Por qué cuesta tanto librarse de los piojos

Son el terror de padres y madres, una pesadilla que suele motivar dos preguntas. La primera, más bien retórica: ¿Cómo es posible que hayamos llegado a la Luna y no hayamos conseguido librarnos de los piojos? Y la segunda, en busca desesperada de una respuesta práctica: ¿Cómo me libro de los piojos?

Respecto a la primera, ahí radica precisamente el éxito de los parásitos, en saber colocarse siempre un paso más allá de donde alcanza la manguera. Por supuesto que es fácil librarse de los piojos; basta con rapar el pelo al cero o, como hacía una que yo me sé, rociar la cabeza de los niños profusamente con Cucal. Pero como se trata de evitarles a los pobrecitos una imagen de posguerra y, sobre todo, de mantenerlos vivos, es aquí donde surge la dificultad de encontrar ese punto de equilibrio que aniquile al piojo sin dañar a su portador.

Un piojo humano. Imagen de Gilles San Martin / Wikipedia.

Un piojo humano. Imagen de Gilles San Martin / Wikipedia.

Nuestra arma principal contra ellos son los insecticidas, naturales o sintéticos, sobre todo piretroides como las piretrinas, la permetrina o la fenotrina. Estos son los compuestos presentes en la mayoría de las lociones, cremas y champús que podemos encontrar en las farmacias, ya que son relativamente inocuos para los humanos en comparación con otros insecticidas como el malatión, el carbaril o el lindano.

En los últimos años ha aumentado el uso de otra sustancia, la ivermectina, originalmente utilizada contra parásitos tropicales. A su eficacia contra los piojos se une la ventaja de que es segura para nosotros, por lo que puede también tomarse en pastillas.

Pero los parásitos avanzan un paso más allá: cuando surge espontáneamente una mutación que confiere resistencia a un insecticida, los piojos portadores acaban extendiéndose y colonizando su mundo piojil. En 2016, un inquietante estudio en EEUU que analizó más de 14.000 piojos recogidos por todo el país determinó que hasta el 98% de ellos llevaban mutaciones de resistencia a los piretroides.

También se han detectado resistencias al malatión, al carbaril y a la ivermectina, lo que pone en entredicho la futura utilidad de los antipiojos más comunes. Un estudio describió un caso en Australia de una madre y su hija cuyos superpiojos resistieron siete tratamientos con distintos insecticidas, incluyendo piretrinas, permetrina y malatión, y ni siquiera se marcharon aplicando un potente repelente de insectos.

Otra opción son las lociones basadas en dimeticona, una silicona que tiene múltiples usos (desde aditivo alimentario o lubricante para condones hasta la arena para moldear que utilizan los niños) y que envuelve los piojos, deshidratándolos o asfixiándolos. Pero aunque la publicidad de estos productos asegure que eliminan el 100% de los piojos y las liendres –los huevos–, en la práctica los resultados no son tan rotundos, ni siquiera en los ensayos clínicos controlados donde el uso correcto está garantizado.

Es más, los expertos suelen advertir que ninguno de los compuestos hoy disponibles mata el 100% de las liendres, y que por lo tanto al final no queda más remedio que recurrir al sistema más viejo del mundo, la liendrera o peine para quitar liendres; tan viejo que ya se utilizaba hace al menos 3.500 años. En 2016, un equipo de investigadores logró estudiar el genoma de restos de piojos hallados en una liendrera de la época romana, de hace unos 2.000 años, encontrada en una excavación arqueológica en Israel.

Arriba, una liendrera de la época romana (unos 2.000 años atrás) hallada en Israel. Abajo, restos de piojos (B, C y D) y de una liendre (E) hallados en la liendrera. Imagen de Amanzougaghene et al / PLOS One / CC.

Arriba, una liendrera de la época romana (unos 2.000 años atrás) hallada en Israel. Abajo, restos de piojos (B, C y D) y de una liendre (E) hallados en la liendrera. Imagen de Amanzougaghene et al / PLOS One / CC.

El método recomendado es impregnar el pelo seco con acondicionador para inmovilizar a los piojos, pasar primero un peine normal para desenredar y después dividir el cuero cabelludo en seis secciones, peinando con la liendrera desde la raíz a la punta y limpiándola después de cada pasada con una toallita de papel para comprobar si hay piojos. Claro que si este procedimiento se multiplica por cualquier número de niños mayor que uno, el despiojado acabará reemplazando a cualquier actividad que los padres y madres gusten de hacer en su tiempo libre.

El hecho de que nos resulte tan dificultoso eliminar las liendres es una muestra más de cómo los parásitos van un paso por delante: sin huevos no hay bichos; en esta época de estilismo y cuidado capilar, si no fuera por este firme agarre ya habrían desaparecido de la faz de nuestras cabezas.

Pero ¿cómo hacen los piojos para aferrar sus huevos al pelo con tanta fuerza que resisten la piscina, el mar, la ducha, el champú, el frotado, el secado, el peinado, el tinte, la gomina, el headbanging, el cardado o la laca, y que solo pueden desprenderse con las uñas o con una liendrera? Precisamente acabamos de conocer la respuesta. Mañana se lo cuento.

8 comentarios

  1. La gente no entiende que la vida evoluciona. Todas las formas de vida se adaptan para sobrevivir. Los piojos se adaptan como cualquier otra forma de vida que quiere seguir viviendo.

    08 febrero 2019 | 11:22

  2. Dice ser ignotis parentibus

    La vida evoluciona. Sin embargo piojosos habrá hasta que el hombre desaparezca de la faz de la tierra.

    08 febrero 2019 | 13:14

  3. Dice ser quien no es

    Buen articulo

    08 febrero 2019 | 16:06

  4. Dice ser Rompecercas

    Un bioquímico enseñando a la gente a despiojarse por el método de hace miles de años…ya que no podemos con la tecnología actual limpiarle de piojos la cabeza a un niño. La cosa no tiene desperdicio.

    08 febrero 2019 | 22:51

  5. Dice ser Portu

    So?

    09 febrero 2019 | 00:28

  6. Dice ser Portu

    No acaba de leer que la plaga esta desarrollando resistencias? Que hay de malo en volver a esas tecnicas? y que tiene que ver que sea bioquimico para poder hablar de lo que se le antoje en su blog?

    09 febrero 2019 | 01:59

  7. Dice ser Sansa

    A mi me parece una aproximacion sensata. Ardo en deseos de ver la proxima entrada.

    09 febrero 2019 | 02:01

  8. Dice ser marta

    Muy buen artículo de una problemática que no se cuenta por verguenza.
    Esos parásitos se han hecho resistentes a todo y como nadie se queja por verguenzapues los farmaceúticos y laboratorios haciendo su agosto de productos sin eficacia por 20 euros cada uno.
    Si no se hace público la realidad de que nada los mata por sus mutaciones genéticas,, cuando venga una enfermedad contagiosa va a ser una pandemia como paso con el tifus.

    21 febrero 2019 | 01:01

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