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Tendrás una vida más corta, literalmente, con un trabajo estresante

El estrés es un sentimiento/estado de tensión física o emocional que puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso. Se trata de una reacción corporal a un desafío o demanda.

Fotografía de uso libre: Pixabay License

Fotografía de uso libre: Pixabay License

Pequeños episodios de estrés pueden resultar incluso positivos, ya que nos puede ayudar a evitar un peligro o a cumplir con una tarea importante en fecha, pero ya conocíamos que los efectos del estrés prolongado son nefastos para nuestra salud física y mental.

Ahora, los autores Mark Borgschulte, Marius Guenzel, Canyao Liu y Ulrike Malmendier, han publicado recientemente un estudio que relaciona los efectos de estrés con el envejecimiento y muerte prematura de las personas que ocupan puestos ejecutivos.

Analizaron las fechas de nacimiento y muerte de casi dos mil directores de grandes empresas y utilizaron herramientas de aprendizaje automático para evaluar el envejecimiento visible, usando una muestra de 3.086 fotos de los directores ejecutivos de Fortune de 2006 en el transcurso de su mandato.

Los resultados fueron sorprendentes: «Cuando los directores ejecutivos se encontraban bajo un estrés significativo, durante una recesión económica por ejemplo, redujeron su esperanza de vida en 18 meses. Por el contrario, su vida útil aumentó en dos años cuando estaban aislados de las presiones del mercado«.

Además, el análisis de las imágenes mostró que la exposición a un evento significativo, como la Gran Recesión Económica, también aumentó la edad visible de los directores ejecutivos, desmejorando su rostro de forma muy significativa, según la investigación.

«Los regímenes de liderazgo corporativo más estrictos, que generalmente se consideran deseables y que supuestamente mejoran el bienestar, realmente imponen importantes costos para la salud personal a los directores ejecutivos«, concluyeron los investigadores.

Si bien carecemos de una medida física o médica, cuantificable o irrefutable, de mayor estrés, la evidencia implica que una gobernanza severa y las recesiones económicas sí constituyen un daño personal sustancial para los directores ejecutivos en términos de salud y esperanza de vida real.

Y tú, ¿qué tipo de trabajo tienes? 🙂

 

Propósito para 2021: El crecimiento postraumático

Para la mayoría, cuesta extraer algo positivo de esta pandemia sanitaria, de un 2020 que finaliza plagado de situaciones inimaginables, de miedo, confinamiento, soledad, ansiedad, ‘nuevas anormalidades’, dolor, nostalgia, crisis, muerte. El coronavirus ha protagonizado un año para querer borrar de nuestra vida, ¿o no? En lugar de borrar, ¿se puede aprender del trauma?, ¿incluso crecer?

Fotografía Pixabay License

Fotografía Pixabay License

En psicología positiva hay un concepto, no exento de controversia, que define la irremediable transformación que todos padecemos tras un suceso crítico, se trata del ‘crecimiento postraumático‘ como resultado de una profunda reestructuración individual. Sé que resulta complicado imaginar cómo un trauma emocional puede aportarnos algo positivo, no obstante ocurre con bastante frecuencia.

Tras un ‘tsunami existencial’ nunca volvemos a ser los mismos, pero la psicología nos dice que la tendencia de cambio y resurgir suele ser positiva, a pesar del sufrimiento que dejamos atrás. La lucha implica una revolución en la visión del mundo de las personas y lo que suele provocar es:

  • Una nueva escala de prioridades. La vida se revaloriza y tras el confinamiento es un elemento que todos hemos podido apreciar de cerca: volver a encontrarnos con nuestros seres queridos, un abrazo, el sol en la cara, retomar nuestra actividad social… Nuestros deseos eran simples pero esenciales (antes, rutinas sin nada de especial).
  • Quizás nuestros vínculos sociales y afectivos se han reducido en cantidad, pero los que mantenemos ahora son más fuertes. Al hacer frente a la adversidad común nos unimos más a quienes queremos y aumentamos nuestra empatía, solidaridad y compasión.
  • Se refuerza nuestra autoconfianza. El trauma nos hace conscientes de que somos más fuertes de lo que pensábamos, nos acoraza para afrontar situaciones adversas futuras.
  • Redireccionar nuestra vida personal y profesional. Quizá durante este año te has dado cuenta que la persona con la que tenías una relación no ha estado a la altura, o que tu verdadera vocación es otra, o que tu negocio necesitaba un refuerzo más digital, o de lo importante que ha sido tu personal para salir de esta.

Ha cambiado nuestra forma de vivir y nos toca sanar y poner en marcha una reestructuración de perspectivas, acompañados por estrés y emociones negativas, desagradables en este proceso, pero necesarias para que el crecimiento se produzca.

No todos llegaremos a crecer del mismo modo, se ha demostrado que todo ello depende de nuestra personalidad (optimismo, positividad, resiliencia), quienes recurran a estilos reflexivos y de expresión emocional experimentan en mayor grado los resultados positivos.

Siempre estamos a tiempo para reevaluar todo lo que nos ha ocurrido. Lo sugiero como propósito para 2021, porque nos merecemos un año mejor y esto también pasa por cuidar el diálogo con nosotros mismos.

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La muerte de Maradona: ¿Por qué se llora a un ídolo al que no conocíamos?

Emociones a flor de piel, profunda tristeza, vacío, conmoción, llanto desconsolado. La muerte de Maradona se proyecta como un auténtico drama a nivel mundial, las imágenes en televisión son desoladoras, periodistas, futbolistas, hinchas, compañeros, niños… Todos parecen haber perdido a la persona más importante de sus vidas, aunque la mayoría ni lo conociera personalmente.

Fotografía de REUTERS

Fotografía de REUTERS

Este fenómeno se conoce como el duelo por los ídolos, por los personajes que se convierten en leyenda. Según los estudios, el vínculo emocional que establecemos con ellos puede ser más fuerte que el que tenemos con gente que sí conocemos realmente, con nuestros familiares y amigos.

¿Por qué? Para los más afectados, la muerte de Maradona representa la muerte de muchas cosas, de una época, de un símbolo, de un ejemplo (a pesar de que lo fuera o no objetivamente hablando), de un sueño, de la esperanza.

Ese sentimiento tan intenso se refuerza por un duelo público y colectivo que nos retroalimenta, un dolor lleno de pequeñas historias, de instantes felices, recuerdos, todos nuestros, íntimos y muy emocionales.

En la figura de Maradona, al igual que en tantas otras, depositamos nuestros sueños, vivencias, expectativas, son parte de nuestra vida y aunque no lo conozcamos lo que sentimos es real e incluso más doloroso que cualquier pérdida, porque idealizamos tanto al personaje que le atribuimos unas cualidades de perfección incorruptible.

En nuestra memoria realizamos determinados ‘anclajes’ que conectan ciertos momentos de nuestra historia personal con un referente, cuando éste muere sentimos la debilidad y vulnerabilidad de todo ello y nos topamos con la realidad de que hasta a quién considerábamos una deidad también tiene un final, es mortal, desaparece, y entonces, parte de nuestra identidad se va con él.

El duelo en tiempos de coronavirus: El drama de no poder despedirnos

No me puedo imaginar lo duro y terrible que debe ser perder a un ser querido en estas circunstancias de aislamiento obligado total. De vernos privados del último adiós, de no poder verle o hablarle por última vez, de no haberle acompañado en su enfermedad, en sus últimos momentos… No quiero ni pensarlo.

Pero el duelo está presente, es un acto humano primitivo. Nuestro cerebro necesita de ese proceso para recolocar nuestras emociones, para asumir y reintegrarnos de ese fuerte dolor inevitable que experimentamos ante la muerte.

El coronavirus también nos ha devastado con esta consecuencia colateral, pone a prueba nuestros vínculos sociales más férreos y nuestras tradiciones más profundas, no respeta ni a los rituales ante la pérdida. Parece que un entierro o un funeral no tienen tanta importancia hasta que nos resulta imposible hacerlos.

A nivel psicológico esta obstrucción tiene un alto impacto en el proceso de aceptación ante la pérdida. Nuestra mente precisa participar de esta experiencia para fijar el punto de partida de un proceso natural de duelo.

Pasar por éste es fundamental para nuestra salud mental. No evites sentirte mal, triste, enfadado, desgarrado por dentro. Es incómodo pero no lo deseches, puedes pensar en ello, habla de ello con tus familiares y amigos, con un profesional.

No te aísles, siente tu dolor pero compártelo. Conversa con tus allegados sobre la persona que se va, recuerda tus mejores y peores momentos con él, tiempos complicados entre ambos, episodios divertidos que te hicieran reír, instantes entrañables…

Y lo más importante de todo, organizar una despedida sigue siendo posible aún con este confinamiento. No hay reglas ni una pautas concretas. Haz lo que sientas que puede tener un significado para vosotros, para el vínculo que existía entre tú y la persona que se va.

Si sabes pintar, refleja a través de este medio tu despedida particular, puedes componer una canción, escribir un poema, redactarle una carta, plantar una planta, fabricar un símbolo, un amuleto. Lo que quieras, lo que necesites.

No hay duelo que no necesite una despedida, es un momento dificilísimo para afrontarlo pero los rituales y homenajes siempre son importantes.

 

El ‘síndrome de Cotard’: cuando todo carece de significado y crees que estás muerto

Sí, suena terrorífico y lo es. El síndrome de Cotard se trata de una enfermedad mental en la que el sujeto cree estar muerto (tanto figurada como literalmente), estar sufriendo la putrefacción de los órganos o simplemente no existir.

Quería compartirlo con vosotros aquí porque precisamente la afectación cerebral se asocia a un error en la gestión de las emociones; el procesamiento de la información que proviene del exterior es correcto, son capaces de ver su propio cuerpo realmente y en un espejo sin alteración visual pero lo notan como algo extraño, como si no existieran.

Realmente, lo que falla es la respuesta emocional de la que debería acompañarse este procesamiento, ya que, para ellos todo carece de significado. El paciente padece alteración en la intensidad de sus emociones, pierde energía vital y es dominado por la negatividad. Al parecer, la raíz principal de este delirio se encuentra en el funcionamiento anómalo de la parte del encéfalo asociada al procesamiento de las emociones: el sistema límbico, en la base del cerebro, hiperactividad en la amígdala y una reducción significativa en los receptores de dopamina.

Este trastorno mental hace que quien lo padece llegue a cuestionarse su propia existencia. Los afectados pierden la capacidad racional y lógica que todos tenemos y les lleva a negar hasta las cosas más obvias, como que están vivos. Sufren una despersonalización, pueden tener alucinaciones y estados de depresión muy severos. El final de casi todos estos pacientes suele ser trágico, ya que suele ser frecuente que se automutilen, por pensar que sus miembros se están descomponiendo o incluso llegar al suicidio, ya que se creen inmortales, pueden saltar al vacío que creen que no les va a pasar nada porque ‘ya están muertos’.

Hasta ahora, este síndrome es denominado como uno de los trastornos psiquiátricos más misteriosos y peculiares que existen. Todavía hay muy pocos estudios al respecto en nuestro país y, en general, tampoco abunda la literatura científica a nivel internacional. Su presentación es infrecuente y su incidencia real no se conoce, tampoco su evolución exacta.

Lo que nos enseña esta terrible enfermedad es que el cerebro humano lleva a cabo tareas muy complejas y variadas para que podamos percibir e interpretar cómodamente la realidad. Que este proceso sea automático y la mayoría de las veces salga bien no significa que alguna de las piezas del engranaje no pueda llegar a fallar, dejándonos con unos ojos, orejas, narices y bocas que informen correctamente sobre un mundo sin significado.