Por Athanas Makundi desde Hudur, UNICEF Somalia.
Las vacunas evitan entre 2 y 3 millones de muertes de niños cada año por enfermedades como difteria, tétanos, tos ferina y sarampión. Somalia es un claro ejemplo de cómo una vacuna puede salvar o cambiar una vida.
Habiba Mohamed Ahmed ha caminado más de 7 kilómetros para llegar a la clínica de salud materno-infantil en Hudur, la capital de la región de Bakool, al suroeste de Somalia. Mientras caminaba trataba de proteger del calor abrasador a su bebé enfermo. Aun así, Suleeqa Mohamed, de 7 meses, llega deshidratada y muy débil al centro.
Está muy pálida, respira con mucha dificultad, y tiene una erupción irregular en la cara. «Mi niña está enferma. No sé qué le pasa», Habiba explica apenas sin voz tras el agotamiento de la caminata desde su pueblo. «Durante diez días, ha tenido fiebre muy alta, ha estada enferma con diarrea, luego le aparecieron manchas en la carita y se le extendieron por todas partes.»
Tras un rápido examen, el doctor de la clínica, Abdullahi Abdul, enseguida sospecha que Suleeqa tiene el sarampión, la misma enfermedad que ha afectado a unos 7.000 niños somalíes este año.
La ciudad de Hudur fue controlada por grupos armados durante un año, hasta el pasado mes de marzo, y la clínica se cerró. Muchas familias quedaron aisladas y sin ayuda. Con las carreteras para llegar a muchos pueblos aún bloqueadas, algunos aviones de agencias internacionales como UNICEF son los únicos que han podido entregar suministros esenciales a las áreas más necesitadas.
«Ahora que por fin tenemos las vacunas, vamos a empezar una campaña yendo puerta en puerta para que todas las familias sepan que deben llevar a sus hijos al centro de salud para ser vacunados», explica Abdul. «También vamos a pedir a las madres que lleven a los niños para poder detectar si sufren desnutrición, ya que afortunadamente también nos ha llegado la pasta de cacahuete».
Mientras descargamos los suministros de emergencia nos volvemos a encontrar con Habiba y su bebé.
«Por suerte, su sistema inmunológico ha estado luchando contra la infección», señala Abdul. «Es por eso que ha sobrevivido. De lo contrario, en los casos graves de sarampión, el niño puede morir o se pueden quedar sordos o ciegos«.
Es lo que le pasó a Aden Mohamed con su hijo mediano. Hoy ha traído a su bebé de 9 meses, Hamza Hussein, para que le vacunen contra el sarampión. Será el primero de la familia que reciba una vacuna.
«Teníamos miedo a salir de casa a causa de los combates armados. Sabía que mis hijos estaban enfermos pero estaba aterrorizada«, susurra Aden bajito mientras mira a su alrededor para ver si alguien nos está escuchando. «Cuatro de mis hijos contrajeron el sarampión porque no había servicios de salud cerca, por lo que no pudieron ser inmunizados.»
«El sarampión es una de las principales enfermedades mortales para los niños, especialmente aquellos que son menores de cinco años«, explica Abdinor Hussein, jefe de Salud de UNICEF en Somalia.
La situación de seguridad está mejorando, y esperamos que esto allanará el camino para poder hacer llegar más asistencia. Vemos progresos. Los niños están siendo tratados y las madres reciben atención, pero las necesidades aún son muchas.
Con medidas tan sencillas como una nutrición adecuada y vacunas podemos lograr que ningún niño muera por causas evitables
* FOTOS: UNICEF Somalia/2014/Makundi