realizan un servicio público de acuerdo a normas establecidas. Y esas actividades deben ser realizadas por empresas independientes por completo de las que generan la electricidad. Y los organismos reguladores, encargados de controlar esa actividad, deben ser absolutamente INDEPENDIENTES de los intereses de las empresas.

La cuestión de fondo es quién manda aquí, quién pone las normas. O, dicho de otra forma, a quién sirven los responsables públicos y los partidos que aspiran a ejercer esa responsabilidad. Que cada cual saque sus conclusiones: quien controla la energía controla el poder.

 

 

Ciudades sostenibles: el cambio es posible

Por Fundación Renovables

 

ciudad sostenibleLa transformación de los espacios urbanos en entornos vitales más habitables y sostenibles no solo es recomendable sino también posible. Así lo demostraron, a través de sus experiencias particulares, representantes de diferentes ciudades que ya se han erigido pioneras en el escenario del cambio en un jornada organizada por la Fundación Renovables, con la colaboración de ANPIER, el pasado 27 de mayo.

Para lograr este objetivo, algunos Patronos de la Fundación expusieron una hoja de ruta, basada en El Manifiesto ‘Ciudades con futuro. Necesidad y oportunidad de un sistema energético sostenible’. Un documento en el que subyace, por un lado, un modelo energético capaz de garantizar la consecución del objetivo de emisiones cero y por otro la necesidad de desarrollar políticas energéticas basadas en la rehabilitación de edificios, la movilidad sostenible y la generación de electricidad en el consumo.

Domingo Jiménez Beltrán, Presidente de la Fundación Renovables, lanzó a los asistentes un mensaje cargado de positivismo, ya que, tal y como señalo “es posible hacer un empoderamiento de los ciudadanos ya que el potencial de España y su margen de mejora son enormes, solo hace falta que nos ilusionemos por el cambio”. Una oportunidad que, opina, estamos obligados a saber aprovechar ya que “hay cambios enormes e innovadores que ya nos están esperando a la vuelta de la esquina”.

En su intervención, el Vicepresidente de la Fundación Renovables, Fernando Ferrando, señaló que, pese a la dificultad de cambiar el modelo si las normas centrales no lo permiten, “entre todos, y desde los Ayuntamientos, debemos forzar que este modelo cambie”. Recordó así mismo que  “uno de nuestros mayores compromisos no es solo con las energías renovables, sino también con la eficiencia” así como la necesidad de crear ciudades “comprometidas con el futuro donde las actuaciones en política energética funcionen como motor de cambio”.

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No se hace país con imaginación, sino con energía

Por Hugo Morán – Exdiputado

energía eólica

La caída del precio del barril de Brent de los cien a los cincuenta dólares le supone a nuestro país en cómputo anual un ahorro en la balanza por cuenta corriente del entorno de los 28.000 millones de dólares; en la actual situación de crisis se convierte el bajo precio del petróleo en un notable alivio para países crudo-dependientes como es el caso de España, de igual manera que un repunte en su cotización actuaría como un potente freno en la salida de la misma. Imagínense una sociedad que, tras un “sorpasso” tecnológico, hubiese dado el salto a la total electrificación energética, incluido el transporte, con una factura de petróleo a cero; nos habríamos situado en un escenario presupuestario ciertamente atractivo en términos de estabilidad, y notablemente tranquilizador frente a los actuales riesgos que se ciernen sobre el Estado del Bienestar y las tensiones que se aducen para poder financiarlo.

España registra unas 27.000 muertes al año debido a la contaminación del aire. Uno de cada cuatro europeos enferma o fallece prematuramente a causa de la polución. Las 600.000 muertes prematuras que cada año traen causa en Europa de un deterioro ambiental que pagamos en términos de salud en forma de cánceres de pulmón, enfermedades respiratorias y vasculares, le suponen al Viejo Continente un coste aproximado de 1´5 billones de euros, lo que viene a ser una cifra equivalente a una décima parte de su PIB. En nuestro país, considerando los datos entre 2010 y 2012, casi 40.000 millones de euros y un 2´8% del Producto Interior Bruto.  Imagínense que viven en un país que ha conseguido erradicar los tubos de escape de sus calles y carreteras, y ha sustituido su enorme bosque de chimeneas por una industria de emisiones cero, y que además lo hacen con la tranquilidad de saber que no van a estar en la lista negra de los 27.000 que han de pagar el luctuoso tributo de la contaminación.

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Campaña electoral: La hoguera de las vaguedades

Por Mariano Sidrach de Cardona – Catedrático de la Universidad de Málaga

 

electionsComo quiera que estamos de nuevo en vísperas de otras elecciones generales para elegir a nuestros representantes políticos, me he propuesto comprobar si, esta vez, las propuestas que venimos defendiendo desde la Fundación Renovables, sobre el necesario cambio de modelo energético, han sido recogidas en los diferentes programas electorales.

Tengo que confesaros que no estoy especialmente contento.

Una primera lectura de los programas electorales puede llevar a la conclusión de que nuestras propuestas han sido asumidas por los partidos políticos. Las energías renovables parecen estar en el centro de todos los programas electorales cuando hablan de energía. Conjuntamente las palabras más utilizadas son ahorro, eficiencia y desarrollo de las energías renovables. Las vamos a encontrar muchas veces en todos los programas… y aquí acaban las buenas noticias.

Cuando entramos en los detalles, encontramos una serie de medidas generales, seguramente bienintencionadas, muy pocos compromisos reales, casi ningún objetivo a medio y largo plazo y ninguna hoja de ruta clara que nos permita imaginar cómo se van a llevar a la práctica las promesas electorales. También he encontrado contradicciones importantes, dentro de un mismo programa electoral.

Algunos ejemplos:

  • “Impulsar el desarrollo de las renovables, especialmente de la biomasa, por ser especialmente intensiva en mano de obra”. Los últimos informes del IRENA hablan de que en todo el mundo la mayor cantidad de puestos de trabajo los crea la fotovoltaica, algo así como tres veces los que se generan con biomasa.

 

  • Conseguir el 25% de energías renovables en 2020 y una planificación a largo plazo para llegar al 100% en 2030” y unas líneas después…”reducción de emisiones de al menos un 30% para 2020 y del 100% en 2050”. Cómo si las dos cosas no tuvieran nada que ver. Cómo si se pudiera pasar del 25 al 100 % en diez años. De todas formas, como no se dice cómo se van a conseguir estos objetivos, todos tan contentos.

 

Hay que destacar, que este ejercicio de decir mucho y no comprometerse a casi nada que tanto gusta a nuestros políticos en épocas electorales, tiene su máximo exponente en el programa electoral del PP, que incluye un catálogo de buenas intenciones, sobradamente incumplidas todas en los últimos años: seguir apostando por las renovables, seguir cumpliendo con los compromisos internacionales relativos a la reducción de emisiones, apostar por la eficiencia, por el ahorro, etc..  Están orgullosos de la política energética que ha llevado el gobierno en los últimos años y piensan continuar con ella por el bien del país. Faltaría más, a lo que yo añado, arreglados vamos.

También es cierto, que según nos vamos desplazando desde el PP hacia la izquierda parlamentaría aparecen más propuestas y alguna que otra medida más concreta para llevar los programas a la práctica, pero sin pasarse tampoco, no vaya a ser que luego nos exijan cumplirlas y también encontramos alguna que otra contradicción importante.

Ciudadanos propone impulsar un Plan Estratégico de transición energética basado, cómo no, en las renovables, el autoabastecimiento y el ahorro energético, quitar el impuesto al Sol y disminuir los costes eléctricos para pymes y familias y crear una Secretaria de Estado de Energía y Medioambiente.

En las propuestas de PSOE y Unidos Podemos encontramos muchas similitudes. Sus programas dejan clara la necesidad de un nuevo modelo energético que luche contra el cambio climático, apostando por el ahorro, la eficiencia y las renovables. Entre los aspectos positivos, la derogación del decreto actual de autoconsumo y el compromiso a una nueva ley que facilite su impulso, la necesidad de realizar un plan energético nacional que incluya la necesaria reforma del sector eléctrico. Empiezan a diferir, sin embargo, en los objetivos. Mientras que Unidos Podemos se fija como objetivo, un escenario a 2050 con una energía 100% renovable, el PSOE propone una disminución de la intensidad energética y reducción de emisiones de acuerdo con la UE y una penetración de las renovables en el sector eléctrico del 70% en 2030. A la vez, el PSOE en un ejercicio de malabarismo, hace un apoyo explícito a continuar quemando carbón nacional y propone un cierre de centrales nucleares tras cumplir sus 40 años de vida, incluye restringir autorizaciones para nuevas prospecciones de gas y petróleo y se opone al Fracking.

Unidos Podemos habla de un cierre paulatino de las centrales térmicas de carbón y de un cierre progresivo de las centrales nucleares, para que todas estén cerradas en 2024 y también se opone al Fracking.

En resumen, las propuestas en materia de energía de los partidos políticos adolecen en general de compromisos concretos y no presentan una hoja de ruta creíble. No parece mucho a la vista de los graves problemas a los que nos enfrentamos. Si lo que produce el cambio climático son las emisiones debidas al uso de los combustibles fósiles y este es un problema global que nos afecta a todos, parecería razonable que cada partido político nos dijera de manera clara y coherente, qué medidas reales va a tomar para abandonar de forma rápida y urgente el uso de estos combustibles y ahí sí podríamos evaluar las ventajas e inconvenientes de cada una de sus propuestas.

El cambio de modelo energético debe ser a la vez un cambio económico y social. Deberíamos ser capaces de dejar de mirar a izquierda y derecha y mirar hacia adelante, sobre todo porque el tiempo se nos acaba y el problema se agranda día a día. Si todos estamos de acuerdo en la causa del problema, ¿qué impide alcanzar la solución?

Esperaba mucho más de los programas electorales.

  • Imagen: Christian Schwier – Fotolia

 

De consumidor cautivo a usuario de la energía

Por Sergio de Otto – Periodista especializado en energía y sostenibilidad

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En contra de lo que piensa mucha gente, en contra del fatalismo de que nada se puede hacer frente al orden establecido, en contra de la apatía que tantas veces nos invade para hacernos llegar a la predeterminada conclusión de que nada podemos hacer, en contra de la inercia, en contra del convencimiento de que estamos condenados a ser consumidores cautivos, en contra de todo eso, estás tú. No te resignes, tienes margen para actuar y conquistar poco a poco tu independencia energética.

La tarea no es fácil. Es obvio. El sistema energético está concebido, especialmente en nuestro país, para que sea un gran negocio para un puñado de empresas en cuyo beneficio se regula un supuesto mercado en el que tú, hasta ahora, tenías un papel, sí, muy importante. Te tocaba, te toca todavía hoy pagar la cuenta. Lo contaba hace semanas en “Tú, tu recibo de la luz y los beneficios de las eléctricas”.  El sistema no está concebido para que tú seas el beneficiario de un servicio, de un bien básico para tu día a día, no está pensado para que ejerzas tu “derecho a la energía” que este blog reclama.

No, todo este tinglado se había puesto en pie fundamentalmente para que seas un consumidor sumiso, disfrutando —hay que reconocerlo— de un servicio que en general es bastante satisfactorio si tenemos en cuenta que dos tercios de la Humanidad lo pasan bastante peor que nosotros en este aspecto, a excepción hecha de ese sector cada vez mayor de la población española que sufre la lacra de la pobreza energética.

Hoy tienes la posibilidad –todavía limitada en algunos aspectos— de romper con esa condición de consumidor ciego y empezar a empoderarte de la energía como derecho. Desde la Fundación Renovables preconizamos un cambio de modelo energético que no es solo la sustitución de unas tecnologías de generación por otras, que también lo es, sino, sobre todo, la subversión del modelo para situar al ciudadano en el centro del sistema. Hablamos de democratizar la energía para que ese consumidor se convierta en productor, gestor y usuario de su propia energía.

Y eso ¿cómo se come? No es fácil, te lo decía al principio. De entrada, tenemos la legislación más restrictiva del mundo para ejercer el derecho al autoconsumo. Si la tecnología te permite producir tu electricidad a un precio más bajo que el que te ofrece el sistema eléctrico ¿por qué el BOE te lo pone casi imposible? Pues por eso, porque saben que es una grieta en su montaje.

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La apuesta por el vehículo eléctrico, algo más que una partida presupuestaria

Por Fernando Ferrando – Vicepresidente de Fundación Renovables

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En la Cumbre celebrada en París el pasado mes de diciembre sobre el Cambio Climático – COP21– se asumió por parte de todos los países presentes el compromiso de una acción decidida para la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) como única solución para limitar a 2ºC el incremento de la temperatura del planeta para 2050. Alcanzar este compromiso requiere la puesta en marcha de un cambio estructural en la forma de cobertura de nuestras necesidades energéticas y entre ellas, como acción principal, una actuación decidida en el modelo de transporte actual basado en la utilización de combustibles fósiles derivados del petróleo, que son los causantes a nivel mundial del 23% de las emisiones de GEI.

La transformación de los modelos de transporte o la introducción de criterios de movilidad sostenible debe estar basada en una doble premisa:

  • Por un lado, trabajar para conseguir la reducción de las necesidades de transporte mecanizado y el incremento del grado de ocupación de los medios utilizados, con la priorización del transporte público y con el fomento de modelos de utilización compartida de vehículos.
  • Y, por otro lado, por la sustitución de los vehículos de combustión interna por vehículos eléctricos que, adicionalmente a su mayor eficiencia y su menor consumo por km recorrido, tienen emisiones cero en uso.

La introducción de los vehículos eléctricos en el mercado se está llevando a cabo mediante planes de apoyo con el fin de eliminar las barreras de entrada de una tecnología que requiere una mayor inversión y el cambio de hábitos en el transporte muy arraigados socialmente. El diseño de los diferentes modelos de apoyo es clave para alcanzar el éxito de su introducción, sin que el incentivo económico, vía subvención, se demuestre como el más efectivo e importante.

En 2015 se matricularon a nivel mundial más de 550.000 vehículos eléctricos, con un incremento de más del 70% con respecto a los del año anterior. Si bien el mayor número de matriculaciones se produjo en Estados Unidos y China, la apuesta más interesante en términos relativos se ha producido en países como Noruega y Holanda cuya cuota de vehículos eléctricos supera, en el primer caso, el 23%, con más de 32.000 vehículos matriculados en el año, y el 10% en el caso de Holanda.

A escala nacional la apuesta por el vehículo eléctrico para 2016 está basada en la continuidad de una subvención a través del Plan MOVEA, antes MOVELE, que oscila entre 2.700 € y 5.500 € por vehículo, a la que hay que añadir 1.000 € de rebaja en el sistema de recarga que le corresponde al suministrador del vehículo.

Este plan tiene una limitación presupuestaria de 16,6 millones de euros y aunque se ha incrementado su aportación en un 137% con respecto al año anterior, la elección de un modelo de apoyo basado en una subvención con limitación presupuestaria, sin la existencia de otras medidas, refleja el escaso interés que se tiene para un cambio hacia un transporte más sostenible. Lo que debería ser un plan global se ha convertido únicamente en la habilitación de una partida presupuestaria.

En España se han matriculado en 2015 2.342 vehículos eléctricos, incluyendo tanto los eléctricos puros como los híbridos enchufables, con un incremento del 28% con respecto al año anterior. Sobre una base de 1.034.000 vehículos matriculados en 2015, un 21% más que en 2014, supone una cuota de mercado del 0,2%, muy lejos de la alcanzada por otros países. Los vehículos matriculados y su proyección distan mucho de los compromisos asumidos y comunicados por el Gobierno de alcanzar 200.000 vehículos en el 2020.

Nuestra apuesta por la implantación de un modelo de transporte más electrificado debería ser uno de los pilares de una nueva economía, sobre todo si tenemos en cuenta que España tiene una capacidad de fabricación de aproximadamente 3,5 millones de vehículos al año, con un grado de ocupación del 80% para una producción prevista en 2016 de 2,8 millones de vehículos.

La capacidad industrial debería ser uno de los elementos que aconsejara una apuesta decidida por el vehículo eléctrico, como lo hicimos en el caso de las energías renovables, y contrasta con la inexistencia de propuestas específicas integrales por parte de los distintos partidos políticos de cara a las próximas elecciones del día 26, tanto para la introducción del vehículo eléctrico como para la evolución de la industria del automóvil.

España, por su capacidad de fabricación, por su dependencia energética del exterior, por su modelo de transporte no sostenible y por el retraso real en su comparativa con otros países exige una apuesta decidida e integral por el vehículo eléctrico como producto y como sector industrial que debe estar basada en:

  • Disponer de una política fiscal activa que favorezca en distintos ámbitos el uso del vehículo eléctrico y grave el vehículo de combustión, incorporando comportamientos diferenciales tanto en el IVA, en las tasas de matriculación y en las de circulación.
  • La creación de instrumentos financieros que permitan asumir la mayor inversión con cargo a los menores costes de la energía y mantenimiento.
  • La facilidad y apoyo a la instalación de sistemas de carga tanto a nivel individual como colectivo.
  • El establecimiento de medidas que favorezcan la circulación y el aparcamiento de los vehículos eléctricos. Hay que resaltar que el comportamiento de los ayuntamientos ha sido mucho más favorable que el asumido por el Gobierno Central.
  • La instauración de una tarifa eléctrica que favorezca la carga en periodos de baja demanda.
  • El fomento del autoconsumo y de la conexión almacenamiento/generación/vehículo eléctrico.
  • El apoyo claro a los modelos de coche compartido y de gestión de flotas de amplio uso basados en el vehículo eléctrico.
  • El desarrollo de campañas informativas que muestren que el vehículo eléctrico es más rentable, mas eficiente y menos contaminante que el vehículo de combustión.

En definitiva, trasladar a los potenciales usuarios y a los fabricantes que se apuesta por un modelo de transporte a largo plazo basado en la movilidad sostenible y en el vehículo eléctrico, señales que nos permitirán incrementar las matriculaciones de vehículos y consolidar una industria tan potente como la que ahora tenemos.

Un apunte final, el vehículo eléctrico es el futuro medio de transporte terrestre, pero para que las emisiones realmente sean cero la electricidad debe ser generada, por supuesto, con energías renovables.

 

¡Pasos valientes por el cambio en la cumbre del carbón de hoy!

Por Tatiana Nuño – Responsable de la Campaña de Cambio Climático de Greenpeace

Hoy se celebraba en Madrid la firma del acuerdo para apoyar el uso del carbón en un evento organizado por los sindicatos de Industria de CC. OO. y UGT junto con los empresarios del carbón.

De los partidos principales que se presentan a las próximas elecciones generales, solo el PSOE y Ciudadanos han firmado dicho acuerdo.

Children in Dharnai Village in India

A menos de tres días para que comience oficialmente la campaña electoral, desde Greenpeace queremos reconocer la valentía de Podemos e IU para dar una paso firme y valiente y posicionarse ante la delicadísima situación del carbón nacional, apostando así por alternativas, diversificación económica y un futuro viable y diferente. Podemos en concreto ha sido claro en sus declaraciones al rechazar el sistema de ayudas al carbón y pedir «mano dura» para este mineral de importación.

Me atrevo a decir que con la no firma de IU y Podemos, la nueva coalición Unidos Podemos (Podemos-IU-Equo y otras formaciones) se atreve a romper con algunos de los viejos tópicos establecidos y comienzan a hablar del carbón desde las alternativas, apoyando y defendiendo un futuro más sostenible y una transición justa para todas y todos.

Tampoco lo firma el PP, por ser precisamente un acuerdo que insta al gobierno en funciones a luchar para modificar la normativa europea y que haya ayudas al carbón más allá de 2018. Quiero volver a recordar que la reciente publicación de la CE responde a las subvenciones que se han concedido para un cierre planificado de la minería de carbón en España y que estaba pendiente desde 2010 y lo repito porque sigo oyendo que las ayudas eran para que las minas fueran competitivas, pero no, ese nunca fue el objetivo de las ayudas,ni tampoco es el de las ayudas que acaban de aprobar recientemente. Las ayudas son para incentivar el cierre y diversificar una economía sostenible.

Sorprendente que tanto el PSOE como Ciudadanos firmen dicho acuerdo, que como explicaba en mi anterior post  supone una batería de medidas ilegales que no ayudan en nada a garantizar un futuro viable y una economía alternativa para las personas que habitan en las cuencas mineras. Sorprendente además porque Ciudadanos ha manifestado en varias ocasiones el rechazo a las subvenciones al carbón y a pesar de haberse declarado en contra de la bonificación, firman un documento que pide ayudas con dinero público más allá de 2019 y que paguemos todos por las obras para la modernización que las centrales térmicas tienen que realizar para poder seguir operando cumpliendo con la normativa de emisiones.

Por otro lado sigo sin entender cómo es posible compaginar el programa electoral del PSOE que apuesta por frenar el cambio climático y una descarbonización del sistema energético apoyando a la vez las subvenciones al carbón y las ayudas a las térmicas.

¿Y por qué es importante acabar con las subvenciones al carbón?

Primero porque si queremos cumplir el compromiso asumido en el Acuerdo internacional del clima de París y sumar todos los esfuerzos para mantenernos lo más alejados posible del aumento de 2 ºC de temperaturas hay que acabar con las subvenciones al carbón y cualquier combustible fósil igual que no se puede permitir ningún financiamiento público a proyectos para la quema de carbón.

Y segundo, porque de las 18 centrales térmicas en las que se quema actualmente carbón en España, 8 de ellas (sin contar las dos que ya han cerrado) se construyeron para quemar el carbón que se extraía en las minas cercanas. Pues estás 8 térmicas gracias al Real Decreto del carbón por el que se las incentivaba por quemar carbón nacional, además de tener entrada preferente en el mercado eléctrico han ingresado más de 4.000 millones de euros en el periodo que duró dicho Real Decreto (2011-2014). Y no nos engañemos, estas térmicas propietarias de las grandes eléctricas, no sólo quemaban carbón nacional, sino que lo mezclaban con carbón importado, siendo esta mezcla con un porcentaje cada vez mayor de carbón importado.

Es muy probable que sin más subvenciones, ni para quemar carbón ni para sus obras de modernización vayan cerrando en los próximos años, así casi el 45% de la producción de electricidad con carbón podría cerrarse en el corto plazo, lo que estaría muy en la línea para la transición hacia un futuro basado sólo en energías renovables, frenar los peores impactos del cambio climático y mitigar los problemas en la salud por contaminación del aire.

Por supuesto sigue siendo imprescindible en cualquier programa electoral para las próximas elecciones concretar un plan con fecha de cierre para el año 2025 de todas las térmicas de carbón en España que ante todo incluya un plan de cierre justo para la minería de carbón garantizando empleos sostenibles.

Otros países como Gran Bretaña y Austria ya han definido su fecha para abandonar el uso del carbón para el año 2025 y gracias a ello ya ven cómo se reduce el uso de este combustible fósil, principal causante de las emisiones de gases de efecto invernadero y del del cambio climático.

Que a ninguno se le olvide que nuestra fuente estratégica local por excelencia son las energías renovables, que el año pasado  (a pesar de que los dos últimos años no se instaló ni un kW de energías renovables) produjeron en España más electricidad que ninguna otra fuente de energía y que ya proporcionan  8,1 millones de empleos en todo mundo.

Con este panorama y con este soplo de aire fresco y esperanza, hoy  hago un guiño especial al cambio, a los valientes y a la participación de todas las personas para construir un mundo verde y en paz! ¡Que ninguna persona deje de luchar!

 

Sobre los electricistas de la energía

Por Juan Castro-Gil – Secretario y abogado de ANPIER

mazo de juez

Esta semana hemos conocido que el Tribunal Supremo ha fallado las primeras sentencias contra la reforma eléctrica del PP y, como cabía esperar, han saltado chispas.

De un total de siete magistrados que tenían que enjuiciar la más delirante novela negra que a un gobierno se le haya ocurrido escribir sobre el tema eléctrico, cuatro decidieron ponerse de perfil con argumentos que oscilaban alrededor del interés general que se supone defendían los representantes del país -en este sector recuerdo que en las personas de José Manuel Soria y Miguel Arias Cañete-, y otros tres, decidieron, valientemente, afirmar que el despelote había sido de tal magnitud, que hacía saltar por los aires el significado del derecho, de la seguridad jurídica y de la confianza de los ciudadanos en el Estado.

Sin entrar en mucho detalle, siempre se ha sabido que en la administración en general, las tensiones entre fontaneros y electricistas han sido de gran envergadura. Los primeros, son los encargados de desatascar las tuberías de la casa para que los desechos acaben en las cloacas y, los segundos, son los encargados de dar un poco de luz en las habitaciones más oscuras del edificio. Por desgracia, en el ámbito de la energía, en contra de lo que pudiera parecer evidente, los fontaneros siempre han tenido mucho más peso que los electricistas.

Sin embargo, últimamente, quizás por la evidencia de la dificultad que supone seguir viviendo a oscuras, o quizás porque hay boñigas que no son capaces de pasar por cañería alguna, el equipo de los electricistas empieza a asomar la patita con mucho más empuje que antes.

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El día después: si la energía cambia todo cambia

Por Domingo Jiménez Beltrán – Presidente de la Fundación Renovables

Esfera de cristal

Como cada cinco de junio, ayer se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente con el objetivo de concienciar a la población de la necesidad de promover el cuidado y la protección del planeta. Un día después, es un buen momento para pararnos a hacer balance e imaginar un futuro más sostenible.

En el lado positivo, en diciembre del pasado año se celebró en París la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático en la que, tras 23 años de vida del Convenio se ha conseguido un acuerdo global para mitigar las emisiones y limitar los incrementos de temperatura global. Un hito histórico por lograr el compromiso de todos los países – aunque  este sea por el momento insuficiente para alcanzar los objetivos –  que sobre todo ha enviado a los mercados el mensaje de que los activos en energías fósiles, carbón, petróleo… valen cada vez menos, mientras que los de las renovables crecen cada día más, siendo este el primer año en el que la inversión en renovables ha superado a la de los fósiles. Una tendencia que además va en aumento, pese a los bajos precios del petróleo. Las renovables han llegado para quedarse y además para hacerlo solas, ahora solo falta que sea pronto.

En el lado negativo, hemos seguido incrementando las emisiones y aumentando nuestra huella e impacto sobre el planeta. Además, la globalización sigue mostrando sus lado más negativo con un incremento brutal de las desigualdades, de los conflictos y  de las migraciones; problemas que seguimos sin atajar en sus causas primeras, que no son otras que las propias desigualdades, siempre propiciadas por una globalización asimétrica en la que los países desarrollados se han especializado en todo lo que da valor añadido y es poco intenso en mano de obra mientras que los menos desarrollados lo han hecho en la aportación de materias primas, productos básicos y mano de obra barata y todo ello además a demanda de los desarrollados .

Esta mal llamada “aldea global” con una creciente concentración del poder económico y financiero en manos de unos pocos, que tienen más recursos y poder que los propios Estados, y  en la que se distribuyen desigualmente las funciones, los beneficios y los riesgos, no funciona.

Quizás tenemos que buscar la respuesta en la ficción alternativa aunque opuesta que hoy propicia la tecnología, “el mundo en una aldea”, rompiendo la especialización (turismo, fabricación de automóviles, segundas residencias, tomates,…) en producciones y servicios a la que nos condena la globalización (con la dependencia, vulnerabilidad y baja resiliencia que eso conlleva) y en la que nos encontramos en manos de los lobbies económicos y financieros y por qué no de las “marcas”, para pasar de la actual situación de insuficiencia/dependencia vulnerablemente conectada a otra de “autosuficiencia suficientemente conectada” a  todos los niveles: domésticos, comunidades, pueblos, barrios, ciudades, regiones, Estados….

Podemos empezar con la autosuficiencia energética suficientemente conectada, viable a todos los niveles. Y si la energía cambia, todo cambia.

  • Imagen: Jacinta Llunch Valero