(No solo) vengo a hablar de mi libro: Galatea, Tulipanes de Marte y el 2014 que termina

Al contrario que otros blogs de esta casa, el mío no fue reclutado debido a su éxito previo en otra plataforma, sino que nació aquí, en las páginas digitales de 20 Minutos. Cuando en febrero de este año se me encargó crear una bitácora de ciencia, aún no tenía título. Entre las opciones que barajábamos, los responsables de este diario me sugirieron una: Ciencias Puras. Y esto me sirvió en bandeja la oportunidad para elegir la cabecera que realmente se ajustaba más a lo que pretendía hacer aquí: Ciencias Mixtas.

Ciencias Mixtas es una manera de manifestar que la consabida frontera entre ciencias y letras, el «yo soy de ciencias» o «yo soy de letras», la hiperespecialización educativa de los adolescentes cuando aún están demasiado ocupados descubriendo su propio equipamiento de serie, es uno de los grandes males del conocimiento actual. Los científicos y los tecnólogos son hoy quienes mantienen esta roca mojada en rotación, quienes permiten que podamos comunicarnos, curarnos, viajar, trabajar o comer. Pero quienes nos gobiernan son juristas y literati, incluso tal vez eruditos (pocos, sí), aunque sin la menor estructuración científica de la mente. El gran Carl Sagan ya hizo notar en su día esta peligrosa paradoja.

A pesar de lo que a veces me achaca un fiel comentarista de este blog, él ya sabe quién, no soy un cientificista puro, sino, como mucho, un cientificista mixto. Mi intención con este blog es llevar las bases del conocimiento científico también a aquellos que se consideran de letras, tal vez porque son víctimas de un sistema educativo que les obligó a elegir desde su más tierna juventud. Durante este primer año de Ciencias Mixtas, he tenido la satisfacción de recibir comentarios de quienes dijeron haber entendido mis artículos y los principios científicos que en ellos se planteaban sin haber recibido formación específica, lo cual es una enorme satisfacción para mí. Claro que también hubo algún «no he entendido absolutamente nada de tu artículo». Lo siento; intentaré hacerlo mejor en 2015.

Pero Ciencias Mixtas también significa otra cosa, y es buscar el lugar de encuentro entre ciencias y humanidades. El lugar donde este blog se encuentra más a gusto es la orilla en la que confluyen dos mundos, biología y literatura, o física e historia, o neurociencias y música. Pienso que hay que trabajar mucho en la disolución de esa frontera para que los seres terrestres le pierdan miedo al agua, y los acuáticos se animen a dar un paseo por tierra firme. Y aquí estamos. Por lo que creo saber, parece que de momento mis jefes no me despedirán, así que en estos tiempos navideños de recapitulación y planificación quiero agradecer a lectores y visitantes de este blog el apoyo que prestan con sus visitas y comentarios.

L342110.jpgEs en ese terreno de las Ciencias Mixtas donde quiero aprovechar este último post del año para hablar de dos libros. Y sí, uno es mío, espero que me disculpen. En realidad, antes de Tulipanes de Marte (Plaza & Janés) no había escrito ninguna novela sobre un tema científico ni tenía intención de hacerlo; tal vez porque en el recreo uno busca algo diferente a lo que ya hace en clase, pero también porque no soy estrictamente un adicto a la ciencia-ficción. Creo haber leído los principales clásicos del género, pero suelen interesarme más las utopías y distopías que la prospectiva tecnológica.

Tulipanes de Marte nació porque coincidieron en mis manos dos historias reales irresistibles, la del tipo que proponía una colonización de Marte a fondo perdido y en solitario, y la del que se ofrecía para llevarlo a cabo. Los reportajes periodísticos que escribí se me quedaron cortos: aquello merecía una novela, pero más por el factor humano que por el científico. Tulipanes contiene elementos de ciencia-ficción, pero no es una novela de género, sino una historia sobre el devenir de una serie de personajes obligados por las circunstancias a pisar el primer peldaño de la escalera hacia otro mundo. Y sobre todo ello flota la última incógnita que en el fondo nos empuja a mirar hacia las estrellas. Más allá de si somos científicos, humanistas o mixtos, a todos nos cosquillea la duda sobre si hay alguien más que nosotros en el universo. No tanto algo, sino alguien. Y de eso trata, en el fondo, Tulipanes: de si estamos solos o no en un vacío cósmico que puede ser el del espacio, pero también el de nuestra propia existencia.

Curiosamente, una novela de tema marciano inspirará uno de los grandes estrenos cinematográficos de 2015: The Martian, de Ridley Scott. Por lo que sé, The Martian y Tulipanes de Marte son bastante diferentes en sus mimbres; para empezar, la primera se desarrolla en Marte, mientras que Tulipanes tiene la Tierra como escenario principal. Y por supuesto, otra diferencia es que yo no he conseguido que Ridley Scott me lleve un libro al cine… Pero será interesante comprobar si The Martian logra estimular el interés por la exploración espacial tripulada y reavivar ese eterno cosquilleo del ser humano por llegar más allá, que hoy permanece latente en una sociedad anestesiada por otros asuntos más urgentes, pero también por una insoportable colección de naderías.

galatea_melisa_tuyaPero si lo que buscan para comprar y regalar en estas fiestas es ciencia-ficción pura y de calidad, aquí tienen Galatea (Lapsus Calami), la primera novela de Melisa Tuya. No la traigo aquí porque conozco a la autora, que la conozco. Ni porque es amiga, que lo es. Ni porque me ha recaído el honor de escribir una recomendación en la contraportada, que también. Si les hablaba de los clásicos de la ciencia-ficción, Galatea ha nacido ganándose el privilegio de figurar como uno de los catones del género, una instrucción en lo que busca el ser humano cuando se acerca a las obras que hacen el esfuerzo de reflexionar sobre lo que nos aguarda al fondo del camino por el que estamos transitando.

Galatea es una condensación de nuestras esperanzas y temores sobre el futuro a través de la narración de una aventura colonizadora que termina en desastre cuando estallan las costuras de un modelo de sociedad artificialmente perfecto. Selección genética, parejas planificadas, destinos escritos desde la cuna, un sistema de castas asistido por robots y un mundo burbuja; todo ello salta por los aires cuando se desencadena una rebelión tan inesperada como irremisible. En la inspiración de la autora encontramos referencias a GATTACA y Un mundo feliz, a Nosotros y 1984. Pero el maquillaje de ese rostro impecable queda arrasado cuando se rompe la muralla que separa a humanos y máquinas, y no lo hace solo en un sentido, sino en ambos. Porque Galatea transgrede el tópico de la humanidad de la bestia para mostrarnos la bestialidad del humano en toda su crudeza.

Es cierto que en la novela hay un Gólem, un ser subrogado a cuyas manos se despliega una escena de muerte y destrucción que personalmente me evocó el terror oscuro de la Tercera Expedición de Crónicas Marcianas. Pero el verdadero monstruo no es el robot. La protagonista principal de Galatea es una antiheroína que no persigue el bien común ni la liberación de las masas oprimidas. No es el buen salvaje de Rousseau (o de Huxley), sino el Winston de Orwell llevado al límite de su humanidad, alienado, confuso y emocionalmente perturbado, en cuyas manos llega a concentrarse un poder sobre la vida y la muerte que ejercerá sin escrúpulos capaces de coartar sus ambiciones. En este Nerón femenino de Tuya no hay pretensiones de redención moralista; Ella, cuyo nombre nunca llegamos a conocer, es una moderna Emma Bovary que se precipita hacia el callejón sin salida que ella misma ha elegido, una Scarlett O’Hara futurista que no dudará en envilecerse hasta el extremo para conservar el dominio de su Tara espacial. Créanme, la odiarán tanto como la amarán, porque también hay algo de ella en cada uno de nosotros.

Que disfruten de la lectura. Gracias y Feliz Navidad.

8 comentarios

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Espero que te lean millones de personas aunque ten en cuenta que hay más de 4000 millones de analfabetos en este planeta encharcado.

    Clica sobre mi nombre

    21 diciembre 2014 | 15:58

  2. Dice ser rompecercas

    Enhorabuena tanto por tu primer año como por tu libro.

    El método científico de gobierno conduce a algo muy malo. Más que mixturar y homogeneizar las perspectivas, a lo mejor lo que hay que hacer es potenciar y defender a muerte el pluralismo en todos los campos, y entre campos. Dentro de la ciencia misma, el pluralismo es siempre lo más necesario.

    Además de darse cuenta de las limitaciones de la ciencia, un científico debería aceptar otros puntos de vista, no sólo la visión reduccionista científica, si no, en el fondo, no es más que un bárbaro.

    Todo método de gobierno debe ser expresión del máximo pluralismo.

    22 diciembre 2014 | 00:18

  3. Javier Yanes

    Rompecercas,

    Gracias por tu felicitación. Estoy de acuerdo con tu planteamiento, el problema es que asumes que un científico va a tener un enfoque reduccionista de la política, y no así alguien con una formación en humanidades. Y esto no es cierto, un científico también es persona y, como tal, es igual de capaz de valorar todos los ángulos y de aplicar una práctica de gobierno implicada en la realidad social. Esto no depende de la calidad profesional, sino de la calidad humana, por lo que es independiente de un currículum.

    La diferencia es que un científico no tomará decisiones basándose en la posibilidad de resultados extremadamente improbables, ni aventurará valoraciones intelectualmente injustificables, ni tergiversará los resultados, ni exagerará los éxitos, ni minimizará los fracasos. O sea, decir alegremente cosas como que la crisis está superada con los datos actuales. A un científico le crecería la nariz diciendo esto, mientras que para los actuales políticos profesionales la mentira consciente y deliberada es el único lenguaje que dominan.

    Feliz Navidad.
    Javier

    22 diciembre 2014 | 08:57

  4. Dice ser Chus

    Bueno, Don Javier… Me alegro de que estés publicando este blog y créeme si te digo que seguiré atento a él en 2015. Te sigo desde el principio y aunque no siempre el tema me impulsa a comentar, siempre me ha parecido un blog muy interesante. Y entendible por la mayoría. Más allá de mis frikadas y mis lecturas a hurtadillas de temas poco extendidos, no tengo ningún tipo de formación científica y suelo entenderte, o eso creo, en casi todas las ocasiones. Felicidades también por eso.
    Ya que hoy hablas de tu libro, te confieso que lo tengo como asignatura pendiente para el próximo año. No soy de hacer propósitos de año nuevo, pero sí tengo ahí desde hace un tiempo hacerme con al menos un libro de dos o tres escritores patrios y leerlos el próximo año, y tu Tulipanes de Marte era uno de ellos. Me anoto también el de Melisa, que me has picado la curiosidad ;o). Llevo unos años leyendo menos, mucho menos, y cada vez más a menudo es algo que echo en falta.

    Animo con tu blog y de nuevo felicidades por el trabajo realizado con él. Disfruta de estos días y nos seguimos leyendo en 2015.

    Un saludo.

    22 diciembre 2014 | 10:20

  5. Javier Yanes

    Chus,

    Gracias por tu apoyo y tus amables palabras. Gracias también por tu propósito de leer mi última novela. Respecto a lo que dices de leer menos, creo que nos pasa a todos. Mira, yo suelo criticar que cada vez hay menos cultura de lectura, y que para muchos ya se restringe a la incapacidad de leer más de 140 caracteres de un tirón –esto es en parte ironía y en parte no; nunca deja de sorprenderme que cuando tuiteo mis artículos hay quienes responden a los tuits haciendo comentarios sobre el título del post, sin haberlo leído ni tener intención de hacerlo. Yo soy de los que prefieren callarse cuando no tienen nada interesante que aportar, o al menos esa es mi intención.

    Pero dejando aparte lo anterior, hay otro factor que también es cierto, y es que cada vez tenemos menos tiempo para leer. En general, la vida cada vez nos tiene más atrapados en obligaciones urgentes y nos deja menos tiempo para el ocio. De los billones de personas que viajan en el metro mirando el móvil, no todos están pajareando con el whatsapp; muchos están trabajando, y sus empresas les facilitan esos bonitos aparatos para obligarles a estar a todas horas trabajando. Es una trampa letal. En mi caso, entre trabajo y niños apenas me queda un minuto libre, y si lo tengo, ante la pregunta ¿leo o escribo?, la respuesta suele ser «escribo», así que también leo mucho menos de lo que solía.

    Feliz Navidad,
    Javier

    22 diciembre 2014 | 10:39

  6. Dice ser Rompecercas

    Pero mira, te voy a poner 2 ejemplos donde el gobierno científico es peligrosísimo.

    ¿Te acuerdas de la gripe aviar, y la enorme cantidad de vacunas que nos terminaron endosando para nada?

    ¿Conoces la cita de Huxley? «La investigación en las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar alguien que esté completamente sano», bueno pues estos días vemos como a un jóven estafador lo han querido convertir en un enfermo o en un loco, con informes médicos y todo.

    ¿Qué pasará si no se puede discutir a los científicos sociales por que ellos siempre tienen la razón y todo ser humano no sea más que unos números, una suma de patologías, y una especie de cosa a clasificar y estabular entre férreas categorías científicas.

    ¿De verdad que no te da miedo un gobierno científico? Es infinitamente más peligroso que una dictadura militar u otros totalitarismos.

    Hay que poner al hombre en otra órbita de valores, distintos, y por encima, de los científicos.

    22 diciembre 2014 | 23:57

  7. Javier Yanes

    A ver, Rompecercas, a lo de la gripe aviar te voy a responder con otro ejemplo.

    Hace muchos años, cuando yo hacía mi tesis (años 90), nos visitó un inmunólogo teórico de fama mundial. En una de sus charlas nos contó que le habían hecho una entrevista para un diario y que el periodista (obviamente no tenía formación científica) le había preguntado: ¿cuándo venceremos al sida? Y este hombre, ya mayor, le había respondido: «No sé». A lo que el periodista, enormemente sorprendido, replicó: «Pero ¿cómo? Usted, uno de los inmunólogos más prestigiosos del mundo, ¿y dice que no sabe?» Y el científico respondió más o menos esto: «Mire, pregunte usted a un político, a un vidente o a un cura. Ellos podrán responderle. Yo solo soy un científico, y la ciencia no puede responder a la pregunta que usted me hace».

    Las ciencias exactas son exactas. Las demás ciencias, sin dejar de ser ciencias, no son exactas. Todo buen científico sabe esto y no se arroga más conocimiento que el que la ciencia le ofrece. El buen científico es humilde, al contrario de lo que tú crees. Y si conoces a alguno prepotente, es que está «contaminado» por otras «inspiraciones». La ciencia no podía prever las consecuencias de la gripe aviar, que bien podían haber sido catastróficas; por lo tanto, eso de endosarnos una enorme cantidad de vacunas era exactamente lo que debía hacerse. Una epidemia tiene mucho de azar; ya que no nos gusta la incertidumbre que nos prometen los científicos, y en cambio preferimos las seguridades que nos venden los políticos (Zapatero negando la crisis o Rajoy diciendo que ya se ha acabado), prohibamos el azar. Prohibamos también la lotería, ya que las ganancias no justifican el enorme gasto y defraudan las expectativas de la inmensa mayoría. Ilegalicemos el juego, ya que solo provoca ruina y ludopatía.

    No, Rompecercas, no me da ningún miedo que gobiernen científicos. Y eso que hay otros ejemplos más poderosos que podrías utilizar en provecho de tus argumentos; por ejemplo, el michurinismo-lysenkoísmo en la antigua URSS. Pero una vez más, no fue Lysenko quien abocó a todo un sistema de producción agrícola al desastre por basarse en ideas científicas, sino que fueron los políticos estalinistas los que trataron de pervertir la ciencia en favor de su ideología. Y resultó que la ciencia en la que se basaban era errónea, pero les gustaba más el lamarckismo que el darwinismo porque era más «socialista».

    Un saludo,
    Javier Yanes

    23 diciembre 2014 | 09:25

  8. Dice ser Rompecercas

    Jolín, entonces la gestión de la gripe aviar también la podría haber hecho yo: ante la duda, lo más conservativo ante el azar, preparar vacunas para toda la población. Hombre, se supone que los técnicos tienen que afinar algo más que otro cualquiera. ¿Si no, para qué sirven? Tiramos de sentido común y vale…

    Las ciencias exactas son exactas en su plano trascendental, pero en su aplicación a la realidad ya no son exactas, sino a veces muy inexactas y gruesas.

    Podría haber usado temas peores: la eugenesia, las teorías del evolucionismo cultural, el racismo científico etc etc…

    La política nunca podrá sufrir una verdadera reducción científica por que, lo mismo que el comportamiento humano, no es algo objetivo, ni explicitable en todos sus factores. Tampoco se pueden objetivar todas las decisiones humanas, porque siempre existirá subjetividad. Podremos hacer creer que el gobierno hace lo mejor y lo más honesto, pero será mentira, porque la subjetividad y los intereses seguirán actuando: encima estaremos peor, porque no se reconocerá esta subjetividad y actuará negada por decreto.

    Lo primero sería prohibir la loteria, y después prohibir la navidad o el fútbol, o la minifalda que distrae al personal en el rendimiento laboral…jaja.. Pero el ser humano no es todo lógica y a lo mejor necesita fantasías y mentiras.

    24 diciembre 2014 | 01:04

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