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«No se van por el dinero»: el motivo por el que se abandona una empresa

Que trabajamos por un salario digno es una realidad. Nos quejamos de lo poco que cobramos, negociamos, peleamos, exigimos un aumento, pero esto no es la causa más habitual a la hora de decidir dejar o cambiar de trabajo.

Fotografía de uso libre: Pixabay License

Fotografía de uso libre: Pixabay License

Una publicación del MIT Sloan nos abre los ojos sobre lo que ya se denomina toda una revolución social: ‘The Great Resignation‘ (la gran renuncia). Y es que el año 2021 ha batido un récord histórico en cuanto al éxodo masivo en el entorno laboral estadounidense.

Más de 24 millones de empleados tomaron la decisión de dimitir en su trabajo, un número sin precedentes que ha llamado la atención de analistas y sociólogos. No todos los sectores se han visto dañados por igual, los más afectados fueron el retail (minoristas textiles), consultoría e internet, los menos tocados son el sector de las aerolíneas y las aseguradoras de salud.

Pues bien, después de todo el minucioso análisis (que animo a leer), por tipos de empleado, empresas, tecnología, salarios, cargos y otras tantas variables, el resultado es bien interesante y sorprendente:

El factor más significativamente relevante en la tasa de abandono fue el de ‘una cultura corporativa tóxica’.

Esta causa resultó 10 veces más importante que la retribución económica para predecir el índice de rotación.

Por cultura tóxica entendemos a aquellas compañías con falta de ética profesional, que no fomentan la promoción interna, que no promueven la diversidad, la equidad y la inclusión, en definitiva, los trabajadores se sienten poco valorados y respetados.

Comprobamos que la gestión emocional en el trabajo es clave para general sentimientos de pertenencia, seguridad y estabilidad.

Una asertiva y continua comunicación con los empleados, la movilidad lateral (no todos siempre quieren ascender, pero sí asumir nuevos retos o dinamizar sus tareas diarias), promover eventos sociales que unan a trabajadores de diferentes rangos en ambientes distendidos y fuera de la rutina y del estrés habitual, el teletrabajo o la flexibilidad horaria, pueden contribuir a revertir la ‘cultura tóxica’ de una empresa.

El síndrome del domingo por la tarde

Tranquilidad. No es grave y no estás solo. El fenómeno del domingo no se trata de una enfermedad ni de un trastorno, pero sí es recurrente y a la vez muy poco estudiado. Una encuesta de 2015 ya constataba que hasta el 76% de los estadounidenses padecía tristeza dominical.

Fotografía con Licencia CCO

Llega el martirio del domingo por la tarde y se acabó el disfrute del fin de semana, sin causa aparente, te empiezas a sentir emocionalmente mal, triste, angustiado, nervioso, irritable… Y esa noche además sueles dormir peor.

No es algo nuevo. Este padecimiento fue detectado por primera vez en el año 2006 por la psicóloga norteamericana Larina Kase, quien realizó varias investigaciones al respecto en el Centro de Estudio y Tratamiento de la Ansiedad de la Universidad de Pensilvania.

De repente, te invade la angustiante sensación de que ‘algo’ termina (otra semana más, un período de descanso), sin embargo lo que realmente te ocurre pueden ser dos cosas:

Simplemente estás aburrido y/o no te gusta estar solo, ya que los domingos podemos vivir la ‘resaca’ de un día anterior divertido, con amigos o familia; o que experimentas ansiedad anticipatoria de una nueva semana intensa de trabajo o estudio.

En los estudios de Kase la mayoría de personas mostraban algún grado de insatisfacción laboral. Quienes experimentan este problema tienen dificultades no resueltas en el contexto laboral. Básicamente tienes un trabajo que no te gusta, estresante, estás desmotivado o con mal ambiente laboral.

Algunas soluciones podrían ser la de organizar planes entretenidos para ese día, solo o acompañado, que te mantengan abstraído para focalizar tu atención exclusivamente en el momento presente y no en lo que te espera esa nueva semana. Puedes reservarte esa tarde para leer, ver películas, pasear, ir al cine, tareas del hogar, etc.

Vivimos en una cultura muy enfocada al trabajo, es donde pasamos la mayor parte de nuestra vida, tenemos que intentar que este sea lo más cómodo posible para nosotros, pero a veces (la mayoría) esto no es del todo posible, por tanto, tenemos que pensar que ese trabajo que ‘odiamos’ no puede convertirse en el centro de nuestra vida, que nos permite obtener los ingresos para cubrir nuestras necesidades básicas, poder viajar y disfrutar de nuestro tiempo libre.

Piensa que cuando hemos perdido cualquier trabajo nos hemos sentido peor y con bastante más ansiedad, no tener trabajo es una etapa indeseable para cualquiera, pensar en esto nos ayudará y así podremos lograr sentirnos aunque sea mínimamente agradecidos.

 

 

 

 

Tendrás una vida más corta, literalmente, con un trabajo estresante

El estrés es un sentimiento/estado de tensión física o emocional que puede provenir de cualquier situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso. Se trata de una reacción corporal a un desafío o demanda.

Fotografía de uso libre: Pixabay License

Fotografía de uso libre: Pixabay License

Pequeños episodios de estrés pueden resultar incluso positivos, ya que nos puede ayudar a evitar un peligro o a cumplir con una tarea importante en fecha, pero ya conocíamos que los efectos del estrés prolongado son nefastos para nuestra salud física y mental.

Ahora, los autores Mark Borgschulte, Marius Guenzel, Canyao Liu y Ulrike Malmendier, han publicado recientemente un estudio que relaciona los efectos de estrés con el envejecimiento y muerte prematura de las personas que ocupan puestos ejecutivos.

Analizaron las fechas de nacimiento y muerte de casi dos mil directores de grandes empresas y utilizaron herramientas de aprendizaje automático para evaluar el envejecimiento visible, usando una muestra de 3.086 fotos de los directores ejecutivos de Fortune de 2006 en el transcurso de su mandato.

Los resultados fueron sorprendentes: «Cuando los directores ejecutivos se encontraban bajo un estrés significativo, durante una recesión económica por ejemplo, redujeron su esperanza de vida en 18 meses. Por el contrario, su vida útil aumentó en dos años cuando estaban aislados de las presiones del mercado«.

Además, el análisis de las imágenes mostró que la exposición a un evento significativo, como la Gran Recesión Económica, también aumentó la edad visible de los directores ejecutivos, desmejorando su rostro de forma muy significativa, según la investigación.

«Los regímenes de liderazgo corporativo más estrictos, que generalmente se consideran deseables y que supuestamente mejoran el bienestar, realmente imponen importantes costos para la salud personal a los directores ejecutivos«, concluyeron los investigadores.

Si bien carecemos de una medida física o médica, cuantificable o irrefutable, de mayor estrés, la evidencia implica que una gobernanza severa y las recesiones económicas sí constituyen un daño personal sustancial para los directores ejecutivos en términos de salud y esperanza de vida real.

Y tú, ¿qué tipo de trabajo tienes? 🙂

 

Síndrome de boreout: otra posible consecuencia de la pandemia

Has leído bien ‘boreout‘. Todos conocíamos ya el famoso síndrome de ‘burnout’ (estar quemados en el trabajo) pero este nuevo concepto es precisamente todo lo contrario, no por ello menos frecuente y más ahora, con el teletrabajo y en tiempos de pandemia.

Fotografía CC0 Dominio publico. Pxhere

Fotografía CC0 Dominio publico. Pxhere

El síndrome de boreout se describe como una situación de permanente aburrimiento y desmotivación en el trabajo que también es capaz de desencadenar problemas de salud mental, como la ansiedad, el estrés o sintomatología depresiva.

Podemos pensar que el estrés y la ansiedad solo surgen cuando las demandas y estímulos externos son constantes y urgentes y debemos responder rápidamente a numerosas peticiones, sin embargo, la ansiedad y el estrés emergen tanto por exceso como también por defecto de actividad, la falta de demanda del exterior, la monotonía y una inacción permanente en tu puesto de trabajo también puede asumirse como un suplicio y provocar efectos similares al burnout.

En el boreout te inunda una constante sensación de infravolaración y falta de realización que puede empujarte también a abandonar tu puesto. Según un estudio de la Universidad de Lancashire (Inglaterra), las personas aburridas tienen un desempeño laboral precario y comenten muchos más errores en sus tareas diarias.

Es importante aclarar que el aburrimiento y la desidia pasajera o puntual en el trabajo es normal, incluso sano, ya que significa que simplemente puedes tener un mal día o que tienes ganas de disfrutar de tu familia o tu vida personal fuera de la jornada. De lo que hablamos es de un estado cronificado de un sentimiento de inutilidad, ansiedad, tristeza, desgana, etc que te afecta y te limita ya en todos los ámbitos de tu vida.

Te influye en tu rutina diaria, lo pagas con tu pareja y familiares, ya no tienes ganas de hacer nada tampoco fuera del trabajo, no comes ni duermes bien y adoptas una actitud pasiva en tu vida general.

En muchas ocasiones, la parte más positiva de esta monotonía laboral era la de salir de casa, arreglarte para la oficina, socializar con tus compañeros, el descanso para el café, algunas agradables charlas, reuniones y comidas. El virus también nos ha arrebatado nuestra vida social en el trabajo, aquella que nos hacía más llevadera la labor y que amenizaba nuestras jornada.

Solo cabe tener en mente que esta situación es temporal y recuperaremos nuestra bendita monotonía habitual 🙂

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