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Entradas etiquetadas como ‘Afganistán’

Volví a Grecia para ayudar a mis compañeros afganos

Sharif tiene 27 años, es de Afganistán y vive en Suecia desde 2013. Tras 18 años como refugiado, al fin encontró en Suecia un lugar al que poder llamar hogar.  Tras saber que miles de compatriotas se encontraban varados en terribles condiciones en Grecia, Sharif decidió abandonar la comodidad de su domicilio para trabajar en los campos de refugiados con Médicos Sin Fronteras (MSF). Esta es la historia de su viaje.

Más de 3.500 personas, de mayoría afgana, han estado viviendo durante meses en tiendas en la antigua terminal del aeropuerto o en dos estadios olímpicos abandonados. Pierre-Yves Bernard/MSF.

Más de 3.500 personas, de mayoría afgana, han estado viviendo durante meses en tiendas en la antigua terminal del aeropuerto o en dos estadios olímpicos abandonados. Pierre-Yves Bernard/MSF.

Mis padres y yo tuvimos que huir de Afganistán en 1998 y buscamos refugio en Pakistán. Sin embargo, en 2006, con solo 17 años, tuve que volver a huir porque estaba en peligro. Quería ir a Europa, donde soñaba con una vida mejor. Pasé dos años tratando de llegar a Grecia, pero cada vez que lo intentaba era capturado por las fuerzas de seguridad iraníes o turcas y enviado de vuelta a Afganistán. No tenía suficiente dinero para pagar a los traficantes así que continué intentándolo. Mi objetivo era llegar a Suecia, quería estar lo más lejos posible de Afganistán.

Llegué a Grecia por primera vez en 2008. Durante los siguientes tres años hice todo lo posible para poder continuar mi viaje. Durante mi periplo pasé por Grecia, la Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM), Eslovaquia, Hungría y Austria; he sido arrestado, detenido en espantosas condiciones, golpeado, amenazado y humillado. Incluso me enviaron de vuelta a Afganistán. Hubo una vez en que corrí riesgo de ahogarme. Pensé en muchas ocasiones que iba a morir. Pero mi tenacidad me salvó. He tenido que vivir todos estos años clandestinamente, escondiéndome de policías, traficantes, mafias, ladrones y violentas milicias extremistas, con el único objetivo de sobrevivir.

MSF también da asistencia psicológica individual y social a los refugiados en Suecia. En este caso, nuestro mediador cultural habla con Khaldoun Ali Ali y su hija, dos palestinos que tuvieron que huir de Damasco, Siria. Karin Ekholm/MSF.

MSF también da asistencia psicológica individual y social a los refugiados en Suecia. En este caso, nuestro mediador cultural habla con Khaldoun Ali Ali y su hija, dos palestinos que tuvieron que huir de Damasco, Siria. Karin Ekholm/MSF.

Conseguí llegar a Suecia en 2011 donde solicité asilo. Al principio me lo denegaron. Me escapé a Dinamarca, donde fui detenido en un centro de detención durante un mes, antes de ser deportado a Suecia.

Desde 2013, mi vida ha cambiado por completo. Ese año me reconocieron el estatus de refugiado y me han concedido un permiso permanente de residencia. Puedo estudiar, trabajar, encontrar alojamiento y vivir una vida decente, todo legalmente.

En el campo de béisbol, más de 900 personas se han visto obligadas a vivir en tiendas desde Febrero. Pierre-Yves Bernard/MSF.

Cuando comenzó la crisis migratoria en Europa, mi experiencia personal hizo que tratara de ayudar a los refugiados en Suecia. Oí que muchos afganos se habían quedado bloqueados en campos en Grecia. En los medios hablaban de una catástrofe humanitaria; así que decidí volver.

Cuando llegué, trabajé como mediador cultural para MSF en el campo de Elliniko, donde viven alrededor de 3.500 refugiados, la mayoría afganos. Pronto desempeñé el puesto de coordinador de Actividades de Salud. En esta posición, he aprendido a a promover mensajes de salud a la población. Escucho a la gente, recabo información sobre sus problemas y trato de mejorar su situación. Estas personas aún tienen esperanzas y expectativas, pero se dan de cara contra un muro. A veces, comparto su desesperación.

Hay rumores de que pronto cerrarán el antiguo aeropuerto. Psicológicamente, esta incertidumbre sobre su futuro supone una carga más para los refugiados, ya que no reciben ningún tipo de información. Pierre-Yves Bernard /MSF.

Hay rumores de que pronto cerrarán el antiguo aeropuerto. Psicológicamente, esta incertidumbre sobre su futuro supone una carga más para los refugiados, ya que no reciben ningún tipo de información. Pierre-Yves Bernard /MSF.

Después de todo por lo que he pasado, solo quiero ver a mis padres. Solo era un niño cuando tuve que dejarlos en Pakistán. Se supone que nos encontraríamos en Suecia y empezaríamos el proceso de reunificación familiar. Pero antes de recibir la documentación, tuvieron que huir de Pakistán porque sus vidas estaban en peligro. Ahora están en Turquía, un lugar más seguro que Pakistán. Hablo todos los días con ellos por teléfono. Soy hijo único. Me extrañan y les echo demasiado de menos.

Hoy es el viaje de su vida, mañana puede ser el de la mía

Por Ianire Molero, coordinadora de campaña #Elviajedesuvida, UNICEF Comité Español

Malak, Bryn, Assia o Allahyar nunca habrían elegido este viaje. Tampoco los millones de niños y niñas que diariamente abandonan sus hogares en diferentes lugares del mundo huyendo de la violencia, la pobreza o los desastres.

Han nacido en Siria, Honduras, República Centroafricana o Afganistán, y sus vidas están atravesadas por el conflicto y la desesperación. Tienen entre 7 y 16 años y algo en común: un viaje que nunca van a olvidar. Acumulan experiencias traumáticas, dramas que arrancan en su país de origen y se encadenan en este éxodo a ninguna parte.

Malak (7 años) sobrevivió a un naufragio en su viaje a Lesbos. Recuerda a sus amigos en Siria, donde ya no queda nadie. Bryan (17 años) salió de Honduras huyendo del crimen y la falta de oportunidades. Perdió una pierna en “La bestia”, el tren de la muerte que llega hasta la frontera con EEUU. Assia (10 años) vive con su abuela en un campo de refugiados en Chad desde que escapó de República Centroafricana. Allahyar (13 años) entró en una balsa de 8 metros cuadrados con 70 personas hacia Turquía, pasando por Pakistán e Irán. Sus padres pagaron 3.200 euros para sacarle de Afganistán.

Sus viajes no terminan en el destino. Aún tendrán que encarar el racismo, la discriminación o las devoluciones. Sus historias son parte de #Elviajedesuvida, la última acción de sensibilización de UNICEF, grabada con cámara oculta para llamar a la reflexión y la empatía sobre la durísima situación que viven los niños refugiados y migrantes.

Solo en 2015 unos 300.000 han arriesgado su vida en el Mediterráneo para llegar a Europa. Y en los últimos siete meses 358 niños han muerto cruzando las aguas entre Grecia y Turquía. Son las cifras de una crisis que se intensifica cada vez más rápido.

Cada día, imágenes desgarradoras muestran la mayor crisis de refugiados y migrantes en Europa desde la II Guerra Mundial, de la que un 40% de sus víctimas son niños.

Inyecciones de realismo que fracturan unos principios fundacionales a punto de convertirse en mito. Mujeres embarazadas esperando en la frontera, niños pintando en el barrizal, personas que cargan sus vidas a la espalda y esperan hueco en un tren. Seres humanos en imágenes deshumanizadas que recuerdan momentos de la historia donde tampoco hubo respuestas cuando tocaba. ¿No nos duele la deshumanización?

#Elviajedesuvida ha revelado que sí, que sí que duele. Esta campaña nos ha supuesto un giro provocador, una sacudida para demostrar que no somos indiferentes, que los seres humanos no somos insensibles. Un desafío al relato diario para expresar que este no es un viaje de placer.

Son causas de fuerza mayor las que te obligan a tomar la decisión de tu vida: abandonar tu hogar y tus sueños. 250 millones de niños viven en países afectados por conflictos. Sabemos que la solución pasa por la acción de la comunidad internacional para poner fin a los conflictos en Siria, Afganistán, Iraq, Pakistán, República Centroafricana, Yemen o Eritrea, entre otros muchos.

Esta campaña refuerza el trabajo político y humanitario de UNICEF en esta crisis. Exigimos a los gobiernos europeos medidas urgentes y justas de protección a la infancia, especialmente para los que viajan solos, los bebés o los niños con discapacidad.

Con los espacios amigos de la infancia en varios puntos de la ruta de los Balcanes estamos consiguiendo que los niños vuelvan a ser niños en medio del caos, que reciban atención psicosocial, abrigo y calzado, alimentación o atención sanitaria.

Personas reales que una tarde fueron de compras nos han ayudado a contar que este no debería ser el viaje de la vida de nadie. Gracias a cada una de esas personas por su empatía, por su generosidad, por prestarnos sus reacciones y contarnos las sensaciones semanas después.

Gracias por estar al otro lado del relato, por ser las “víctimas” de un viaje al que como Malak, Bryan, Assia o Allahyar no llegasteis voluntariamente. Nos habéis contagiado vuestras sensaciones a través de las redes. Tenemos fuerza para seguir exigiendo el fin de esta crisis a las puertas de Europa.

Refugiados o migrantes, los niños son lo primero

Por Suzie Pappas-Capovska, UNICEF Macedonia

Jasamin tiene 3 años y viene de Afganistán. Es una de los miles de niños refugiados y migrantes que transitan por Europa estos días. La primera vez que la vi, acababa de cruzar la frontera desde Grecia hasta la Antigua República Yugoslava de Macedonia con sus padres y Mohamed, su hermano de 19 meses. Estaba muy cansada y aturdida. Como la mayoría de los cientos de niños que pasan por este camino cada día, había perdido la noción de dónde venía y a dónde iba.

Mientras Jasamin y su padre intentaban averiguar cuándo partía el siguiente autobús hacia Tabanovce, una ciudad cerca de la frontera con Serbia, su madre, Zaharon, llevó a su hermano, Mohamed, a uno de los espacios amigos de la infancia de UNICEF. Allí pudo darle un baño y cambiarle el pañal. Zaharon se mostró muy agradecida por la ropa limpia y el pack de higiene que le proporcionaron.

Cuando supo que tendrían que esperar 2 horas para el siguiente autobús, esta madre decidió llevar también a Jasamin al espacio amigo de la infancia. Esperaba que el equipo pudiera animar a la niña pero, ajena al nuevo entorno, Jasamin no se hacía con las caras nuevas.

Refugiados o migrantes, los niños son lo primero

Jasamin, dibujando en un espacio amigo de la infancia /© UNICEFMK/2015/SuziePappas

Al final se decidió a entrar, aferrada a su silbato azul que seguramente sería un juguete que habría traído de casa o un pequeño regalo que le habría hecho algún trabajador humanitario durante el viaje. Lo que estaba claro es que le ayudaba a calmarse.

No perdió de vista la puerta en ningún momento para mantener vigilada a su madre, que a su vez estaba pendiente de su marido y su hijo, preocupada por si la familia se separaba.

Al final, tanto la madre como la niña se relajaron. Jasamin comenzó a colorear y dibujar mientras Zaharon, que ya confiaba en que su hija estaba en un lugar seguro, fue a dar de comer a Mohamed.

Jasamin tardó poco en hacerse con el espacio. Incluso se acercó a uno de nuestros compañeros y le retó a jugar un partido de fútbol. Saltaba de alegría y no se quería ir.

Su padre tuvo que venir al centro varias veces hasta que consiguió convencerla de que tenían que irse. Finalmente lo consiguió y la niña se fue con una gran sonrisa y un balón a esperar al autobús con su familia.

El poco tiempo que pasé con Jasamin me hizo ser consciente de que la crisis migratoria y de refugiados en Europa es una crisis que afecta especialmente a la infancia. También me recordó que, cuando se trata de estos niños, hay que recordarles incluso a ellos mismos que los niños son lo primero.