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Entradas etiquetadas como ‘crisis de refugiados’

Hoy es el viaje de su vida, mañana puede ser el de la mía

Por Ianire Molero, coordinadora de campaña #Elviajedesuvida, UNICEF Comité Español

Malak, Bryn, Assia o Allahyar nunca habrían elegido este viaje. Tampoco los millones de niños y niñas que diariamente abandonan sus hogares en diferentes lugares del mundo huyendo de la violencia, la pobreza o los desastres.

Han nacido en Siria, Honduras, República Centroafricana o Afganistán, y sus vidas están atravesadas por el conflicto y la desesperación. Tienen entre 7 y 16 años y algo en común: un viaje que nunca van a olvidar. Acumulan experiencias traumáticas, dramas que arrancan en su país de origen y se encadenan en este éxodo a ninguna parte.

Malak (7 años) sobrevivió a un naufragio en su viaje a Lesbos. Recuerda a sus amigos en Siria, donde ya no queda nadie. Bryan (17 años) salió de Honduras huyendo del crimen y la falta de oportunidades. Perdió una pierna en “La bestia”, el tren de la muerte que llega hasta la frontera con EEUU. Assia (10 años) vive con su abuela en un campo de refugiados en Chad desde que escapó de República Centroafricana. Allahyar (13 años) entró en una balsa de 8 metros cuadrados con 70 personas hacia Turquía, pasando por Pakistán e Irán. Sus padres pagaron 3.200 euros para sacarle de Afganistán.

Sus viajes no terminan en el destino. Aún tendrán que encarar el racismo, la discriminación o las devoluciones. Sus historias son parte de #Elviajedesuvida, la última acción de sensibilización de UNICEF, grabada con cámara oculta para llamar a la reflexión y la empatía sobre la durísima situación que viven los niños refugiados y migrantes.

Solo en 2015 unos 300.000 han arriesgado su vida en el Mediterráneo para llegar a Europa. Y en los últimos siete meses 358 niños han muerto cruzando las aguas entre Grecia y Turquía. Son las cifras de una crisis que se intensifica cada vez más rápido.

Cada día, imágenes desgarradoras muestran la mayor crisis de refugiados y migrantes en Europa desde la II Guerra Mundial, de la que un 40% de sus víctimas son niños.

Inyecciones de realismo que fracturan unos principios fundacionales a punto de convertirse en mito. Mujeres embarazadas esperando en la frontera, niños pintando en el barrizal, personas que cargan sus vidas a la espalda y esperan hueco en un tren. Seres humanos en imágenes deshumanizadas que recuerdan momentos de la historia donde tampoco hubo respuestas cuando tocaba. ¿No nos duele la deshumanización?

#Elviajedesuvida ha revelado que sí, que sí que duele. Esta campaña nos ha supuesto un giro provocador, una sacudida para demostrar que no somos indiferentes, que los seres humanos no somos insensibles. Un desafío al relato diario para expresar que este no es un viaje de placer.

Son causas de fuerza mayor las que te obligan a tomar la decisión de tu vida: abandonar tu hogar y tus sueños. 250 millones de niños viven en países afectados por conflictos. Sabemos que la solución pasa por la acción de la comunidad internacional para poner fin a los conflictos en Siria, Afganistán, Iraq, Pakistán, República Centroafricana, Yemen o Eritrea, entre otros muchos.

Esta campaña refuerza el trabajo político y humanitario de UNICEF en esta crisis. Exigimos a los gobiernos europeos medidas urgentes y justas de protección a la infancia, especialmente para los que viajan solos, los bebés o los niños con discapacidad.

Con los espacios amigos de la infancia en varios puntos de la ruta de los Balcanes estamos consiguiendo que los niños vuelvan a ser niños en medio del caos, que reciban atención psicosocial, abrigo y calzado, alimentación o atención sanitaria.

Personas reales que una tarde fueron de compras nos han ayudado a contar que este no debería ser el viaje de la vida de nadie. Gracias a cada una de esas personas por su empatía, por su generosidad, por prestarnos sus reacciones y contarnos las sensaciones semanas después.

Gracias por estar al otro lado del relato, por ser las “víctimas” de un viaje al que como Malak, Bryan, Assia o Allahyar no llegasteis voluntariamente. Nos habéis contagiado vuestras sensaciones a través de las redes. Tenemos fuerza para seguir exigiendo el fin de esta crisis a las puertas de Europa.

Atrapados en la crisis de refugiados, los niños solos se cuidan a sí mismos

Por Christopher Tidey y Ashley Gilbertson, UNICEF Serbia

Es difícil entender el nombre del niño mientras trata de hablar entre sollozos. Está abrumado por las miles de personas que hay a su alrededor, por los policías y por el personal de UNICEF que intenta hablar con él en una lengua que no entiende. Su familia no está a la vista, y tiene miedo. Como los miles de niños refugiados y migrantes que están llegando a Europa.

“Hassan”, logra decir finalmente señalándose a sí mismo. Se llama Hassan. Levanta las dos manos para decirnos su edad: 10 años.

Un traductor árabe se une a nosotros para ayudar, y rápidamente logramos más información. Hassan viene de Siria y se ha separado de su padre entre la gran masa de gente que espera entrar en el centro de recepción de Presevo (Serbia), después de haber cruzado la antigua República Yugoslava de Macedonia.

Gracias a la rapidez de la policía y los trabajadores humanitarios, se localiza al padre de Hassan y padre e hijo se reencuentran. Aunque seguimos viendo el miedo y la angustia en su cara, Hassan está ya seguro con su padre.

Puede que estos niños no estén “solos” en sentido estricto –hay grupos de adolescentes viajando juntos, o un niño como Hassan puede quedar separado de sus padres momentáneamente en el caos del cruce de frontera- pero en cualquier caso son vulnerables y están en un mayor riesgo de sufrir una violación de sus derechos.

En casos como el de Hassan la razón por la que el niño queda separado o no acompañado es rápidamente identificable, y se soluciona fácilmente. Los niños pequeños están en un riesgo mayor de quedar separados de sus padres mientras se mueven entre las grandes masas de gente que se forman en los puntos fronterizos y en los centros de recepción, donde reinan la aglomeración y el caos.

Atrapados en la crisis de refugiados, los niños solos se cuidan a sí mismos

Ali y su hermano Ahmad, en la isla de Lesbos, Grecia / © UNICEF/NYHQ2015-2587/Gilbertson VII

Pero otros casos son mucho más complejos.

Hermanos viajando solos

Ali Abdul-Halim, de 17 años, y su hermano Ahmad, de 15, llegaron a la isla griega de Lesbos en un barco, junto con otros refugiados de Siria, Iraq y Afganistán. Todos los niños a bordo iban con sus padres, excepto ellos. Los niños, técnicamente “menores no acompañados”, habían viajado juntos desde Líbano a Turquía y después a Grecia. Su familia les envió a Europa porque en su comunidad había grupos armados. “No hay seguridad. No hay trabajos. Hay muertes cada día”, dice Ali.

En un momento de la travesía temieron ahogarse. En esos duros momentos, Ali solo pensaba en su familia. “Primero pensé en mi madre. Tenía mucho miedo, pensaba que podía morir en cualquier momento porque no sabía nadar. No era un barco adecuado, era un bote de goma con tanto peso que en cualquier momento podía volcar”.

Cuando llegaron a la costa llamó a sus padres para darles un mensaje breve pero potente: “Hola, os llamo para tranquilizaros. Hemos logrado llegar a Grecia”.

Su objetivo final es llegar a Alemania. “Me encanta Alemania”, dice Ali. “Siento que allí está el futuro. Tengo amigos allí. Todos me han contado que allí hay trabajo, y que podré vivir con dignidad”.

Ahora ha asumido el papel de cabeza de familia, como un adulto, trabajando y preocupándose por su hermano menor, aunque él mismo, a sus 17 años, sigue siendo un niño. Ha estado trabajando como peluquero desde que dejó el colegio. “Mi sueño es ser un buen hombre, y tener dinero para poder ayudar al resto del mundo, empezando por mi familia”.

En la mayoría de las crisis humanitarias los niños identificados como separados o no acompañados reciben atención especializada por parte de las organizaciones para garantizar su seguridad. Pero en el contexto de la actual crisis de refugiados y migrantes, los niños como Ali y Ahmad no tienen intención de que su viaje finalice por ser menores, lo cual dificulta que se les de apoyo y protección. Los niños harán todo lo que puedan para llegar a su destino final, cuidando de ellos mismos y de otros durante todo el camino.

No todos los niños que atraviesan Europa sin un adulto pueden contar con el apoyo de un hermano.

Un reto continuo

Con los niños separados y no acompañados, cada caso es diferente. Cada niño tiene sus necesidades y vulnerabilidades. Hassan, solo entre una pila de maletas en Presevo, necesitaba estar seguro inmediatamente, hasta que encontraran a su padre. Ali y su hermano podrían ver cómo se les escapa el sueño de llegar a a Alemania, porque no son técnicamente adultos.

El movimiento de niños separados y no acompañados es básicamente una crisis dentro de una crisis. Las soluciones pueden ser escasas, pero estos niños seguirán viviendo a Europa en busca de seguridad y una vida mejor. Y encontrar la manera de ayudarles es un reto en el que debemos seguir trabajando.

Refugiados o migrantes, los niños son lo primero

Por Suzie Pappas-Capovska, UNICEF Macedonia

Jasamin tiene 3 años y viene de Afganistán. Es una de los miles de niños refugiados y migrantes que transitan por Europa estos días. La primera vez que la vi, acababa de cruzar la frontera desde Grecia hasta la Antigua República Yugoslava de Macedonia con sus padres y Mohamed, su hermano de 19 meses. Estaba muy cansada y aturdida. Como la mayoría de los cientos de niños que pasan por este camino cada día, había perdido la noción de dónde venía y a dónde iba.

Mientras Jasamin y su padre intentaban averiguar cuándo partía el siguiente autobús hacia Tabanovce, una ciudad cerca de la frontera con Serbia, su madre, Zaharon, llevó a su hermano, Mohamed, a uno de los espacios amigos de la infancia de UNICEF. Allí pudo darle un baño y cambiarle el pañal. Zaharon se mostró muy agradecida por la ropa limpia y el pack de higiene que le proporcionaron.

Cuando supo que tendrían que esperar 2 horas para el siguiente autobús, esta madre decidió llevar también a Jasamin al espacio amigo de la infancia. Esperaba que el equipo pudiera animar a la niña pero, ajena al nuevo entorno, Jasamin no se hacía con las caras nuevas.

Refugiados o migrantes, los niños son lo primero

Jasamin, dibujando en un espacio amigo de la infancia /© UNICEFMK/2015/SuziePappas

Al final se decidió a entrar, aferrada a su silbato azul que seguramente sería un juguete que habría traído de casa o un pequeño regalo que le habría hecho algún trabajador humanitario durante el viaje. Lo que estaba claro es que le ayudaba a calmarse.

No perdió de vista la puerta en ningún momento para mantener vigilada a su madre, que a su vez estaba pendiente de su marido y su hijo, preocupada por si la familia se separaba.

Al final, tanto la madre como la niña se relajaron. Jasamin comenzó a colorear y dibujar mientras Zaharon, que ya confiaba en que su hija estaba en un lugar seguro, fue a dar de comer a Mohamed.

Jasamin tardó poco en hacerse con el espacio. Incluso se acercó a uno de nuestros compañeros y le retó a jugar un partido de fútbol. Saltaba de alegría y no se quería ir.

Su padre tuvo que venir al centro varias veces hasta que consiguió convencerla de que tenían que irse. Finalmente lo consiguió y la niña se fue con una gran sonrisa y un balón a esperar al autobús con su familia.

El poco tiempo que pasé con Jasamin me hizo ser consciente de que la crisis migratoria y de refugiados en Europa es una crisis que afecta especialmente a la infancia. También me recordó que, cuando se trata de estos niños, hay que recordarles incluso a ellos mismos que los niños son lo primero.