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Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Archivo de abril, 2021

«Lo que está sucediendo en la India es lo más parecido a una pesadilla»

Jaume Sanllorente, fundador y director de la ONG Sonrisas de Bombay

Lo que está sucediendo en la India estas últimas semanas es lo más parecido a una pesadilla. He sido testigo de muchas situaciones duras en los diecisiete años que llevo viviendo en Bombay, pero nunca nada igual. Parecía que ya habíamos pasado por lo más dramático durante la primera ola de coronavirus y el posterior confinamiento, pero esto es todavía peor.

Personas implorando atención médica a las puertas de los hospitales, sin poder respirar apenas y pidiendo un oxígeno que ya no queda en todo el país. Hospitales desbordados, sin camas, y familiares incinerando los restos de sus seres queridos en piras funerarias improvisadas en parques, en campos de críquet o en solares en la calle. Ese es el panorama de Bombay y del resto de un país que ve con impotencia cómo las cifras no paran de crecer día a día. Más de 300.000 contagiados y 3.000 fallecidos, en el momento de escribir este artículo.

Un sistema sanitario completamente colapsado y sin recursos, en un país donde cada paciente, en los hospitales públicos, tiene que adquirir y costear por su cuenta el material sanitario que necesite. En estos días, las botellas de oxígeno se han agotado en todo el país, por eso la gente simplemente se muere antes de llegar siquiera al hospital.

Esta situación dantesca, incluso para un país que está acostumbrado a convivir con la tragedia, tiene varias posibles explicaciones. Por un lado, la menor incidencia de la primera ola en este país respecto a otros y un confinamiento estricto generaron una sensación popular de falso triunfalismo. Bien es cierto que en muchos casos era imposible mantener ese confinamiento. Porque cómo hacerlo cuando un 70% de la población en una ciudad como Bombay vive en la pobreza extrema, sin casa o hacinada bajo una lona.

A esto hay que sumarle que si un país con 1.300 millones de habitantes, donde las medidas de distancia social se han ido relajando por esa falsa sensación de haber superado la pandemia, de repente irrumpe una nueva variante del virus, tenemos un caldo de cultivo perfecto para una crisis descontrolada.

Pero además, la India es uno de los principales fabricantes de medicamentos y vacunas del mundo, y en los últimos meses ha exportado millones de dosis a terceros países. Bien por falta de previsión o bien por un exceso de interés comercial, ahora el país se ve obligado a importar oxígeno y vacunas para contener el brote, con lo cual la producción de dosis se verá afectada a nivel internacional.

Esta situación sin duda debe hacernos reflexionar sobre muchas cosas. Vivimos en un mundo donde lo que sucede en un lugar tiene consecuencias en el resto, y este es un ejemplo claro precisamente por lo que acabo de mencionar. No podemos ser ajenos al dolor humano, y al mismo tiempo estamos tan interconectados que las consecuencias de una crisis como esta es muy fácil que se expandan.

Asimismo, esta crisis no terminará cuando se pueda controlar desde el punto de vista sanitario, que es prioritario en estos momentos. Es muy probable que volvamos a situaciones de confinamiento general en la India, y por tanto millones de personas sin recursos tendrán que hacer frente al hambre y la necesidad, como vivimos hace un año.

Las organizaciones que trabajamos en el terreno vamos a necesitar toda la ayuda posible para hacer frente a esa situación, a corto y a medio plazo. Primero para contener esta ola fuera de control, y después para las devastadoras consecuencias que muy probablemente tendrá.