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Archivo de la categoría ‘Ghana’

Ghana: 20 años mejorando la nutrición infantil

Por Lilian Selenj, especialista de nutrición en UNICEF Ghana

Cuando en 2011 vi por primera vez la notable reducción de las tasas de retraso en el crecimiento en Ghana, me llevé una agradable sorpresa. Había dudas de que se mantuviera, y se esperaba la Encuesta Nacional Demográfica y Sanitaria de 2014 para ver si se confirmaba la tendencia.

Y efectivamente Ghana ha reducido el retraso en el crecimiento incluso más, hasta el 19%, disminuyendo a la mitad la tasa de 2003 y superando los índices de muchos países del África Subsahariana.

Las mejoras se han producido en las áreas rurales y urbanas, y muestran una disminución de la desigualdad entre los más ricos y los más pobres. Ghana está en el buen camino, aunque todavía deben hacerse esfuerzos para abordar los nacimientos de bebés con bajo peso, la anemia y la obesidad en adultos.

Ghana: dos décadas mejorando la nutrición infantil

Elizabeth alimenta a sus mellizos, Jessie y Jessica, con alimento terapéutico en un centro de nutrición. /© UNICEF/GHAA2015-03220/Asselin

Pero ¿cómo ha mejorado Ghana? Los resultados reflejan el progreso en varios sectores que merece la pena destacar.
Ante todo, la ciencia nos dice que para que los niños se desarrollen bien deben ingerir cada día una variedad de alimentos frecuentemente, deben ser protegidos de enfermedades infecciosas y, si se ponen enfermos, deben tener acceso a atención sanitaria. Cuando el sistema sanitario promueve esto durante los 1.000 primeros días de vida, las posibilidades de reducir las tasas de retraso en el crecimiento son muy altas. Para el éxito en Ghana ha jugado un papel muy importante el incremento de los servicios de atención sanitaria, incluso en las áreas más inaccesibles.

Según la última encuesta nacional, el 87% de las mujeres embarazadas acudió al menos a cuatro controles prenatales. Las visitas regulares a instalaciones sanitarias garantizan que las madres tengan la información adecuada sobre salud y nutrición durante el embarazo, parto, y después de dar a luz.

En mis 23 años en UNICEF no he visto ningún otro país en África que haya invertido en la formación a profesionales de la nutrición del sistema de salud tanto como Ghana. Esto ayuda a planificar, gestionar y hacer seguimiento de planes nutricionales de calidad.

También he observado que, además del amplio alcance de los servicios de salud comunitarios, los programas de nutrición en Ghana se han beneficiado de la mejora de la economía y otros servicios básicos, que proporcionan un ambiente favorable. Ghana redujo la tasa de pobreza a la mitad entre 1991 y 2013 (Informe de los ODM, 2013), mejoró la seguridad alimentaria, el acceso a agua potable, la educación y el empleo.

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Sin embargo, todavía hay desigualdades. En las tres regiones de norte, que tienen contextos socieconómicos complicados y similares, las tasas de retraso del crecimiento son muy distintas: 32% en el norte, 15% en el noreste y 23% en el noroeste. Mientras que el noreste tiene las tasas de pobreza más altas, ha superado al norte y al sur. En mi opinión, las desigualdades en las tasas de retraso del crecimiento en el país reflejan, en gran medida, la gestión de los recursos disponibles. Si la nutrición recibe más atención a todos los niveles, se podrán eliminar las desigualdades.

Este sentimiento tuvo eco durante la reciente presentación de la Encuesta Demográfica y de Salud de Ghana 2014, en la voz de Esi Foriwa Amoaful, directora adjunta de nutrición en los Servicios de Salud del país: “Hemos progresado mucho, pero necesitamos hacer más. Podemos cambiar esto”.

Para cambiarlo y erradicar definitivamente la desnutrición infantil UNICEF lleva a cabo muchas acciones en todo el mundo. Tú también puedes unirte a la lucha contra la desnutrición infantil y contribuir a salvar más vidas. ¡Ahora no podemos parar! 

 

Aguas de cambio en Gbandú, Ghana

Blanca Carazo, responsable de proyectos de UNICEF Comité Español

Es un jueves del mes de junio, cerca de las dos de la tarde cuando llegamos a la comunidad de Gbandú, en la región Norte de Ghana. Casas circulares de adobe con techos de paja, el suelo llano de tierra roja, salpicado aquí y allá de árboles de karité, sensación de calma y un calor constante.

En el centro del pueblo, reunidos bajo un gran árbol, nos espera un grupo de hombres y mujeres sentados, y una fila de sillas listas para recibirnos. Nos instalamos y comienzan las presentaciones: el jefe del pueblo, los ancianos, las mujeres líderes, el líder de la comunidad musulmana, el de la comunidad católica… A Chetoun, compañero de UNICEF en Tamale y responsable del programa en Gbandú, le dicen entre risas que no se presente, que ya le conocen todos.

A un lado, uno de los notables de la comunidad mantiene tapadas dos pequeñas ollas de porcelana. ¿Qué habrá dentro? Al poco rato acerca una de ellas al centro del círculo y la destapa, descubriendo un líquido marrón y turbio. Por un momento nos tememos que sea alguna bebida de la zona con la que quieran obsequiarnos (ups!). Parecen mirarnos con una mezcla de diversión y curiosidad.

Uno de ellos dice algo en el idioma local y parece esperar que le respondamos. Miramos al traductor. “Dice que, si hubieran venido hace un año, este es el agua que les hubiéramos ofrecido”. Hay risas entre los hombres y mujeres sentados, (¡y alivio en nuestra fila de sillas!). A continuación acercan la otra olla y la destapan: está llena de agua transparente. Todos sonreímos.

Aguas de cambio en Gbandú, Ghana

© Blanca Carazo / UNICEF

Sencillamente fantástico. Dos ollas, la de agua turbia y la de agua transparente. Antes y ahora. Poderoso símbolo de cambios visibles y de gran impacto para los niños y familias de Gbandú.

A partir de ese momento, y ante la pregunta de qué han supuesto los programas de agua y saneamiento de UNICEF en sus vidas, hombres y mujeres se quitan la palabra para contarnos: «Ahora nuestros niños ya no se enferman; podemos dedicar a otras actividades el tiempo que antes necesitábamos para cuidarlos». «Sabemos construir letrinas y cómo usarlas. Cuando están llenas las tapamos y construimos otras; y al cabo de un tiempo sacamos composta«. «Ahora tenemos tiempo para fabricar y vender manteca de karité; antes pasábamos el 70% de nuestro tiempo buscando agua, y teníamos miedo al ataque de serpientes». «Hemos aprendido a organizarnos«.

Y no es solo lo que dicen. Es cómo lo dicen; el orgullo y el compromiso que muestran con lo que han logrado; el énfasis que ponen en explicar cómo han trabajado todos juntos, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, musulmanes y cristianos; y cómo todos contribuyen a conservar su comunidad limpia y las letrinas en buen estado, cómo han organizado la gestión de la fuente de agua… En definitiva, cómo, más allá del apoyo de UNICEF y de las autoridades del distrito, este es un proyecto de las gentes de Gbandú, y para las gentes de Gbandú.

Tras la asamblea, damos un paseo por la comunidad, limpísima. Nos muestran las letrinas familiares, con un cubo de ceniza para echar un puñado después de cada uso y sin ningún tipo de mal olor. Y, como colofón, la visita a la joya de la comunidad, el depósito y la fuente de agua con cuatro grifos.

Durante años se intentaron construir pozos pero en esta zona no hay agua subterránea accesible. Finalmente, en 2014, UNICEF logró financiación para instalar tuberías y canalizar agua desde la depuradora situada a 4 km y construyó el sistema. Cada día, de 6 a 9 por la mañana, y de 4 a 7 por la tarde, las familias se acercan con sus cubos para llevar el agua a las casas a cambio de una pequeña cuota. El resto del tiempo se mantienen los grifos cerrados con candado, para evitar despilfarros y asegurar que el acceso es igual para todos.

Aguas de cambio en Gbandú, Ghana

© Blanca Carazo / UNICEF

Aún una ultima anécdota. Existe otro depósito en el pueblo, en la mezquita. Cuando se estaba construyendo el sistema de agua, se planteó llevar la tubería también hasta ahí. Sin embargo, se decidió no hacerlo para asegurar que todos los habitantes de Gbandú tenían los mismos derechos y el mismo acceso al agua. Impresionante ejemplo de convivencia e igualdad de oportunidades.

Salimos de Gbandú entre saludos amables y apretones de manos, y alguna solicitud de matrimonio a la más rubia del grupo. Y nos vamos con una sensación reconfortante. La de ver y vivir cambios reales. La de haber constatado que se puede pasar de agua turbia a agua clara; de un futuro incierto a otro con horizontes despejados. Y de que eso pasa por la participación y la «apropiación» de esos cambios por parte de niños y familias.

Desde aquí, nuestro agradecimiento a las gentes de Gbandú, por compartir su experiencia y por ayudarnos a seguir creyendo.