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Entradas etiquetadas como ‘salud mental’

¿Sólo otro día de hospital?

Por Stella Evangelidou (República Democrática del Congo, Médicos Sin Fronteras)

Aquel día no entré en la sala de consulta psicológica del hospital como suelo hacer. Dejé que mi colega Théo pasara consulta en mi lugar, mientras yo me sentaba fuera con las mujeres que esperaban pacientemente para verle.

Me senté en la fila con ellas, observándolas, intentando sentir con ellas, ponerme en su lugar… violada, echada de casa por un marido cruel, embarazada de un niño que no quiero tener… Intenté hablar con ellas en su dialecto local, el Masi, y a cambio obtuve amables sonrisas y miradas brillantes…

Y esto en un contexto en el que el sexo es cualquier cosa menos placer: es mera reproducción, es arma de intimidación, es arma de guerra o incluso es venganza de portadores del VIH que intencionadamente quieren contagiar a otros.

Las sonrisas son poderosas ya que animan el alma y el cuerpo. He meditado sobre las dificultades que en Occidente experimentamos a la hora de sonreír y reírnos a carcajadas. Aquí en Congo, se diría que la gente busca cualquier chispa para encender la llama de la risa.

No obstante, estas sonrisas no consiguen tapar el sufrimiento y el trauma psicológico… aunque los hace más soportables. Una sonrisa en la mirada, una fusión de optimismos a la hora de vivir y de ser a pesar de los desafíos de esta vida: conflicto armado, violencia, violencia sexual…

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Foto: Sonrisas en Haut Plateaux, República Democrática del Congo (© Stella Evangelidou)

Por un poco de combustible (II parte)

Por Stella Evangelidou (República Democrática del Congo, Médicos Sin Fronteras)

Todas las reacciones psicológicas son respuestas normales a una experiencia traumática. Las principales categorías de los síntomas de salud mental que nos encontramos entre las víctimas del accidente del que os hablé en mi anterior post fueron los siguientes:

Síntomas disociativos

K. era un paciente sin problemas físicos. En la semana que siguió al suceso, no pronunció palabra. En el momento del accidente, estaba en el cine del pueblo, una choza de paja situada al borde de la carretera. Estaba viendo el Mundial de Fútbol con sus amigos, el partido entre Brasil y Uruguay. Corrió para escapar de las llamas. Sobrevivió. Sus amigos quedaron atrapados en el fuego y murieron delante de sus ojos.

Revivir el suceso

A. era la mujer de uno de los pacientes hospitalizados. Se quedaba en el hospital para cuidarle. Ella revivía el accidente y sufría desórdenes del sueño por culpa de las pesadillas. El camión, la multitud gritando mientras corre para escapar de las llamas, el fuerte olor de la gasolina…

Comportamiento de evitación

D. era una de nuestras pacientes pediátricas. La casa de su familia se quemó en el accidente. Se negaba a aceptarlo. A pesar de que su padre se lo había explicado, esperaba regresar a su casa cuando la diéramos de alta. Al darle unos lápices de colores y papel para que dibujara a su familia, ella dibujaba una bonita casa multicolor con un jardín lleno de animales y flores. «Quiero irme a casa», me decía en swahili.

Síntomas de alerta

U. era enfermero. El olor que emana de la incineradora de basura que tenemos en el hospital le recordaba al accidente. Aquel día, estaba solo en la sala de urgencias del hospital del pueblo cuando llegaron 70 personas con graves quemaduras. Sus compañeros llegaron dos horas después… Aquel día, trabajaron toda la noche.

Reacciones de ansiedad

K. era un paciente muy agresivo con el personal de enfermería. Sufría fuerte dolores debido a las quemaduras. Al principio, a pesar de las objeciones de MSF, vino mucha gente a la sala de tratamiento para fotografiar y filmar a los pacientes quemados. Estas visitas fueron muy estresantes para pacientes como K., que pensaban que aquellas personas estaban recabando información para acusarles de robar la gasolina durante el accidente.

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Foto superior: Una pequeña paciente con quemaduras a consecuencia del accidente. Sange, RDC (© Stella Evangelidou).

Foto inferior: «Dibujo de mi pueblo, Sange». Paciente de 8 años ingresado tras el accidente (© Stella Evangelidou).

Por un poco de combustible (I parte)

Por Stella Evangelidou (República Democrática del Congo, Médicos Sin Fronteras)

Hace unos meses un simple accidente de camión provocó cerca de 250 muertos y unos 50 heridos graves en el pueblo de Sange.

El camión maniobraba por un lateral de la carretera cuando se estrelló. Transportaba gasóleo. Los vecinos de la zona se acercaron para recoger el combustible que se salía del tanque, ¡regalo de Dios! Dos horas después se produjo una explosión, y la gente que se había reunido allí quedó atrapada por el fuego. Muchos murieron en el acto, otros resultaron heridos.

MSF intervino de inmediato para atender las necesidades médicas y psicológicas de los pacientes hospitalizados. Les atendimos en los hospitales de Sange y Panzi. El programa de salud mental que puse en marcha acompañaba a la atención médica, para así responder a las reacciones psicológicas que los pacientes pudieran experimentar en los dos meses siguientes al accidente.

En este primer periodo, los principales objetivos eran reducir el estado de estrés durante la fase aguda, y prevenir problemas post-traumáticos a largo plazo entre las víctimas directas e indirectas del incendio.

Nuestras actividades psicológicas estaban dirigidas a atender las necesidades de los pacientes hospitalizados, pero también de sus familiares y cuidadores, y del equipo médico que trabajó largas horas para brindarles una atención de calidad.

Cuando entré en la habitación en la que esperaban los familiares de los heridos, una niña pequeña, G., se me acercó. Me enseñó una foto: era de su padre, hospitalizado en la sala de tratamiento. Tenía todo el cuerpo quemado y el rostro desfigurado. Murió unos días después. La foto y el sufrimiento del duelo…

La pequeña D., de 8 años, cogió los lápices de colores y comenzó a escribir una carta multicolor. Sufrió quemaduras en el accidente, y su madre también. Es la única paciente pediátrica en la sala de tratamiento. «Vivo en mi pequeño mundo… pero está bien.  Aquí me conocen «. «De mayor, quiero ser médico», escribe.

Abro el cuaderno azul en el que registramos a todos los pacientes que pasan consulta psicológica. Las páginas me recuerdan el olor a carne quemada. Cierro el cuaderno. Cierro los ojos y respiro profundamente. Fue la pobreza lo que provocó esta gran tragedia. ¿Por qué siempre las mayores catástrofes golpean a las personas más vulnerables?

 (Continuará)

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Fotos: El camión accidentado en Sange y pacientes atendidos por MSF (© Stella Evangelidou).

Heridas de guerra que no se curan con vendas

Por Stella Evangelidou (República Democrática del Congo, Médicos Sin Fronteras)

En la República Democrática del Congo, una catástrofe provoca la siguiente: las malas condiciones de salubridad llevan al cólera, las infraestructuras deficientes llevan a accidentes, y el conflicto lleva al desplazamiento de poblaciones civiles…

El país está en un constante estado de alerta, pero parece que la gente está acostumbrada a esta concatenación de desgracias…

Mi trabajo aquí consiste en establecer, junto con el personal congoleño, un sistema eficaz de atención en salud mental y psicosocial para aquellas personas que sobreviven a la violencia sexual. Esta es una guerra invisible… No hay tasas de mortalidad, sólo historias que reflejan el horror de un conflicto.

Las mujeres tienen el coraje de narrar las violaciones que han sufrido, vivencias que aturden cuando las escuchas…

N. fue raptada por militares. Tras dos meses de esclavitud sexual en su campamento, se quedó embarazada y, más tarde, consiguió escapar. Volvió a su casa embarazada de un bebé que no quería tener, pero el aborto es ilegal en este país.

C. fue violada cuando volvía del mercado. Cuando su marido se enteró, la echó de casa como si la culpa fuera suya.

 P. vio cómo los militares mataban a su marido a tiros. Después, irrumpieron en su casa y violaron delante de sus hijos.

Estas son heridas de guerra que no pueden curarse con vendas y medicinas.

La “epidemia de violaciones” en la RDC está considerada como la peor del mundo. Se describe habitualmente a la violencia sexual como un arma con la que se intimida a la población civil. Aquí en Kalonge hay dos escenarios principales para este drama: el primero, cuando las mujeres recogen leña o labran campos que están lejos de sus pueblos y cerca de los bosques donde los militares tienen sus campamentos, y el segundo, cuando se producen ataques armados durante la noche contra las aldeas.

Debido a la discriminación y el estigma en el seno de las familias y de las comunidades, las mujeres tienden a hablar de las violaciones demasiado tarde, cuando los síntomas mentales y físicos son graves.

Por eso, sensibilizar a las comunidades rurales sobre la violencia sexual es de gran importancia, y por esta razón hemos formado a personas de estas comunidades para que trabajen como promotores y educadores sanitarios.

A lo largo de todo el día sigo dando vueltas a las historias que estas mujeres me han contado. Ni siquiera consigo concentrarme en el libro que hace dos semanas no podía dejar de leer. Me acuesto cansada. ¿A cuántas mujeres violarán esta noche?

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Foto 1: La pequeña Pierrete fue violada por los hombres armados que la retuvieron durante dos meses. Este de RDC. (© Julie Rémy)

Foto 2: Mujeres en Kalonge, RDC. (© Stella Evangelidou).

Foto 3: Formación e atención psicosocial para el personal congoleño de MSF, en Kalonge, RDC (© Stella Evangelidou)

Un día cualquiera en Chifunzi

Por Stella Evangelidou (República Democrática del Congo, Médicos Sin Fronteras)

El trabajo comienza a las 7:30 con una reunión donde nos ponemos al día de las actividades del proyecto y de la situación general de la región. Al final de la reunión, nos montamos en el coche de MSF rumbo al hospital. Entre las 13:30 hasta las 14:30 volvemos a la base para comer. Después, o bien volvemos al hospital para continuar, o nos quedamos en la oficina de la base para completar informes y diseñar los planes de acción. Oficialmente, el trabajo se termina a las 17:30.

Un día típico de trabajo en una misión de MSF es, en general, “atípico”… Debido a las necesidades de los pacientes en el hospital, algunos días nos saltamos la hora de comer y trabajamos hasta pasadas las 17:30. Las necesidades de los pacientes siempre encabezan la lista diaria de prioridades.

Por razones de seguridad, tenemos que volver a la base antes de las 18:00, llevar puesta nuestra identificación de MSF y tener siempre las radios encendidas.

La base de MSF está situada al final de la aldea de Chifunzi, a un kilómetro del hospital central. Es una zona cercada con bambú donde se encuentran la casa MSF para los siete expatriados que estamos aquí, y la oficina. No hay ni agua corriente ni red eléctrica, pero gracias al equipo logístico contamos con un generador, un sistema de energía solar y letrinas. Y os diré que no hay nada más relajante al final del día que una ducha con un cubo de agua…

A menudo he ido a trabajar andando junto con mi colega Théophile, un psicólogo congoleño. Es un camino embarrado que lleva al hospital atravesando el centro del pueblo. Solemos llamar la atención de los vecinos. “Mzungu1, dame galletas”. Eran niños en edad escolar jugando con los ladrillos de barro con los que se está construyendo la nueva escuela.

Uno de esos días, nos detuvimos a comprar una botella pequeña de agua, que nos costó 800 francos congoleños, unos 70 céntimos de euro, casi más caro que en mi país, Grecia. Los soldados del gobierno andaban cerca de la aldea. Su presencia me recordó que estábamos en una zona donde la seguridad no puede darse por sentada.

Le pedí a Théophile que me comprara un paquete de cigarrillos por el camino. Si lo hiciera yo misma, no tardaría en haber habladurías en el pueblo. Es muy raro ver mujeres fumando en Congo, excepto las expatriadas que no pueden superar su adicción

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(1) Mzungu: «hombre blanco» 

Foto superior: Vista de Kalonge (© Stella Evangelidou)

Foto inferior: Mercado de Kalonge en un día de lluvia, visto desde el interior de un coche de MSF (© Stella Evangelidou)

Una psicóloga en el bosque congoleño

Por Stella Evangelidou (República Democrática del Congo, Médicos Sin Fronteras)

¿Quién dijo que los psicólogos sólo trabajan en clínicas psiquiátricas, hospitales, universidades o en sus despachos esperando a pacientes a los que cobrar bien caro…? MSF ha integrado el apoyo psicosocial y los cuidados de salud mental en su programa médico como componentes inseparables de una atención de calidad.

Me presento: soy psicóloga de apoyo técnico en Kivu Sur, en el este de la República Democrática del Congo (RDC). Empecé esta misión, inicialmente de tres meses, con la idea de reforzar la parte psicológica del programa de violencia sexual desarrollado en Kalonge. Sin embargo, este periodo de tiempo se amplió, ya que son muchas las necesidades en cuanto a salud mental de los pacientes de los proyectos médicos que MSF ha emprendido en toda la provincia. Por ejemplo, tuvimos que responder a las traumáticas consecuencias de un desgraciado accidente en Sange, del que os hablaré en próximos posts.

La psicología es una disciplina terapéutica preventiva y curativa, que siempre va “aderezada” con las creencias culturales. En el marco de la labor humanitaria, la psicología tiene un enfoque psicosocial. De esta manera, hablamos más de “seres sociales” y no tanto de “individuos”. El contexto social está fuertemente relacionado con el bienestar psicológico. La familia ampliada y la comunidad son factores sociales que dan forma a la configuración psicológica de una persona.

En RDC, la mayoría de los psicólogos asocian la disciplina de la psicología con las creencias religiosas y la ayuda socio-económica. Es un proceso más externo que interno: la ayuda se encuentra fuera de uno mismo: son el “Dios proveerá” y el “alguna organización humanitaria nos dará algo de comida para hoy”.

Como psicóloga expatriada que trabaja en Congo, el mayor desafío al que me he enfrentado ha sido el colaborar con los psicólogos congoleños, animarles a trabajar en la línea de inculcar la resiliencia en los pacientes. ¿Cuáles son los factores mentales, sociales, morales y espirituales que pueden ayudarles a hacer frente a una experiencia traumática? ¿Cómo podemos ayudar a los pacientes a ayudarse a sí mismos?

En definitiva, es el pasar a “Dios nos ayudará si personalmente nos esforzamos por superar las dificultades” o al “una organización humanitaria nos dará algo de comida para hoy, ¿pero qué pasará mañana?

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Foto superior: Las colinas de Kalonge, RDC (© Stella Evangelidou)

Foto inferior: Sesión de formación en salud mental del personal congoleño, en Haut-Plateaux (© Stella Evangelidou)