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El lenguaje no verbal delata a Mariano Rajoy

Mariano Rajoy durante su comparecencia (EFE).

Mariano Rajoy durante su comparecencia (EFE).

Mariano Rajoy comparece como testigo por el caso Gürtel, preparado, preparadísimo. Tanto es así, que su mensaje verbal ha sido tajante, más consistente y fluido de lo habitual, proyectando una imagen de seguridad, convicción y credibilidad en lo que argumentaba. Pero, como se suele decir, ‘la procesión va por dentro’ y esta zozobra interior se filtra irremediablemente a través de la comunicación no verbal.

La palabra es un canal muy controlable, salvo algún lapsus linguae que, en esta ocasión, no se ha producido (y ya me ha sorprendido). Si analizamos el contenido es cierto que ha abusado en exceso del «jamás» (acompañado de un rostro de amenaza e ira intensa) y del «absolutamente». Son palabras que, aunque pueda parecer lo contrario, no van asociadas a la credibilidad porque realmente solo sirven para ‘adornar’ una negación y demuestran preocupación por parecer convincentes.

El movimiento gestual de las manos también es controlable, de hecho, Rajoy ha ilustrado constantemente su mensaje con el vaivén de sus manos y brazos, una conducta que no forma parte de la línea base de su expresión, por lo que podemos pensar que ha sido realizado a conciencia o preparado. A priori, con buen resultado ya que esto provoca igualmente que parezca cómodo, tranquilo, sereno y sincero ante las preguntas comprometidas.

Hasta aquí toda su intervención podría haber sido perfecta, pero hay gestos que delataron su verdadero estado emocional, que era totalmente contrario a la serenidad que intentaba transmitir. En primer lugar, todos conocemos los tics de Rajoy, que, ojo, no significa que mienta cuando los hace pero sí que aumentan cuando se desestabiliza y se pone nervioso. Tal y como apunta mi colega de profesión José Luis Martín Ovejero, son especialmente signigicativos en dos momentos clave: cuando le preguntan por la contabilidad B del partido y por las obras de Génova. Interesante…

Otro gesto destacable es el que realiza cuando habla sobre su relación con Correa, eleva los hombros, un pequeño desliz gestual que significa duda, falta de convicción sobre lo que se está diciendo en ese momento. Todo esto se acompaña de numerosas muestras de tensión, como los gestos automanipuladores, es decir, rotar su alianza, tamborilear los dedos, o entrelazar fuertemente sus manos.

Si bien, el gesto más trascendente que nos delata su estado real ha sido el de los ‘botes’ que ha realizado en el asiento en varias ocasiones, sacudía sus piernas de forma tan frenética que podía apreciarse perfectamente como su cuerpo temblaba fuertemente. Esta es la parte que Mariano Rajoy no ha podido controlar, sus pies y sus piernas han filtrado todo el estrés del momento. Y tiene sentido.

Normalmente, le damos menos importancia a los movimientos de la parte inferior del cuerpo que a los de la parte superior. Cuando intentamos reprimir u ocultar una emoción estaremos más pendientes de nuestro rostro, de controlar qué cara poner para acompañar lo que decimos, o de qué expresiones evitar para no parecer incongruentes, pero vamos descuidando los movimientos que están más alejados de nuestra cabeza.

Su actitud era hostil. Ante el miedo o la ansiedad que le ha generado la situación, su mecanismo de defensa ha optado por el ataque, estaba a la defensiva, agresivo y descortés pero sus piernas han asumido toda la responsabilidad para descargar esa tensión y se han activado para huir

 

Y otros ‘lapsus’ y momentazos no verbales de Mariano Rajoy:

Pedro Sánchez dimite con tristeza

Captura del vídeo de la dimisión de Pedro Sánchez. Expresión de la emoción de tristeza.

Captura del vídeo de la dimisión de Pedro Sánchez. Expresión de la emoción de tristeza.

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, dimite tras perder una votación a mano alzada en el Comité Federal del partido sobre la celebración de un Congreso Extraordinario. Al contrario de la comparecencia realizada en el día de ayer no ha leído nada, su mirada estaba exclusivamente dirigida a los medios de comunicación allí presentes, pocas veces a cámara.

Y hoy no encontramos ni ira, ni desprecio, ni asco, solo podemos observar una profunda emoción de tristeza que, como he captado en el fotograma adjunto, se caracteriza por una elevación de la zona central de las cejas formando una triangulación sutil del ceño. El sentimiento que deja entrever su rostro es de dolor anímico producido, en este caso, por un suceso muy desfavorable y ante una pérdida irreparable de su cargo representativo.

Otro aspecto interesante de su lenguaje corporal lo encontramos en las manos, se las sujeta entrelazándolas con fuerza, este gesto es un automanipulador que expresa una tensión y nerviosismo extremos. Aunque Sánchez intente aparentar tranquilidad y aceptación, su cuerpo descarga el altísimo estrés propio del suceso, la carga emocional que adolece es irreprimible y acaba filtrándose en su comunicación no verbal.

Análisis de las fotografías de Obama en su reunión con Sánchez, Rivera e Iglesias

En su reciente visita a España, el encuentro del presidente Barack Obama con los tres líderes de la oposición fue breve, muy breve, apenas tres minutos compartiendo conversación con cada uno de ellos; y además no disponemos de la secuencia en vídeo del evento. La Casa Blanca es la que publica estas tres fotografías ilustrativas del momento.

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Y es curioso precisamente ese dato, teniendo en cuenta que la política estadounidense es extremadamente controladora en la imagen que se exhibe de su presidente, estos fotogramas no han sido elegidos al azar. Como se aprecia, es bastante singular la diferencia gestual que adopta Obama en las tres capturas, y la foto junto a Pablo Iglesias es, sin duda, la que proyecta una apariencia más favorable, es la única en la que vemos al presidente de los Estados Unidos más relajado, con una inclinación significativa hacia su interlocutor, expresión facial afable y gestos con las manos de apertura e ilustrativos. Si analizamos las tres imágenes da la sensación de que con Iglesias es con el único que está cómodo e interesado y que con Sánchez y Rivera está aburrido, incómodo, cerrado a la conversación. Como sabemos, no podemos extraer conclusiones determinantes de una sola fotografía, si bien es cierto (no podemos saber por qué) que es lo que han querido transmitir desde Casa Blanca.

Por otro lado está el análisis de la corporalidad de los tres representantes españoles. El líder socialista ejecuta un gesto automanipulador, se sujeta las manos, está tenso, su rostro denota cierto nerviosismo, los músculos están agarrotados, la expresión facial no es natural. Algo muy similar podemos percibir en Albert Rivera, vuelve su tic más característico, agarrarse los dedos para descargar su ansiedad, la expresión facial en ese momento es aun más tensa que la de Sánchez, podría relacionarse con miedo, parece que ambos se ven superados por la mera presencia de Obama.

Pablo Iglesias se desmarca de lo anterior adoptando una posición algo soberbia, mano a la cadera, indicativa de poder, de dominancia, marcando territorio, no se deja achantar por la planta de Obama. Todo indica relajación salvo una parte de su cuerpo: sus pies le delatan, fijaos como en su postura no hay una dirección directa hacia su interlocutor, su cuerpo y, sobre todo, sus pies apuntan fuera de la línea de conversación, parece que está deseando finalizar el encuentro.

‘La buena mano’ de Obama en su visita a España

Manifestaba hace pocos días la ‘envidia carismática’ que emana Barack Obama en cada una de sus apariciones públicas. Ahora le toca el turno a España, en su breve visita, el presidente estadounidense se reunió con el monarca y principales representante políticos de nuestro país. Es curioso observar con detenimiento este tipo de encuentros y establecer las diferencias que se generan entre unos y otros en base a las distancias, gestos, posturas, etc.

La sintonía más notable la encontramos en el recibimiento de Felipe VI. Obama tiene ‘muy buena mano’ a la hora de gestionar cualquier interacción; al estrechar la mano del jefe de Estado acompaña su saludo de un toque con su mano izquierda, casi más bien, le coge el brazo. Tal y como apunta mi siempre acertado colega, Martín Ovejero: «El empleo del tacto, cuando se hace correctamente, tiene un efecto directo y muy positivo en la otra persona. En este caso, transmite interés, afecto, cordialidad, sintonía… Y como vemos en el vídeo, lo hace en dos ocasiones, primero con su mano izquierda y, al concluir el saludo, con la derecha: doble ración de afecto».

Captura de pantalla 2016-07-10 a la(s) 21.48.54En este encuentro los gestos, posiciones y distancias denotan comodidad, sincronía, armonía en la conducta corporal de ambos, pero, ¿y en el que se produce con Mariano Rajoy? Ahí la mano de Obama refleja un estado diferente y adquiere un significado más dominante que afectuoso. En el fotograma vemos como a la entrada de Moncloa tras posar ante los medios, es Obama quien ‘empuja’ sutilmente con su mano a Rajoy para invitarle a entrar, ¿no debería ser al revés? 

Captura de pantalla 2016-07-10 a la(s) 21.51.06Ya en el interior, ambos se sientan, y de nuevo pareciera que es Obama quién está en ‘su casa’, se muestra relajado, sereno, con gestos de apertura e ilustradores contantes, sin embargo fijaos en la postura que adopta Rajoy, es una posición casi imposible, no es un gesto rápido capturado, sino de una postura prolongada en el tiempo, ésta refleja la tensión del momento.

Para alternar con la anterior postura decide colocar sus manos en forma de ojiva (juntando los dedos formando un triángulo), normalmente éste se interpreta como un gesto positivo, de confianza, seguridad y buena recepción de la conversación, pero no es un gesto ejecutado de forma relajada, aprieta los dedos, incluso a veces rompe el triángulo para entrecruzarlos, por tanto también nos vuelve a remarcar la falta de confort, nerviosismo y rigidez de la situación por su parte.

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¿Qué no pudo controlar Mariano Rajoy en su entrevista con Jordi Évole?

Mariano Rajoy y Jordi Évole durante el programa Salvados. La Sexta.

Mariano Rajoy y Jordi Évole durante el programa Salvados. La Sexta.

La entrevista a Mariano Rajoy en el programa ‘Salvados‘, emitido anoche, comenzó fuerte. Situación ideal para poder recrear un inesperado impacto emocional y que diferentes expresiones y gestos salieran a la luz ineludiblemente, pero parece que nada cogía ayer por sorpresa a un preparadísimo presidente del gobierno. Así lo corroboró la carpeta que se encontró Jordi Évole con su apellido escrito en una esquina sobre la mesa del despacho de Rajoy, que no le quedó otra que admitir que, efectivamente, aquella conversación se la tomaba con responsabilidad y respeto y que por ello se había preparado ciertas cosas para el momento. Y así era, porque repetía invariablemente las mismas frases textuales en diferentes ocasiones. En estos aspectos se transmiten la falta de naturalidad y espontaneidad protagonistas en el lenguaje corporal del líder del Partido Popular.

rajoy-tristezMuchos creen que Rajoy tiene una alta expresividad facial, y no es así, su línea base en filtración emocional del rostro es prácticamente nula o muy escasa, cuestión que se confunde con los numerosos y constantes tics que encontramos en su cara, sobre todo cuando está en tensión, estos tics se incrementan cuantitativamente en temas que le incomodan y disminuyen cuando habla relajadamente. Este hecho hace especialmente confusa la tarea de identificar estados emocionales en él, por ejemplo, hay un tic repetido que pareciera tristeza, eleva la zona interna de las cejas de una forma muy fugaz, casi cada vez que termina de pronunciar una frase. En este sentido parece que esta tristeza se produce realmente cuando habla de corrupción, ya que la expresión es más prologada y la ejecuta mientras habla, este momento coincide con el análisis que hice hace unos meses en otra entrevista, en la que ocurría igual.

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