El Blog Solidario El Blog Solidario

Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Entradas etiquetadas como ‘escuelas’

Garantizar el derecho a la educación de los niños y niñas en emergencia

Anne-Marie McCarthy, Gerente de Programas de Emergencia en Plan International

Temperaturas que a menudo superan los 40ºC, mucho polvo, viviendas hechas de paja y láminas de plástico que no ofrecen protección contra el calor, colas interminables bajo el sol para obtener algo de agua… Así es el campamento de refugiados de Minawao, en Camerún, hogar de unos 60.000 desplazados que han huido de sus hogares en Nigeria por culpa de Boko Haram.

Viajé hasta allí para ver cómo se desarrolla el trabajo de Plan International y para conocer de primera mano cuál era la perspectiva de los refugiados y del personal que a diario colabora en la zona.

Campamento de refugiados Minawao, Camerún.

Una vez en terreno, hablé con los padres y madres acerca de la educación de sus hijos e hijas. La mayoría, pese a las duras condiciones del campamento, deseaba que los jóvenes siguieran estudiando. Proporcionar una escuela y material escolar es imprescindible para asegurar que los niños y niñas continúen con su educación y puedan tener un futuro mejor.

«En la escuela vuelven a sentirse niños y niñas de nuevo, como si nada hubiera cambiado», me contó uno de los líderes comunitarios. Nos comentó cuál es el papel de Plan International en el asentamiento y cómo los niños y niñas habían recuperado parte de su infancia. Gracias a la organización, que trabaja por los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas, no solo se han podido construir centros de enseñanza, sino también letrinas y aseos para mejorar las condiciones higiénico-sanitarias de los niños y niñas, sus familias y comunidades.

Hablé con más desplazados y todos me dejaron claro que quieren regresar a su hogar. Plan International trabaja para que el regreso de estas familias se produzca lo antes posible: permite que los niños, niñas y mujeres jóvenes puedan seguir formándose en el campamento para que el día de mañana tengan capacidad y medios con los que volver a casa. Además, organiza reuniones con distintos líderes comunitarios procedentes de Nigeria para asegurar que no haya tensiones en el campamento y que la convivencia sea fácil.

Mi trabajo me proporciona perspectiva. Distancia para recordar que soy afortunada, que he podido recibir una buena educación y que eso ha hecho que hoy tenga este trabajo y esta vida. Los 22 millones de refugiados que hay en el mundo no siempre tienen estas oportunidades.

Dos años del terremoto de Nepal: reconstrucción y resiliencia

Nuestro objetivo es apoyar a las comunidades para que Nepal sea resistente y resiliente”

 Por Shreeram KC, Gerente de Comunicación de Plan International en Nepal

Hace exactamente dos años, un terremoto de magnitud 7,8 golpeó Nepal a las 11.56 de la mañana. A consecuencia del desastre casi 9.000 personas perdieron la vida, más de 22.000 resultaron heridas. Además de destruir miles de casas, 8.000 escuelas se redujeron a escombros, interrumpiendo la educación de más de un millón de niños y niñas.

Dos años después, sólo 1.500 de estas escuelas han sido reconstruidas, lo que significa que muchos niños y niñas están aprendiendo en escuelas temporales o todavía no tienen escuela a la que acudir. Aunque la reconstrucción ha comenzado todavía queda mucho por hacer.

 

Niñas en una escuela temporal.©Plan International

Como organización que defiende los derechos de la infancia, responder a las necesidades de los niños y niñas fue nuestra máxima prioridad en el momento del terremoto. Comenzamos nuestra respuesta proporcionando alivio inmediato a los niños, familias y comunidades en las partes más remotas de Nepal. No fue una tarea fácil. Los caminos a estas comunidades no eran buenos incluso antes del desastre, y para acceder a algunas áreas afectadas había que andar dos o tres días en el mejor de los casos, por lo que no pudimos llegar hasta cuatro o cinco días después del terremoto.

Cuando llegamos, todos estaban llorando, preocupados e inquietos. Necesitaban desesperadamente alimentos, agua y refugio, y se encontraban en estado de confusión y pánico porque, en las semanas y meses después del terremoto inicial, nos enfrentábamos a varias réplicas cada día. Algunas de las réplicas fueron de 5,2 en la escala de Richter, por lo que cada día parecía revivirse la catástrofe y la gente no dejaba de preguntarse si el mundo nunca iba a dejar de desmoronarse.

En los meses que siguieron, y hasta nuestros días, nuestra respuesta se ha centrado en ayudar a las personas a reconstruir sus vidas y sus medios de subsistencia, y en restaurar un sentido de normalidad en la vida de las niñas y niños. No debemos permitir que los desastres naturales los dejen en situación de vulnerabilidad, deben tener las mismas oportunidades que todos los niños y niñas para alcanzar su potencial.

Aunque las escuelas están funcionando, carecen de instalaciones suficientes. Del mismo modo, la reconstrucción de viviendas se está retrasando. El gobierno está ofreciendo ayudas, pero el ritmo es lento y muchas áreas de Nepal no parecen diferentes de cómo se veían justo después del terremoto.

Sin embargo, siempre hay esperanza y, en los últimos dos años, nuestro trabajo ha llevado a que se construyan 12 escuelas nuevas –y otras 10 más están en construcción- en las zonas más afectadas por el desastre. Son escuelas que están preparadas para niñas y niños con discapacidad y se están diseñado para soportar futuros desastres. Han sido muy bien recibidas por las comunidades que se están beneficiando de ellas -en total más de 5.000 niños y niñas- así que, de la devastación y la destrucción, ha sido posible crear algo positivo que estará ahí para las próximas generaciones.

Construir colegios no es solo proporcionar estructuras permanentes para la educación, es construir una cultura de seguridad y preparación ante desastres y asegurar que la comunidad se hace cargo de estas escuelas. No podemos prevenir los desastres naturales, pero podemos intentar mitigar los riesgos. Nuestro objetivo es apoyar a las comunidades para que Nepal sea resistente y resiliente.

Siendo Nepal uno de los países con más probabilidades a sufrir desastres, una preparación como ésta es una necesidad. Los riesgos asociados con los terremotos deben ser identificados por adelantado para poder diseñar planes y poner fin a los riesgos. Las comunidades también deben ser conscientes de lo que pueden hacer para prepararse y salvar vidas. Esto solo será posible si los gobiernos y las agencias de desarrollo invierten y continúan trabajando juntos.

Además de los 14 distritos afectados por el terremoto, el gobierno necesita evaluar el estado de las escuelas que permanecen en pie y debe tomar medidas para confirmar que sean seguras.

Desde Plan International hemos trabajado para influir en las políticas y los cambios legislativos, apoyando el desarrollo de una política de colegios seguros que ahora está siendo revisada por el Ministerio de Educación.

El gobierno y otras agencias también deben trabajar para crear un plan de evacuación para asegurarse de que los estudiantes saben qué hacer si vuele a ocurrir un desastre. Esto es lo que nos traerá esperanza en tiempos difíciles y nos hará sentir más fuertes. Si un día como el 25 de abril de 2015 sucede de nuevo, estaremos preparados porque habremos trabajado para crear una nación verdaderamente resistente y resiliente.

 

Estudiar es vital, sí, pero también estar preparados por si hay otro tsunami

Rocío Cruz desde Indonesia. Cruz Roja Española.

Más de cien niños y niñas acuden cada día a la escuela SDN 24 de Meulaboh. Estos niños aún no habían nacido cuando el tsunami castigó a esta localidad indonesia en diciembre de 2004, dejándola reducida a escombros y destrucción, pero están más que familiarizados con este fenómeno.

Con el tsunami esta escuela quedó prácticamente desaparecida. Afortunadamente era fin de semana y el centro se encontraba vacío. Pasada la fase de emergencia, la administración rehusó la reconstrucción de la escuela porque había otras prioridades. Su actual directora, Dian, está tan agradecida a Cruz Roja por haber construido de nuevo la escuela, que se le saltan las lágrimas y se emociona al recordar lo que tuvo que luchar para que el gobierno local permitiera que este proyecto saliera adelante y retomaran de nuevo las clases.

Cuenta orgullosa que a lo largo de estos diez años ha ido aumentando paulatinamente el número de niños en la localidad y en su escuela. Hoy en día Dian y un equipo de 15 profesoras les forman en matemáticas, inglés, religión, ética, bahasa (idioma de Indonesia), gimnasia, lectura… proporcionando a los niños de Meulaboh una educación de calidad. Ahora es época de exámenes, por eso reducen a cuatro el número de horas de clase al día. Quienes pasarán a secundaria deben aprobar todo y los encontramos más nerviosos.

La reducción y preparación ante desastres es una de las prioridades en Meulaboh desde 2004. Los niños reciben en la escuela y en casa información básica para afrontar un posible terremoto o tsunami y aunque no lo han vivido en primera persona, conocen las consecuencias terribles que ocasiona y lo importante que es una reacción rápida para salvar la vida.

(Cruz Roja Española)

Dian dando clase en la escuela de la que es directora y maestra. (Cruz Roja Española)

El sistema educativo indonesio divide la formación del alumnado en 6 años de primaria, 3 años de secundaria y 3 años de bachiller. Para los indonesios el uniforme es una prioridad. Los niños y niñas visten iguales, conforme a unas pautas de colores establecidas para ropa de calle y deportiva.

Cuando terminan las horas lectivas, las escuelas albergan las actividades de ocio y tiempo libre de los diferentes grupos de scouts que hay en todo el país. A través de estas agrupaciones se trabaja la educación en valores y se les transmiten conocimientos complementarios a los que reciben en casa y en el colegio.

Continuando nuestra visita a Meulaboh nos dirigimos a la escuela de secundaria SNP 1 para conocer a un grupo de jóvenes de entre 12 y 15 años que nos reciben excitados. Les llamamos mucho la atención y nuestra visita se convierte en un momento extraordinario que recordar y que contar cuando lleguen a casa. Nos hacen preguntas para conocer cómo es nuestro estilo de vida, si también nos gusta el fútbol, qué comemos en España y si tenemos juegos en el móvil. Quedan sorprendidos al darse cuenta de que, aunque físicamente no nos parecemos, no somos tan diferentes a ellos y que nos gusta el sitio en el que viven porque nos resulta muy tranquilo y acogedor y sobre todo porque ellos son muy amables y sonrientes.

¿Qué querríais ser de mayores? Hablando con ellos descubrimos que uno de ellos quiere ser policía para ayudar a sus vecinos y protegerles, quiere convertirse en un hombre bien formado y capacitado para desarrollar ese trabajo. Otro compañero sin embargo quiere prepararse para ser ulema, el líder religioso de la región. Cree que si lo logra podrá salir fuera, aprender y mejorar la forma en que se vive la religión allí. Y una de las niñas más aplicadas nos comenta que de mayor será médico. Disfruta las clases de inglés y biología, se le da realmente bien y está convencida de que podrá aportar mucho a la sociedad si se dedica a ello.

Niños y jóvenes indonesios con grandes aspiraciones para su futuro, que quieren mejorar la vida de los demás y ser felices haciendo lo que les gusta.

(Cruz Roja Española)

Algunos de los alumnos. (Cruz Roja Española)

Namasté se incorpora al blog solidario

Iniciamos hoy una nueva colaboración con Namasté, una organización que trabaja con menores en Nepal. José de la Torre, presidente de la ONG, visita esas tierras durante tres semanas. Justo antes de aterrizar en Nepal, desde Bangkok, se presenta a los lectores del blog solidario de 20minutos.es.

Mi nombre es José de la Torre y soy el presidente de Namaste ONG voluntariado en Nepal. Nuestra ONG nació en octubre de 2008 a raíz de mi experiencia que como voluntario realicé durante un mes en Nepal, en concreto, en el orfanato de Ganganagar, situado en el Parque Nacional de Chitwan, en el sur del país.

Allí mi corazón fue conquistado por 23 niños y niñas, con su dulzura, su cariño y su eterna sonrisa. Durante ese tiempo, compartí con ellos, sus juegos, sus deberes, tareas domésticas… y como dijo Maruja Torres, «cuando dejé ese país atrás, sentí lo mismo que cuando uno cierra una puerta, y se da cuenta, tarde, que ha olvidado algo dentro».

A mi regreso, les comenté mi experiencia a mis compañeros de trabajo y hubo una respuesta en cadena de que todos querían involucrarse, unos con donaciones, otros acudiendo sobre el terreno como voluntarios, otros organizando conciertos para recaudar dinero. Desbordado por la respuesta y animado por todos, decidí crear esta ONG con la idea de que estos niños no dependiesen de las donaciones de los voluntarios para tener una calidad de vida aceptable, sino conseguir que el orfanato fuese autosuficiente y sostenible.

En aquel momento, los niños comían solo el Dal Bath, «arroz y lentejas», plato nacional de Nepal, sin ningún tipo de variedad en la dieta ni aportes proteínicos, por lo que nuestro primer viaje, ya como ONG, y con un grupo formado por 12 voluntarios, montamos un campamento de trabajo, donde se pintó la casa, se aró y plantó un huerto con gran variedad de verduras y frutas, se construyó un cobertizo para los animales, que fueron comprados para añadir leche y carne a su dieta y durante 18 días disfrutamos viendo como se transformaba la casa. Hoy día, tienen arroz plantado para su consumo para todo el año, un huerto con verduras y frutas, una pequeña alberca con peces para su consumo, leche a diario y carne dos veces a la semana, pero lo mas maravilloso fue la labor humana que los voluntarios realizaron con los niños durante este tiempo, ayudando con sus tareas, en el colegio, en la casa, con juegos sin fin, etc.

Lo que comenzó como un viaje solidario por mi parte, transformó la calidad de vida de esos niños y me animó a emprender otros proyectos, que son los que a lo largo de estas tres semanas os iré narrando… Solo como anticipo, os diré que ya disponemos de un orfanato en Lalitpur, cerca de Kathmandú, donde 13 niños que vivían de los restos de comida de los vecinos, entre excrementos de perro y durmiendo en el suelo, ahora su vida está cambiando, pero eso os lo contaré en la próxima entrega, que ya estaré allí con ellos.

José de la Torre – Namasté – Nepal