Los biólogos españoles, entre los más productivos del mundo

Bucear a través de estadísticas de publicaciones científicas es una tarea ingrata y laboriosa, pero como suele decirse de todo trabajo sucio, alguien tiene que hacerlo. Y a quienes se toman esa molestia les debemos agradecer el hecho de que nos faciliten una fotografía del estado de la investigación que siempre nos revela conclusiones jugosas. Hoy ese agradecimiento va para Qinyi Xu, Andrea Boggio y Andrea Ballabeni, investigadores en sendas universidades de EE. UU. que se han dedicado a buscar, recopilar, comparar y analizar los datos de publicaciones científicas de cada país en los últimos años en el ámbito de la biomedicina.

Producción masiva de anticuerpos monoclonales en botellas de cultivo. Imagen de NCI / Linda Bartlett / Wikipedia.

Producción masiva de anticuerpos monoclonales en botellas de cultivo. Imagen de NCI / Linda Bartlett / Wikipedia.

Los tres investigadores han basado su trabajo en un rastreo de PubMed, el motor de búsqueda de la base de datos Medline de publicaciones de ciencias de la vida y biomedicina. Esta herramienta, perteneciente a la Librería Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU., es desde hace décadas la fuente más utilizada por biólogos y médicos para consultar la literatura científica. Un servidor aún recuerda los tiempos en que Medline venía en discos compactos que se guardaban como oro en paño en las bibliotecas de los centros de investigación, cuyos encargados los facilitaban a los becarios con la misma confianza con la que prestarían un incunable a Eduardo Manostijeras; pero desde 1997, la base de datos es de acceso libre y gratuito en internet. Una de esas cosas sobre las que ahora nos preguntamos cómo es posible que hayamos podido vivir sin ellas.

Dado que actualmente los estudios científicos suelen incluir autores de varias nacionalidades, Xu y sus colaboradores han empleado como referencia el país del primer firmante. En las publicaciones de ciencia, es costumbre que el primer nombre sea el de quien ha sostenido el peso principal del trabajo; normalmente, un becario pre o postdoctoral. El jefe, el director de la investigación, suele aparecer cerrando la lista. Así que es una buena aproximación referir un estudio al país del primer firmante.

Y aquí, los resultados. En cuanto a España, el resumen general es que no hay grandes sorpresas; si acaso, la posición global de nuestro país resulta ligeramente decepcionante, ya que suele manejarse el dato de que somos la décima potencia en ciencia. Sin embargo, el estudio de Xu y sus colaboradores, publicado en la revista online F1000Research, nos sitúa en el duodécimo puesto del ránking mundial en biomedicina. En la pasada década nuestro rival más directo ha sido Australia, con el que solíamos ir a la par. Por encima de nosotros se encuentran EE. UU. –cuyas cifras son espectaculares, sumando tantas publicaciones como los cinco siguientes–, China, Reino Unido, Japón, Alemania, Italia, Canadá, Francia, India y Corea, mientras que nuestros perseguidores más próximos son Holanda y Brasil.

Comparando los períodos 2003-2007 y 2008-2012, descubrimos que España descendió del noveno puesto al undécimo. Esta pérdida de dos puestos se debió a que fuimos sobrepasados por India y Corea, que junto con China duplicaron holgadamente su volumen de publicaciones. Claro que esto es una minucia en comparación con el meteórico ascenso de Irán, que creció un 220% hasta colarse en la lista de los 20 primeros haciendo sombra a Bélgica. El crecimiento de España no está nada mal: un 40%, superando a todos nuestros mayores excepto a los tres emergentes. Sin embargo, Australia crece a un ritmo mayor que nosotros, un 47%. De hecho, en los resultados preliminares de 2014, en los que España mantiene su duodécimo puesto, Australia se nos despega definitivamente ascendiendo hasta el noveno lugar, por delante de India y Corea.

España se hunde cuando se considera el número de publicaciones per cápita entre 2008 y 2012. Según este criterio, nuestro país queda fuera de la lista de los 20 primeros, si bien este criterio deja fuera a potencias densamente pobladas como Francia, Italia o Japón –y por supuesto a China e India–, aupando en su lugar a países pequeños con un alto nivel de renta –Dinamarca es el primero y Mónaco aparece en quinto lugar–. Si se elimina este último efecto reduciendo la lista solo a los 20 países con mayores PIB, la cosa cambia: en este caso, España regresa a su cómodo décimo puesto, superando nada menos que a Francia y a Japón. En este club de las 20 potencias económicas, nuestro país ocupa el noveno lugar en volumen de publicaciones con relación al PIB.

Muestras biológicas en un congelador. Imagen de Nick Smith photography / Wikipedia.

Muestras biológicas en un congelador. Imagen de Nick Smith photography / Wikipedia.

Llego ahora al dato con el que he elegido titular este artículo. Llámese productividad, dedicación o eficacia, un enfoque interesante es cómo la inversión en I+D revierte en publicaciones. Es decir, el número de estudios biomédicos publicados en relación al gasto en ciencia y tecnología. Según este criterio, España es el quinto de los 20 países más ricos, por detrás de Reino Unido, Italia, Turquía y Holanda, en el período 2008-2012.

Los autores del estudio han evaluado también lo que llaman índices de atracción (attraction scores) por temas; es decir, cuánto pesa un área de investigación determinada en el total de publicaciones de un país. Curiosamente, España aparece la segunda, por detrás de Holanda, en farmacogenómica, el campo que estudia el impacto de nuestras diferencias genéticas en la respuesta a fármacos. Nuestro país alcanza el quinto puesto en el índice de atracción de salud como área general y el cuarto en células madre embrionarias humanas, por detrás de Corea, Australia y EE. UU. Según los autores, en este último campo destacan los países en los que la legislación es más tolerante con este tipo de investigaciones, como es el caso de España.

Tal vez alguien se pregunte dónde está la influencia de los actuales recortes en I+D. La respuesta es que la influencia está en el futuro. Los proyectos de investigación se desarrollan a lo largo de varios años y la publicación de los resultados también puede demorarse, por lo que el efecto comenzará a notarse en la segunda mitad de esta década. Y lo que es peor, será muy complicado recuperar lo perdido, sobre todo en vista de la pujanza de naciones científicamente emergentes como Corea, Australia, Brasil y Turquía. Admitámoslo: España no es ni será nunca un líder científico mundial, porque a los factores coyunturales se unen otros estructurales y culturales que tienen difícil arreglo. Pero el estudio de Xu y sus colaboradores revela que los investigadores biomédicos españoles han sabido rentabilizar excepcionalmente la inversión en I+D a base de ilusión y esfuerzo, dos intangibles que se desvanecen con facilidad cuando la ciencia pierde apoyo público. O sencillamente, los científicos se llevan su ilusión y su esfuerzo a otro lugar donde sepan apreciarlos.

4 comentarios

  1. Dice ser Biologo anónimo

    Hola Javier:
    Curiosamente, según ese estudio España destaca por su productividad, por el número de artículos publicados en función del dinero invertido. Y sin embargo en el resto de estadísticas no le va tan bien. ¿Es que los científicos españoles son tan hipereficientes como parece mostrar ese estudio? ¿O hay algo que no cuadran?
    Los datos que tengo de primera mano me dicen que hay una cosa que no se ha tenido en cuenta. La figura del «investigador no remunerado». En España, muchas de las personas sobre las que recae el autentico trabajo de laboratorio, desde estudiante de doctorado a los investigadores postdoctorales, trabajan gratuitamente con la esperanza de que algún día se les pagará.
    En el caso de los estudiantes de doctorado, como es mi caso, dado cómo se hacen las convocatorias de becas, te ves obligado a aguantar a veces hasta un año hasta que la beca llega (y si llega). Y mientras tanto, trabajo gratis.
    En el caso de los postdoc, si se acaba el contrato: «Bueeeno, hemos pedido un proyecto, que se va a resolver pronto, y a lo mejor te puedo contratar…». Y más trabajo gratis.
    Te puedo asegurar sin exagerar, que en el centro en el que estoy trabajando MÁS DE LA MITAD de la gente se encuentra en esa situación. De manera que los jefes (que si que cobran) sólo tienen que preocuparse de que no se acaben los reactivos, porque siempre va a haber alguien (estudiantes de grado o máster, de doctorado, o ya doctores) que vayan tirando poco a poco del trabajo hacia delante. Si suena la flauta y llega la esperada beca o contrato, perfecto, y si no, tienen ahí a alguien sin pagarle un duro, hasta que se canse y se vaya. Hay laboratorios en los que a excepción del investigador principal no cobra nadie, y sin embargo siguen progresando y publicando gracias a esta gente.
    De esta manera la inversión se reduce muchísimo al no tener que pagar apenas personal, y la productividad apenas baja, de ahí el dato tan aparentemente esperanzador que parece contradecir a los demás.
    Es más, la situación en mi centro ha llegado hasta el extremo de que aquel trabajador no remunerado que quiera estar allí, tiene que hacerse un seguro laboral, que paga de su bolsillo (no lo va a pagar el centro, por supuesto). Y todavía hay investigadores principales a los que escuchas decir que publican poco porque somos poco productivos, o que eso es bueno porque así sólo se quedan los que realmente tienen interés, con un par…
    Además, ante la encrucijada de publicar un artículo científico (del que puede depender que te den o no el siguiente proyecto), y pagarle unos meses de trabajo a alguien (que a lo mejor lo hace gratuitamente con el estimulo adecuado), ¿qué elegirías?

    20 diciembre 2014 | 12:09

  2. Javier Yanes

    Biólogo anónimo,

    Comprendo y conozco tu situación, no olvides que también he pasado por ahí.
    Comparando vuestro caso en el año 2014 con mi época (mediados de los 90), creo que se ha producido una mejora en intenciones que no se plasma en realidades tangibles por los recortes propiciados por el actual gobierno. La mejora consiste en pretender oficialmente que todo becario no sea tal sino contratado, con su cotización, su seguridad social y su protección por desempleo.
    Pero pese a esta mejora de intenciones (que ya digo, de poco sirve si no se respeta un obligado crecimiento presupuestario no sujeto a ciclos), algo que nunca desaparecerá es la figura del precario. Yo también lo fui: dos años trabajando gratis durante la carrera, y el último con una beca del CSIC de 40.000 pesetazas al mes (menos de 300 euros) antes de conseguir mi beca predoctoral de la Comunidad de Madrid, que por entonces era de 90.000 pesetas (500 y pico euros) e incluía un seguro médico privado.
    El hecho de que en España se disponga alegremente de precarios sin remuneración es uno de esos factores culturales que menciono en el artículo y que es muy difícil modificar. Es un caso como el de la corrupción: en este país muchos políticos se han corrompido por el ejemplo de ver lo que hacían otros a su alrededor sin que ocurriera nada. En el caso de los investigadores, solo quienes tengan fuertes convicciones éticas serán capaces de renunciar al caramelito que supone disponer de manos que hagan sus experimentos sin tener que preocuparse de cubrirles su manutención. En fin, esto es España, y siempre lo será.

    Suerte y un saludo,
    Javier

    20 diciembre 2014 | 13:46

  3. Dice ser Asman Belkasmi

    Hola Javier.
    No se como has llegado a un punto en que de pequeño no sabias como llegarías a ser un biólogo,no sabias la dificultad ni las capacidades en llegar a un punto, que te reconozcan todo el mundo.Pues ese niño de tu propia infancia soy yo, en que quiero ser un gran biólogo,que me conozca el mundo,que diga mi propia mente que has nacido no para enseñar,ni para mostrar que es lo que nos rodea, sino vivirla, sentirla, llegar a un punto que le diras que mi pasado no lo he controlado,pero mi futuro lo podré retocar por mi solo,porque a su vez nuestro futuro depende de nuestro pasado, ¿ tu crees que la vida es injusta? Yo creo que no la vida nos da momentos maravillosos y momentos oscuros,quiero ser un biólogo porque me encanta la vida en sí y sobre todo la NATURALEZA, ella si que es justa nos da mil maravillas,pero ni siquieras hemos conocido su interior,intentado el ser humano controlarla y ni siquiera a llegado a su suela.
    Solamente tengo 16 años y estoy sufriendo como será mi futuro.
    Gracias por tu atención

    20 diciembre 2014 | 17:34

  4. Javier Yanes

    Asman,

    Entiendo tu inquietud, a tu edad todo son incógnitas, aunque no creas que estas desaparecen después. Suelo decir que ojalá hubiéramos sabido a los 16 lo que sabemos ahora, pero no creo que tengamos más respuestas, sino que tenemos más preguntas. No te voy a decir que con voluntad cualquier cosa es posible (lo siento, no es cierto que el mundo se pliegue a tus deseos si los deseas con la suficiente fuerza, aunque algunos te cuenten que es así). Pero lo que sí puedo decirte es que sin voluntad es imposible. Así que ánimo con tus ilusiones. Siempre vivimos de esperanzas.

    Un saludo,
    Javier Yanes

    20 diciembre 2014 | 19:25

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