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Viaje con nosotros a Kepler-186f, donde la hierba es roja

Es un hecho: viajar a planetas en otros sistemas solares es un imposible para todos los que hoy vivimos. Pero esto no significa que no podamos soñar con ello. A muchos esta sugerencia les dejará completamente fríos, pero algunos sentimos que hemos nacido en una época de transición entre las grandes exploraciones del pasado y los futuros viajes interplanetarios; en un momento tonto de la historia en el que ya no quedan mundos por descubrir en esta roca mojada, y los que nos esperan en otros planetas están aún completamente fuera del alcance de la tecnología actual.

"Relájese en Kepler-16b, la tierra de los dos soles, donde su sombra siempre tiene compañía". Imagen de NASA/JPL-Caltech.

«Relájese en Kepler-16b, la tierra de los dos soles, donde su sombra siempre tiene compañía». Imagen de NASA/JPL-Caltech.

Para quienes comparten este suspirar por una épica del descubrimiento geográfico que hoy nunca podremos disfrutar, el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA ha creado estos preciosos carteles de viajes inspirados en la estética retrofuturista.

Los pósters nos proponen viajes a los exoplanetas Kepler-16b, HD 40307 g y Kepler-186f. El primero de ellos se presenta como «la tierra de los dos soles, donde tu sombra siempre tiene compañía». Kepler-16b, descubierto por el telescopio espacial Kepler de la NASA en 2011, fue el primer planeta confirmado que orbita alrededor de dos estrellas, una enana roja y una enana naranja, lo que de inmediato inspiró a los fans de Star Wars a rebautizarlo como Tatooine, en recuerdo del planeta en el que Luke Skywalker contemplaba la puesta de dos soles. Sin embargo, la ficticia Agencia de Viajes Exoplanetarios del JPL ha aplicado un exceso de imaginación, ya que Kepler-16b es probablemente un gigante gaseoso del tamaño de Saturno y con una temperatura máxima de -70 ºC; tan frío como el hielo seco. Otro inconveniente es la distancia: 200 años luz.

"Experimente la gravedad de HD 40307 g, una supertierra". Imagen de NASA/JPL-Caltech.

«Experimente la gravedad de HD 40307 g, una supertierra». Imagen de NASA/JPL-Caltech.

En cuanto al segundo de los planetas, el JPL nos invita a experimentar la intensa gravedad de HD 40307 g, una supertierra. Este planeta, descubierto en 2012 por el Observatorio Europeo Austral (ESO), se encuentra a solo 42 años luz de nosotros. Su tamaño es el doble que el terrestre y su masa ocho veces mayor. Los científicos aún no están seguros de su composición.

Por último, Kepler-186f fue anunciado el pasado año en la revista Science como el primer exoplaneta habitable lejos de casa (este «lejos» son 490 años luz), con un tamaño similar a la Tierra y a una distancia de su estrella enana roja que permitiría la presencia de agua líquida, con una temperatura posiblemente superior a los 0 ºC. En su imaginaria invitación, el JPL dibuja este planeta como un mundo de hierba roja, adaptada para absorber la longitud de onda de la luz de su estrella.

El hallazgo de Kepler-186f fue recibido con gran entusiasmo por los científicos dedicados a la búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI). De inmediato, el Instituto SETI de California orientó las antenas de su telescopio Allen hacia este nuevo mundo en busca de posibles emisiones de radio que delataran la existencia de una civilización tecnológica. El rastreo dio un resultado oficialmente negativo, aunque este punto requeriría una explicación más extensa que dejaremos para otro día.

"Kepler-186f, donde la hierba siempre es más roja al otro lado". Imagen de NASA/JPL-Caltech.

«Kepler-186f, donde la hierba siempre es más roja al otro lado». Imagen de NASA/JPL-Caltech.

Este mismo mes, los científicos que estudian los datos de la misión Kepler han confirmado la existencia de ocho nuevos exoplanetas potencialmente habitables; dos de ellos, Kepler-438b y Kepler-442b, respectivamente a 470 y 1.100 años luz de nosotros, han sido definidos por los investigadores como los más similares a la Tierra que hemos conocido hasta ahora.

Volviendo a los carteles, habrá quien los califique como un generoso desperdicio espacio-temporal; pero dejando aparte el hecho de que quedarían fastuosos en el salón que algún día construiré en el ominoso sótano de mi casa, lo cierto es que la web PlanetQuest del JPL, subtitulada La búsqueda de otra Tierra, realiza una magnífica labor de divulgación a través de estos pequeños bocados audiovisuales.

Además de los datos científicos sobre exoplanetas, en PlanetQuest encontramos vídeos que explican, por ejemplo, de dónde vienen los abstrusos nombres de los planetas extrasolares, que se nos presentan organizados en una fantástica enciclopedia visual en 3D; además de juegos y exposiciones interactivas que nos permiten planear nuestro viaje interplanetariopersonalizar nuestro propio planeta, conocer la historia de la búsqueda de planetas o consultar un atlas de los nuevos mundos. Y por si a alguien todo esto le despierta una tardía vocación de buscador de planetas, la web Planet Hunters admite voluntarios dispuestos a donar algo de su tiempo para analizar las observaciones de Kepler y contribuir al descubrimiento de nuevos mundos.

Iron Maiden y la NASA resucitan los dirigibles

Antes de que la gigantesca ascua llameante tocara el suelo, el negocio de los zepelines ya valía menos que una pavesa. En una época en que aún no se estilaban las largas listas de advertencias y disclaimers de hoy, probablemente muchos pasajeros del Hindenburg viajaban ignorando los 200 millones de litros de hidrógeno rodeados de materiales combustibles que llevaban sobre sus cabezas. La gloria del poder aéreo nazi ardió como el pelo de una muñeca el 6 de mayo de 1937 sobre el aeródromo de Lakehurst en Nueva Jersey (EE. UU.), matando a 36 personas.

Los dirigibles, un concepto que se remonta a los orígenes de la navegación aérea, quedaron desde entonces reducidos a usos especializados y más o menos exóticos, como los espectáculos deportivos, en los que prestan soporte a cámaras cenitales por gentileza de la cerveza Duff o cualquier otro patrocinador. Sin embargo, hoy existe un interés por resucitar la idea del barco aéreo, y entre sus defensores se cuentan instituciones tan dispares como la NASA y la banda británica Iron Maiden.

Bruce Dickinson: "Live to fly, fly to live". HybridAirVehicles.

Bruce Dickinson: «Live to fly, fly to live». HybridAirVehicles.

Todo buen fan de los Maiden sabe que Bruce Dickinson, vocalista del grupo, no solo es un apasionado de la aviación, sino un experimentado piloto comercial que ha volado profesionalmente, incluso a los mandos del Boeing 757 fletado por la banda en algunas de sus giras. Dickinson es uno de los accionistas de la compañía Hybrid Air Vehicles, que el viernes pasado presentó a los medios en la localidad inglesa de Cardington (Bedfordshire) su HAV304 Airlander, el nuevo dirigible con el que sus creadores esperan abrir una nueva-vieja era en el transporte aéreo y que comenzará a volar este mismo año. En esta ocasión, naturalmente, con helio en lugar de hidrógeno.

Dickinson resaltó que el aparato, «un 70% más verde que un avión» y ocho metros más largo que la mayor aeronave jamás construidaes capaz de mantenerse en el aire durante más de tres semanas y de cruzar el Atlántico a 148 kilómetros por hora. Los medios británicos ya han sacado punta: el Mail Online, siempre tan chisposo, lo llama «el culo volante» por su peculiar aspecto, y tampoco ha tardado el chiste de que Iron Maiden pilotará a Led Zeppelin.

La compañía espera inaugurar sus vuelos comerciales en 2016, y a través de su web sortea dos billetes para los afortunados que compartirán vuelo, charla y copas (quizá sin alcohol) con Dickinson y otras celebridades. Nunca hubo mejor ocasión de aprovechar que la expresión inglesa para «vuelo inaugural» es precisamente «maiden flight«.

A la altura del ‘Hubble’, pero a menor altitud

La de Dickinson no es la única iniciativa para recuperar los zepelines. El Instituto Keck de Estudios Espaciales, dependiente del Instituto Tecnológico de California (Caltech) y del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, acaba de publicar un estudio titulado Dirigibles: un nuevo horizonte para la ciencia. En sus 60 páginas, más de treinta expertos analizan «el potencial de una variedad de dirigibles actualmente operativos o en desarrollo para servir como observatorios y plataformas de instrumentos científicos para la ciencia espacial, atmosférica y terrestre».

Un concepto de dirigible estratosférico con un telescopio en su lomo e instrumentos de observación terrestre y atmosférica en su panza. Mike Hughes (Eagre Interactive) / Keck Institute for Space Studies

Un concepto de dirigible estratosférico con un telescopio en su lomo e instrumentos de observación terrestre y atmosférica en su panza. Mike Hughes (Eagre Interactive) / Keck Institute for Space Studies

Los autores concluyen que los dirigibles podrían complementar las observaciones científicas de aviones y globos en todo el rango de altitudes, incluso reemplazando a los satélites. «Un telescopio óptico de uno o dos metros situado a unos 20.000 metros con estabilización de encuadre tendría mayor poder de resolución que cualquier telescopio en tierra», señala el informe, añadiendo que tales observaciones competirían con las del mismísimo telescopio espacial Hubble. «La ciencia, y no la guerra, podría ser la gran motivación para empujar a la industria hacia el desarrollo de dirigibles estratosféricos».

Entre las utilidades científicas de estas aeronaves, los expertos sugieren la monitorización ambiental en las megalópolis y en los ecosistemas, o la observación astrofísica de objetos tales como agujeros negros y discos protoplanetarios en estrellas jóvenes. Y para engrasar el trabajo en esta línea, proponen lanzar un concurso de desarrollo de dirigibles estratosféricos con un premio mínimo de un millón de dólares. Ingenieros, ¡a las pizarras!