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El origen de cuatro refranes gatunos

El refranero español está repleto de máximas y aforismos cuyos dichos populares esconde algún consejo o moraleja, existiendo de prácticamente todos los temas. En esta ocasión os traigo cuatro relacionados con el mundo gatuno.

El origen de cuatro refranes gatunos

La curiosidad mató al gato:

Se trata de una de las expresiones más conocidas y se usa para decirle a alguien que no hay que saber más de lo que se debe y que no se deben traspasar ciertos límites mediante una analogía entre el  peligro y un gato, por tratarse de un animal que suele meterse en cualquier rincón, por lo que y se considera un felino que se expone a numerosos peligros y riesgos por su carácter curioso y explorador. No es una expresión surgida del rico refranero español, sino que llegó al castellano, a finales del siglo xix, desde el inglés curiosity killed the cat, de idéntico significado, que, a su vez, era la transformación de otro mucho más antiguo, del siglo xvi, que decía care killed the cat, cuyo significado era ‘el cuidado mató al gato’ como referencia a que una excesiva precaución o cuidado por la salud termina siendo perjudicial para esta.

De noche, todos los gatos son pardos:

Refrán que trata de advertirnos de la facilidad que hay, en algunas ocasiones, de ser engañados por un impostor a quien podemos tomar por otra persona y no percatarnos de sus malas intenciones. Aparece mencionado en la segunda parte del Quijote (1615) y, según señalan la mayoría de los expertos, la expresión no hacía referencia a los felinos sino a los  madrileños, que son conocidos, desde antiguo, como gastos. Todo indica que se originó el refrán poco después de trasladar la capitalidad del reino a Madrid, que se convirtió en corte y villa, lo que dio lugar a numerosos rufianes y malhechores nocturnos que transitaban a la espera de alguna víctima.

Ponerle el cascabel al gato:

Frase proverbial que se pronuncia ante una dificultad y la imposibilidad de llevar a cabo alguna tarea potencialmente peligrosa, en alusión al acto de coordinarse y ponerse de acuerdo un grupo para ver quién lleva a cabo dicho cometido. La primera referencia que existe sobre la expresión data del siglo VI a. C., cuando aparece en la famosa fábula El gato y los ratones, del autor griego Esopo. Posteriormente, otros muchos autores utilizaron dicha locución en sus obras, de las que una de las más famosas es la comedia La esclava de su galán, de Félix Lope de Vega, uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español. (te puede interesar leer el post ‘¿Por qué NO es una buena idea poner un cascabel a un gato?)

Buscarle tres pies al gato:

Expresión  con la que se aconseja no complicar un asunto, originalmente era buscarle cinco pies al gato. Según señalan la mayoría de los expertos, la frase no hablaba de tres pies, sino de cinco y se achaca a Miguel de Cervantes que la cambiara al ponerla en la forma de tres pies en boca del protagonista del Quijote. También hay quien indica que la locución es una deformación de buscarle el traspiés al gato, aunque esta versión parece no convencer a la mayoría de los etimólogos.

 

 

Encuentra más curiosidades como esta leyendo otros post de este blog o en mi libro ‘El listo que todo lo sabe ataca de nuevo. Palabras y palabros’

 

 

 

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¿Cuál es el origen de la expresión ‘Buscar tres pies al gato’?

A través de mi perfil @curiosisimo (en la red social TikTok), me preguntan cuál es el origen de la expresión ‘Buscar tres pies al gato’.

¿Cuál es el origen de la expresión ‘Buscar tres pies al gato’?

Según consta, la expresión ‘Buscarle tres pies al gato’, con la que se aconseja no complicar un asunto, originalmente eraBuscarle cinco pies al gato’.

Algunas fuentes apuntan que originalmente dicha locución era algo más larga y decía ‘Buscarle cinco pies al gato, y no tiene más que cuatro’, recibiéndose como respuesta, en modo jocoso, lo siguiente: ‘No, que son cinco con el rabo’.

Según señalan la mayoría de los expertos, la frase no hablaba de tres pies, sino de cinco y se achaca a Miguel de Cervantes que la cambiara al ponerla en la forma de tres pies en boca del protagonista del Quijote.

Otro posible origen está en el hecho de que el vocablo ‘pies’ de dicha locución hiciera referencia a las sílabas que forman la palabra ‘gato’ y, por tanto, el buscarle tres sílabas (pies) sería algo imposible y con ánimo de complicar el asunto.

También hay quien indica que la locución podría ser una deformación de ‘buscar el traspiés al gato’, aunque esta versión parece no convencer a la mayoría de los etimólogos.

Cabe destacar que en un gran número de países de habla hispana, del continente americano, suele utilizarse la expresión en la que se mencionan cinco pies y no tres, existiendo diferentes versiones de la misma como: ‘buscarle la quinta pata al gato’, ‘no le busques la quinta pata al gato’ o ‘le andas buscando la quinta pata al gato’.

 

 

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Fuentes de consulta: ‘El porqué de los dichos’ (José María Iribarren) / Tesoro de la Lengua Castellana ( Sebastian de Covarrubias) / Abecedario de dichos y frases hechas (Guillermo Suazo Pascual)

¿De dónde surge la expresión ‘Se te ha comido la lengua un gato’?

A través de mi perfil @curiosisimo (en la red social TikTok), me preguntan de dónde surge decir a alguien ‘¿Se te ha comido la lengua un gato?’ cuando se mantiene callado y sin hablar.

¿De dónde surge la expresión ‘Se te ha comido la lengua un gato’?

A prácticamente todos nos han dicho en alguna ocasión, al estar sin hablar, una pregunta hecha con retintín en la que se interesaban por el motivo de nuestro silencio y que venía a decir ¿es que se te ha comido la lengua el gato?

Curiosamente, esa relación entre estar callado y los gatos no es algo moderno y existen evidencia de que se pronunciaba la mencionada frase hace varias décadas atrás, incluso también en otros países e idiomas dándole el mismo sentido (por ejemplo, en inglés usan la forma ‘cat got your tongue’ y en francés ‘chat t’a mangé la langue’). Pero la primera referencia escrita en la que aparece literalmente es en un artículo, de 1881, en la revista estadounidense ‘Ballou’s Monthly Magazine’, donde se indica que se trata de una popular frase de la época, pero sin dar más detalles sobre su origen. Otras menciones a frases similares se encuentran algunas décadas antes de ese mismo siglo.

La universalización de esta expresión ha llevado a que existan numerosas teorías sobre su posible origen y, dependiendo la fuente que se consulte, podemos encontrar que se le da una procedencia distinta.

Por una parte hay quien sostiene que proviene de una antiquísima leyenda proveniente de los ambientes náuticos en los que, según la creencia popular, en los mares vivía un mitológico ser en forma de un gigante gato de nueve colas el cual era el responsable de los temporales y naufragios. Para evitarlo, según dicha creencia, los marineros debían navegar callados y con la boca cerrada, con el fin de no llamar la atención del enfurecido animal.

También hay quien señala que, probablemente, provenga de antiguas tradiciones (aunque no se especifica una época concreta y unos dicen que en la Edad Medias y otros en el Antiguo Egipto), por el que existía un castigo de cortar la lengua a alguien que había cometido un delito y ésta se le echaba de comer a los gatos.

Hay quien indica que en el medievo también podría haber sido utilizada la frase ‘te va a comer la lengua un gato’ como una amenaza para que alguien se mantuviera en silencio y ante la creencia de que las brujas de la época se dedicaban a arrancarlas y dárselas de comer a sus domésticos mininos.

Cabe destacar que en francés podemos encontrar una alternativa a la frase y que dice ‘donner sa langue au chat’ que viene a significar literalmente ‘dar su lengua al gato’ y que se utiliza en clara referencia a que alguien debe permanecer callado, no debe hablar (en el sentido de confesar algo). Pero, curiosamente, dicha expresión aparece a partir del siglo XIX y anteriormente se decía pero nombrando a un perro y no un gato: ‘Jeter sa langue aux chiens’ (Lanzar la lengua a los perros).

 

 

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Fuentes de consulta: historyextra / expressio.fr / lefigaro / dufrancaisaufrancais / phrases.org.uk / grammarist
Fuente de la imagen: deviantart

¿Por qué se les llama ‘gatos’ a los madrileños?

A través de mi perfil @curiosisimo en la red social TikTok me preguntan el motivo por el que a los madrileños se les conoce como ‘gatos’.

¿Por qué se les llama ‘gatos’ a los madrileños?

La explicación sobre el porqué a los madrileños son conocidos popularmente con el gentilicio de ‘gatos’ está a medio camino entre la leyenda y la historia. Numerosos son los relatos que explican el motivo y origen, siendo todos muy similares, dando una serie de detalles bastantes específicos sobre el año, motivo y lugar donde se originó, pero obviando un detalle importantísimo: el nombre del protagonista.

En el año 852 el emir Muhammad I ordenó construir una fortaleza amurallada junto al río Manzanares, desde la cual se controlaba todo aquel valle, además de la Sierra del Guadarrama, y en la que se levantaría una ciudadela. Aquel enclave pasó a denominarse ‘Mayrit’ (Magerit), que con el paso del tiempo acabó convirtiéndose en lo que hoy conocemos como ‘Madrid’ y cuya etimología no está del todo clara, aunque muchos son los expertos que señalan que, muy probablemente, significase ‘Arroyo matriz’ (en relación al rio junto al que se había construido).

En los siguientes dos siglos de dominio musulmán de aquella zona varios fueron los intentos de conquista de la ciudadela (en el 924 por el conde Fernán González o en 968 Ramiro II de León), siendo la que tuvo lugar en el 1085 la que daría origen a que los oriundos de Madrid acabasen siendo conocidos con el gentilicio popular de gatos.

Aquel año, las tropas del rey Alfonso VI de León, llegaron hasta Mayrit, siendo uno de sus hombres quien consiguió la gesta de trepar por la pared de la muralla (ayudado de una daga que iba clavando en las juntas de las piedras), alcanzando el torreón de la fortaleza y cambiando la bandera musulmana por la cristiana.

Durante la hazaña de aquel valiente soldado muchos fueron sus compañeros que dijeron que éste había trepado por la muralla como si fuese un gato, pasando a recibir a partir de entonces tal apelativo, convirtiéndose incluso en el apellido familiar de toda la saga de descendientes.

En honor a él, a los nacidos en Madrid se les empezó a conocer como gatos.

Tal y como indico en el primer párrafo, este es, grosso modo, el relato múltiplemente repetido sobre el origen de llamar gato a una persona oriunda de Madrid, aunque escama un poco que, con lo célebre que es el relato y lo acontecido, no haya trascendido el nombre del protagonista ni el de sus sucesores. Pero ante la falta de otra alternativa más fiable como posible origen y como se dice en estos casos: ‘se non è vero, è ben trovato’, locución italiana cuyo significado en castellano vendría a decir ‘si no es verdad, está bien encontrado’.

 

 

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Fuentes de la imagen: creazilla / Wikimedia commons

¿De dónde surge decir que alguien es ‘duro de pelar’?

¿De dónde surge decir que alguien es ‘duro de pelar’?Esta famosa expresión utilizada para señalar alguna dificultad (por ejemplo a la hora de reducir o convencer a alguien) se originó en la Edad Media.

Procede de los tiempos en los que la piel de algunos animales (sobre todo la de gato) era ampliamente utilizada para realizar prendas de abrigo, bolsos o talegos donde guardar el dinero (las mismas de los que os hablo en el post sobre el origen de la expresión ‘aquí hay gato encerrado’).

Como os podréis imaginar, cuando eran los gatos de alguien que quería conseguir la piel, los felinos –por su condición natural- eran escurridizos y sumamente difíciles de cazar y, por tanto, se convirtieron en algo ‘duro de pelar’, teniendo en cuenta que, por aquel entonces, al término ‘duro’ se le daba el significado de ‘fatigoso y difícil’, pero por el hecho de intentar atrapar al gato y no porque éste tuviese alguna dificultad al despellejarlo una vez apresado.

Como dato curioso, cabe destacar que en 1978 se estrenó una película estadounidense  titulada originalmente ‘Every Which Way but Loose’ y que en España se tituló  ‘Duro de pelar’, cuyo protagonista (Clint Eastwood) era un rudo pero entrañable camionero (acompañado de un orangután). Este film hizo que la expresión pasar a ser utilizada para referirse a tipos duros y testarudos.

Y cómo iba a terminar este post sin mencionar la famosa y pegadiza canción ‘Duro de pelar’ con la que Rebeca Pous se dio a conocer en 1996. Por si no te acuerdas de ella o quieres recordar viejos tiempos, bajo estas línea tenéis el vídeo original 🙂

 

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Fuente de la imagen: fusion-freak

¿Por qué NO es una buena idea poner un cascabel a un gato?

¿Por qué no es una buena idea poner un cascabel a un gato?

La de poner un cascabel a un gato es una de esas costumbres que se han convertido en cotidianas y que muchas personas realizan sin tener verdadero conocimiento del daño que ello puede comportar a su mascota.

Es un viejo hábito que se realiza desde hace centenares de años (cuando nuestros antepasados todavía no tenían conocimientos suficientes sobre la morfología de los felinos).  Antiguamente no se tenían como animal de compañía (evidentemente con algunas excepciones de culturas, como la egipcia), sino como un eficaz cazador de roedores y otros pequeños animales que solían colarse en los hogares, almacenes… pero también había quien los tenía como mascotas (y no como cazadores) a sabiendas de que podían correr peligro los pájaros que hubiesen en aquel hogar, así que para poder advertir en qué lugar de la estancia andaba el gato, y así advertir a las pequeñas aves, se le colocaba un cascabel.

Con el paso del tiempo el gato pasó a ser un animal doméstico y de compañía, pero se heredó aquella vieja costumbre de colocarle algún tipo de esquila con la que advertir de su presencia, que se convirtió más en un objeto de decoración dentro del propio felino y porque a mucha gente le gustaba escuchar el sonido del tintineo cuando el animal se movía por la casa.

Pero tal y como indico en el título e inicio de este post, no es una buena idea poner un cascabel a un gato, sobre todo por su propia salud auditiva.

Morfológicamente los gatos están dotados de una especial agudeza auditiva que hace que puedan percibir numerosos sonidos, incluso estando lejos de ellos y distinguirlos entre otros muchos ruidos ambiente. El grado de intensidad con el que advierte muchos de los sonidos puede llegar a ser el de varias veces el de cualquier ser humano.

El hecho de llevar colgado al cuello una campanita que cada vez que camina o se mueve empieza a tintinear es algo que entorpece poder percibir otros sonidos (además de escucharlo amplificado debido a la mencionada agudeza auditiva) y por tanto no poder estar atento de la llegada de un posible peligro.

Llevarlo puesto continuamente y desde que son pequeños acaba atrofiándoles el oído y provocándoles que, con el tiempo, pierdan una de sus principales virtudes.

Pero no solo le afecta a su percepción acústica, sino que también puede llegar a estresarlo. El escuchar continuamente el soniquete del cascabel provocará ansiedad en el animal, debido a que con el más ligero de sus movimientos sonará, algo que deberá soportar escuchar durante todo el día.

Por su naturaleza son animales que están acostumbrados a moverse con sigilo y el cascabel entorpece esa función.

Si la pretensión del propietario del gato es poder tener al animal controlado y así saber dónde se encuentra en cada momento, la mejor opción (y más recomendada) es colocarles un chip y a modo decorativo, se le puede colgar un cascabel siempre y cuando dentro de éste no lleve el ‘escrupulillo’ (bolita que hay dentro para que suene).

Eso sí, en los ratos de juego del gato se le puede dar pelotas u otros juguetes que hagan ruido o lleven cascabeles dentro, porque durante un rato estarán la mar de entretenidos, pero en el momento que dejen de jugar ya no sonará y, por tanto, no será una molestia continua para ellos.

¿Por qué no es una buena idea poner un cascabel a un gato?

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Fuente de la imagen de cabecera: Jacinta Lluch (Flickr)

¿Cuál es el origen de la expresión ‘poner el cascabel al gato’?

¿Cuál es el origen de la expresión 'poner el cascabel al gato'?

‘Poner el cascabel al gato’ o ‘¿Quién pone el cascabel al gato?’ (y otras variantes) son de esas frases proverbiales que se utilizan ante una dificultad y la imposibilidad de llevar a cabo alguna tarea que acarreará cierto peligro. Un grupo de personas podrán ponerse de acuerdo en la conveniencia de realizar un acto que beneficiará al colectivo, pero el riesgo que comporta realizarlo provocará que no haya voluntarios para ponerlo en práctica.

Se utiliza la figura del gato debido a que dicha expresión se originó a raíz de una antiquísima fábula que versaba en la historia de un grupo de ratones que deseaban salir de la ratonera para ir a buscar comida pero que les era imposible hacerlo debido a que siempre eran sorprendidos por el felino que habitaba en aquel lugar. Tras reunirse los roedores decidieron que una buena idea para enterarse cuándo se acercaba el gato sería colocándole a éste un cascabel, pero ¿quién sería el valiente que se lo pondría?: Ninguno se presentó voluntario.

Son numerosísimas las fuentes señalan como origen de la expresión a Félix Lope de Vega, uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español, debido a que dicha fábula estaba introducida en la comedia ‘La esclava de su galán’ (publicada 1647, doce años después del fallecimiento del escritor madrileño) y que fue puesta en boca de Pedro (uno de los personajes) en la escena IX del primer acto:

El cuento viejo ha venido
aquí a pedir de cogote.
Juntáronse los ratones
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
guardarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
«¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?»

Pero realmente Lope de Vega no fue el primero en escribir dicha fábula, sino que mucho antes que él hubo hubo otros que también lo hicieron.

¿Cuál es el origen de la expresión 'poner el cascabel al gato'?La primera referencia que existe es la que señala al fabulista griego del siglo VI a.C. Esopo, a quien se le atribuye la fábula ‘El gato y los ratones’ (en algunos lugares se encuentra bajo el título ‘Los ratones y el gato’):

Una gran familia de ratones vivía en una gran mansión. La vida fue siempre buena con ellos ya que siempre había comida en abundancia, sobre todo en la cocina.
Pero un día, el dueño de la casa trajo un gato. Desde entonces la vida de los ratones fue miserable.
El gato merodeaba día y noche. Los ratones no osaban salir de sus madrigueras porque el gato estaba siempre al acecho.
Con el paso de los días los ratones estaban más y más débiles porque no se aventuraban a salir de sus madrigueras para buscar comida.
Finalmente, un viejo ratón dijo: “No podemos continuar así o moriremos de hambre y de sed muy pronto. Tenemos que encontrar un modo de ocuparnos del gato”.
“Efectivamente, tenemos que idear un plan” dijo otro ratón. “Reunámonos todos los ratones esta noche y veamos si podemos pensar en algo”.
Enseguida anocheció. Todos los ratones se habían juntado en el lugar acostumbrado de reunión en la casa.
El ratón más anciano se aclaró la voz y dijo: “Estoy seguro de que ninguno de nosotros ha sido feliz últimamente debido a nuestro común enemigo, el gato”.
Todos los ratones asintieron con la cabeza.
El anciano ratón continuó: “Tenemos que actuar juntos y pensar en un plan para deshacernos del gato sino un día vamos a acabar siendo su comida”
Uno de los ratones sugirió matar al gato y a todos los demás le pareció una buena idea.
De modo que los ratones empezaron a idear la mejor manera para matar al gato. Pero tan pronto como uno proponía un plan los demás lo rechazaban porque era inviable.
Por fin, un joven ratón dijo: «Es posible que no podamos matar al gato pero quizás podamos pensar en algo para saber su paradero. De esa forma, cuando sepamos que viene tendremos tiempo para salir corriendo”
Los otros ratones aplaudieron la propuesta.
El joven ratón continuó: «Tengo un plan. Es realmente simple. Todo lo que tenemos que hacer es colgar un cascabel alrededor del cuello del gato. Por donde vaya sonará.
Si el cascabel es grande podremos incluso escuchar cuando el gato está viniendo antes de que esté demasiado cerca».
Todos los ratones saltaron de alborozo y aplaudieron la idea.
De repente, un ratón sabio dijo: “Esa es una idea brillante. Ahora.. Quién pondrá el cascabel al gato?”

Posteriormente otros muchos fueron los escritores y fabulistas que escribieron textos similares, como es el caso del clérigo inglés Odo de Cheriton quien en el siglo XIII publicó la obra en latín ‘Fabulae, Narrationes o Parabolae’ y que en la España Medieval fue traducido por un monje anónimo bajo el título ‘Libro de los gatos’, en el que Cherinton, en clave de metáfora, hacía una crítica a ciertas situaciones que vivían algunos clérigos de la época (nombrados en el texto como mures, forma antigua de referirse a los ratones) respecto a algún prelado u obispo (gato).

El texto (en castellano antiguo) dice lo siguiente: Lee el resto de la entrada »

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Nuestra lengua es rica en expresiones, refranes y aforismos que tratan sobre cualquier tema y ocasión. Los tenemos dedicados a temas meteorológicos, a las diferentes estaciones del año, a los meses y los que mencionan personas, lugares y animales (por poner unos pocos ejemplos).

Entre toda la amalgama de expresiones que existen hay algunas muy concretas en las que en el enunciado se menciona a algún animal, pero que, curiosamente, poco o nada tienen que ver realmente con los animales, ya que muchas de ellas han acabado nombrándolos por la perversión del lenguaje oral que ha ido pasando de una generación a otra o simplemente porque ese vocablo ha sido creado por alguna jerga (como el de la germanía) que lo utilizaban metafóricamente para referirse a otra cosa sin que los demás se enteraran.

Montar un pollo

La forma original (y correcta) de la expresión es ‘montar un poyo’, aunque el diccionario de la RAE admite desde hace unos años que se escriba ‘montar un pollo’ a pesar de que la locución no se refiera a la cría se la gallina.

El poyo (pollo) al que hace referencia es al podio o pequeña tribuna portátil (que tenía que ser montada) sobre las que se subían oradores que llegaban a una plaza pública y desde la que hablaban a los presentes. Normalmente eran consignas políticas que atacaban a algún partido político o al gobierno, por lo que, a menudo, solía armarse algún que otro altercado entre los asistentes y el orador. Dicha tribuna portátil  era conocida popularmente como ‘poyo’, un término que proviene de la palabra en latín ‘pódium’ y cuyo significado es ‘podio’.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener la mosca detrás de la oreja

La mosca a la que se refiere la expresión (que viene a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación) no es al insecto, sino a la ‘mecha’ (también llamada llave de mecha o serpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego utilizada entre los siglos XV y XVII) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

El gato de esta expresión es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia.

En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aburrirse como una ostra

El origen de la expresión no debemos buscarlo en el comportamiento de este preciado molusco (el cual, evidentemente, no se sabe si se aburre o no) sino al apócope de la palabra ‘ostracismo’, que era el término con que era conocido el destierro que se practicaba antiguamente la Antigua Grecia y al que se sometía a aquellos individuos que eran considerados como un ‘elemento peligroso para la comunidad’, teniendo que abandonar Atenas y permanecer exiliados y alejados de cualquier contacto con otras personas durante un tiempo (semanas, meses, años…). Ese destierro obligatorio los condenaba a estar lejos de la familia y vivir en soledad, y en consecuencia al aburrimiento, lo que dio origen a la expresión ‘aburrirse como un ostracista’, que, con el tiempo acabó en el apócope de ostra.

La palabra ostracismo no proviene de ‘ostra’ sino de óstrakon que es el modo al que se le llamaba a la concha de cerámica en la que se escribía el nombre de la persona a la que se quería desterrar.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aflojar la mosca

Nuevamente nos encontramos con otra expresión que utiliza el término ‘mosca’ y que no se refiere al insecto ni a una mecha (como la de la expresión ‘Tener la mosca detrás de la oreja’), sino que este fue un vocablo inventado y utilizado entre los pícaros y ladronzuelos del conocido como ‘Siglo de Oro’ (siglos XVI y XVII) para referirse al dinero con la intención de solo entenderse entre ellos.

Al dinero lo llamaban ‘mosca’, ya que éste lo conseguían como el que atrapa una mosca al vuelo (en clara referencia al insecto), quedando esas monedas bien sujetas en el puño del ladronzuelo. A la hora de repartir el botín con sus compinches se debía aflojar la mosca (abrir el puño para que los demás cogieran su parte).

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

 

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aquí hay gato encerrado

Sin dejar el Siglo de Oro ni a los pícaros ladrones, la expresión ‘aquí hay gato encerrado’ no hace referencia a minino alguno sino a la bolsa o talego en el que en esa época se guardaba el dinero.

Ese saquito con las monedas solía guardarse entre las ropas con el fin de no ser robado, pero la víctima que estaba en el punto de mira de los rateros era observado para ver si llevaba y dónde se lo metía, por lo que la consigna que se daban entre sí los ladrones era diciendo que había allí había ‘gato encerrado’ o, lo que es lo mismo, una bolsa escondida con dinero.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener vista de lince

En realidad la expresión debería ser ‘tener vista de Linceo’ y en su origen hacía referencia a un personaje de la mitología griega conocido por tener una vista prodigiosa (que alcanzaba hasta lo inimaginable y que incluso podía atravesar los objetos). Linceo fue uno de los argonautas que junto a Jason fueron a la búsqueda del ‘vellocino de oro’.

Con el tiempo la expresión cambió a ‘tener vista de lince’ y muchos fueron lo que creyeron que la locución provenía del felino, debido a que este animal también se le otorgaba una prodigiosa vista (de hecho el lince se llama así por Linceo).

Sudar como un cerdo

Los cerdos no sudan (al carecer de glándulas sudoríparas) y por tanto la locución no puede referirse al animal.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animalesEn realidad esta expresión la recibimos del inglés y es una traducción literal de su ‘Sweating Like A Pig!’ (¡sudar como un cerdo!), pero el cerdo al que se refiere la expresión anglosajona no es el animal sino el ‘pig iron’ (lo que en nuestra lengua se conoce como ‘arrabio’, que es el producto resultante de la fundición del hierro en un alto horno).

Los ingleses le dieron el nombre de ‘pig iron’ debido a que cuando el mineral era convertido en hierro líquido (fundiéndolo a temperaturas extremas) era pasado a unos moldes donde debía enfriarse sin ser movido. Ese molde recibía el nombre de ‘pigs’ debido a que recordaba por su forma  a las mamas de una cerda. Se sabía que ya estaba lo suficientemente frío para poder ser trasladado cuando se creaba una capa de rocío (sudor) sobre la placa: sweat pig (cerda sudorosa).

De ahí surgió la expresión ‘Sweating Like A Pig’ que nosotros tradujimos como ‘sudar como un cerdo’ (o una cerda) pero que nada tiene que ver con el animal o su transpiración y sí con el molde donde se deja enfriar el hierro fundido.

 

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Fuentes de las imágenes: Leonard Bentley (Fickr)ocesaronada / captura Youtube / Wikimedia commons / pixabay / Wikimedia commons / fifasoccerblog / ariescbautista

¿Por qué los gatos se arquean?

¿Por qué los gatos se arquean?A través del apartado de contacto, Anabel Serrano me pregunta sobre el porqué lo gatos pueden arquear el lomo y el motivo por el que lo hacen.

Seguro que en más de una ocasión habéis podido ver a algún gato que ha arqueado su espalda, poniéndose en una postura de ataque con el pelo totalmente erizado y en la que las afiladas uñas y dientes han quedado a la vista.

Esto no deja de ser un acto de defensa del animal, el cual lo realiza cuando detecta un posible peligro y que le proporciona la habilidad de parecer que está en posición de ataque.

El hecho de arquearse y erizar el pelo le proporciona más volumen, por lo que el felino parece mucho más grande de lo que es en realidad o al menos es lo que pretende mostrar. Hay que tener en cuenta que lo animales o personas que puedan representar un peligro para un gato suelen ser muchísimo más grandes que él, pero aumentando ficticiamente su volumen logra dar una imagen mayor de peligro para su oponente y si además a todo eso le sumamos algún bufido provocará todavía más miedo y/o respeto.

La habilidad de arquear la espalda se debe a la cincuentena de vértebras con la que está dotado el esqueleto de un gato (el doble que los seres humanos en su edad adulta). Esto le permite colocarse en forma de arco y así aumentar su altura.

 

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Fuente de la imagen: clipartpanda

¿Cuál es el origen de la expresión ‘llevarse el gato al agua’?

¿Cuál es el origen de la expresión ‘llevarse el gato al agua’?

Aunque parezca lo contrario, esta famosa expresión utilizada para señalar cuando uno ha conseguido salirse con la suya/ganar a pesar de tener inconvenientes en contra, muy posiblemente no tiene nada que ver con un juego infantil que consistía en meter en remojo a un pobre felino dentro de un río, aunque así lo proponía Sebastián de Covarrubias en su ‘Tesoro de la Lengua Castellana’ de 1611.

¿Cuál es el origen de la expresión ‘llevarse el gato al agua’?Sin embargo, tanto para Rodrigo Caro (coetáneo de Covarrubias) como para José Mª Iribarren (siglo XX) defendían en sus respectivas obras que, para encontrar la procedencia de esta expresión, había que trasladarse a los orígenes del popular juego practicado ya en la Antigua Grecia y que ha llegado hasta nuestros días con el nombre de ‘tira y afloja’, aunque en otros países se le llama ‘el juego de la cuerda/soga’ o ‘tirar de la soga’.

¿Cuál es el origen de la expresión ‘llevarse el gato al agua’?Los inicios del juego se encuentran en las instrucciones militares, en las que dos grupos de soldados debían tirar cada uno del extremo de una cuerda. En medio de los dos grupos de hombres había un charco/rio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua.

Los miembros del equipo perdedor, al ser arrastrados, acababan a cuatro patas, o como se dice popularmente ‘a gatas’, por lo que al ser tirados fuertemente el equipo ganador se los llevaba a gatas al agua, lo cual derivó en la expresión tal y como la conocemos hoy en día de ‘llevarse el gato al agua’.

El juego del ‘tira y afloja’ es muy popular en todo el planeta, disputándose múltiples torneos en infinidad de lugares, llegando a ser un deporte olímpico durante las dos primeras décadas del siglo XX.

 

 

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