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Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

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Por la solidaridad, siempre

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Hace dos años me embarqué en esta empresa con un propósito: intentar demostrar que la solidaridad de muchos, aunque expresada en pequeño, puede cambiar positivamente la vida de muchísima gente. Corría marzo de 2010 y Ayuda en Acción entraba al Blog Solidario de 20minutos.es.

Fue así, y en un intento por mostrar los resultados del trabajo que Ayuda en Acción hace en Bolivia, que llegué a este espacio al que quiero profundamente. Fue mi primera experiencia de publicación en la red  y me dejó muchas sorpresas agradables. Dos años después, y ante la falta de tiempo para cumplir con los requerimientos de un espacio como este, dejo el Blog Solidario.

Y quiero hacerlo reconociendo, como siempre, el valor de la solidaridad y del empeño de nuestra propia gente por hacer uso de ella para mejorar la vida de la colectividad. Hay quienes piensan que con un poquito de ayuda no se puede hacer nada: Ayuda en Acción viene juntando esos muchos poquitos (que agradecemos profundamente)  desde hace años y está consiguiendo  cambiar la vida de millones de personas en el mundo.

Pero de quienes quiero hablar aquí hoy, como despedida y  por hacer merecido homenaje a sus esfuerzos en un día especial como el 8 de marzo, es de las mujeres.

Creo haber dicho otras veces aquí que soy de raíces cubanas. Más que de raíces, nací en Cuba y me crié allí, pero los azares de la vida me trajeron a esta tierra que quiero tanto y es mía también. Cuando llegué a Bolivia vine con la ilusión de poder conocer a la gente, sus tradiciones, su modo de ver la vida y descubrir sus ilusiones y esperanzas; y si podía, ayudarles a encontrarlas. Y en ese camino, las mujeres bolivianas me llevaron de la mano.

Corría el año 2003 cuando conocí a Geydi, una chica de 14 años de una intrincada comunidad en el norte paceño. Con esa edad, siendo aún adolescente, dirigía la Central  Agrariade Mujeres Campesinas de su municipio y lideraba un grupo de jóvenes que promovían el cumplimiento de sus propios derechos. Ella y su grupo consiguieron, por esfuerzo propio, que los gobiernos locales instalaran Defensorías de la Niñez en los municipios de la zona. “Cuando sientes que gente que no te conoce  comparte tu problema y te apoya desde lejos, no hay ninguna razón para que tú no lo hagas con los que tienes a tu alrededor”, me dijo entonces. Ella y otros 100 adolescentes impulsaron el proyecto de alfabetización que llevó a su municipio a declararse unos años después “Libre de Analfabetismo”.

 

Matrimonio Montaño

 

A finales de 2004 tuve la suerte de conocer a la Sra. Montaño, quien con más de 60 años de vida y  5 hijas, y dada su tradición cafetalera, decidió asociarse con otras 24 mujeres de Coroico y emprender un esfuerzo colectivo de producción orgánica y exportación vía comercio justo. ¿Qué si le fue difícil? Claro que sí! Pero no dudó en correr el riesgo, embarcar a su marido en la empresa y exigir a sus hijas que se superaran para ser el futuro dela empresa.  Irma, la mayor de las hijas del matrimonio Montaño, terminóla Universidad Campesinay se formó como Perito Cafetalero, siendo jurado en competencias internacionales. “Café con aroma de Coroico” –como se llama su asociación- ha obtenido diversos premios en competencias internacionales donde se evalúa la calidad del café.

 

Remy

 

Allí conocí también a Remy, una joven de veintitantos años, voluntaria del proyecto de Ayuda en Acción que, con su hijita mayor de la mano (no tendría más de 5 años) y embarazada, recorría las comunidades cercanas a la suya para orientar a las mujeres sobre el embarazo y el parto. A ello dedicaba el 70% de su tiempo libre. “Antes no había buena orientación ni atención en las comunidades. Muchas personas tenían muchos hijos y luego no tenían recursos para criarlos; no traían a sus hijos al hospital  porque tenían que pagar. Ahora les explicamos que hay seguro gratuito para las madres y los niños; y nosotros mismos tenemos medicamentos y conocimientos para atender casos simples, gracias a las capacitaciones. Cuando las nacen las “wawas” (niños) les explicamos que deben traerlos al hospital a vacunarse y les hablamos sobre la importancia de la lactancia materna y la alimentación del bebé”.

 

 

Teresa Ramírez

 

En Viacha conocí a Doña Teresa Ramírez, quien empezó a producir leche con dos vaquitas. Luego supo del proyecto que Ayuda en Acción estaba apoyando, donde se capacitó en técnicas de manejo y alimentación del ganado. Así aprendió a conservar mejor el forraje para todo el año y aumentó su producción. En un concurso para promover el  aprendizajese ganó elderecho a la construcción de un establo pequeño, que luego ella misma  hizo ampliar, con lo ganado de su venta. Hoy tiene un hato de 18 cabezas, produce queso pasteurizado y tiene un ingreso aproximado de 405 euros/mes. De sus 9 hijos, 7 estudian en la ciudad, 2 de ellos para ser maestros.

 

 

 

 

 

Mujeres Yamparas

 

Y en Molle Punku, en Chuquisaca,  conocí a un grupo de mujeres yamparas que me mostraron la represa que ellas mismas, junto a los hombres de su comunidad, habían construido con sus manos; la que les garantizaba la cosecha de todo el año. Con la mirada orgullosa señalaban el camino que, a pico y pala,  habían abierto para llevar los materiales de construcción hasta el sitio dondese construiría eldique; el camino del futuro garantizado.

No olvidaré nunca esa imagen y con ella grabada en la retina sigo caminando de la mano de mujeres heroicas anónimas, que siguen apostando por crecer aún en las peores condiciones, de la mano dela solidaridad. Atodas ellas, mi homenaje este 8 de marzo porque me enseñaron que por la solidaridad, siempre se puede.

 

P.D: Aprovecho para agradecer a 20minutos.es este espacio creado para que la gente ligada al mundo de la cooperación muestre lo que se está haciendo desde esta trinchera para construir un mundo mejor para todos. Y a los lectores, que siempre, desde la crítica y/o  la coincidencia, me animaron a seguir escribiendo.

Llevando vida buena y digna a los ayoreos de Bolivia

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

 

Hasta hace unos 70 años, los ayoreos poblaban un territorio de 300.000  Km cuadrados en el Chaco de Paraguay y Bolivia. Fueron siempre un pueblo nómada de cazadores y recolectores -aunque también practican la agricultura y la pesca- que habitó antaño una extensa región de bosque bajo. En ese espacio conseguían todo lo que necesitaban para vivir y reproducirse. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, han sido expulsados de la selva por la explotación indiscriminada de la madera y los suelos.

Niño cazando almuerzo. Foto: Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

En Bolivia, actualmente sólo se reportan alrededor de 1.700 personas de este pueblo y, aún así, algunos de ellos todavía evitan cualquier contacto con foráneos.  Han visto como los terratenientes y latifundistas invadían sus territorios y destruían sus bosques, única fuente de subsistencia para ellos.  La deforestación avanza a pasos acelerados; no importa que la  Constitución Política aprobada hace muy poco tiempo en Bolivia les reconozca la titularidad colectiva de las tierras,  aún en la práctica esos bosques se siguen depredando.

Niños en la escuela. Foto de  Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

Y migrando de un lado a otro, los ayoreos fueron moviéndose  a lugares con condiciones para subsistir, abandonando sus regiones de origen y acercándose a zonas más pobladas y con ello, a la llamada  “civilización”. A escasos kilómetros de San José de Chiquitos, ciudad intermedia de la Chiquitanía boliviana, los ayoreos se instalaron en  Nueva Jerusalén y
conformaron  una comunidad de 25 habitantes. Hasta hace unos 10 años vivían como el resto de los componentes de la etnia, sin ropas y con las casas sin paredes que hoy conservan. Pero no faltó el que, en nombre de la cooperación o del Estado, vino y construyó una escuela con paredes y pizarras y les entregó material educativo sólo en castellano; y una casa cultural de ladrillo a la que nunca han entrado los miembros de la comunidad.

Inevitablemente han ido asumiendo algunas costumbres que les impone el hecho de vivir cerca de otras comunidades: usan ropas y trabajan la artesanía para vender, usando los
ingresos para comprar alimentos y cubrir otras necesidades. Sin embargo, un problema importante que enfrentan es la pérdida de identidad cultural, impuesta por la migración a zonas pobladas en busca de mejores condiciones que casi nunca encuentran y por un sistema estatal que no asegura la educación y la salud culturalmente adecuadas.

El profe de la comunidad nos mostraba la Casa de Cultura que nadie usa. Foto: Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

No hace mucho que Otto, quien es su agente comunitario de salud y se ha convertido en líder de la comunidad, enseñaba a los niños a purificar el agua que recogían de arroyuelos o que acopiaban durante las lluvias. En algunos casos, los niños caminaban hasta 8 kilómetros para conseguir un poco del líquido. Sobre un techo de calamina y en botellas
plásticas marcadas, los pocos niños de la comunidad ponían el agua al sol, eliminando de esta manera los gérmenes más sensibles y que les provocaban diarreas constantes.  Entonces Otto, el maestro  y otros miembros de la comunidad se acercaron a Ayuda en Acción y al CIEP (ONG boliviana contraparte en San José de Chiquitos) para plantearles sus necesidades y conseguir que se les apoye no sólo en obras de construcción, sino también en sus procesos de integración y de incidencia ante el Estado.

Gracias a esa gestión, hace unos meses estrenaron su sistema de agua potable. Se trata de una instalación simple y comunitaria, como todo allí, que los niños y adultos recibieron con júbilo. Gerardo, quien vive en Nueva Jerusalén y tiene mucha habilidad para la elaboración de bolsas con la fibra de un cactus denominada garabato; es observador y de pocas
palabras, pero aún así no se contuvo al expresar su satisfacción por el nuevo sistema de agua: Con la llegada de agua pura a Nueva Jerusalén mejorará nuestra vida y nos enfermaremos menos, sobre todo los niños pequeños.  Mi hija está esperando un hijo; él podrá tener agua limpia cuando nazca”. 

 Una ayorea teje mientras visitábamos la escuela. Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

Este sistema de agua, cuya instalación apoyaron Ayuda en Acción y  la Fundación  Bancaja, reducirá en un 75% las estadísticas de diarreas agudas, infecciones parasitarias y
desnutrición de los niños y niñas de Nueva Jerusalén. El pasado 9 de agosto se celebró nuevamente el Día Internacional de los Pueblos Indígenas; a ellos este homenaje,
desde la intención de que conserven su cultura y sus tradiciones en un marco de vida digna y buena.

 

Gente trabajando por su gente

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Me encanta mi trabajo. Supongo que, como todos, es a veces agotador, otras menos relajado, y sobre todo, me da muchas satisfacciones. Es lo que tiene la cooperación al desarrollo: te llena.

Hace unos días, sin embargo, tuve la sensación de que yo me regocijaba por algo que a muchos se les daba sin tantos aspavientos. Y que no se me malentienda, no se trata de que ande yo por el mundo hablando de lo que hago o de lo que consigo cambiar con mi trabajo. Es más, por lo general me gusta hablar de lo que la gente cambia con su propio esfuerzo. A lo que me refiero aquí es a que aquello que yo consideraba hasta hace poco un resultado del esfuerzo de gente que trabaja, como yo, en organizaciones de desarrollo, es bastante más que eso.

Esa misma sensación la tienen los voluntarios, a quienes  esto se les da cada día, y muchas veces, nadie reconoce su esfuerzo titánico, su dedicación entrañable y su solidaridad
plena con las causas buenas con las que se comprometen. No hacen alarde de su trabajo y sus logros; no escriben memorias anuales llenas de resultados; no arman páginas en Internet contando sus proezas.  Son los héroes anónimos del desarrollo.

Ayuda en Acción tiene en España más de mil voluntarios; personas solidarias de todas las edades, credos, orígenes y profesiones u oficios, que se comprometen más allá de toda expectativa y que se movilizan en sus localidades  para sensibilizar, para captar fondos para los proyectos, para sumar más a la causa contra la pobreza. Todos ellos tienen nuestra admiración y respeto por su entrega.

Pero Ayuda en Acción tiene otra fuerza voluntaria, no cuantificada, que está al pie de la tarea todos los días del año, en el mismo lugar donde cambiar las condiciones de vida de la gente  es el trabajo, ya no la meta. Son nuestros colaboradores locales y asumen las tareas más diversas. Un títere para concienciar; una feria para educar; una campaña para conseguir fondos para ayudar a un niño que no puede venir a la escuela porque le falta algo; recorriendo caminos interminables para recoger una carta de un niño a sus amigos españoles, esos que se ha comprometido con su desarrollo. Son el ejército que, como hormigas infatigables, arrastran cargas más grandes que ellos y las llevan a buen puerto. Nunca pierden su entusiasmo, aún cuando los recursos escasean y las trabas aumentan; están siempre motivados por el fin último de ayudar a los demás.

 

Encuentro con colaboradores Locales. Foto: Katherine Argote, AeA

 

Hace unos días reunimos a una modesta representación de esos incansables, adolescentes y adultos, con el propósito de conocer sus expectativas y sus necesidades para hacer mejor el buen trabajo que ya hacen. Al ser la primera experiencia de este tipo en Bolivia,  pensábamos que vendrían con su lista de necesidades y demandas, quejándose del poco apoyo y reconocimiento que reciben, de la poca atención que les damos. Y lo que nos dieron fue una lección de vida; un par de bofetadas simbólicas.

Llegaron cargados de entusiasmo, ávidos de nuevos conocimientos y herramientas para trabajar, dispuestos a compartir sus experiencias positivas y a enseñarnos todo lo que los años de  trabajo en el terreno les han dado. No tuvieron un solo reclamo, sólo nuevas ideas y nuevos retos, a los que pusieron fecha de cumplimiento. Una de ellos, profesora de una escuelita rural en Santa Cruz, nos contó cuándo y cómo nació su “semillita solidaria”  y tuvo el acierto de preguntarnos cuándo nació la nuestra.

 

Encuentro con Colaboradores Locales 2. Foto: Katherine Argote/ AeA

 

Al final de ese encuentro de dos días, les hicimos un reconocimiento simbólico por su entrega, pero tengo la seguridad de que su mayor reconocimiento lo reciben día a día, allí, donde su trabajo es más útil, de voz y mano de su propia gente. Al despedirlos, intentado animarlos a seguir trabajando con el mismo empeño, la misma motivación y el mismo entusiasmo, me repetí algo que intento recordarme a mí misma con frecuencia: tengo tanto que aprender!

Robin Hood vuelve a custodiar Sherwood; a ver si lo dejan!

 Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Cuando Robin se internó en Sherwood, llevaba la intención de ocultarse para robar a los ricos, los que a su vez les robaban a los pobres, y devolver lo robado  a sus legítimos dueños.  Entonces el bosque era un increíble mar verde de 423 hectáreas, que hoy son los restos de la gran zona de caza real que se extendía dentro de los condados vecinos.  Nadie sabe si Robin podría seguir ocultándose hoy allí. En 2007, los cuidadores de Sherwood anunciaron que el bosque estaba en peligro porque se estaban perdiendo sus robles centenarios producto de las tormentas de los últimos años.  Y las tormentas frecuentes, que antes no se veían por allí, tienen varias causas, pero entre todas, una muy importante: el cambio climático.

Desde hace 38 años que el mundo celebra el 5 de Junio del Día Mundial del Medioambiente. Cuando en 1972, en Estocolmo, se aprobó esta Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el mundo no había tomado conciencia total del futuro que le estaba construyendo al planeta.

Y cuando se hace balance, nos encontramos que los seres humanos –sin ánimo de ser catastrófica- hemos acabado con el planeta. Nos  lo cargamos en las últimas décadas porque somos los únicos culpables del cambio climático acelerado. Y la verdad es que bastante poco se está haciendo para reducir el impacto que esto tiene en la vida de las personas, porque detenerlo ya es imposible.

También es cierto que han sido los países desarrollados los que más han contribuido a esta situación, con la exagerada producción de CO2 y otros gases nocivos producto de la industrialización. Sin embargo, el fenómeno afecta al mundo entero  y otra vez los países más pobres tienen que pagar la factura por un daño al que poco o nada han contribuido directamente.

Y ustedes se preguntarán que tiene que ver todo esto con Robin Hood. Pues bien, resulta que desde hace un tiempo atrás, un grupo de ONGs internacionales han comenzado a abogar por la puesta en marcha de una Tasa a las Transacciones Financieras en los países desarrollados: la Tasa Robin Hood. Se trata de una iniciativa que pretende reducir las desigualdades sociales en los países desarrollados y en aquellos en vías de desarrollo de Asia, África y América Latina, así como aumentar la cooperación mundial para la lucha contra la pobreza y  contra los efectos del cambio climático. Pero no hay que asustarse, la propuesta se basa en que sean los más ricos y los especuladores financieros quienes corran con el costo de esta idea. Otra vez Robin devolverá a los más pobres lo que los más ricos e inescrupulosos les robaron.

 

Increíblemente,  la actividad financiera internacional ha crecido en 400% en los últimos 30 años, sobre todo como resultado de “derivados financieros” y otras actividades meramente especulativas. Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea, de 4 billones de dólares que se negocian diariamente, sólo 2 millones corresponden a actividades efectivamente comerciales; el resto corresponde a operaciones de alta frecuencia realizadas por intermediarios y que sólo enriquecen a unos pocos.

Esto parece indicar que la tan mentada crisis bancaria que demandó varios miles de millones de “auxilio” al sector ya pasó y por lo tanto, para evitar futuras situaciones similares, se requiere una mayor regulación del sector. Porque ha sido esta crisis justamente la que ha llamado la atención sobre el impacto de la falta de regulación de la actividad financiera y su desconexión cada vez mayor con la economía real.

La Tasa Robin Hood pretende impulsar la aprobación de una norma que obligue a la aplicación de una Tasa a las Transacciones Financieras (TTF) del 0,05%, a ser aplicada a todas las operaciones financieras no minoristas. Se estima que esto permitiría una recaudación adicional de 300 mil millones de euros anualmente y se garantiza que de ninguna manera afectaría a la ciudadanía en general. Tal es el impacto de la iniciativa, que el FMI y la Comisión Europea han reconocido la viabilidad y utilidad de misma.  De estas recaudaciones, el 25% se destinaría a disminuir el impacto del cambio climático.

 

En noviembre de este año se reúnen en París los líderes del G20, en una cumbre que debería discutir el tema. La presidencia francesa de este grupo ha incluido la Tasa Robin Hood entre las prioridades a debatir y los presidentes de España y Francia y la Canciller de Alemania han expresado su voluntad para defenderla en espacios internacionales. Un grupo muy grande de ONGs internacionales, entre ellas Ayuda en Acción, Intermon Oxfam, Save The Children, Plan Internacional, Acción por la Salud Global e Inspiraction  está impulsando esta iniciativa y estará presente en noviembre frente al G20 para propugnar su aprobación.

Las dificultades técnicas de su aplicación ya han sido consideradas y cuentan con soluciones viables; lo que se necesita ahora es la voluntad política de hacerlo. De lo contrario, seguirán siendo los más pobres los que soporten sobre ellos el peso de una crisis que no generaron. El sector financiero, que tanto se ha enriquecido en los últimos años, tiene la obligación moral de contribuir a reparar el daño que sus excesos han causado, devolviendo a la sociedad una parte justa de sus beneficios.

Si Ud. quiere apoyar la aprobación de la Tasa Robin Hood, puede hacerlo en la página de la Alianza española  https://www.facebook.com/tasarobinhood.  Así ayudará también a Robin a volver a Sherwood y continuar aquella lucha contra  los ricos y ladrones que inició hace tantos años atrás.

Usar Internet ya no puede ser más un lujo

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El pasado martes desperté, como cada día, con las noticias de la tele. Soy una afortunada que se despierta conectada a la información y eso me permite tomar decisiones, algunas más importantes que otras. Me permite, por ejemplo, decidir qué ruta tomaré para ir desde casa hasta la oficina o qué atuendo usar en función del voluble clima de esta ciudad. Pero también me permite decidir qué hacer  con mis ahorros y cómo planificar mis gastos del mes. Hay mucha gente en Bolivia que no tiene este privilegio.

Telecentros educativos. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Las noticias de la mañana hablaban de un “extraño”  caso de placas de automóviles clonadas en el que parece estar implicada la Policía Nacional; de un gobernador opositor enjuiciado por supuesta corrupción, y entre otras cosas, de que era el Día del Internet.

Para tener claro los antecedentes de esta fecha, me conecté a la red mediante el servicio que uso desde casa; una modesta conexión dial-up que pone la empresa de teléfonos que uso a disponibilidad de sus clientes y cuyo servicio es relativamente barato y la conectividad igualmente lenta. El Google y Wikipedia me mostraron que los participantes en la II Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, celebrada en 2005 en Túnez, aprobó una resolución que autoriza hacer una propuesta a las Naciones Unidas para que declare el 17 de mayo Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información. La intención es que dicha declaración contribuya a acercar más el internet y otras herramientas de comunicación e información a las personas más excluidas y disminuir así la brecha digital. Como la conexión iba tan lenta se me hacía tarde, así que cerré todo y me marché, dejando pendiente para la noche la continuación de mi investigación.

Con esta idea dándome vueltas llegué a la oficina y me di cuenta de que allí, todos estábamos conectados desde que comienza la jornada, porque ya es imposible que podamos hacer gran parte de nuestro trabajo sin acceso a la red. Y pensé que en los últimos años hemos conseguido disminuir significativamente los gastos de  comunicaciones pues el  correo electrónico, el messenger, el skype y no sé qué otros programas nos permiten mantenernos comunicados en tiempo real con todas las oficinas y organizaciones con las que nos relacionamos.

Niños que ya tienen acceso a telecentros. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Al volver a casa, y luego de hacer varias tareas domésticas, volví a conectarme para seguir  investigando y descubrí que en Bolivia, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, solamente el 9% de la población del país tenía acceso a la red a finales de 2010, debido a las dificultades de acceso a la tecnología básica necesaria y al alto costo que los proveedores fijan al servicio. Por su parte, el World Economic Forum asegura que sólo el 0,4% de la población boliviana tiene conexión a internet en sus casas. Sin embargo, el Gobierno estima  que, para finales de 2011, el 80% de los hogares bolivianos podrá tener acceso a la red. Le pregunté a mi hija mayor, de 12 años, qué pensaba de eso y me respondió que “casi todo lo importante está y se puede hacer en el Internet, así que está bien que todos puedan tenerlo”.

Y entonces pensé en cuanta ventaja llevan los productores de arroz de Yapacaní, que desde hace unos años tienen acceso a 15 telecentros educativos comunitarios con más de 150 computadoras, instalados por Ayuda en Acción y el CEPAC que, además de ser utilizados por los más de 3560 estudiantes, les da acceso a un portal web que les mantiene informados sobre los precios del producto en el mercado y les permite negociar mejor con los acopiadores y saber dónde y a qué precio vender.  Esta red de telecentros brinda además servicios de portal educativo, correo electrónico interno, telefonía VOIP, biblioteca virtual, capacitación e-learning, y forma parte del sistema de alerta temprana, que ha permitido evitar inundaciones y pérdidas durante la época de lluvias.

Este último año, las evaluaciones realizadas en Yapacaní para verificar el impacto del uso de TICs en la educación demostraron que éstas incrementan  en 5% la capacidad de aprendizaje de niños y niñas en las escuelas; y que este impacto es mayor cuando los niños han tenido acceso a ellas desde la edad preescolar.

Me acordé también de la cara de alegría de aquella señora de Viacha, en pleno altiplano paceño, que cuando se sentó por primera vez delante de una computadora con acceso a internet en uno de los 49 telecentros educativos instalados por Ayuda en Acción y CIPCA, me dijo: “Es que ahora ya podré comunicarme con mi hijo, que está en Argentina”.

comunaria de la zona en telecentro educativo. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Y concluí ratificando mi decisión de hacer lo necesario y lo que me toca para que cada persona en este país tenga garantizado el derecho de informarse bien respecto a las cuestiones que les son vitales  -y de las triviales también, por qué no-.

Al día siguiente, ironías de la vida, el proveedor del servicio de internet en nuestra oficina había sufrido un desperfecto técnico que dejó a todos los usuarios de dos departamentos del país (la Paz y Chuquisaca) sin conectividad.  Yo me sentí totalmente inútil hasta que vi nuevamente  en la pantalla de mi ordenador la señal del Skype en color verde.

No hay más excusas para demorar la educación de las niñas y las mujeres

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Noelia tiene 20 años y ya abrió su propia empresa. No ha sido fácil; para llegar hasta aquí ha recorrido un camino lleno de dificultades y ha enfrentado la crítica y el desánimo que le imponían sus vecinos y compañeros.

Nació en 1991 en El Cóndor,  una comunidad campesina que dista 50 Km de Yapacaní, en el oriente boliviano, y donde viven sólo 30 familias. Ahora está casada con Ananías y viven en Yapacaní; ellos dos y su pequeña hija libran día a día la batalla de la subsistencia en una ciudad intermedia de más de 15 mil habitantes, donde la pequeña economía local impone situaciones complicadas a las familias con pocos ingresos.

En la comunidad Cóndor hay una escuelita desde hace muchos años, pero como su población es tan poca, los niños y niñas sólo puedes estudiar allí hasta el 6to grado de primaria, viéndose obligados a recorrer distancias muy largas hasta las comunidades más grande donde hay escuelas con educación secundaria.

Desde pequeña mi vida fue muy difícil; quería estudiar enfermería, pero la escuela  secundaria quedaba muy lejos y el dinero de mi familia no alcanzaba para que yo fuera a estudiar allí; por eso terminé ayudando a mi papá en el campo.”, nos relataba Noelia hace unos meses  atrás.

Hace unos años Ayuda en Acción y CEPAC (uno ONG boliviana que trabaja hace varios años en Yapacaní) comenzaron a apoyar el establecimiento del Instituto Técnico Comunitario Indígena Campesino (ITCIO), el cual  brinda oportunidades de formación técnica a jóvenes, incluso aunque no hayan concluido el bachillerato. Con ello se pretendía brindar alternativas de incorporación al mercado laboral a un grupo poblacional que sistemáticamente carecía de oportunidades laborales en condiciones aceptables.

 Noelia, en segunda fila, en el acto de graduación. Foto: CEPAC

“Cuando supimos de la creación del ITCIO, mi papá  me dio ánimo  para que  entrara a estudiar, y yo me animé a estudiar  una carrera que todos decían que era “de hombres”: la tecnología de la madera. Como no había terminado el colegio (bachillerato), al mismo tiempo que estaba en el ITCIO, en las noches estudiaba”.

“Al principio éramos ocho  mujeres en la carrera, y poco a poco las demás se fueron saliendo por diferentes motivos. Al final me quede sola junto con mis compañeros y hubo un momento en que también me quise ir, pero mi esposo me apoyó bastante y continué”.

En una sociedad marcadamente machista, donde las niñas y mujeres son excluidas en los procesos de desarrollo, Noelia es un ejemplo. El año pasado, y a pesar de todas las trabas, Noelia se convirtió en la primera mujer graduada de la carrera de Tecnología de Madera y actualmente, junto a un compañero suyo del  ITCIO,  han abierto una carpintería. El Gobierno Municipal de Yapacaní, en 2010, la reconoció como la primera “Mujer Emprendedora” del municipio, en un evento apoyado por Ayuda en Acción y el CEPAC.  

“Cuando me embaracé  hice todo lo posible por continuar estudiando; mes a mes  mi pancita crecía pero igual seguía rallando la madera, aunque ya  mi panza chocaba y no me podía agachar. Entre bromas, mis compañeros decían: “este trabajo lo tendría que hacer tu marido”, a lo que yo les respondía que las mujeres también podemos, y a veces mejor”.

“He aprendido mucho, ahora tengo nuevas capacidades, ahora puedo hacer muebles, diseños, conozco de topografía y computación. Pienso que esta carrera me dio la oportunidad de alcanzar algo que creía no poder conseguir sin un título de bachiller. Ya sé que para estudiar sólo es necesario leer, escribir y tener la ganas de superarse”.                                                 

Esta semana se ha celebrado en todo el mundo la Semana de Acción Mundial por el Derecho a la Educación (SAME); iniciativa que este año ha estado dedicada a reivindicar el derecho de las niñas y las mujeres a recibir una educación incluyente y de calidad. Con la propuesta de La Gran Historia, actividad central de la SAME que permite dar voz a las mujeres y las niñas, se recuperan esas  historias cotidianas que cambian la realidad. Con esta trascendental historia, que sólo es trascendental por su protagonista, intento contribuir al reconocimiento de  que no puede haber más excusas para seguir postergando  la educación de las niñas y las mujeres en el mundo.

Crónica de una tragedia en La Paz

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El sábado 26 en la noche comenzó a caerse la ciudad. La gente se había puesto alerta cuando, en la mañana, encontraron los primeros síntomas: grietas en las calles y las paredes; crujidos de la madera de los pisos  y los marcos de las puertas; algún que otro vidrio de ventana roto sin aparente causa. Cuando los técnicos de la Alcaldía acudieron al llamado se dieron cuenta de que algo estaba pasando en el terreno de uno de los barrios de la ladera este de la ciudad de La Paz. A las 8 de la noche comenzó la catástrofe.

Chalina. Foto: La Razón

Inició con la caída de una casa y de las casas vecinas y así, una a una se fueron cayendo todas las de la primera línea; 100 en total. Luego le siguieron las calles y avenidas asfaltadas, los postes de energía eléctrica y las tuberías de agua potable y alcantarillado. La gente se lamentaba y echaba la culpa a los vecinos irresponsables que construyeron sus viviendas sin aprobación de los planos y abriendo pozos sépticos en un terreno con antecedentes de inestabilidad; se lamentaban de que la Alcaldía, en muchos años, no hubiera hecho los trabajos de canalización de aguas que debía hacer;  de que no hubieran previsto que tanta lluvia haría daño a los cimientos de sus casas. Luego se supo que esos barrios estaban construidos sobre una falla geológica inactiva desde 1930 y que se activó repentinamente.

De a poco y durante 4 días las casas se iban cayendo como si la montaña se las fuera tragando, sepultando debajo de los escombros y el lodo tres barrios enteros y la vida y los sueños de más de 5 mil personas. Mientras, la confusión se apoderaba de todos, incluyendo a los medios de comunicación que daban cifras distintas de damnificados y viviendas perdidas. De un lado de la montaña se seguían desprendiendo pedazos, y a 100 metros de allí se iba evacuando a la gente, que se empeñaba, en medio de la desesperación, en salvar algunas de sus pertenencias. Y mientras, toda la ciudad se volcaba a ayudar, a socorrer a las familias, a apoyar en su traslado a los refugios, en organizar comedores y cocinas para dar alimento en esa primera noche.

 

Cuando se detuvo el deslizamiento de tierras, ya se habían instalado 15 refugios, eran casi 7 mil las personas que habían tenido que abandonar sus casas y 400 las familias que tuvieron que refugiarse en los campamentos, pues el resto se trasladó donde algún familiar. En las calles de la ciudad se veían camiones llevando enseres y muebles a todos lados; una amiga vio pasar frente a su casa un desfile de familias, acarreando algunas pertenencias y buscando un sitio donde hubiera un campamento instalado o un terreno baldío donde asentarse temporalmente.

Y mientras yo escribía esta crónica los números –y la vida de la gente- fueron cambiando radicalmente. Es que eso tiene una emergencia: ante las tareas de prestar socorro a los afectados, movilizar gente y recursos y coordinar con las entidades de atención; escribir en el blog quedó en un segundo plano. A día de hoy, son casi 1000 las familias en los 24 campamentos, 140 hectáreas de terreno se desplomaron, las necesidades se triplican y se ha confirmado la noticia inicial  de que no ha perdido ni una sola vida humana.

 Equipo de atencion de emergencias La Paz. Foto: Katherine Argote/AeA

El viernes pasado Ayuda en Acción concretó la entrega de materiales de higienes, pañales para bebés, alimentos e insumos necesarios para atender a 200 familias damnificadas. Los alimentos alcanzarán para cubrir sus raciones por 15 días; los insumos de higiene y aseo les alcanzarán para sus necesidades de un mes y  los más de 7 mil pañales entregados serán suficientes para que al menos 60 bebés tengan cubierta esa necesidad por 15 días.  Los útiles de cocina garantizarán condiciones de alimentación dignas en medio de tanta catástrofe. Mantener la dignidad a esas personas y garantizar sus derechos elementales fue la premisa con la que dimos la primera respuesta a la emergencia y con la que lo seguiremos haciendo. Sólo cuando se come la comida en una bolsa de plástico y sin una cuchara, se dimensiona adecuadamente  la importancia de un plato, un vaso y un cubierto.

 Atencion de emergencias en La Paz. Foto: Katherine Argote/AeA

Ahora surgen otras necesidades inmediatas. Hacen falta medicamentos para atender los males que el frío, la humedad y las condiciones precarias están generando en la población. Los baños han resultado insuficientes y se requiere la instalación inmediata de mayor cantidad de los mismos. El Alcalde de la ciudad nos ha dicho que los insumos de higienes que distribuimos tienen una altísima importancia y que hacen falta muchos más para el resto de las familias. Sin condiciones para lavar y secar la poca ropa que consiguieron salvar, se necesita ropa interior y calcetines para todos. Los niños afectados han dejado de asistir a clases, pero se espera que, desde la próxima semana, retornen a otros colegios; eso demanda útiles escolares y libros que perdieron en el deslave. Durante estos días siguientes, en coordinación con el Centro Operativo de Emergencia Municipal,  Ayuda en Acción hará entrega de una segunda dotación de insumos para las familias, sobre todo de material de aseo e higiene, que ha sido la demanda directa que nos ha hecho el municipio.

 Entrega de material por parte de Ayuda en Acción. Foto: Katherine Argote/AeA

Luego viene la segunda fase, cuando se concrete un plan de viviendas que permita a todas esas familias tener un hogar como el que tenían antes; plan en el que el gobierno nacional, el departamental y el municipio tienen el papel protagónico y la obligación de coordinar acciones para la inversión adecuada de los escasos recursos con los que se contará. La cooperación  internacional también apoyará ese esfuerzo. Y otra vez habrá que dedicarse a la mejor de las tareas humanas: construir sueños; esta vez sobre terrenos firmes.

 Equipo coordinando la ayuda. Foto: Katherine Argote/AeA

Nutriéndonos de los frutos de nuestra tierra

Luz Amparo Atehortúa Correa, Ayuda en Acción Colombia

Leidi Yohana estudia en la escuela Cinco Días del municipio de Timbio en el Cauca, una de nuestra áreas de desarrollo y su proyecto “Trabajando y mejorando por nuestros hijos” apoyado por Ayuda en Acción.

 

Leidi nos cuenta cómo en el año han estado trabajando en la huerta escolar y asegura: “Nuestros padres nos ayudaron a limpiar un pedazo de tierra que nos asignaron en el colegio; ellos limpiaron y nos ayudaron a hacer las eras utilizando costalillas y guaduas, porque el terreno era inclinado y para que no se derrumbara. Nosotros los niños y niñas abonamos y sembramos las semillas que nos regaló Corpotunia, socio de Ayuda en Acción.  La profesora nos repartió las eras de tres en tres, a mí me tocó con Víctor y Camilo y sembramos alverja, otros niños sembraron zanahoria, cilantro, acelga, lechuga y espinaca. Sembramos las semillas y las vimos crecer».  

Los jueves, en el horario de ciencias naturales, Leidi  y sus compañeros/as de 4ºA van a trabajar en la huerta y la desyerban, aporcan, quitan las hojas secas y nos dice ella que su profesora les recuerda que a las plantas se les debe querer y cuidar mucho porque nos dan sus frutos. Cuando hace mucho sol riegan las plantas y cuando recogen los frutos lo hacen con mucho cuidado. Algunos de los productos que cosechan los venden y el dinero que reciben de estas ventas lo guardan para comprar semillas y volver a sembrar. La espinaca la llevaron al restaurante de la escuela y Leidi les dio cilantro a sus compañeros para que llevaran a sus casas. Con la espinaca y la acelga hicieron arroz verde, albóndigas de espinacas que las cosecharon de la era de otros compañeros.

 

Después de esta cosecha sembraron remolacha y rábano y dice Leidi, que todos/as se ponen contentos cuando van a trabajar en la huerta. En el proyecto de las huerta escolar todos/as los alumnos/as y los/as profesores/as aportan. En la clase de educación artística, hicieron los letreros, en las clase de español, hacen resúmenes sobre la huerta y,en las horas de ingles, están aprendiendo los nombres de las hortalizas en ingles y la profesora de preescolar escribió un letrero que dice “SEMILLAS DURMIENDO”.

Leidi nos comparte su alegría al ver la foto de su era de alverjas que ya está florecida y que están esperando cosecharla para hacer arroz con pollo en el restaurante escolar.

Gracias al testimonio de Leidi podemos ver resultados del trabajo que está realizando Ayuda en Acción en Cauca y su socio Corpotunia en las 35 comunidades donde se realiza el proyecto y la manera en que se han involucrado padres, madres, profesoras/es y niños/as. Les comparto otra frase de Leidi. “Nosotros somos niños campesinos por eso nos gusta el campo y en nuestras casas tenemos pequeñas huertas”.

Y por su testimonio podemos ver que estos niño/as si se están Nutriendo de los frutos de sus  tierra y de sus manos.

Llegando a Licoma la radio se estremece

Roxana Pintado,  Ayuda en Acción Bolivia

Uno va llegando a Licoma, luego de recorrer en auto un camino sinuoso de tierra durante  ocho horas, saliendo de La Paz. Después de muchas horas sin que la radio capte ninguna señal, sintonizando la 103.7 FM comienza a oírse un débil sonido. El viajero, dependiendo de la hora, puede escuchar algo así como “Llegó la tarde, bienvenido a la hora joven de Radio Cajuata”.

Desde el año 2008 las radios comunitarias de Licoma y Cajuata están en manos de los jóvenes. Son ellos los que la gestionan desde entonces. Este es el resultado de varios años de trabajo para dotar a los y las jóvenes de conocimientos y capacidades que les permitieran apoderarse de los medios locales y del desarrollo de sus comunidades.

La historia comienza 6 años antes, en 2002, cuando un grupo de adolescentes tocó las puertas de la oficina de Ayuda en Acción allí. Entonces parecían un grupo de chiquillos con ganas de hacer algo, pero con el tiempo se notó que eran más que eso: se trataba de un grupo de niños, niñas y adolescentes concientes de que el desarrollo de sus comunidades era también responsabilidad de ellos y que tenían mucho que hacer para conseguirlo.

Desde julio de 2002, cuando se creó el grupo, nuestro apoyo consistió en darles herramientas que les permitieran desarrollar sus capacidades de liderazgo y convocatoria –a través de capacitaciones- y poco más; el resto lo hicieron ellos solos.

En las reuniones periódicas que tenían definían los proyectos y las actividades que realizarían durante el año. Así se fueron preocupando de que los niños de la zona tuvieran certificados de nacimiento, para que existan como ciudadanos y puedan desde ejercer y reclamar sus derechos; se ocuparon de que las mujeres  y hombres analfabetos participaran en el programa de alfabetización y alcanzaran el certificado que los acredite; de que tengan documentación actualizada y funcionen  las pequeñas salas de reunión e información que ellos mismos han instalado en las cabeceras de ambos municipios;  pues son concientes de que su apoyo es importante; fueron ellos los que  difundieron entre la población las medidas y formas para evitar el contagio de enfermedades típicas de la zona o la destrucción del medio ambiente.

Muchos de los jóvenes que han participado en la brigada de Protagonistas, cuando han alcanzado la edad adulta, han sido elegidos en sus comunidades para ocupar cargos importantes en las organizaciones sociales y sindicales. Por ejemplo, Geydi, quien a sus 15 años fue electa como ejecutiva de la Central Agraria de Mujeres Campesinas de su municipio, una organización sindical reconocida a nivel nacional.

 Cristian en la radio

Pero la voz que se escucha ahora en la radio es la de Cristian Mamani,  un joven licomeño que como otros muchos fue parte de los “Jóvenes Protagonistas” y desde hace algún tiempo se incorporó  como voluntario en la radio de su municipio. Allí recibió formación para convertirse en locutor de un programa en el que participa la comunidad; vecinos, dirigentes, productores destacados, jóvenes líderes y muchos otros se apoderan del micrófono y convierten en suyo ese espacio cuando Cristian está “al mando”. Para él, poder brindar este servicio a su comunidad es muy importante. “Les puedo decir que lo que más me gusta es ser un facilitador de alegrías, para que la gente pueda expresarse mediante los micrófonos”.

Hoy, en las radios comunitarias de Licoma y Cajuata, instaladas por Ayuda en Acción y convertidas hoy en un instrumento de comunicación para el desarrollo –sus programas,  además de para el esparcimiento, sirven para capacitar, sensibilizar y educar a la población-, han incorporado en su planta a varios jóvenes, los cuales continúan formándose para mejorar cada vez más su trabajo.

Al caer  la tarde, Cristian se va despidiendo en la radio con al certeza de que quienes pasaron hoy por su micrófono sienten la alegría de, como él, contribuir un poquito más a cambiar las cosas por allí.

La amarilla de Nicolás: mi ejemplo de superación

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Desde hace unos días atrás la imagen de un muchacho da vueltas en mi cabeza. Debe ser que se acercan las fiestas de Navidad y Año Nuevo y entonces uno intenta hacer balance y se traza nuevas metas, y se pone como ejemplo a aquellos que representan lo mejor del ser humano, por su empuje, tenacidad y superación. Este año he tenido muchos de esos ejemplos, a los que recurro con frecuencia, y sobre los que he intentado hablar en este blog.

A Nicolás lo conocí hace ya seis años, en una visita que hice al Hogar Teresa de Los Andes (en Santa Cruz, Bolivia); un centro de referencia en el país cuando se habla de atención a personas con capacidades diferentes. Por aquel entonces Ayuda en Acción concluía 9 años de apoyo a la Ciudad del Niño Jesús, en La Paz, y estaba buscando un nuevo socio para apoyar un proyecto urbano de atención directa a personas con discapacidad. Cuando llegamos allí nos encontramos con un centro donde los derechos y el crecimiento intelectual de todos eran el objetivo principal y en el que sus trabajadores y los religiosos que lo gestionan no reparan empeños por mejorar las condiciones y el servicio que brindan.

Pero yo no quiero hablarles hoy del Hogar Teresa de Los Andes; quiero hablarles de Nicolás. A él me lo encontré en la Granja Escuela, atendiendo a los cerdos que crían allí para la alimentación de los chicos y para generar ingresos que permitan adquirir todo lo que los chicos necesitan y merecen. El programa de terapia ocupacional en el que participaba entonces –y aún hoy-  le daba habilidades que le permiten ser totalmente autónomo.

No se trata de hallar culpables en la historia de Nicolás: nació con una discapacidad cognitiva o intelectual por cualquier razón hasta ahora desconocida, en la que influyó la avanzada edad de sus padres y las condiciones de pobreza e ignorancia de la familia. Nicolás pudo ser un niño con una familia feliz si no fuera porque, siendo el octavo de nueve hermanos, esas mismas condiciones llevaron a su madre, luego de la muerte del padre y de sufrir una hemiplejia, a entregarlo voluntariamente  en el Hogar Teresa de Los Andes, hace ya más de 18 años.

El Hogar lo recibió cuando tenía 14 años. Sus habilidades motoras eran pocas y las intelectuales, casi nulas. Sin una estimulación adecuada y una educación acorde a sus necesidades su avance era imposible.  Sus hermanos mayores no eran lo suficientemente adultos como para ocuparse de él cuando su padre falleció y luego, cuando murió la madre, decidieron dejarlo en ese centro porque consideraban que estaba mejor atendido allí que lo que podían darle ellos. Una historia de discriminación, intolerancia y pobreza que se repite incansablemente en los países del sur.

 

Desde su llegada, los especialistas que lo atendieron en el centro diseñaron para él, como para los demás chicos y chicas, programas de terapia ocupacional específicos, entre ellos el deporte. Y a Nicolás le gusta correr. En 2003, luego de varios años de preparación como atleta, Nicolás participó en las Olimpiadas Especiales en Bolivia, donde obtuvo medalla de oro en atletismo y se fue, representando a Bolivia,  a las Olimpiadas en Irlanda.

“…Fuerte suena la pistola y fuerte yo corro; le meto la carrera de entrada para que vaya a ganar, vaya a ganar esa de oro, esa amarilla….” Así narra Nicolás su participación en aquella competencia que le cambió la vida. Volvió de Europa con la medalla de oro, la que guarda con celo y muestra orgulloso a todos.

Hoy, con 32 años y con una cardiopatía que le limita la actividad física, se ha convertido en la figura paterna de los chicos de su vivienda en el Hogar, en la que ayuda a los que menos habilidades tienen. En el colegio continúa aprendiendo cosas básicas y aunque ya no compite, sigue practicando deportes bajo supervisión médica. Para él, participar y ayudar es un propósito fundamental, entregando un poco de lo que tal vez, hace muchos años, le faltó a él.

Por estas fechas, Nicolás está de vacaciones; tiempo que aprovecha para ir a la piscina, hacer paseos a otros lugares y bailar.  En Nochebuena recibirá, como cada año, el regalo que pidió y otra vez, al iniciar el curso volverá a la escuela, en la que tanto los internos del Hogar como los niños que son atendidos por consulta externa (que son más de 25), van formándose para  la vida.

Hoy aprovecho este espacio para, en nombre de Nicolás y de los 150 chicos y chicas que reciben atención integral en el Hogar Teresa de Los Andes, agradecer a las personas que a través de Ayuda en Acción colaboran con ellos; familias y amigos cuya solidaridad hace posible el milagro diario de la superación.

Nota: Si usted quiere saber más detalles sobre el Hogar Teresa de Los Andes, los servicios que brinda y el trabajo de extensión cultural y sensibilización que realiza, visite www.hogarteresadelosandes.com