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Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Entradas etiquetadas como ‘Bolivia’

Llevando vida buena y digna a los ayoreos de Bolivia

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

 

Hasta hace unos 70 años, los ayoreos poblaban un territorio de 300.000  Km cuadrados en el Chaco de Paraguay y Bolivia. Fueron siempre un pueblo nómada de cazadores y recolectores -aunque también practican la agricultura y la pesca- que habitó antaño una extensa región de bosque bajo. En ese espacio conseguían todo lo que necesitaban para vivir y reproducirse. Sin embargo, desde mediados del siglo pasado, han sido expulsados de la selva por la explotación indiscriminada de la madera y los suelos.

Niño cazando almuerzo. Foto: Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

En Bolivia, actualmente sólo se reportan alrededor de 1.700 personas de este pueblo y, aún así, algunos de ellos todavía evitan cualquier contacto con foráneos.  Han visto como los terratenientes y latifundistas invadían sus territorios y destruían sus bosques, única fuente de subsistencia para ellos.  La deforestación avanza a pasos acelerados; no importa que la  Constitución Política aprobada hace muy poco tiempo en Bolivia les reconozca la titularidad colectiva de las tierras,  aún en la práctica esos bosques se siguen depredando.

Niños en la escuela. Foto de  Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

Y migrando de un lado a otro, los ayoreos fueron moviéndose  a lugares con condiciones para subsistir, abandonando sus regiones de origen y acercándose a zonas más pobladas y con ello, a la llamada  “civilización”. A escasos kilómetros de San José de Chiquitos, ciudad intermedia de la Chiquitanía boliviana, los ayoreos se instalaron en  Nueva Jerusalén y
conformaron  una comunidad de 25 habitantes. Hasta hace unos 10 años vivían como el resto de los componentes de la etnia, sin ropas y con las casas sin paredes que hoy conservan. Pero no faltó el que, en nombre de la cooperación o del Estado, vino y construyó una escuela con paredes y pizarras y les entregó material educativo sólo en castellano; y una casa cultural de ladrillo a la que nunca han entrado los miembros de la comunidad.

Inevitablemente han ido asumiendo algunas costumbres que les impone el hecho de vivir cerca de otras comunidades: usan ropas y trabajan la artesanía para vender, usando los
ingresos para comprar alimentos y cubrir otras necesidades. Sin embargo, un problema importante que enfrentan es la pérdida de identidad cultural, impuesta por la migración a zonas pobladas en busca de mejores condiciones que casi nunca encuentran y por un sistema estatal que no asegura la educación y la salud culturalmente adecuadas.

El profe de la comunidad nos mostraba la Casa de Cultura que nadie usa. Foto: Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

No hace mucho que Otto, quien es su agente comunitario de salud y se ha convertido en líder de la comunidad, enseñaba a los niños a purificar el agua que recogían de arroyuelos o que acopiaban durante las lluvias. En algunos casos, los niños caminaban hasta 8 kilómetros para conseguir un poco del líquido. Sobre un techo de calamina y en botellas
plásticas marcadas, los pocos niños de la comunidad ponían el agua al sol, eliminando de esta manera los gérmenes más sensibles y que les provocaban diarreas constantes.  Entonces Otto, el maestro  y otros miembros de la comunidad se acercaron a Ayuda en Acción y al CIEP (ONG boliviana contraparte en San José de Chiquitos) para plantearles sus necesidades y conseguir que se les apoye no sólo en obras de construcción, sino también en sus procesos de integración y de incidencia ante el Estado.

Gracias a esa gestión, hace unos meses estrenaron su sistema de agua potable. Se trata de una instalación simple y comunitaria, como todo allí, que los niños y adultos recibieron con júbilo. Gerardo, quien vive en Nueva Jerusalén y tiene mucha habilidad para la elaboración de bolsas con la fibra de un cactus denominada garabato; es observador y de pocas
palabras, pero aún así no se contuvo al expresar su satisfacción por el nuevo sistema de agua: Con la llegada de agua pura a Nueva Jerusalén mejorará nuestra vida y nos enfermaremos menos, sobre todo los niños pequeños.  Mi hija está esperando un hijo; él podrá tener agua limpia cuando nazca”. 

 Una ayorea teje mientras visitábamos la escuela. Mari Luz Peinado y Eugenia Redondo

Este sistema de agua, cuya instalación apoyaron Ayuda en Acción y  la Fundación  Bancaja, reducirá en un 75% las estadísticas de diarreas agudas, infecciones parasitarias y
desnutrición de los niños y niñas de Nueva Jerusalén. El pasado 9 de agosto se celebró nuevamente el Día Internacional de los Pueblos Indígenas; a ellos este homenaje,
desde la intención de que conserven su cultura y sus tradiciones en un marco de vida digna y buena.

 

Pablo y el efecto secundario

Por Vania Alves (Bolivia, Médicos Sin Fronteras)

 Pablo Alvares Herreira, de 55 años de edad. Sufre una alergia provocada por el tratamiento contra el Chagas que está recibiendo.

Los médicos examinan a Pablo, que padece uno de los efectos secundarios del benznidazol. No es un fármaco ideal, pero es el mejor que existe. Debe tomarse bajo supervisión médica y obliga a hacer un seguimiento semanal del paciente por parte de personal sanitario formado. El tratamiento dura al menos 60 días, dependiendo del peso del enfermo.

Las tasas de curación del benznidazol alcanzan casi el 100% en recién nacidos y lactantes, pero en niños mayores, adolescentes y adultos sólo rondan el 60% o 70%. Esto, sumado al hecho de que los efectos secundarios son más habituales en adultos, llevó durante años a excluir del tratamiento a las personas de más edad, como Pablo. Pero la experiencia de MSF ha demostrado que los efectos secundarios son manejables y que el tratamiento de adultos es posible.

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© Foto: Vania Alves

Asteria y el alivio

Por Vania Alves (Bolivia, Médicos Sin Fronteras)

 

Asteria Jiménez y sus hijas. Está feliz porque sus hijas no están infectadas con el Chagas.

Los padres de Asteria y sus suegros sí padecen el mal. Su marido no sabe aún si está infectado ya que no se encuentra ahora en Aiquile y no ha podido hacerse aún la prueba. Existe una prueba rápida de diagnóstico (utilizada por MSF) pero el resultado debe confirmarse en laboratorio. 

A menudo, los países endémicos de Chagas no disponen de las instalaciones ni el personal necesario para realizar estas pruebas. Dado que en muchas ocasiones que esta enfermedad no presenta síntomas, el diagnóstico del Chagas debería estar integrado en la atención primaria, con el fin de que las pruebas sean rutinarias en áreas de alta incidencia de la enfermedad. De lo contrario, miles de personas seguirán murieron sin saber que padecían Chagas.

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Foto: © Vania Alves.

Gente trabajando por su gente

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Me encanta mi trabajo. Supongo que, como todos, es a veces agotador, otras menos relajado, y sobre todo, me da muchas satisfacciones. Es lo que tiene la cooperación al desarrollo: te llena.

Hace unos días, sin embargo, tuve la sensación de que yo me regocijaba por algo que a muchos se les daba sin tantos aspavientos. Y que no se me malentienda, no se trata de que ande yo por el mundo hablando de lo que hago o de lo que consigo cambiar con mi trabajo. Es más, por lo general me gusta hablar de lo que la gente cambia con su propio esfuerzo. A lo que me refiero aquí es a que aquello que yo consideraba hasta hace poco un resultado del esfuerzo de gente que trabaja, como yo, en organizaciones de desarrollo, es bastante más que eso.

Esa misma sensación la tienen los voluntarios, a quienes  esto se les da cada día, y muchas veces, nadie reconoce su esfuerzo titánico, su dedicación entrañable y su solidaridad
plena con las causas buenas con las que se comprometen. No hacen alarde de su trabajo y sus logros; no escriben memorias anuales llenas de resultados; no arman páginas en Internet contando sus proezas.  Son los héroes anónimos del desarrollo.

Ayuda en Acción tiene en España más de mil voluntarios; personas solidarias de todas las edades, credos, orígenes y profesiones u oficios, que se comprometen más allá de toda expectativa y que se movilizan en sus localidades  para sensibilizar, para captar fondos para los proyectos, para sumar más a la causa contra la pobreza. Todos ellos tienen nuestra admiración y respeto por su entrega.

Pero Ayuda en Acción tiene otra fuerza voluntaria, no cuantificada, que está al pie de la tarea todos los días del año, en el mismo lugar donde cambiar las condiciones de vida de la gente  es el trabajo, ya no la meta. Son nuestros colaboradores locales y asumen las tareas más diversas. Un títere para concienciar; una feria para educar; una campaña para conseguir fondos para ayudar a un niño que no puede venir a la escuela porque le falta algo; recorriendo caminos interminables para recoger una carta de un niño a sus amigos españoles, esos que se ha comprometido con su desarrollo. Son el ejército que, como hormigas infatigables, arrastran cargas más grandes que ellos y las llevan a buen puerto. Nunca pierden su entusiasmo, aún cuando los recursos escasean y las trabas aumentan; están siempre motivados por el fin último de ayudar a los demás.

 

Encuentro con colaboradores Locales. Foto: Katherine Argote, AeA

 

Hace unos días reunimos a una modesta representación de esos incansables, adolescentes y adultos, con el propósito de conocer sus expectativas y sus necesidades para hacer mejor el buen trabajo que ya hacen. Al ser la primera experiencia de este tipo en Bolivia,  pensábamos que vendrían con su lista de necesidades y demandas, quejándose del poco apoyo y reconocimiento que reciben, de la poca atención que les damos. Y lo que nos dieron fue una lección de vida; un par de bofetadas simbólicas.

Llegaron cargados de entusiasmo, ávidos de nuevos conocimientos y herramientas para trabajar, dispuestos a compartir sus experiencias positivas y a enseñarnos todo lo que los años de  trabajo en el terreno les han dado. No tuvieron un solo reclamo, sólo nuevas ideas y nuevos retos, a los que pusieron fecha de cumplimiento. Una de ellos, profesora de una escuelita rural en Santa Cruz, nos contó cuándo y cómo nació su “semillita solidaria”  y tuvo el acierto de preguntarnos cuándo nació la nuestra.

 

Encuentro con Colaboradores Locales 2. Foto: Katherine Argote/ AeA

 

Al final de ese encuentro de dos días, les hicimos un reconocimiento simbólico por su entrega, pero tengo la seguridad de que su mayor reconocimiento lo reciben día a día, allí, donde su trabajo es más útil, de voz y mano de su propia gente. Al despedirlos, intentado animarlos a seguir trabajando con el mismo empeño, la misma motivación y el mismo entusiasmo, me repetí algo que intento recordarme a mí misma con frecuencia: tengo tanto que aprender!

Sonia y la epidemia silenciosa

Por Vania Alves (Bolivia, Médicos Sin Fronteras)

 

Aiquile, Cochabamba. Sonia, de 11 años de edad, y su sobrina Érica, de 5.

Todos en la familia, con la excepción de Érica, padecen el mal de Chagas. Sonia sufrió una reacción alérgica al tratamiento con benznidazol y tuvo que suspenderlo. No existe por el momento un tratamiento pediátrico, adaptado a los niños –una consecuencia de la falta de interés de la industria farmacéutica por esta enfermedad olvidada–, y los más pequeños son los más vulnerables a los efectos secundarios.

 

Bolivia es el país con mayor incidencia de la enfermedad de Chagas en el mundo. Se estima que el área endémica abarca el 60% del territorio nacional, y que el 40% de la población boliviana está infectada, porcentaje que puede llegar al 70% en las zonas de mayor endemicidad, como Cochabamba.

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Foto: © Vania Alves

Robin Hood vuelve a custodiar Sherwood; a ver si lo dejan!

 Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Cuando Robin se internó en Sherwood, llevaba la intención de ocultarse para robar a los ricos, los que a su vez les robaban a los pobres, y devolver lo robado  a sus legítimos dueños.  Entonces el bosque era un increíble mar verde de 423 hectáreas, que hoy son los restos de la gran zona de caza real que se extendía dentro de los condados vecinos.  Nadie sabe si Robin podría seguir ocultándose hoy allí. En 2007, los cuidadores de Sherwood anunciaron que el bosque estaba en peligro porque se estaban perdiendo sus robles centenarios producto de las tormentas de los últimos años.  Y las tormentas frecuentes, que antes no se veían por allí, tienen varias causas, pero entre todas, una muy importante: el cambio climático.

Desde hace 38 años que el mundo celebra el 5 de Junio del Día Mundial del Medioambiente. Cuando en 1972, en Estocolmo, se aprobó esta Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el mundo no había tomado conciencia total del futuro que le estaba construyendo al planeta.

Y cuando se hace balance, nos encontramos que los seres humanos –sin ánimo de ser catastrófica- hemos acabado con el planeta. Nos  lo cargamos en las últimas décadas porque somos los únicos culpables del cambio climático acelerado. Y la verdad es que bastante poco se está haciendo para reducir el impacto que esto tiene en la vida de las personas, porque detenerlo ya es imposible.

También es cierto que han sido los países desarrollados los que más han contribuido a esta situación, con la exagerada producción de CO2 y otros gases nocivos producto de la industrialización. Sin embargo, el fenómeno afecta al mundo entero  y otra vez los países más pobres tienen que pagar la factura por un daño al que poco o nada han contribuido directamente.

Y ustedes se preguntarán que tiene que ver todo esto con Robin Hood. Pues bien, resulta que desde hace un tiempo atrás, un grupo de ONGs internacionales han comenzado a abogar por la puesta en marcha de una Tasa a las Transacciones Financieras en los países desarrollados: la Tasa Robin Hood. Se trata de una iniciativa que pretende reducir las desigualdades sociales en los países desarrollados y en aquellos en vías de desarrollo de Asia, África y América Latina, así como aumentar la cooperación mundial para la lucha contra la pobreza y  contra los efectos del cambio climático. Pero no hay que asustarse, la propuesta se basa en que sean los más ricos y los especuladores financieros quienes corran con el costo de esta idea. Otra vez Robin devolverá a los más pobres lo que los más ricos e inescrupulosos les robaron.

 

Increíblemente,  la actividad financiera internacional ha crecido en 400% en los últimos 30 años, sobre todo como resultado de “derivados financieros” y otras actividades meramente especulativas. Según el Banco Internacional de Pagos de Basilea, de 4 billones de dólares que se negocian diariamente, sólo 2 millones corresponden a actividades efectivamente comerciales; el resto corresponde a operaciones de alta frecuencia realizadas por intermediarios y que sólo enriquecen a unos pocos.

Esto parece indicar que la tan mentada crisis bancaria que demandó varios miles de millones de “auxilio” al sector ya pasó y por lo tanto, para evitar futuras situaciones similares, se requiere una mayor regulación del sector. Porque ha sido esta crisis justamente la que ha llamado la atención sobre el impacto de la falta de regulación de la actividad financiera y su desconexión cada vez mayor con la economía real.

La Tasa Robin Hood pretende impulsar la aprobación de una norma que obligue a la aplicación de una Tasa a las Transacciones Financieras (TTF) del 0,05%, a ser aplicada a todas las operaciones financieras no minoristas. Se estima que esto permitiría una recaudación adicional de 300 mil millones de euros anualmente y se garantiza que de ninguna manera afectaría a la ciudadanía en general. Tal es el impacto de la iniciativa, que el FMI y la Comisión Europea han reconocido la viabilidad y utilidad de misma.  De estas recaudaciones, el 25% se destinaría a disminuir el impacto del cambio climático.

 

En noviembre de este año se reúnen en París los líderes del G20, en una cumbre que debería discutir el tema. La presidencia francesa de este grupo ha incluido la Tasa Robin Hood entre las prioridades a debatir y los presidentes de España y Francia y la Canciller de Alemania han expresado su voluntad para defenderla en espacios internacionales. Un grupo muy grande de ONGs internacionales, entre ellas Ayuda en Acción, Intermon Oxfam, Save The Children, Plan Internacional, Acción por la Salud Global e Inspiraction  está impulsando esta iniciativa y estará presente en noviembre frente al G20 para propugnar su aprobación.

Las dificultades técnicas de su aplicación ya han sido consideradas y cuentan con soluciones viables; lo que se necesita ahora es la voluntad política de hacerlo. De lo contrario, seguirán siendo los más pobres los que soporten sobre ellos el peso de una crisis que no generaron. El sector financiero, que tanto se ha enriquecido en los últimos años, tiene la obligación moral de contribuir a reparar el daño que sus excesos han causado, devolviendo a la sociedad una parte justa de sus beneficios.

Si Ud. quiere apoyar la aprobación de la Tasa Robin Hood, puede hacerlo en la página de la Alianza española  https://www.facebook.com/tasarobinhood.  Así ayudará también a Robin a volver a Sherwood y continuar aquella lucha contra  los ricos y ladrones que inició hace tantos años atrás.

Usar Internet ya no puede ser más un lujo

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El pasado martes desperté, como cada día, con las noticias de la tele. Soy una afortunada que se despierta conectada a la información y eso me permite tomar decisiones, algunas más importantes que otras. Me permite, por ejemplo, decidir qué ruta tomaré para ir desde casa hasta la oficina o qué atuendo usar en función del voluble clima de esta ciudad. Pero también me permite decidir qué hacer  con mis ahorros y cómo planificar mis gastos del mes. Hay mucha gente en Bolivia que no tiene este privilegio.

Telecentros educativos. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Las noticias de la mañana hablaban de un “extraño”  caso de placas de automóviles clonadas en el que parece estar implicada la Policía Nacional; de un gobernador opositor enjuiciado por supuesta corrupción, y entre otras cosas, de que era el Día del Internet.

Para tener claro los antecedentes de esta fecha, me conecté a la red mediante el servicio que uso desde casa; una modesta conexión dial-up que pone la empresa de teléfonos que uso a disponibilidad de sus clientes y cuyo servicio es relativamente barato y la conectividad igualmente lenta. El Google y Wikipedia me mostraron que los participantes en la II Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, celebrada en 2005 en Túnez, aprobó una resolución que autoriza hacer una propuesta a las Naciones Unidas para que declare el 17 de mayo Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información. La intención es que dicha declaración contribuya a acercar más el internet y otras herramientas de comunicación e información a las personas más excluidas y disminuir así la brecha digital. Como la conexión iba tan lenta se me hacía tarde, así que cerré todo y me marché, dejando pendiente para la noche la continuación de mi investigación.

Con esta idea dándome vueltas llegué a la oficina y me di cuenta de que allí, todos estábamos conectados desde que comienza la jornada, porque ya es imposible que podamos hacer gran parte de nuestro trabajo sin acceso a la red. Y pensé que en los últimos años hemos conseguido disminuir significativamente los gastos de  comunicaciones pues el  correo electrónico, el messenger, el skype y no sé qué otros programas nos permiten mantenernos comunicados en tiempo real con todas las oficinas y organizaciones con las que nos relacionamos.

Niños que ya tienen acceso a telecentros. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Al volver a casa, y luego de hacer varias tareas domésticas, volví a conectarme para seguir  investigando y descubrí que en Bolivia, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas, solamente el 9% de la población del país tenía acceso a la red a finales de 2010, debido a las dificultades de acceso a la tecnología básica necesaria y al alto costo que los proveedores fijan al servicio. Por su parte, el World Economic Forum asegura que sólo el 0,4% de la población boliviana tiene conexión a internet en sus casas. Sin embargo, el Gobierno estima  que, para finales de 2011, el 80% de los hogares bolivianos podrá tener acceso a la red. Le pregunté a mi hija mayor, de 12 años, qué pensaba de eso y me respondió que “casi todo lo importante está y se puede hacer en el Internet, así que está bien que todos puedan tenerlo”.

Y entonces pensé en cuanta ventaja llevan los productores de arroz de Yapacaní, que desde hace unos años tienen acceso a 15 telecentros educativos comunitarios con más de 150 computadoras, instalados por Ayuda en Acción y el CEPAC que, además de ser utilizados por los más de 3560 estudiantes, les da acceso a un portal web que les mantiene informados sobre los precios del producto en el mercado y les permite negociar mejor con los acopiadores y saber dónde y a qué precio vender.  Esta red de telecentros brinda además servicios de portal educativo, correo electrónico interno, telefonía VOIP, biblioteca virtual, capacitación e-learning, y forma parte del sistema de alerta temprana, que ha permitido evitar inundaciones y pérdidas durante la época de lluvias.

Este último año, las evaluaciones realizadas en Yapacaní para verificar el impacto del uso de TICs en la educación demostraron que éstas incrementan  en 5% la capacidad de aprendizaje de niños y niñas en las escuelas; y que este impacto es mayor cuando los niños han tenido acceso a ellas desde la edad preescolar.

Me acordé también de la cara de alegría de aquella señora de Viacha, en pleno altiplano paceño, que cuando se sentó por primera vez delante de una computadora con acceso a internet en uno de los 49 telecentros educativos instalados por Ayuda en Acción y CIPCA, me dijo: “Es que ahora ya podré comunicarme con mi hijo, que está en Argentina”.

comunaria de la zona en telecentro educativo. Foto: Ayuda en Acción Bolivia

Y concluí ratificando mi decisión de hacer lo necesario y lo que me toca para que cada persona en este país tenga garantizado el derecho de informarse bien respecto a las cuestiones que les son vitales  -y de las triviales también, por qué no-.

Al día siguiente, ironías de la vida, el proveedor del servicio de internet en nuestra oficina había sufrido un desperfecto técnico que dejó a todos los usuarios de dos departamentos del país (la Paz y Chuquisaca) sin conectividad.  Yo me sentí totalmente inútil hasta que vi nuevamente  en la pantalla de mi ordenador la señal del Skype en color verde.

No hay más excusas para demorar la educación de las niñas y las mujeres

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Noelia tiene 20 años y ya abrió su propia empresa. No ha sido fácil; para llegar hasta aquí ha recorrido un camino lleno de dificultades y ha enfrentado la crítica y el desánimo que le imponían sus vecinos y compañeros.

Nació en 1991 en El Cóndor,  una comunidad campesina que dista 50 Km de Yapacaní, en el oriente boliviano, y donde viven sólo 30 familias. Ahora está casada con Ananías y viven en Yapacaní; ellos dos y su pequeña hija libran día a día la batalla de la subsistencia en una ciudad intermedia de más de 15 mil habitantes, donde la pequeña economía local impone situaciones complicadas a las familias con pocos ingresos.

En la comunidad Cóndor hay una escuelita desde hace muchos años, pero como su población es tan poca, los niños y niñas sólo puedes estudiar allí hasta el 6to grado de primaria, viéndose obligados a recorrer distancias muy largas hasta las comunidades más grande donde hay escuelas con educación secundaria.

Desde pequeña mi vida fue muy difícil; quería estudiar enfermería, pero la escuela  secundaria quedaba muy lejos y el dinero de mi familia no alcanzaba para que yo fuera a estudiar allí; por eso terminé ayudando a mi papá en el campo.”, nos relataba Noelia hace unos meses  atrás.

Hace unos años Ayuda en Acción y CEPAC (uno ONG boliviana que trabaja hace varios años en Yapacaní) comenzaron a apoyar el establecimiento del Instituto Técnico Comunitario Indígena Campesino (ITCIO), el cual  brinda oportunidades de formación técnica a jóvenes, incluso aunque no hayan concluido el bachillerato. Con ello se pretendía brindar alternativas de incorporación al mercado laboral a un grupo poblacional que sistemáticamente carecía de oportunidades laborales en condiciones aceptables.

 Noelia, en segunda fila, en el acto de graduación. Foto: CEPAC

“Cuando supimos de la creación del ITCIO, mi papá  me dio ánimo  para que  entrara a estudiar, y yo me animé a estudiar  una carrera que todos decían que era “de hombres”: la tecnología de la madera. Como no había terminado el colegio (bachillerato), al mismo tiempo que estaba en el ITCIO, en las noches estudiaba”.

“Al principio éramos ocho  mujeres en la carrera, y poco a poco las demás se fueron saliendo por diferentes motivos. Al final me quede sola junto con mis compañeros y hubo un momento en que también me quise ir, pero mi esposo me apoyó bastante y continué”.

En una sociedad marcadamente machista, donde las niñas y mujeres son excluidas en los procesos de desarrollo, Noelia es un ejemplo. El año pasado, y a pesar de todas las trabas, Noelia se convirtió en la primera mujer graduada de la carrera de Tecnología de Madera y actualmente, junto a un compañero suyo del  ITCIO,  han abierto una carpintería. El Gobierno Municipal de Yapacaní, en 2010, la reconoció como la primera “Mujer Emprendedora” del municipio, en un evento apoyado por Ayuda en Acción y el CEPAC.  

“Cuando me embaracé  hice todo lo posible por continuar estudiando; mes a mes  mi pancita crecía pero igual seguía rallando la madera, aunque ya  mi panza chocaba y no me podía agachar. Entre bromas, mis compañeros decían: “este trabajo lo tendría que hacer tu marido”, a lo que yo les respondía que las mujeres también podemos, y a veces mejor”.

“He aprendido mucho, ahora tengo nuevas capacidades, ahora puedo hacer muebles, diseños, conozco de topografía y computación. Pienso que esta carrera me dio la oportunidad de alcanzar algo que creía no poder conseguir sin un título de bachiller. Ya sé que para estudiar sólo es necesario leer, escribir y tener la ganas de superarse”.                                                 

Esta semana se ha celebrado en todo el mundo la Semana de Acción Mundial por el Derecho a la Educación (SAME); iniciativa que este año ha estado dedicada a reivindicar el derecho de las niñas y las mujeres a recibir una educación incluyente y de calidad. Con la propuesta de La Gran Historia, actividad central de la SAME que permite dar voz a las mujeres y las niñas, se recuperan esas  historias cotidianas que cambian la realidad. Con esta trascendental historia, que sólo es trascendental por su protagonista, intento contribuir al reconocimiento de  que no puede haber más excusas para seguir postergando  la educación de las niñas y las mujeres en el mundo.

Hay males que ni se sabe que existen

Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

En estas tierras de América Latina aún hay enfermedades que mucha gente en el mundo desarrollado ni sabe que existen. Y siempre, lamentablemente, afectan a la gente con menos recursos, campesinos e indígenas habitantes de zonas intrincadas en el monte,  la selva o en la planicie del Chaco, donde los insectos hacen de las suyas en medio de poca higiene y falta de condiciones de prevención. Y es que, cuando además la gente no sabe como prevenir las enfermedades, lógicamente la incidencia de estas es mayor, y si son contagiosas entonces se establece  un círculo vicioso que se perpetúa por generaciones.

¿Usted ha escuchado hablar del Mal de Chagas o la Leishmaniasis? ¿Sabe que en  Bolivia siguen enfermando  de tuberculosis anualmente alrededor de 8 mil personas y que 700 de ellos mueren?

 Una trabajadora del laboratorio de detección realiza un examen de laboratorio. Foto: Reszi Agramont/AeA

Aunque según algunas fuentes, Bolivia ha logrado reducir la presencia de la vinchuca (insecto transmisor del parásito causante del Mal de Chagas) de un 75% en el año 1998, a un 2,8% en el año 2004, existen municipios donde la realidad es otra. Villa Vaca Guzmán y Huacaya son dos de ellos. En la zona del chaco chuquisaqueño, donde Ayuda en Acción trabaja para mejorar las condiciones de vida de la gente, más del 3% de la población (indicador mínimo relativo a los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015) está infestada de Chagas.

Muchos han sido los esfuerzos de pocas personas e instituciones por avanzar en el descubrimiento de una cura para una enfermedad que, como es de los pobres y da poco rendimiento, no interesa a las grandes compañías farmacéuticas. Una doctora en ciencias químicas española ha dedicado más de 10 años de su vida a investigar las posibilidades de erradicarlo. Así encontró una pintura que evita el crecimiento del insecto portador del parásito que provoca la enfermedad entre las paredes de las casas. Pero no es suficiente con pintar las casas, hay también que educar a la gente (como ella misma lo ha dicho) y cambiar los patrones de construcción y de higiene de los espacios compartidos.

Hace unos años  los indicadores de incidencia de Chagas en esta zona alcanzaban cifras alarmantes y por ello la cooperación centró parte de su accionar en disminuir los factores de riesgo de contagio. Informar a la población sobre cómo disminuir los riesgos, mejorar las viviendas de las familias más expuestas y establecer servicios de diagnóstico oportuno, fueron algunas de las iniciativas desarrolladas. 

 Casas mejoradas para evitar la proliferación de vinchucas. Foto: Reszi Agramont/AeA

Y aunque esto pueda parecer escrito por encargo, la verdad es que mucho se ha hecho, aunque insuficiente, por supuesto. En los últimos dos años hemos construido juntos a las familias guaraníes 47 casas mejoradas, hemos montado un laboratorio de detección del parásito  y hemos equipado 4 puestos de información  vectorial, establecidos por el sistema de salud; pero además estamos capacitando a la gente y formando promotores locales. Más de 100 familias y 10 voluntarios locales de salud se han capacitado para  promover mejores hábitos de aseo e higiene entre las familias y para concienciarlas sobre la necesidad de proteger las paredes de sus casas. Pero aún no será suficiente.

Este 7 de abril se celebra, como cada año,  el Día mundial de la Salud y quiero aprovechar este espacio para darle voz a esas familias y pacientes olvidados y hacer en su nombre un llamado a quienes tienen la obligación de impulsar políticas públicas y garantizar la asignación de recursos, tanto en nuestros países como en los organismos internacionales de salud. Sólo con el concurso de todos será posible que estos males, falsamente olvidados, pasen a la lista de enfermedades ya erradicadas por la especie humana.

Crónica de una tragedia en La Paz

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

El sábado 26 en la noche comenzó a caerse la ciudad. La gente se había puesto alerta cuando, en la mañana, encontraron los primeros síntomas: grietas en las calles y las paredes; crujidos de la madera de los pisos  y los marcos de las puertas; algún que otro vidrio de ventana roto sin aparente causa. Cuando los técnicos de la Alcaldía acudieron al llamado se dieron cuenta de que algo estaba pasando en el terreno de uno de los barrios de la ladera este de la ciudad de La Paz. A las 8 de la noche comenzó la catástrofe.

Chalina. Foto: La Razón

Inició con la caída de una casa y de las casas vecinas y así, una a una se fueron cayendo todas las de la primera línea; 100 en total. Luego le siguieron las calles y avenidas asfaltadas, los postes de energía eléctrica y las tuberías de agua potable y alcantarillado. La gente se lamentaba y echaba la culpa a los vecinos irresponsables que construyeron sus viviendas sin aprobación de los planos y abriendo pozos sépticos en un terreno con antecedentes de inestabilidad; se lamentaban de que la Alcaldía, en muchos años, no hubiera hecho los trabajos de canalización de aguas que debía hacer;  de que no hubieran previsto que tanta lluvia haría daño a los cimientos de sus casas. Luego se supo que esos barrios estaban construidos sobre una falla geológica inactiva desde 1930 y que se activó repentinamente.

De a poco y durante 4 días las casas se iban cayendo como si la montaña se las fuera tragando, sepultando debajo de los escombros y el lodo tres barrios enteros y la vida y los sueños de más de 5 mil personas. Mientras, la confusión se apoderaba de todos, incluyendo a los medios de comunicación que daban cifras distintas de damnificados y viviendas perdidas. De un lado de la montaña se seguían desprendiendo pedazos, y a 100 metros de allí se iba evacuando a la gente, que se empeñaba, en medio de la desesperación, en salvar algunas de sus pertenencias. Y mientras, toda la ciudad se volcaba a ayudar, a socorrer a las familias, a apoyar en su traslado a los refugios, en organizar comedores y cocinas para dar alimento en esa primera noche.

 

Cuando se detuvo el deslizamiento de tierras, ya se habían instalado 15 refugios, eran casi 7 mil las personas que habían tenido que abandonar sus casas y 400 las familias que tuvieron que refugiarse en los campamentos, pues el resto se trasladó donde algún familiar. En las calles de la ciudad se veían camiones llevando enseres y muebles a todos lados; una amiga vio pasar frente a su casa un desfile de familias, acarreando algunas pertenencias y buscando un sitio donde hubiera un campamento instalado o un terreno baldío donde asentarse temporalmente.

Y mientras yo escribía esta crónica los números –y la vida de la gente- fueron cambiando radicalmente. Es que eso tiene una emergencia: ante las tareas de prestar socorro a los afectados, movilizar gente y recursos y coordinar con las entidades de atención; escribir en el blog quedó en un segundo plano. A día de hoy, son casi 1000 las familias en los 24 campamentos, 140 hectáreas de terreno se desplomaron, las necesidades se triplican y se ha confirmado la noticia inicial  de que no ha perdido ni una sola vida humana.

 Equipo de atencion de emergencias La Paz. Foto: Katherine Argote/AeA

El viernes pasado Ayuda en Acción concretó la entrega de materiales de higienes, pañales para bebés, alimentos e insumos necesarios para atender a 200 familias damnificadas. Los alimentos alcanzarán para cubrir sus raciones por 15 días; los insumos de higiene y aseo les alcanzarán para sus necesidades de un mes y  los más de 7 mil pañales entregados serán suficientes para que al menos 60 bebés tengan cubierta esa necesidad por 15 días.  Los útiles de cocina garantizarán condiciones de alimentación dignas en medio de tanta catástrofe. Mantener la dignidad a esas personas y garantizar sus derechos elementales fue la premisa con la que dimos la primera respuesta a la emergencia y con la que lo seguiremos haciendo. Sólo cuando se come la comida en una bolsa de plástico y sin una cuchara, se dimensiona adecuadamente  la importancia de un plato, un vaso y un cubierto.

 Atencion de emergencias en La Paz. Foto: Katherine Argote/AeA

Ahora surgen otras necesidades inmediatas. Hacen falta medicamentos para atender los males que el frío, la humedad y las condiciones precarias están generando en la población. Los baños han resultado insuficientes y se requiere la instalación inmediata de mayor cantidad de los mismos. El Alcalde de la ciudad nos ha dicho que los insumos de higienes que distribuimos tienen una altísima importancia y que hacen falta muchos más para el resto de las familias. Sin condiciones para lavar y secar la poca ropa que consiguieron salvar, se necesita ropa interior y calcetines para todos. Los niños afectados han dejado de asistir a clases, pero se espera que, desde la próxima semana, retornen a otros colegios; eso demanda útiles escolares y libros que perdieron en el deslave. Durante estos días siguientes, en coordinación con el Centro Operativo de Emergencia Municipal,  Ayuda en Acción hará entrega de una segunda dotación de insumos para las familias, sobre todo de material de aseo e higiene, que ha sido la demanda directa que nos ha hecho el municipio.

 Entrega de material por parte de Ayuda en Acción. Foto: Katherine Argote/AeA

Luego viene la segunda fase, cuando se concrete un plan de viviendas que permita a todas esas familias tener un hogar como el que tenían antes; plan en el que el gobierno nacional, el departamental y el municipio tienen el papel protagónico y la obligación de coordinar acciones para la inversión adecuada de los escasos recursos con los que se contará. La cooperación  internacional también apoyará ese esfuerzo. Y otra vez habrá que dedicarse a la mejor de las tareas humanas: construir sueños; esta vez sobre terrenos firmes.

 Equipo coordinando la ayuda. Foto: Katherine Argote/AeA