Entradas etiquetadas como ‘Antigua Grecia’
Alfred López 04 de febrero de 2015
Desde la antigüedad el blanco y el negro son colores que han estado destinados para designar la buena y mala suerte, la vida y la muerte. Dependiendo de la cultura y civilización le daban (y siguen dándole) un sentido u otro.
En el post que publiqué tiempo atrás sobre la expresión ‘pender de un hilo’ ya os explicaba cómo en la mitología romana, griega y nórdica (por citar tres ejemplos) existían unos personajes llamadas las Parcas en la Antigua Roma (Moiras para los griegos y Nornas para los escandinavos) que hilaban el ‘hilo de la vida’ (valga la redundancia). Dependiendo de lo feliz o desdichada que sería la vida de cada individuo lo hilaban de color blanco o negro, colores asociados a la dicha y la desdicha respectivamente.
Respecto a la expresión ‘tocar la negra’, que suele decirse como sinónimo de mala suerte, encontramos que su origen proviene de cuando se preguntaba a los dioses, al oráculo o simplemente se quería echar algo en suerte a través de coger unas piedras (blancas y negras) que se encontraban dentro de un recipiente. Dependiendo de la pregunta que se formulaba y el color que salía la respuesta era positiva o negativa.
En el caso de las antiguas Roma y Grecia el blanco quería decir fortuna y buena suerte y el negro infortunio y desgracia.
En estas civilizaciones existía la costumbre de elegir a algunos de sus representantes públicos (magistrados, senadores…) a través de meter piedras blancas y negras en una vasija (también se utilizaban habas) y cada candidato a ocupar el cargo metía la mano para sacar una. Aquellos que cogían la blanca eran los elegidos y por tanto les sonreía la fortuna, sin embargo ‘al que le tocaba la negra’ tenía el infortunio de no ser elegido y quedar fuera.
Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones
Fuente de la imagen: Yamanaka Tamaki (Flickr)
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Alfred López 08 de noviembre de 2014
El término ‘Mediterráneo’ proviene del latín y significa ‘en medio de tierras’ (medi terraneum), y adquiere su nombre por estar ocupando una extensión central entre países, continentes y diferentes culturas, debido a que sus aguas bañan la parte sur de Europa, Asia occidental y el norte de África. Como bien sabréis, conecta con el océano Atlántico a través del estrecho de Gibraltar. Se trata del segundo mar interior más grande del mundo y en sus aguas nacieron culturas tan importantes y relevantes como la griega, romana o la egipcia (por poner tres ejemplos).
Además de Mediterráneo podemos encontrarnos que cada cultura/idioma lo ha llamado de un modo diferente a lo largo de la Historia: en la Antigua Roma ‘Mare Nostrum’, los griegos ‘Thalassa’ (nombre de la Diosa primordial del mar) o los Antiguos Egipcios ‘Gran Verde’.
El pasado lunes tuve el privilegio de ser invitado a realizar una exclusiva visita guiada, junto a otros blogueros, a la exposición ‘Mediterráneo, nuestro mar como nunca lo has visto‘ en el CosmoCaixa de Barcelona.
Debo decir que fue todo un lujazo poder visitarla de ese modo, en el que nos colmaron de atenciones y explicaciones sobre esta interesantísima y muy recomendable exposición que estará hasta mediados del próximo enero de 2015.
Todos aquellos que os apetezca y os interese visitarla podréis hacerlo gratuitamente descargando tantas invitaciones como necesitéis a través del siguiente enlace:
Además de la entrada gratis os obsequiaran con una exclusiva libreta.
Mi agradecimiento a los amigos de Bloguzz y CosmoCaixa por la invitación y por hacerme pasar una tarde tan entretenida.
Podéis encontrar más info sobre la visita y la exposición en el post del blog Ideas de Ocio
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Alfred López 27 de mayo de 2014
En el siglo VI a.C. varios fueron los esclavos que lograron huir de sus respectivos amos y se refugiaron en las montañas de la Isla de Quíos (en el mar Egeo, junto a la costa de Turquía).
Estos prófugos se organizaron como una banda de forajidos bajo las órdenes de Drímaco, quien se había convertido en un temido caudillo que lideraba con mano firme a sus secuaces. En poco tiempo lograron tener atemorizados a los habitantes de la capital y poblaciones cercanas, donde bajaban a desvalijar y robar cuanto querían.
A pesar de su origen como siervo, Drímaco supo formar y controlar a sus hombres como si de un verdadero ejército se tratase, por lo que las autoridades de Quíos, cansadas de los continuos asaltos, decidió aceptar un pacto de no agresión a cambio de permitir que de vez en cuando los bandidos bajasen y se llevasen aquello que realmente precisasen para subsistir en las montañas. Por su parte, Drímaco se comprometió a no aceptar a cualquier esclavo fugado y tan solo acogería a aquellos que realmente se hubiesen escapado de sus amos por alguna buena razón.
Durante largo tiempo no hubo problemas y se llevó a rajatabla lo pactado: los bandidos solo se aprovisionaban de lo estrictamente necesario, mientras que el número de esclavos fugados descendió vertiginosamente. Pero de la noche a la mañana, cansados de ceder al chantaje de los delincuentes, los quiotas cambiaron de parecer y se propusieron acabar con la banda, poniendo un alto precio por la cabeza de Drímaco. Algunas crónicas indican que esto propició la codicia entre los propios componentes de la banda siendo traicionado y decapitado por uno de ellos.
Pero también encontramos otros historiadores que le dan un final a Drímaco y su cabeza algo diferente y vienen a explicar que siendo éste ya anciano le dijo a uno de los hombres que tenía bajo su mando que le cortase la cabeza y la entregase a las autoridades que Quíos, de ese modo recibiría una gran suma de dinero con el que podría vivir el resto de su vida sin tener que robar ni estar escondido en las montañas, pudiendo convertirse en un hombre de provecho (hay quien apunta que se trataba de su joven amante).
Lee y disfruta de más anécdotas e historias curiosas como esta en el apartado Anecdotario de este blog
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Alfred López 03 de enero de 2014
Como bien sabréis, las supersticiones son la extraña creencia que tienen algunas personas a pensar que poseer algún objeto, hacer algo concreto o evitar según qué situaciones influirá en su destino, otorgándole buena o mala suerte; todo ello por una rara e inexplicable conjunción mágica fuera de cualquier tipo de razonamiento científico, explicación lógica y coherente o demostración empírica.
Una de las supersticiones más extendidas es la que indica que tener una herradura colgada sobre la puerta de entrada de una casa la protege de la mala suerte, dotando al hogar con la fortuna y alejándolo de cualquier tipo de adversidad.
El origen a esta creencia, tan arraigada popularmente, se la debemos a una antigua leyenda que surgió en el siglo X alrededor de San Dustan, quien, antes de ser nombrado Arzobispo de Canterbury y ser canonizado tras su fallecimiento, trabajó como herrero en Baltonsborough (suroeste de Inglaterra).
Dicha leyenda explicaba como se le apareció a Dustan una extraña criatura (mitad hombre mitad animal) que le solicitó que le pusiera un par de herraduras, descubriendo el herrero de que se trataba del mismísimo demonio y con gran habilidad se deshizo de él gracias a un ingenioso engaño, clavándole las herraduras de una manera muy dolorosa hasta conseguir que el diablo le suplicase clemencia.
Fue a partir de la divulgación y el boca a boca de esta historia donde surgió todo el aura y simbología que se le ha querido dar a las herraduras como talismán de la buena suerte (muy posiblemente de todos los amuletos el más famoso).
Cabe destacar que en algunos lugares se indica que en tiempos de la Antigua Grecia, estos ya le atribuían dones de buena suerte y fortuna a las herraduras, pero no hay ninguna historia/relato lo suficientemente difundida que pueda demostrar que el origen de esta superstición se debe a los griegos y no a la leyenda de San Dustan.
Curiosidad que forma parte del libro “Vuelve el listo que todo lo sabe” de Alfred López.
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Fuentes de las imágenes: Leo Reynolds (Flickr) / Wikimedia commons
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Alfred López 11 de junio de 2013
Aunque parezca lo contrario, esta famosa expresión utilizada para señalar cuando uno ha conseguido salirse con la suya/ganar a pesar de tener inconvenientes en contra, muy posiblemente no tiene nada que ver con un juego infantil que consistía en meter en remojo a un pobre felino dentro de un río, aunque así lo proponía Sebastián de Covarrubias en su ‘Tesoro de la Lengua Castellana’ de 1611.
Sin embargo, tanto para Rodrigo Caro (coetáneo de Covarrubias) como para José Mª Iribarren (siglo XX) defendían en sus respectivas obras que, para encontrar la procedencia de esta expresión, había que trasladarse a los orígenes del popular juego practicado ya en la Antigua Grecia y que ha llegado hasta nuestros días con el nombre de ‘tira y afloja’, aunque en otros países se le llama ‘el juego de la cuerda/soga’ o ‘tirar de la soga’.
Los inicios del juego se encuentran en las instrucciones militares, en las que dos grupos de soldados debían tirar cada uno del extremo de una cuerda. En medio de los dos grupos de hombres había un charco/rio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua.
Los miembros del equipo perdedor, al ser arrastrados, acababan a cuatro patas, o como se dice popularmente ‘a gatas’, por lo que al ser tirados fuertemente el equipo ganador se los llevaba a gatas al agua, lo cual derivó en la expresión tal y como la conocemos hoy en día de ‘llevarse el gato al agua’.
El juego del ‘tira y afloja’ es muy popular en todo el planeta, disputándose múltiples torneos en infinidad de lugares, llegando a ser un deporte olímpico durante las dos primeras décadas del siglo XX.
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Alfred López 25 de febrero de 2008
En la Antigua Grecia las prostitutas tenían entera libertad para el ejercicio de su profesión.
Estaban catalogadas en tres clases:
-Las Dicteriades:
Se dedicaban a las clases más bajas. En un principio estuvieron controladas por el gobierno municipal pero con el tiempo se constituyeron en “empresas privadas” con pago de impuestos incluidos. Sus precios eran muy bajos, pero al ser inmensamente populares sus ingresos eran cuantiosos. Tanto, que incluso de sus impuesto se llegó a financiar la construcción de un templo dedicado al culto de Afrodita. Las dicteriades sobresalían por no tener estudios ni formación educacional alguna, a excepción de la técnica sexual. Para salir a la calle se les exigía que llevarán una peluca amarilla para distinguirlas de las doncellas y madres de familia noble que tenían el pelo negro.
-Las auletrides:
Éstas se dedicaban a ofrecer sus servicios a las clases medias. Se especializaron en las artes de la música, el striptease y la danza. Estas aptitudes hacía que tuvieran buenos ingresos y que fuesen comúnmente contratadas para fiestas privadas y orgías. Normalmente las auletrides provenían de familias muy pobres y eran vendidas siendo niñas a proxenetas o madamas que las instruían en el arte amatorio durante años.
-Las Hetairae
Eran las verdaderas divas. Prostitutas de lujo y refinadas. Sus clientes eran nobles, terratenientes, senadores y el clero superior. Resaltaba su extraordinaria belleza, su inteligencia y su exquisita educación. Se diferenciaban de las auletrides, entre otras cosas, porque podían acudir a eventos públicos como representaciones, banquetes o debates de filosofía y política, acompañando a sus clientes.
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