Old Space vs New Space, la carrera espacial del siglo XXI

Recientemente he escrito para otro medio un artículo sobre lo que ahora llaman New Space, que viene a ser algo así como la liberalización del espacio. No es que existiera ningún oligopolio legal, sino que hasta hace unos años solo las grandes agencias públicas tenían los recursos económicos, técnicos y humanos para actuar como operadores espaciales, mientras que las compañías privadas preferían hacer negocio suministrándoles productos y servicios.

Pero entonces llegaron personajes como Elon Musk (PayPal, Tesla Motors, y ahora SpaceX), Jeff Bezos (Amazon, y ahora Blue Origin) o Richard Branson (Virgin, y ahora Virgin Galactic), junto con otros muchos no tan conocidos. Llegaron con una pregunta: ¿por qué no lo hacemos nosotros? Sin el control público, sin la burocracia, sin las jerarquías interminables, sin miedo al riesgo; con dinero, con ideas nuevas, con nuevos modelos y con ganas. El New Space es a la NASA lo que en su día el Silicon Valley fue para los gigantes como IBM. De hecho, muchas compañías del New Space han surgido en el Silicon Valley.

Ilustración de la nave Dragon 2 de SpaceX. Imagen de SpaceX.

Ilustración de la nave Dragon 2 de SpaceX. Imagen de SpaceX.

Hablo de la NASA, aunque el fenómeno del New Space no es algo ni mucho menos restringido a EEUU. Pero sí lo es su parte más visible, la que se refiere a los viajes espaciales tripulados, dado que la NASA ha sido el único operador del mundo occidental que ha lanzado sus propias naves tripuladas, y el único de todo el mundo que ha enviado humanos más allá de la órbita baja terrestre. Lo cierto es que el New Space no trata solo de mandar gente al espacio: hay empresas que quieren recoger basura orbital o que fotografían la Tierra desde satélites.

Sin embargo, es indudable que todo esto no habría causado tanto revuelo si no fuera porque varias compañías del New Space, que son por ello las más visibles, sí pretenden que las próximas naves tripuladas no lleven una bandera, sino un logotipo corporativo. Y porque quieren llevarlas además adonde las de la bandera no han vuelto desde 1972 (la Luna) o donde no han ido nunca (Marte).

Más allá del tono aséptico que requería el artículo mencionado al principio, lo cierto es que la entrada del New Space ha hecho saltar chispas en el Old Space, es decir, en la NASA. Oficialmente, la agencia pública de EEUU y las nuevas compañías mantienen relaciones comerciales que esperan sean beneficiosas para ambas partes. Pero ya les conté aquí lo que ocurrió cuando Elon Musk, fundador de SpaceX, anunció que se propone llevar el año próximo a una pareja en la luna de miel más literal de la historia, en vuelo alrededor de la Luna, y que lo hará en la cápsula Dragon 2 costeada por la NASA: cuando la agencia felicitó a SpaceX, lo hizo recordándole sus obligaciones contractuales, como un padre estrechando la mano a su nuevo yerno mientras le advierte que ya puede portarse bien con su hija o…

De hecho, el roce entre Old Space y New Space no parece tan bien engrasado como podría pensarse. Todavía colea un episodio que comenzó en febrero, cuando Charles Miller, un miembro del equipo de transición de la NASA nombrado por el gobierno de Donald Trump, escribió un correo en el que parecía alentar una competición entre ambos modelos dentro de la propia agencia, para ver cuál resultaba ganador en una nueva carrera de regreso a la Luna.

El correo de Miller se filtró al diario The Wall Street Journal, y así comenzó el lío, cuando algunos comenzaron a especular que la NASA podría abandonar el desarrollo de sus nuevos cohetes, en los que ya se ha invertido mucho dinero. Esta posibilidad ha sido después desmentida, pero aún no puede decirse que todo vaya sobre ruedas. Como muestra, de las fuentes de la NASA con las que cuento para algunos de mis artículos, ninguna quiso opinar; no sobre el asunto de Miller, sino sobre el New Space en general. “Soy un empleado de la NASA y no se me permite hablar sobre estos asuntos”, me dijo uno de ellos. Otros directamente evitaron responder.

Con independencia de cómo evolucione esta incómoda relación entre ambos modelos espaciales, queda otra gran pregunta muy difícil de responder: ¿lograrán las compañías del New Space cumplir lo que prometen? ¿O algunas de esas promesas (por ejemplo, la de Musk de fundar una colonia en Marte) serán como los vestidos de alta costura de las pasarelas de moda, simples reclamos vistosos para luego vender jerséis?

Los expertos aún no parecen tener muy claro cuál es la respuesta a esta pregunta. Pero aparte de los analistas y tecnólogos, había otra opinión que me interesaba: la de quienes han cumplido estos objetivos en la imaginación, pero lo han hecho sabiendo de lo que hablaban. Es decir, escritores de ciencia ficción que también son o han sido científicos. He consultado a un par de ellos. Mañana les contaré lo que me han dicho.

2 comentarios

  1. Dice ser cuidao con el sentimiento de atadura universal

    Un pequeño Motel intragiratorio gravitacional orbital para unas cuantas personas no estaría mal. Vacaciones trimestrales fuera la de Madre Tierra, con jacuzzis y demás con vistas al Sol, al Sistema planetario, estrellas… jugando con sombras y luces, eclipses, sin día, sin noche… qué gracioso cuando volvieran a las 24 horas de día y noche… o no. Igual traumatiza una barbaridad.

    26 mayo 2017 | 20:42

  2. Dice ser uno

    #1 Con que te vayas al norte, te encontraras ciudades donde son 6 meses dia y 6 meses noche, no te hace falta salir fuera del planeta XD.

    27 mayo 2017 | 14:36

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