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Estos son los proyectos científicos de búsqueda de alienígenas para 2023

Como decíamos ayer, 2023 se presenta interesante desde el punto de vista de los proyectos de búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI, en inglés), algo en lo que espero equivocarme al temer que no se encontrará nada, al menos en vida de los que hoy estamos vivos. Y para quitarme la razón, he aquí unas cuantas iniciativas para este próximo año que seguiremos con atención.

Imagen de pxhere.

La NASA busca ovnis

En estos últimos años ha habido bastante animación en el mundo ovni, rebautizados desde el clásico UFO (Unidentified Flying Object) a UAP (Unidentified Aerial Phenomenon). Un rebautizo que mejor vamos a ignorar, sobre todo porque en castellano sería Fenómenos Aéreos No Identificados, o sea, FANI. Decir «he visto un FANI» suena a lo más idiota que se puede decir, además de ser el diminutivo con el que antiguamente se conocía a las mujeres llamadas Estefanía (hoy sería más bien Fanny, Fannie o incluso Stephie); así que nada, ovnis.

El caso es que el gobierno de EEUU ha vuelto a ocuparse oficialmente del tema, después de décadas haciendo como que no (una explicación más completa de todo esto aquí). Y ello ha venido acompañado de la desclasificación de informes y vídeos de avistamientos recogidos por personal militar. Los más cafeteros celebraron con gran alharaca que el informe del Pentágono solo pudiera encontrar explicación a uno de los 144 avistamientos, aunque obviamente esto está muy lejos de significar que los 143 restantes fueran conductores alienígenas desviados de la operación salida de vacaciones de su planeta. También los convencidos interpretaron con suspicacia que la desclasificación no haya sido completa, pero cualquiera que no sea visceralmente conspiranoico entiende que hay razones de defensa implicadas.

En el chup-chup de este resurgimiento del culto ovni, un paso adelante ha venido del rincón menos esperado: la NASA. Durante décadas la agencia espacial de EEUU ha preferido no pisar este barrizal, más aún ante las declaraciones algo alucinatorias de alguno de sus propios astronautas. Pero en este 2022 sorprendió al anunciar la creación de una comisión multidisciplinar que desde octubre está estudiando los avistamientos.

Sin embargo, que nadie descorche el champán; el estudio solo durará nueve meses, y únicamente va a reanalizar información desclasificada y por tanto ya disponible. Los expertos no esperan grandes revelaciones de esta comisión, pero sí un avance largamente necesitado: que por fin un grupo de científicos reputados y reconocidos construya un método sistemático de análisis riguroso de los avistamientos que pueda aplicarse a futuros estudios. Conoceremos los resultados en la primavera de 2023, o quizá en verano.

Galileo, una búsqueda de ovnis por tierra, aire y espacio

Más ambicioso es otro proyecto denominado Galileo, liderado por el astrofísico de Harvard Avi Loeb. El prestigio de Loeb como astrónomo y cosmólogo es lo suficientemente sólido como para haber resistido hasta ahora las reprobaciones que ha suscitado su otro campo de interés: él está convencido de que las naves alienígenas ya están en nuestro Sistema Solar, y de que una de ellas es el objeto interestelar ‘Oumuamua, descubierto en 2017.

Previamente al anuncio de la NASA, Loeb sometió una propuesta a la agencia para investigar los ovnis, que fue ignorada. Así que decidió montar su propio proyecto. Galileo nace con unas miras mucho más ambiciosas que el pequeño estudio de la NASA. Básicamente, lo que se propone es peinar la Tierra y el espacio cercano en busca de ovnis. Para ello utilizará telescopios dedicados y no dedicados —incluyendo el observatorio Vera C. Rubin, recién terminado de construir en Chile y que verá su primera luz próximamente—, junto con observaciones de satélite, que se procesarán por sistemas de inteligencia artificial. De este modo aplicará una sistematización científica a la recogida de datos, dado que jamás podrá convertirse en ciencia algo que se basa en avistamientos esporádicos de alguien que pasaba por allí y que no sabe muy bien lo que dice que vio.

Y si Galileo no encuentra nada, pues en fin… Por supuesto, siempre habrá quienes sigan negándose a aceptar la pertinaz falta de evidencia como evidencia, más teniendo en cuenta que el mundo ufológico es innegablemente propenso a la conspiranoia, y la conspiranoia es por definición irrefutable. Por el momento, Galileo ya ha conseguido atraer a un centenar de colaboradores, incluyendo científicos, académicos, ingenieros y tecnólogos, todos ellos deseosos de que la ciencia real se ocupe por fin del fenómeno ovni para saber de una vez por todas si debemos seguir prestándole alguna atención o si podemos enterrarlo definitivamente.

Nuevas armas para el SETI

Quienes hayan visto la película de 1997 Contact o hayan leído la novela de Carl Sagan recordarán que el personaje interpretado por Jodie Foster —y que se basa en la astrónoma Jill Tarter— descubría la señal alienígena que motivaba la trama en un observatorio de radiotelescopios de Nuevo México. Este lugar existe y se llama Karl G. Jansky Very Large Array, o VLA. Pero en la vida real el VLA jamás se ha dedicado a investigación SETI, sino solo a radioastronomía.

Imagen de la película ‘Contact’ (1997). Imagen de Warner Bros.

Hasta ahora. Recientemente el VLA ha iniciado una colaboración con el Instituto SETI de California, una de las pocas instituciones científicas cuya razón de ser es la búsqueda de posibles señales tecnológicas de origen alienígena, algo que lleva haciendo desde 1984 con fondos privados, aunque otros de sus programas de investigación sí reciben fondos públicos. La colaboración consiste en la implementación de un nuevo sistema de procesamiento de señales llamado Commensal Open Source Multimode Interferometer Cluster (COSMIC), que va a permitir hacer SETI las 24 horas del día, 7 días a la semana, sin interferir en la investigación científica del VLA.

El sistema estará operativo próximamente, y durante dos años va a dedicarse a hacer el mayor rastreo de posibles señales tecnológicas jamás emprendido en el hemisferio norte, en unos 40 millones de sistemas estelares. Y si esta búsqueda no encuentra nada… en fin, lo dicho.

En paralelo, el Instituto SETI proseguirá con sus búsquedas habituales desde el Allen Telescope Array (ATA) y en el recientemente instalado LaserSETI, que no busca señales de radio sino ópticas; rayos láser, no del tipo crucero imperial derribando un caza X-Wing, sino del tipo que alguna civilización avanzada podría utilizar para comunicarse o para propulsar naves espaciales.

A todo esto se añadirán algunos otros bocados jugosos. Por ejemplo, el nuevo telescopio espacial de la NASA/ESA/Canadá James Webb, el sucesor del Hubble que en 2022 nos ha traído imágenes alucinantes del universo, es capaz de detectar posibles firmas biológicas en la atmósfera de exoplanetas lejanos. Estos indicios siempre serán indirectos y no darán una confirmación absoluta de que pueda existir vida en un planeta, pero si se hallara algo lo suficientemente sugerente, el planeta en cuestión se convertiría en el más interesante del universo.

Esto es lo más importante que veremos en 2023 en cuanto a búsqueda científica de alienígenas. ¿Estaremos comentando aquí dentro de 365 días el éxito de alguno de estos proyectos? ¿Será 2023 por fin el año en que hagamos contacto? Hagan sus apuestas.