¿Cómo será todo dentro de 1.000 millones de años?

Crecí bajo el signo del No Future, aunque siempre pensé que aquello no era más que una pose juvenil, o incluso una especie de santo y seña, del mismo modo que los masones se reconocen entre ellos cuando hablan del hijo de la viuda.

La Tierra dentro de 5.000 a 7.000 millones de años, con el Sol convertido en una gigante roja. Imagen de Wikipedia.

La Tierra dentro de 5.000 a 7.000 millones de años, con el Sol convertido en una gigante roja. Imagen de Wikipedia.

Pienso que el cerebro humano está cableado para mirar hacia el futuro. Pero no soy el único: importa mucho más lo que piensan quienes dedican su trabajo a estudiar la mente humana. En un interesante artículo publicado la semana pasada en el New York Times, el psicólogo Martin Seligman y el periodista John Tierney argumentaban, tirando de investigaciones, que la capacidad de pensar en el futuro es lo que más distingue al ser humano de otras especies, basándose en una idea hoy cada vez más reconocida por psicólogos y neurocientíficos.

Una ardilla acumula nueces porque lo dicta su programación genética, pero no sabe que se acerca el invierno. Los humanos reservamos mesa para el sábado, pero en realidad «sábado» solo existe como una fantasía colectiva, escriben los autores. Seligman y Tierney citan varios estudios cuyas conclusiones apoyan la idea de que los Homo sapiens somos esencialmente Homo prospectus, criaturas que miramos hacia un amplio mañana: pensamos en el futuro tres veces más que en el pasado, descubría uno de los estudios citados, e incluso cuando pensamos en el pasado tendemos a hacerlo considerando sus implicaciones futuras.

Modestamente, y si de algo sirve haber vivido ya casi medio siglo, hace años llegué a una conclusión: lo que realmente mueve al ser humano no es el amor, como afirman los románticos, ni el dinero, como aseguran los cínicos; lo que mueve al ser humano es la ilusión, un término que puede sonar melifluo, pero que simplemente consiste en la prospección de un futuro al que le confiamos una alta probabilidad de eventos favorables. Me ha sorprendido encontrar una especie de corroboración de mi gran teoría sobre la vida en el artículo de Seligman y Tierney: «los terapeutas exploran nuevas maneras de tratar la depresión, ahora que la ven principalmente como algo no debido a un trauma pasado o un estrés presente, sino a visiones torcidas de lo está por venir». Es decir, que dejamos de encontrar sentido a la vida cuando desaparece la ilusión.

Otra cosa es que en ocasiones neguemos voluntariamente la mirada al futuro; en este caso, probablemente se deba a que el dibujo de lo que estamos anticipando no nos gusta. Personalmente, hay muchas cosas de este futuro que no me gustan (uno es consciente de que va haciéndose mayor cuando se da cuenta de que ya vive en lo que en otro tiempo fue «el futuro»).

Claro que hay una diferencia entre especular sobre el futuro de si tal o cual equipo ganará la liga, o si tal o cual político controlará un partido (cosas que personalmente me hacen taparme el bostezo), frente a si tal o cual fenómeno pondrá fin a la humanidad en una época en que ni uno ni sus hijos estarán aquí cuando ocurra.

Pero en contra de lo que podría pensarse, interesarse por un futuro que uno no llegará a ver no es solo un ejercicio intelectual; tiene también mucho de emocional. Estoy seguro de que Carl Sagan, después de toda una vida dedicada con pasión a tratar de descerrajar el misterio de la vida en el universo, debió de verse morir no con la fría sensación de un trabajo pendiente, sino con la cálida pena de no llegar a ver jamás satisfecha su gran ilusión.

A quienes piensen de forma parecida va dirigido este vídeo (una pena que no tenga subtítulos en castellano) sobre qué será científicamente razonable que ocurra de aquí a 1.000 millones de años. Para el resto, los telediarios ya les han contado quién ha ganado la liga o qué político controlará tal partido. Eso ya es el pasado.

7 comentarios

  1. Dice ser ¿son culturas o ataduras?

    Pues yo pienso que el ser humano es homo protectus y teme el mañana. Anda siempre amparándose en el pasado, lo transforma desde el presente qeu consiguen otros má saventajados que sí miran hacia adelante (pero son los menos) y siempre andan atacando la novedad, no ya con un sentido de responsabilidad sana ante lo novedoso, sin osacando armas de los pasados tenebro para afianzar ma´s aún sus temores y poner palos en las ruedas, más aún si tienen intereses en ello.
    BAsta con alejar la visión de l planeta un poco, mirarlo desde afuera, con conocimeinto real de lo que hace el ser humano en este planeta, para darse cuenta de que no es un ente que ame evolucionar. Ama reprimir, censurar, castigar al que piensa distinto, marginar a quien no sigue la bola de lo políticamente correcto. El ser humano es un bípedo que presumiblemente utiliza el cerebro para usar la razón (humana) y distinguirse del resto de especies (a las que llama bestias en modo general) y se comporta en muchas ocasiones peor que éstas no usando el cerebro para razonar convenientemente. Es un continuo negar, nega, negar, visceralidad, negar, negar conocimiento. Auqneu se lo coloques frente a ellos, aunqie se lo expliques… Siempre retornan a la cueva del entendimiento y buscan luz donde creen hubo luz, cuando nunca la hubo y menos conocimiento cierto como el que habita en el presente, en los presentes, en todo presente conseguido pror unos pocos, que no por la globalidad. El ser humano habita muchos mundos y no todos son brillantes ni dignos de especie racional y justa.
    Dentro de 1000 millones de años no habrá fronteras, ni países, ni equipos de fútbol, ni chácharas de mejores ni peores por cuño de nacionalidad o raza, o religión, o sexo. Dentro de ese tiempo ni siqueira seremos ejemplo de nada para ningún otro especímen extragaláctico, porque de encontrarnos, si no se ha destruído ya el planeta, el mero hecho de encontrarnos presupondrá un avance sobre el nuestro, con lo cual nuestros pensamientos sobre las cosas del mundo y la vida las tendrán más que superadas.
    Esta especie nuestra avanza muy poco, da pasos muy cortos. Está demasiado atada a sus pasados.

    25 mayo 2017 | 17:36

  2. Dice ser la verdad

    En bastante menos no habrá nadie para contarlo.

    25 mayo 2017 | 19:19

  3. Dice ser josep333

    PUes ni puñetera idea, macho.
    POrque me da a mí que hará como unos novecientos noventa y nueve millones, novecientos noventa y nueve mil, novecientos y pico años que la habré espichao. Así que…

    25 mayo 2017 | 22:08

  4. Dice ser vida, en todos habitas pero casi nadie te entiende

    Qué triste pensar que todo lo que entendemos por grandeza humana dejará de existir. Ni siqueira será recordado que existió un tal Beethoven, ni Mozart, ni Madame Curie, ni Einstein, ni tantos y tantas humanas almas hacedoras y luchadoras en el cotidiano buen progreso. Ni siquiera habrá planetas alrededor de nuestra extinta ya estrella Sol. Todas las grandezas sin recuerdo, para nadie, y todas las bajezas de este humano mundo de odio y rencor, también serán pasto de olvido; tanta maldad no habrá valido para nada más que para amargarnos este pequeño lujo milagro en el lapso eterno del tiempo llamado vida.
    https://www.youtube.com/watch?v=OfR6_V91fG8

    25 mayo 2017 | 22:38

  5. Dice ser Carmen

    Saberlo de antemano ya es en cierta manera vivirlo anticipadamente. Quizás sea esa una de nuestras ventajas como especie. Aunque también nuestra condena, en cierto modo.
    Carl Sagan a pesar de su pena, sabría cómo acabaríamos dentro de mil millones de años y el suyo como el nuestro es un consuelo (de muchos y de tontos 😊).

    25 mayo 2017 | 22:40

  6. Dice ser DD

    Observando la evolución mental de nuestra especie y su comportamiento, los 1000 millones no hacen pensar en nada bueno si es que quedará algo en pie, quizás alguna enorme nave construida para vagar por el Cosmos con nuestro pasado guardado en un sofisticado pendrive buscando no se sabe qué durante generaciones.

    26 mayo 2017 | 08:51

  7. Dice ser dethor

    «El eterno reloj de arena de la existencia
    dará la vuelta siempre de nuevo
    y tú con él, corpúsculo de polvo.»

    Esto lo dijo Kant, yo no creo ni que exista el polvo

    28 mayo 2017 | 12:54

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