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Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Archivo de julio, 2020

Día Mundial contra la Trata: el trabajo para lograr que los niños víctimas de trata recuperen sus vidas

Por Sarah Ferguson, UNICEF Estados Unidos

Ocurre en todo el mundo. Atraídos por la perspectiva de un trabajo estable que les ayudaría a alimentar a sus empobrecidas familias, los niños cruzan fronteras solos, y así se convierten en presa fácil para traficantes y secuestradores.

“Pensaba que si iba a Arabia Saudí podría ayudar a mi madre y a mis tres hermanos”, cuenta Berhan, de 17 años, que dejó su casa de Tigray (región del norte de Etiopía). Su plan era atravesar Yibuti y Yemen hacia Arabia Saudí, donde, según se rumoreaba, había muchos trabajos.

Pero Berhan fue secuestrado y hecho prisionero por los traficantes en Yemen. “Cuando nos capturaron éramos 115 en una habitación pequeña”, recuerda. “Nos daban dos rebanadas de pan al día y un poco de agua”.

Día Mundial contra la Trata: el trabajo para lograr que los niños víctimas de trata recuperen sus vidas

Berhan Berhe, de 17 años, es un migrante vulnerable. Su sueño era ayudar a su madre y hermanas, pero fue víctima de trata. Ahora ha logrado volver a su pais, Etiopía, donde espera encontrar un futuro mejor. / © UNICEF/UNI320535/Tesfaye

Cinco meses después, cuando les quedó claro que nadie podría pagar su rescate, los traficantes le liberaron. Finalmente llegó a Arabia Saudí, donde las autoridades le tuvieron un mes detenido, para finalmente deportarle a Etiopía. Durante una cuarentena obligatoria de 14 días en la Universidad de Adís Abeba, Berhan y otros menores no acompañados retornados conocieron a varios trabajadores sociales. Estos los registraron y evaluaron, y luego se aseguraron de que los niños recibían los servicios que necesitaban.

“Sienta bien ayudar a los demás, especialmente sin son niños”, dice Tiresew Getachew, trabajadora social en Adís Abeba. “Pero no somos muchos, y es un trabajo lleno de obstáculos. Yo no pregunto directamente qué les ocurrió. Me tomo mi tempo para ganarme su confianza y que puedan hablarme con libertad”.

El aumento del número de retornados en los últimos meses ha puesto al límite el sistema sanitario y otros servicios locales. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y UNICEF están dando apoyo al gobierno para garantizar que los jóvenes retornados acceden a los servicios que necesitan, así como la reunificación con sus familias y la reintegración en sus comunidades. Las dos agencias también les proporcionan jabón y otros artículos de higiene, de ocio, tiendas de campaña, ropa de cama y otros suministros no alimentarios esenciales.

“Cuando llegan tratamos de ponerles en habitaciones privadas y ver si tienen fiebre o síntomas del coronavirus”, explica el doctor Minhayel Tave. “Si los tienen, les trasladamos a una zona de aislamiento. Además de la COVID-19, buscamos otras enfermedades infecciosas a las que pueden haber estado expuestos durante su cautiverio”.

Berhan estaba en tercer grado cuando su padre murió. Dejó la escuela e hizo todo lo que pudo para cuidar a su madre y sus hermanas, pero las oportunidades de trabajo eran limitadas. Confió en un intermediario que le prometió que le sacaría del país y le llevaría a Arabia Saudí. Ahora se siente aliviado por estar de vuelta en Etiopía, y está deseando ver a su madre y sus hermanas de nuevo. “He visto los peligros y no quiero volver”, cuenta. “Pero espero encontrar trabajo ahora que he vuelto a casa, y ser capaz de ayudara a mi familia”.

UNICEF trabaja con sus aliados para proteger a los niños vulnerables frente a la explotación en todo el mundo.

«En los 15 años que llevamos trabajando en Bombay, no habíamos vivido una hambruna como esta»

Por Alfonso Hernández, portavoz de campañas de Sonrisas de Bombay

“En los 15 años que llevamos trabajando en Bombay, no habíamos vivido una hambruna como esta”, nos cuenta nuestra compañera Anna Valiente desde Bombay. La pandemia y el confinamiento han dejado a miles de personas en la India sin trabajo, sin hogar y sufriendo hambre y sed. Las comunidades más desfavorecidas de las grandes ciudades, como Bombay, han sido las más castigadas. La mayoría de los habitantes de los slums viven con ingresos al día, por eso la paralización de cualquier actividad como la venta ambulante, la recogida de chatarra, los taxis, etc, dejó a miles de familias en la cuerda floja.

Han sido semanas difíciles en las que las ONG hemos tenido que adaptarnos a las circunstancias y a las necesidades que estaban demandando estas comunidades. En nuestro caso decidimos paralizar todos nuestros proyectos, dando seguimiento a las comunidades vía telefónica o presencial si era necesario, y manteniendo la actividad educativa vía telemática. Reorientamos nuestro esfuerzo, inmediatamente después de decretarse el confinamiento, a la distribución de alimentos y bienes de primera necesidad. No sólo entre nuestros beneficiarios sino también a las miles de familias que viven en la calle. “De repente, la pandemia hizo brotar aún con más fuerza la terrible precariedad en la que se sostienen miles de personas”, añade Anna. Y es que sin esa delgada red en la que sobreviven decenas de comunidades sólo queda la necesidad, el hambre y la sed.

La India lleva registradas más de 20.600 muertes por coronavirus y más de 740.000 personas contagiadas. Es el tercer país del mundo por detrás de Estados Unidos y Brasil en número de casos y fallecimientos, y varios expertos vaticinan que aún está lejos de alcanzarse el pico de contagios en un país con más de 1.300 millones de habitantes. Entre el 20 de marzo y el 30 de junio, en Sonrisas de Bombay hemos atendido a más de 23.000 personas en ocho de las zonas más empobrecidas de la ciudad, repartiendo 242.000 raciones de comida. Hemos mantenido el contacto con nuestros beneficiarios a través de 12.000 llamadas telefónicas a familias con niños de nuestras escuelas, 270 visitas presenciales, 470 llamadas y visitas a mujeres víctimas de la trata, y hemos transformado dos de nuestros centros de preescolar en albergues temporales para ocho personas sin hogar.

El pasado 1 de julio se esperaba el anuncio de la segunda fase de desconfinamiento en todo el país, con la esperanza de que se fueran aliviando las restricciones de las últimas semanas y que la población pudiera ir recuperando la normalidad. Pero el confinamiento se ha prolongado unas semanas más, aunque con restricciones menos severas que nos permitirán “empezar a planificar la nueva normalidad en nuestras áreas de trabajo y recargar baterías para seguir trabajando por un Bombay mejor, por una India mejor, en definitiva, por un mundo mejor”, en palabras del fundador y director de Sonrisas de Bombay, Jaume Sanllorente.

Precisamente, en este intento por recuperar la normalidad, que tanto ansían las propias comunidades de Bombay, pero sin perder la alerta por la nueva y más precaria situación en la que se han quedado tantas familias, en Sonrisas de Bombay hemos puesto en marcha un reto solidario en el que todos podemos participar: 7000kmXBombay. Se trata de unir simbólicamente los 7.000 km que separan España de Bombay. ¿Cómo? Sumando los entrenamientos de cualquier persona que se apunte a este reto y transformando cada kilómetro en un euro.

Puedes caminar, correr, nadar o ir en bici, y convertir tus kilómetros de entrenamiento en alimentos y bienes de primera necesidad para los más necesitados de los slums de Bombay. ¿Te gusta la idea? Pues participa en este enlace.

COVID-19 en Loreto: la región olvidada del Perú que se enfrenta sola a la pandemia

Por Stefanny Peláez – técnico de comunicación de Plan International Perú

América Latina y el Caribe están viviendo un «rápido aumento» de casos de COVID-19, lo que amenaza con desestabilizar una región con sistemas de salud ya de por sí precarios, tal y como ha advertido la Organización Mundial de la Salud. Cinco de los diez países que han registrado el mayor número de nuevos casos -hasta el 2 de junio de 2020-, se encuentran en el continente americano: Brasil, Estados Unidos, Perú, Chile y México.

En Perú, una de las regiones más afectadas por la pandemia es Loreto. La región está ubicada en el noreste del país y es la más extensa, cubriendo el 28.7% del territorio nacional. Loreto se encuentra en la Amazonía peruana y tiene una población de 1.076,937 habitantes; de los cuales, el 11,9% son indígenas. La región está aislada del resto del Perú y la situación de su población requiere de atención urgente por parte del estado y de las organizaciones humanitarias.

El sistema de salud de Loreto está sobrepasado, con más de 6.000 personas infectadas y 305 muertes por COVID-19, según el Ministerio de Salud. Sin embargo, el Dr. Carlos Calampa, director regional de salud, ha indicado en entrevistas que el número real de muertes supera las 1.700. De manera devastadora, el 90% del personal de salud se ha infectado y al menos 20 sanitarios han perdido la vida.

La pandemia de la COVID-19 también ha afectado la economía de Loreto. Los empleos son escasos y la población es cada vez más incapaz de obtener alimentos.

Silvia es voluntaria comunitaria en Plan International Perú en Loreto. Ella ha visto de primera mano el desastre provocado por la COVID-19: «Las familias no tienen trabajo. No pueden comprar sus alimentos ni sus medicinas».

Como en la mayoría de países del mundo, las escuelas han cerrado debido a la pandemia.

«Sé que tengo la suerte de poder seguir mis clases online, puedo repetir las lecciones y descargar mis materiales”, dice Mallory, un adolescente de 15 años.

Sin embargo, aunque algunas niñas y niños en Loreto tengan la opción de asistir a clases virtuales, la mayoría no tiene acceso y ven negado su derecho a la educación.

“Los niños y las niñas no pueden atender a las clases virtuales porque no tienen televisores o radios. No tienen acceso a Internet y no pueden tener clases, pero además es que algunas casas ni siquiera tienen luz eléctrica «, explica Silvia.

La mayoría de los y las adolescentes tienen que usar los teléfonos móviles de sus padres cuando han terminado sus tareas domésticas. Como resultado, los niños y niñas del país corren el riesgo de perder el resto del curso, y las niñas son especialmente vulnerables al fracaso y el abandono escolar.

Los dos hospitales en Iquitos, la capital de Loreto, están desbordados. “La morgue tiene la capacidad de incinerar entre dos y cuatro cuerpos por día. Entre ayer y hoy llegaron más de ocho cuerpos. Eso es el doble de lo que la morgue puede manejar «, señala el gobernador de Loreto, Elisban Ochoa Sosa. Es por eso que la gente muere en sus casas.

«Los médicos no pueden atender a las familias en casa y si llegan al hospital, a menudo no pueden recibir tratamiento porque el sistema de salud está colapsado», cuenta Silvia.

La incapacidad para trabajar está exacerbando el problema. La gente tiene hambre y está débil. Eso, combinado con la COVID-19 y un sistema de salud pública ineficiente, es mortal.

«En algunos sectores de la región, la gente ya está poniendo banderas blancas, como alerta, pidiendo ayuda para que puedan recibir víveres para alimentarse. Es desesperante, la verdad, porque lo estamos sintiendo en carne propia», manifiesta Silvia.

Los retornados de la ciudad u otras regiones conllevan un riesgo adicional para la población indígena: pueden infectarse de COVID-19 en sus viajes y llevarlo de regreso a sus comunidades de origen. Otro factor de riesgo proviene de las donaciones de alimentos y medicamentos, que se transportan a través de embarcaciones, que a menudo carecen de las condiciones higiénicas mínimas requeridas.

El apu de la comunidad indígena de Nueva Alianza, Regner Flores Cariajano, está solicitando pruebas para detectar COVID-19: «No queremos convertirnos en un cementerio (…) No nos dejen morir de esta manera».

También ha habido situaciones en las que el personal médico ha abandonado sus puestos por temor al contagio, debido a la inexistencia de equipos de protección y protocolos de tratamiento. Alrededor de veinte comunidades indígenas están expuestas a COVID-19 después de que once casos positivos llegaron a su territorio. Esto significa que el riesgo de una infección generalizada sin posibilidad de tratamiento está aumentando.

A pesar de estos desafíos, Plan International ha estado respondiendo a la emergencia sanitaria por la COVID-19 en Loreto en las áreas de salud, educación, transferencias de efectivo y agua, saneamiento e higiene (WASH). Se ha conseguido la entrega de Equipo de Protección Individual (EPIs) al personal de salud, así como la transferencia de efectivo a 466 familias a través del “Bono Plan Familiar”, que han usado el dinero para comprar alimentos, material escolar y medicamentos. Además, se han entregado kits educativos, de higiene y de higiene femenina y se han instalado estaciones de lavado de manos.

Plan International ha adquirido 25 altavoces para retrasmitir clases por radio en 25 comunidades donde niñas, niños y adolescentes no tienen acceso a educación a distancia. Además, el equipo de Loreto está difundiendo mensajes clave sobre hábitos saludables de higiene, ofreciendo protección y prevención de la violencia y educando sobre salud sexual y reproductiva en el contexto de COVID-19.