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Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

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Me convertí en la primera mujer albañil de mi comunidad para ayudar en la reconstrucción

“He ganado confianza en mí misma, porque ahora sé que puedo hacer todo lo que me proponga siendo mujer. Aunque sigo encontrando barreras, la formación en albañilería me hizo sentir valiosa. Entendí que las mujeres son capaces de hacer lo mismo que los hombres”, cuenta Shrijana, una joven de 21 años que vive en el distrito de Dolakha, el epicentro del segundo terremoto que en mayo de 2015 sacudió Nepal.

Shrijana perdió de pequeña a su madre, pérdida a la que el año pasado se le sumó la de su hermano pequeño, por lo que tuvo que asumir pronto el papel de madre y encargarse de la economía familiar. Dejó la escuela pronto y a los 18 años se fue a vivir con su tío a Katmandú, donde consiguió un trabajo en una tienda. Gran parte de lo que ganaba lo enviaba a su familia. Pero, cuando su hermano murió, Shrijana decidió regresar a su comunidad.

“Me siento orgulloso de ser su padre. Aunque no puedo apoyarla en sus estudios, ella asume la responsabilidad de toda la familia. Con su ayuda, puedo cuidar de mis otras hijas”, explica el padre de Shrijana, de 54 años.“Es un modelo a seguir para toda la comunidad. Quiero ayudarla a hacer sus sueños realidad”, prosigue.

Shrijana posa frente a un edificio en obras, de cuya recontrucción es responsable.

Shrijana posa frente a un edificio en obras, de cuya recontrucción es responsable.

Sobrevivir al terremoto y aprender una nueva habilidad

Cuando el colosal terremoto golpeó Nepal el 25 de abril de 2015, Shrijana y su familia estaban trabajando cerca de casa. Su hogar resultó gravemente dañado, como muchos otros de la comunidad. La joven se enteró de la formación en albañilería que Plan International ofrecía en su pueblo y pidió ser incluida. Así, se convirtió en la albañil más joven del programa en su localidad.

“Al principio, los miembros de la comunidad me dijeron que era demasiado joven y que no estaba cualificada. Pero no me importó”, afirma Shrijana. “Hay otras 8 jóvenes albañiles en el programa, pero yo soy la más pequeña. Las otras  mujeres me consideran como su hija y me ayudan durante las sesiones de formación. Los hombres se burlaban de mí si no sabía algo o no era capaz de cargar cosas pesadas. A pesar de las burlas, seguía decidida a aprender con ellos”, declara.

Mujeres unidas

Con sus nuevas competencias en construcción, Shrijana construye un hogar transitorio para Krishna, de 76 años, y su marido, que está enfermo y no puede hacerlo por sí solo. La anciana pareja perdió su casa por culpa del terremoto. Tienen ocho hijos que van a visitarles a Dolakha, pero que viven en Katmandú el resto del tiempo.

“Estoy orgullosa de ella. Lo está haciendo muy bien y probando que es igual que cualquier hombre. Está llevando a cabo un duro trabajo. Nunca antes había visto una mujer albañil,” dice Krishna refiriéndose a Shrijina.

“Estoy orgullosa de mí misma. Ahora sé que puedo ser una persona mejor. Todas estas habilidades me ayudarán: utilizaré todo lo que he aprendido para construir mi propio hogar y también otras casas de mi comunidad,” dice orgullosa.

Shrijana y su familia posan frente a su casa, dañada por el terremoto de abril de 2015

Shrijana y su familia posan frente a su casa, dañada por el terremoto de abril de 2015

“Los niños y niñas son los más vulnerables a sufrir violaciones de sus derechos y continúan enfrentándose a desafíos mientras se recuperan de los terremotos: desde la falta de colegios seguros hasta violaciones de sus derechos, como el matrimonio, el trabajo y la explotación infantil. Se debe priorizar su protección», afirma Concha López, directora de Plan International España.

Desde el terremoto de abril de 2015, Plan International ha proporcionado materiales de construcción de emergencia, incluyendo cabos y láminas de plástico, para más de 52.467 hogares. En los últimos meses, Plan International ha formado a 479 albañiles y carpinteros para trabajar en construcciones resistentes a terremotos. Estos profesionales ayudarán a construir 11.142 hogares transitorios y semi-permanentes.

El dolor de recibir un golpe en una herida abierta

Faith Schwieker-Miyandazi, periodista de MSF

En el primer terremoto que golpeó a Nepal el 25 de abril, miles de personas perdieron a sus seres queridos, sus hogares y sus pertenencias. Muchos no tuvieron otra opción que tratar de recuperar lo poco que les quedaba y empezar a buscar la manera en la que reconstruir sus vidas. Gente como Basu Biri, que vive en Sindupalchowk y lo ha perdido todo, estaban empezando a asimilar el golpe y tratando de ver cómo salir adelante, pero de repente, como quien ataca por la espalda a alguien desarmado, llegó el segundo terremoto. Vuelta a empezar; “fue como recibir un golpe en una herida abierta”, me explicaba Basu Bari hace unos días. Edificios medio destrozados por el anterior terremoto terminaron de desplomarse y aquellas personas que ya estaban llenas de incertidumbre y confusión, empezaron a sentir un terrible pánico ante la posibilidad de que la pesadilla que estaban sufriendo no terminara nunca.

Niños dibujando durante una sesión de atención psicológica en Nampha en el distrito de Sindupalchowk . Nepal. Copyright: Kamini Deshmukh / MSF
Niños dibujando durante una sesión de atención psicológica en Nampha en el distrito de Sindupalchowk . Nepal. Copyright: Kamini Deshmukh / MSF

En las elevadas montañas del noreste y este de Nepal, nuestros equipos están llevando a cabo actividades de salud mental para tratar de ayudar a los afectados. Kamini Deshmukh, una de nuestras psicólogas, me cuenta que una de las principales actividades que realiza es la de ‘primeros auxilios psicológicos’. Su objetivo, dice, es mejorar los mecanismos de todas estas personas para que puedan enfrentar el trauma que han experimentado y ayudarlos a lidiar con sus miedos y ansiedades. Kamini también lleva a cabo sesiones grupales para hombres, mujeres y niños que están adaptadas a sus necesidades específicas.

“Yo intento presentar la realidad de lo que ha sucedido de una forma muy transparente y honesta”, me explica. “Eso hace que sea más fácil para las personas lidiar con la situación. Lentamente aceptarán la realidad y serán capaces de seguir con sus vidas. Sin embargo, hay que asumir para muchos va a llevar un tiempo empezar el proceso de recuperación”.

“Con los niños, empiezo por lo básico: explicarles qué es un terremoto”, continúa Kamani. “Los animo a decirme qué están experimentando y organizo actividades para que canten y dibujen. De sus dibujos, puedo extraer mucha información sobre lo que están pasando y en función de eso puedo tratar de ayudarles”.

La mayoría de las comunidades tienen sus propios mecanismos para lidiar con la situación. Algunos se reúnen para realizar actividades en grupo y otros comparten sus experiencias con familiares y amigos.

En Katmandú, otro equipo de psicólogos de MSF está llevando a cabo sesiones de grupo en el campo Chuchepati, que ofrece refugio a aquellos cuyas casas fueron destruidas o no son lo suficientemente seguras para vivir en ellas, así como a gente que tiene demasiado miedo como para regresar a su hogar.

Kumari Dhakal, una viuda de 85 años que ha sobrevivido a tres grandes terremotos: uno en 1934, y los dos de este año en abril y mayo. Las grietas en las paredes de la casa en la que vive de alquiler, y el miedo a experimentar otro terremoto, llevó a Kumari y a su hija a buscar refugio en el campo. Al escucharla hablar de lo que vivió en esos tres terremotos, uno se emociona fácilmente. Su rodilla le duele, le es difícil sentarse erguida; y ha perdido visión y capacidad de oír. Es difícil hacerse a la idea de lo complicado que tiene que ser para una mujer de esta edad el tener que dormir ahora en una colchoneta, tirada en el suelo en una tienda de campaña que comparte con otras tres familias.

Vista aérea de una parte del pueblo de Diol. Diol es una aldea situada entre montañas, donde el acceso a la salud desde donde uno tiene que caminar largas distancias para recibir asistencia sanitaria básica. Copyright: Brian Sokol / Panos Pictures
Vista aérea de una parte del pueblo de Diol. Diol es una aldea situada entre montañas, desde donde uno tiene que caminar largas distancias para recibir asistencia sanitaria básica. Copyright: Brian Sokol / Panos Pictures

Al menos, ahora que hemos instalado tanques de agua en el campo, uno siente que estamos haciendo algo útil. Kumari y su hija me confirman que tienen agua limpia para beber, pero su lucha ahora se centra en conseguir comida. “El principal problema que tenemos ahora es la comida. No tenemos arroz ni dhal,” dice Kumari. “Todos sobrevivimos con lo que podemos conseguir, ya que no podemos regresar a nuestras casas. Tenemos miedo de que colapse sobre nosotros. Vivimos con miedo”.

Más allá del campo de Chichepati, tiendas de campaña y refugios improvisados con lonas y láminas de plástico han sido erigidos en todo Katmandú. Allí, en uno de esos refugios improvisados, fue donde encontré a Basu Biru, el chico del que hablaba al principio de mi relato. “He perdido todo, amiga mía”, me contó la primera vez que hablamos. “Antes tenía una casa y ahora ya no tengo nada. Y mi padre, que estaba enfermo, acaba de fallecer. No creo que los 13 días de duelo tradicionales que se han decretado sean suficientes, pues el dolor que siento por dentro es demasiado grande”.

Ver la situación en la que se encuentra toda esta gente le hace a uno sentirse abrumado. Sentir que son personas como cualquiera de nosotros, que hasta hace unos días estaban viviendo tranquilamente sus vidas y que de repente lo han perdido todo, es lo que te hace comprender lo duro que resulta el verse afectado por un golpe de esta magnitud. Por eso, aunque no estemos ni mucho menos solucionando el problema tan grande al que se enfrentan, reconforta bastante el ver que de alguna manera, a través de las actividades que estamos poniendo en marcha nosotros y otras ONG que están sobre el terreno, estamos pudiendo ayudarles.

Un mes después del terremoto de Nepal: la esperanza que traen las nuevas vidas

Por Matt Crook, comunicación de Plan Internacional

Maya Danukhe dio a luz por cesárea el 1 de mayo

Maya Danukhe dio a luz por cesárea el 1 de mayo en el hospital de Gaurishankar de Dolakha

 

Hoy hemos atendido tres partos, y ayer cuatro”, comenta el doctor Binod Dangal. A pesar de sus 29 años, Dangal dirige el Hospital General Gaurishankar en Dolakha, un distrito rural y montañoso a cinco horas de Kathmandu, la capital de Nepal.

Junto a otros tres médicos, personal sanitario y un grupo de monjas, el doctor Dangal ha estado trabajando a contrarreloj todo el mes, desde que el pasado 25 de abril un terremoto de 7,8 grados sacudió el país y la tierra volvió a temblar de nuevo el pasado 12 de mayo. “Este es el único hospital donde se puede operar en una distancia de 4 o 5 distritos. Trabajamos todos los días”, añade.

Dangal y su equipo de jóvenes médicos trabajan bajo gran presión. Esto ha hecho posible que muchos partos se desarrollen sin incidentes. “La gente confía en nosotros. Por eso vienen hasta aquí”. Por ello, numerosas mujeres embarazadas recorren kilómetros de distancia para dar a luz en este hospital.

Desde las montañas

Nindiki Sherpa, de 35 años, caminó sola durante dos días para poder dar a luz en el hospital. “Después del terremoto, todas las carreteras quedaron destrozadas”, explica Nindiki, con su hija recién nacida a su lado.

El hijo recién nacido de Nimdiki Sherpa, que caminó dos días hasta el hospital

El hijo recién nacido de Nimdiki Sherpa, que caminó dos días hasta el hospital

Bagwati Khadka, de 21 años, dio a luz a su primer bebé por cesárea el pasado 3 de mayo. Su historia tiene mucho de increíble.Estuve caminando durante 4 horas, alrededor de 5 o 10 kilómetros, cuenta. “Después de que nuestra casa fuera destruida por el terremoto, nos refugiamos en un cobertizo junto a ovejas, vacas, búfalos, gallinas y otras 21 personas. Cuando me desperté de la cesárea me asusté al ver las grietas de las paredes”. Esas grietas son solo uno de los muchos desperfectos causados por el terremoto y con los que el doctor Dangal y su equipo tienen que enfrentarse.

Desafíos diarios

Tras el terremoto, el hospital quedó inhabilitado y los pacientes eran tratados en las calles. Tan pronto como el hospital reabrió, una marea de pacientes empezó a presentarse con todo tipo de problemas. “Cuando abrimos atendimos primero a pacientes con traumatismos graves”, explica el doctor Solab Chitrakar, de 26 años. “Tras ellos vinieron heridas infectadas y diferentes dolencias. No estábamos preparados para todo eso. Ahora la mayoría de pacientes vienen con diarreas y deshidratación”.

Con 50-60 pacientes diarios, los médicos y monjas no dan abasto. El hospital y sus instalaciones son reliquias de la historia de la medicina y las réplicas del terremoto empeoran aún más la situación. “La sala de rayos X es tan vieja que nos preocupan los efectos de la radiación. Los pacientes tienen que cubrirse con una tabla de madera y una chaqueta”, añade el doctor Chitrakar.

Nimdiki Sherpa con su hijo recién nacido

Nimdiki Sherpa con su hijo recién nacido

La máquina de rayos X tiene 25 años y está totalmente oxidada, mientras que la sala de operaciones parece no haber sido limpiada en años. “Hay continuos cortes de electricidad. Si la luz se va mientras estamos operando, tenemos que usar el generador que a veces también se apaga,” cuenta Chitrakar. “Tenemos dos ambulancias que no funcionan desde hace unos dos años. Los vecinos han robado algunas de sus piezas para construirse refugios”.

Ante todo este caos, las pacientes embarazadas se convierten en las más vulnerables. Y es que la comida es insuficiente y los riesgos de contraer infecciones, altos. Ni si quiera cuentan con mantas suficientes para los recién nacidos.

Maya Dhanuke, de 20 años, dio a luz por cesárea. Estaba muy contenta porque su hijo estaba sano. Sin embargo, su estancia en el hospital fue de todo menos confortable. “Estoy feliz porque he podido recibir cuidados médicos durante mi parto, pero la cama era muy incómoda y mi habitación estaba llena de grietas”, comentó.

 

Y ahora, ¿qué?

Todos los pacientes, las embarazadas, los que sufren deshidratación o la mujer mayor con líquidos en los pulmones, se preguntan: ¿dónde iremos ahora?

Más del 80% de los edificios de Dolakha han sido destruidos o dañados. Unas 28 instalaciones médicas fueron totalmente destruidas por el terremoto y 18 quedaron afectadas, por lo que los servicios en estas comunidades han quedado muy limitados. La demanda de tiendas de campaña se ha disparado, creando centros sanitarios improvisados.

Bagwati Khadka, de 21 años, madre primeriza después del terremoto

Bagwati Khadka, de 21 años, madre primeriza después del terremoto

Indu Sharma, experta en nutrición y salud de Plan Internacional en Nepal, ha afirmado que lo vital en estos momentos es ayudar a mujeres embarazadas en periodo de lactancia y a niños menores de cinco años. “El estrés provocado por un terremoto aumenta inimaginablemente en caso de embarazo. Mujeres embarazadas y recién nacidos necesitan atención urgente para asegurar que los partos son seguros y que madre e hijo/a evolucionan favorablemente”.

Plan Internacional ha abierto una oficina temporal en Dolakha para cubrir las necesidades de niños, niñas y familias.

Desde el 25 de abril, hemos repartido 26.151 kits de refugio temporal, 11.834 paquetes de comida y 4.700 kits de agua potable y continuamos con las labores de reparto de ayuda de emergencia entre las familias y los niños y niñas más vulnerables.

Mientras el polvo se asienta y los nepalíes comienzan a recuperarse, hay esperanza para esas nuevas vidas y su futuro. “Espero que mi bebé crezca sano y tenga una buena educación. Solo quiero que vaya al colegio,” dice Maya.

Para que niños como el de Maya, el de Bagwati o Nimdiki tengan derecho a la educación, Plan Internacional ha puesto en marcha seis «Espacios Amigos de la Infancia», donde los niños pueden aprender, jugar y divertirse, y prevé desarrollar hasta 100 en todo el país, que tendrán cabida para que más de 20.000 niños y niñas puedan olvidar por un momento que la tierra tembló tan fuerte que les cambió la vida.

Infografía Nepal un mes después Plan Internacional

Infografía Nepal un mes después Plan Internacional

Clínicas móviles en helicópteros para zonas remotas de Nepal

Por Emma Pedley, enfermera de Médicos Sin Fronteras en Nepal

Equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) visitan una aldea en el distrito de Gorkha. © Brian Sokol/Panos

Equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) visitan una aldea en el distrito de Gorkha. © Brian Sokol/Panos

El tiempo disponible para escribir durante los últimos días ha sido escaso. Los expatriados que formamos el equipo de enfermería hemos estado rotando durante estas jornadas en las salidas en helicóptero, que nos permiten realizar misiones exploratorias a zonas que aún no han sido exploradas tras el terremoto, e interviniendo en clínicas móviles en áreas remotas.

Los días que pasamos fuera, en los pueblos de montaña, han sido, por un lado muy estimulantes (no en vano era la primera que subía a un helicóptero) pero, al mismo tiempo, han supuesto una experiencia muy triste y aleccionadora. Muchos pueblos de la zona noreste de Katmandú han colapsado completamente, las casas de piedra y los refugios para animales están destruidos, las tiendas en las que se almacenaban la comida y las cosechas de esta gente están enterradas bajo los escombros.

A pesar de las dificultades a las que se enfrentan, en cada pueblo en el que hemos aterrizado nos ha recibido con abrumadora amabilidad y generosidad, sonriendo y dándonos la bienvenida, “Namasté”, ofreciéndonos sus escasas reservas, durante el tiempo que permanecemos allí con nuestras clínicas. En algunas aldeas al norte, cerca de la frontera tibetana y donde las tradiciones budistas son mayoritarias, nos regalan pañuelos de seda blancos tejidos con mantras, llamados Khata, como señal de respeto y bendición.

Angelo, integrante de uno de los equipos móviles de MSF, saluda y recibe una bufanda denominada “khada” empleada para la oración por parte del líder de la aldea como agradecimiento por la distribución de materiales para reconstruir tejados en el distrito de Gorkha. © Brian Sokol/Panos

Angelo, integrante de uno de los equipos móviles de MSF, saluda y recibe una bufanda denominada “khada” empleada para la oración por parte del líder de la aldea como agradecimiento por la distribución de materiales para reconstruir tejados en el distrito de Gorkha. © Brian Sokol/Panos

 Durante las últimas semanas he estado en unas 25 aldeas donde he escuchado algunas historias que no me puedo quitar de la cabeza: Un muchacho delgado, de unos 18 años, nos contó cómo, durante tres horas y a través de caminos destrozados y laderas cubiertas por deslaves, había llevado a una mujer gravemente herida desde su aldea hasta llegar a una carretera accesible para poder llevarla a un hospital

Un niño pequeño que me contó, en un sencillo inglés, con los ojos muy abiertos y mientras movía sus brazos cómo había visto las casas y los árboles balancearse “de un lado a otro” durante el terremoto. Me explicó que su casa se había derrumbado y que ahora dormía con otras 20 personas en un pequeño refugio de lona.

Una tímida enfermera de ojos brillantes cuyo puesto de salud había quedado aplastado por rocas y tierra que se habían tragado los medicamentos se mostró muy contenta cuando le dimos un kit completo de fármacos esenciales y apósitos.

Un anciano con el rostro surcado de arrugas se arrodilló y colocó sus manos nudosas y delgadas sobre el suelo gritando “Ram, Ram, Ram” (“Dios, Dios, Dios”) cuando se sintió una fuerte réplica. Y así se quedó, en esa posición, durante varios minutos. Estaba profundamente traumatizado por haber revivido el terremoto inicial.

El equipo de Anne, otra de las enfermeras, llegó a un pequeño pueblo cercenado a causa de tremendos deslizamientos de tierra. En la aldea pensaban que eran los únicos que han sufrido el terremoto y se pusieron a llorar horrorizados al conocer que muchas otras áreas estaban igualmente destruidas.

Es complicado gestionar una clínica móvil en un helicóptero. Hurgas entre las cajas de medicamentos, escuchas la traducción que realiza nuestro médico nepalí sobre las enfermedades y los síntomas de los pacientes, tratas controlar a la multitud… Se trata de un trabajo intenso.

Los vuelos entre las aldeas tampoco distraen de la realidad. A pesar de haber visitado Nepal dos veces antes de este seísmo, nunca había tenido el privilegio de verlo desde el aire hasta ahora. Es un país que, desde esta perspectiva, impresiona y deja sin respiración. La época del monzón se acerca y las nubes oscurecen los picos más altos. Algunos todavía se dejan ver y muestran sus cumbres blanquísimas apuntando al cielo.

En primer plano, justo debajo de nosotros, podemos ver terrazas esculpidas en las laderas, campos de arroz y maíz con sus paredes que siguen el contorno de las colinas fielmente, con más precisión que si una mano lo dibujara en un mapa. Allí donde el agua está más cerca, los campos muestran un verde aterciopelado y cuanto más ascendemos vemos cosechas que aún no han madurado. Desde el helicóptero los valles y laderas aparecen como un espacio muy delicado y frágil, especialmente donde han sido desgarrados por las cicatrices grises que han dejado los deslizamientos de tierra; cicatrices en más de un sentido.  

Además de materiales para reconstruir techos, los equipos de MSF también proporcionan mantas, utensilios de higiene y kits de cocina a través de helicópteros a las aldeas más remotas. © Brian Sokol / Panos

Además de materiales para reconstruir techos, los equipos de MSF también proporcionan mantas, utensilios de higiene y kits de cocina a través de helicópteros a las aldeas más remotas. © Brian Sokol / Panos

Los derrumbamientos han inutilizado los escasos caminos que unen estas aldeas tan remotas; los deslizamientos han destrozado campos de cultivo suponían los medios de vida y la seguridad de los habitantes de estas zonas. Hablamos de lugares donde la agricultura de subsistencia sigue siendo la norma y no una excepción.

Las dos prioridades más urgentes que tienen en mente las comunidades que hemos visitado son el refugio y el alimento, en ese orden. Está lloviendo y, a finales de mayo, las lluvias serán diarias y las condiciones climatológicas harán que volar de manera regular sea casi imposible. Nuestro objetivo es analizar las necesidades tantas comunidades como sea posible antes de que esto suceda.

Nuestro equipo de logística está trabaja sin descanso para poder seguir el ritmo de las exploraciones que hacemos los equipos médicos, con el fin de poder distribuir mantas, kits de refugio, kits de higiene y raciones de alimentos altamente calóricos antes de que llegue el cambio de estación. Mi único deseo es que podamos llegar a tiempo.  

Terremoto en Nepal – Asmita, 10 años: «El día en que todo mi mundo cambió»

* Por Asmita, 10 años, participante en un programa de Plan Internacional en Nepal. 

[Historia documentada y transcrita por Ananda Raj Katuwal, Coordinadora del Programa de medios de vida y microfinanzas de Plan Internacional en Nepal, que se encontraba en una visita en terreno en la región de Ratmate cuando ocurrió el terremoto.]

Asmita, con su abuela, en la tienda de campaña en la que viven tras el terremoto que derrumbó su casa.

Asmita, con su abuela, en la tienda de campaña en la que viven tras el terremoto que derrumbó su casa. Plan Internacional.

Estaba muy asustada, pensé que todo y todos los que estaban a mi alrededor iban a morir. El suelo se sacudía tan fuerte…había mucho ruido. No pude dormir en toda la noche”, dice Asmita, una niña de 10 años que participa en un programa de Plan Internacional en la región de Ratmate, en el centro de Nepal.

Cuando el terremoto sacudió Nepal el 25 de abril, la pequeña casa de la familia de Asmita se vino abajo inmediatamente, matando además a la cabra que poseían, que estaba dentro cuando la tierra tembló.
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Un techo para los niños de Goljung

Por José de la TorreNamaste ONGNepal

Los días han pasado muy rápido, aunque en este país las cosas vayan tan despacio… Por fin, y después de muchos trámites, hemos conseguido alquilar en Sanga, a unos 25 km. de Kathmandú, en plena montaña y en un entorno ideal, la casa que será el hogar de los niños de Goljung. Y tenemos nombre: Namaste Peace Home.

Han sido unos días de mucho trabajo y traslados eternos para poder conseguir el alquiler, negociar con el colegio la escolarización de los niños, comprar las camas, ropa, comprar arroz, verduras y leche a los vecinos de la aldea, limpieza general para acondicionar la casa para el traslado la próxima semana de los niños.

Ayer nos reunimos con Sangye Lama, para realizar el pago de la escolarización de los niños del orfanato de Boudanah, hasta el próximo mes de diciembre, este es otro de los proyectos que nuestra ONG está colaborando, además de contribuir con todos los gastos que se ocasionan en nuestro orfanato de Lalitpur.

Nuestro profundo agradecimiento para 20minutos.es, pues gracias a este blog una familia que llevaba meses sin tener noticias de un hijo que tienen asignado para adoptar, a través de la foto que publicamos de nuestro orfanato en Lalitpur, lo reconoció, y tras contactar con nosotros, hemos podido enviarle fotos y estado de salud.

Sinceramente, es una de la experiencias mas gratificantes que he tenido en este viaje. Ojalá se resuelvan todos los trámites a la mayor brevedad y Dipesh esté cuanto antes con su familia española.

Todo es nuevo para la princesa Nyima

Por José de la TorreNamaste ONGNepal

Namasté!

En Nepal no se aplica el sistema métrico decimal. Las distancias no se miden en kilómetros, sino en horas de viaje, por ejemplo, cuando viajas a Goljung, en el Parque Nacional de Langtang, que está sólo a 105 Km. de Kathmandú, nadie te puede decir la distancia, solo que son 12 horas viajando en un autobús que recorre con interminables subidas, bajadas y miles de curvas por caminos de tierra, para llegar a la aldea, fin del trayecto del autobús e iniciar una ascenso a pie de 4 horas para llegar a nuestro destino.

Este recorrido, lo hemos realizado ida y vuelta en menos de tres días para recoger la documentación de los siete niños que desde esta semana están en nuestra casa de acogida.

El tiempo, es otra de las medidas que tienen un significado mas relativo si cabe aquí. Cualquier papeleo con el Gobierno nepalí haría sonreír a Larra, cuando preguntas cuanto tardará, te dicen «Vuelva usted mañana» y ante la pregunta de si estará solucionado, con su eterna sonrisa, la única respuesta que se oye aquí, «Maybe», puede ser. Tres meses llevamos esperando que construyan las mesas para estudio y comedor de los niños y cada día, «Maybe tomorrow …».

Os quiero ir contando cada día algo sobre los niños que hemos acogido.

La mas pequeña, se llama Nyima Deji, tiene seis años, unos ojos negros que enamoran al primer vistazo… Su padre se fue a trabajar a Malasia hace siete años para trabajar en la construcción y a los pocos meses dejó de enviar dinero y de comunicarse con la familia.

Nyima tiene un hermano mayor que está en un monasterio budista cerca de Lumbini, lugar de nacimiento de Buda, dos hermanas mas pequeñas que están con su madre, Sonam Sangmo Tamang, que se las lleva al campo todas las mañana al amanecer, a dos horas de camino desde la aldea para trabajar en el campo, únicamente por el arroz que consume la familia, sin salario, mas de 14 horas de durísimo trabajo, sólo por unos granos de arroz o maíz.

Nyima no ha estado escolarizada nunca, ya que aunque en la aldea hay una escuela, esta permanece cerrada excepto cuando algún voluntario de alguna ONG, como es nuestro caso se desplaza para convivir con estas familias y dedica parte de su tiempo a enseñar a los niños, aunque no disponen ni de regularidad, ni de material básico.

Es por ello que su madre, a través del Lama de Goljung, Singee, nos pidió que acogiéramos a su hija para darle la oportunidad de tener vida digna, escolarizada, atendida sanitariamente, con una alimentación regular y dieta variada, en un entorno familiar junto a los niños de su aldea.

Como podéis ver en esta foto, cuando vino con nosotros, llevaba este traje de princesa que una voluntaria le había regalado como toda pertenencia hace unos meses, y que no se quita nunca, incluso el chandal que le compramos se lo pone siempre encima y no hay manera de que se lo quite.

Para ella todo es nuevo, una constante sorpresa, nuestra casa de acogida dispone de TV y la ha visto por primera vez a su llegada. Dado que nos encontramos a mitad del curso escolar, los niños no pueden ir al colegio hasta dentro de seis meses, pero gracias nuestra compañera Sangita, que además de hacer de enlace de nuestros voluntarios, dando clases de nepalí, enseñando la ciudad y asisténdoles en su estancia, se encarga junto a su cuñada del cuidado, aseo y alimentación, hemos contratado un profesor particular para que empiece a trabajar con ellos en su enseñanza y que su paso al colegio no sea traumático.

Niños con problemas de adicción

Hoy estoy en Pokhara, visitando el centro de acogida que estamos ayudando desde nuestra ONG, en el que niños desde cinco a doce años, con problemas de adicción a esnifar pegamento, los recogemos de la calle, trabajamos con ellos durante unos meses, ofreciéndoles un entorno distinto al de la calle, con una alimentación asegurada, higiene, cama limpia y tras unos días de trabajo con ellos, se escolarizan y se hace un seguimiento con psicólogos y profesores para intentar evitar que vuelvan a las calles, cosa que no siempre se consigue, pero ahí estaremos para volver a acogerlos.

Mañana vuelvo a Kathmandú, que se encuentra a 120 km, o mas bien a ocho horas de bus «turístico». Estoy muy ilusionado con el proyecto que estamos arrancando, vamos a alquilar una casa de dos plantas en Sanga, a 20 km. de Kathmandú, en un entorno mas rural, con tierra cultivable para plantar nuestros propios productos y que los niños puedan estar en un entorno parecido a su aldea.

Pero eso os lo contaré mañana…. NAMASTE!

Un pollo para 16 niños y dos adultos

José de la TorreNamasteNepal

Namaste! Nuevo y caótico día… El caos predomina en Katmandú. Las bocinas de los coches, de las motos, los atascos, la contaminación, colas interminables de gente en todos sitios, hacen de Thamel, el barrio turístico, un lugar a evitar si realmente necesitas moverte, ya que puedes quedar atrapado en un atasco interminable.

Hoy, tras sufrir el jetlag, comienza el día en el momento que los nepalíes abren las persianas de sus comercios, a las 6 de la mañana. Tras desayunar, nos hemos dirigido a nuestro orfanato, Namaste Info Child, situado en la localidad de Lalitpur. Aunque la distancia no es superior a 8 kilómetros hemos tardado en taxi casi una hora en llegar.

Los niños se estaban preparando para ir al colegio y tras el aseo, han recibido su primer Dal Bath, (arroz y lentejas) que es la comida típica nepalí que todo el mundo toma dos veces al día, arroz hervido con un poco de caldo de lentejas, y en el mejor de los casos, como ha ocurrido hoy, acompañado de verduras frescas, y el sábado, lo será de carne de pollo, un pollo para 16 niños y dos adultos.

Después de acompañar a los niños al autobús para ir al colegio, hemos elaborado la lista de la compra de los productos que necesitarán para los próximos meses, arroz, lentejas, patatas, productos de limpieza, higiene y desinfección, etc…, lo cual haremos mañana.

Mas tarde, nos hemos dirigido a nuestra oficina, situada a unos kilómetros de distancia, que inauguraremos probablemente esta semana con una fiesta. Ayer llegaron de Goljung 7 nuevos niños, con edades comprendidas entre 4 y 7 años. Tras un periodo de adaptación en la casa que tenemos por oficina, irán junto con los otros 16 a nuestro orfanato donde serán incluidos en el grupo y escolarizados.

Todos ellos tienen padres y hermanos, pero tras nuestra visita a la aldea hace tres meses, sus padres, que no pueden casi ni darles un plato de comida, nos han pedido que los llevemos para que puedan tener una alimentación sana y variada, cuidados y revisiones médicas y asistan a la escuela.

En la foto podéis verlos con la ropa que les hemos comprado, ya que llegaron casi desnudos, como están la mayoría en su aldea, con zapatillas, no saben usar el baño y están en unas condiciones higiénicas deplorables. Han sido bañados, eliminados los piojos, visitados por el médico y esta noche por primera vez, han dormido en una cama. Mañana trabajaremos de nuevo con ellos en temas de higiene y prevención y les compraremos material escolar para empezar su educación. Estoy preparando un resumen de sus vidas, su origen, su familia, etc… que en los próximos días publicaré.

Pasado mañana iremos a Goljung a la aldea de estos niños para llevar noticias a sus padres, el dinero recaudado por la venta de los bolsos y monederos que confeccionaron para nosotros y intentar conseguir el compromiso de los padres de que si contrato un par de profesores a tiempo completo para los dos niveles de enseñanza, se comprometerán a enviar a sus hijos cada día al colegio.

Esto es todo por hoy… Saludos desde Nepal.

Namasté se incorpora al blog solidario

Iniciamos hoy una nueva colaboración con Namasté, una organización que trabaja con menores en Nepal. José de la Torre, presidente de la ONG, visita esas tierras durante tres semanas. Justo antes de aterrizar en Nepal, desde Bangkok, se presenta a los lectores del blog solidario de 20minutos.es.

Mi nombre es José de la Torre y soy el presidente de Namaste ONG voluntariado en Nepal. Nuestra ONG nació en octubre de 2008 a raíz de mi experiencia que como voluntario realicé durante un mes en Nepal, en concreto, en el orfanato de Ganganagar, situado en el Parque Nacional de Chitwan, en el sur del país.

Allí mi corazón fue conquistado por 23 niños y niñas, con su dulzura, su cariño y su eterna sonrisa. Durante ese tiempo, compartí con ellos, sus juegos, sus deberes, tareas domésticas… y como dijo Maruja Torres, «cuando dejé ese país atrás, sentí lo mismo que cuando uno cierra una puerta, y se da cuenta, tarde, que ha olvidado algo dentro».

A mi regreso, les comenté mi experiencia a mis compañeros de trabajo y hubo una respuesta en cadena de que todos querían involucrarse, unos con donaciones, otros acudiendo sobre el terreno como voluntarios, otros organizando conciertos para recaudar dinero. Desbordado por la respuesta y animado por todos, decidí crear esta ONG con la idea de que estos niños no dependiesen de las donaciones de los voluntarios para tener una calidad de vida aceptable, sino conseguir que el orfanato fuese autosuficiente y sostenible.

En aquel momento, los niños comían solo el Dal Bath, «arroz y lentejas», plato nacional de Nepal, sin ningún tipo de variedad en la dieta ni aportes proteínicos, por lo que nuestro primer viaje, ya como ONG, y con un grupo formado por 12 voluntarios, montamos un campamento de trabajo, donde se pintó la casa, se aró y plantó un huerto con gran variedad de verduras y frutas, se construyó un cobertizo para los animales, que fueron comprados para añadir leche y carne a su dieta y durante 18 días disfrutamos viendo como se transformaba la casa. Hoy día, tienen arroz plantado para su consumo para todo el año, un huerto con verduras y frutas, una pequeña alberca con peces para su consumo, leche a diario y carne dos veces a la semana, pero lo mas maravilloso fue la labor humana que los voluntarios realizaron con los niños durante este tiempo, ayudando con sus tareas, en el colegio, en la casa, con juegos sin fin, etc.

Lo que comenzó como un viaje solidario por mi parte, transformó la calidad de vida de esos niños y me animó a emprender otros proyectos, que son los que a lo largo de estas tres semanas os iré narrando… Solo como anticipo, os diré que ya disponemos de un orfanato en Lalitpur, cerca de Kathmandú, donde 13 niños que vivían de los restos de comida de los vecinos, entre excrementos de perro y durmiendo en el suelo, ahora su vida está cambiando, pero eso os lo contaré en la próxima entrega, que ya estaré allí con ellos.

José de la Torre – Namasté – Nepal