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El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Nuestra lengua es rica en expresiones, refranes y aforismos que tratan sobre cualquier tema y ocasión. Los tenemos dedicados a temas meteorológicos, a las diferentes estaciones del año, a los meses y los que mencionan personas, lugares y animales (por poner unos pocos ejemplos).

Entre toda la amalgama de expresiones que existen hay algunas muy concretas en las que en el enunciado se menciona a algún animal, pero que, curiosamente, poco o nada tienen que ver realmente con los animales, ya que muchas de ellas han acabado nombrándolos por la perversión del lenguaje oral que ha ido pasando de una generación a otra o simplemente porque ese vocablo ha sido creado por alguna jerga (como el de la germanía) que lo utilizaban metafóricamente para referirse a otra cosa sin que los demás se enteraran.

Montar un pollo

La forma original (y correcta) de la expresión es ‘montar un poyo’, aunque el diccionario de la RAE admite desde hace unos años que se escriba ‘montar un pollo’ a pesar de que la locución no se refiera a la cría se la gallina.

El poyo (pollo) al que hace referencia es al podio o pequeña tribuna portátil (que tenía que ser montada) sobre las que se subían oradores que llegaban a una plaza pública y desde la que hablaban a los presentes. Normalmente eran consignas políticas que atacaban a algún partido político o al gobierno, por lo que, a menudo, solía armarse algún que otro altercado entre los asistentes y el orador. Dicha tribuna portátil  era conocida popularmente como ‘poyo’, un término que proviene de la palabra en latín ‘pódium’ y cuyo significado es ‘podio’.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Tener la mosca detrás de la oreja

La mosca a la que se refiere la expresión (que viene a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación) no es al insecto, sino a la ‘mecha’ (también llamada llave de mecha o serpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego utilizada entre los siglos XV y XVII) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

El gato de esta expresión es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia.

En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aburrirse como una ostra

El origen de la expresión no debemos buscarlo en el comportamiento de este preciado molusco (el cual, evidentemente, no se sabe si se aburre o no) sino al apócope de la palabra ‘ostracismo’, que era el término con que era conocido el destierro que se practicaba antiguamente la Antigua Grecia y al que se sometía a aquellos individuos que eran considerados como un ‘elemento peligroso para la comunidad’, teniendo que abandonar Atenas y permanecer exiliados y alejados de cualquier contacto con otras personas durante un tiempo (semanas, meses, años…). Ese destierro obligatorio los condenaba a estar lejos de la familia y vivir en soledad, y en consecuencia al aburrimiento, lo que dio origen a la expresión ‘aburrirse como un ostracista’, que, con el tiempo acabó en el apócope de ostra.

La palabra ostracismo no proviene de ‘ostra’ sino de óstrakon que es el modo al que se le llamaba a la concha de cerámica en la que se escribía el nombre de la persona a la que se quería desterrar.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aflojar la mosca

Nuevamente nos encontramos con otra expresión que utiliza el término ‘mosca’ y que no se refiere al insecto ni a una mecha (como la de la expresión ‘Tener la mosca detrás de la oreja’), sino que este fue un vocablo inventado y utilizado entre los pícaros y ladronzuelos del conocido como ‘Siglo de Oro’ (siglos XVI y XVII) para referirse al dinero con la intención de solo entenderse entre ellos.

Al dinero lo llamaban ‘mosca’, ya que éste lo conseguían como el que atrapa una mosca al vuelo (en clara referencia al insecto), quedando esas monedas bien sujetas en el puño del ladronzuelo. A la hora de repartir el botín con sus compinches se debía aflojar la mosca (abrir el puño para que los demás cogieran su parte).

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

 

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animales

Aquí hay gato encerrado

Sin dejar el Siglo de Oro ni a los pícaros ladrones, la expresión ‘aquí hay gato encerrado’ no hace referencia a minino alguno sino a la bolsa o talego en el que en esa época se guardaba el dinero.

Ese saquito con las monedas solía guardarse entre las ropas con el fin de no ser robado, pero la víctima que estaba en el punto de mira de los rateros era observado para ver si llevaba y dónde se lo metía, por lo que la consigna que se daban entre sí los ladrones era diciendo que había allí había ‘gato encerrado’ o, lo que es lo mismo, una bolsa escondida con dinero.

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Tener vista de lince

En realidad la expresión debería ser ‘tener vista de Linceo’ y en su origen hacía referencia a un personaje de la mitología griega conocido por tener una vista prodigiosa (que alcanzaba hasta lo inimaginable y que incluso podía atravesar los objetos). Linceo fue uno de los argonautas que junto a Jason fueron a la búsqueda del ‘vellocino de oro’.

Con el tiempo la expresión cambió a ‘tener vista de lince’ y muchos fueron lo que creyeron que la locución provenía del felino, debido a que este animal también se le otorgaba una prodigiosa vista (de hecho el lince se llama así por Linceo).

Sudar como un cerdo

Los cerdos no sudan (al carecer de glándulas sudoríparas) y por tanto la locución no puede referirse al animal.

El origen de algunas expresiones que nombran un animal y que nada tienen que ver con animalesEn realidad esta expresión la recibimos del inglés y es una traducción literal de su ‘Sweating Like A Pig!’ (¡sudar como un cerdo!), pero el cerdo al que se refiere la expresión anglosajona no es el animal sino el ‘pig iron’ (lo que en nuestra lengua se conoce como ‘arrabio’, que es el producto resultante de la fundición del hierro en un alto horno).

Los ingleses le dieron el nombre de ‘pig iron’ debido a que cuando el mineral era convertido en hierro líquido (fundiéndolo a temperaturas extremas) era pasado a unos moldes donde debía enfriarse sin ser movido. Ese molde recibía el nombre de ‘pigs’ debido a que recordaba por su forma  a las mamas de una cerda. Se sabía que ya estaba lo suficientemente frío para poder ser trasladado cuando se creaba una capa de rocío (sudor) sobre la placa: sweat pig (cerda sudorosa).

De ahí surgió la expresión ‘Sweating Like A Pig’ que nosotros tradujimos como ‘sudar como un cerdo’ (o una cerda) pero que nada tiene que ver con el animal o su transpiración y sí con el molde donde se deja enfriar el hierro fundido.

 

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Fuentes de las imágenes: Leonard Bentley (Fickr)ocesaronada / captura Youtube / Wikimedia commons / pixabay / Wikimedia commons / fifasoccerblog / ariescbautista

El curioso motivo de llamar ‘academia’ a algunas instituciones docentes

El curioso motivo de llamar ‘academia’ a algunas instituciones docentes

Entre las miles de leyendas que conforman la mitología griega nos podemos encontrar con la historia que hace referencia a Akádêmos, un legendario héroe que intervino en el mito del rapto de Helena por parte de Teseo.

Según dicha leyenda, el lugar donde había sido enterrado el héroe Akádêmos y al que se le había dedicado unos jardines (algunas fuentes se refieren a ese sitio como un olivar) fue el escogido por Platón, uno de los más grandes filósofos griegos, para fundar su escuela donde impartiría, entre otras cosas, clases de filosofía, dialéctica y retórica, matemáticas, astronomía, medicina y otras ciencias naturales, siendo conocida con el nombre de Akademeia y llegando hasta nosotros como ‘Academia de Atenas’.

La importancia de este lugar, como epicentro de las más importantes enseñanzas, fue lo que originó que el término ‘Academia’ (Akademeia) fuese utilizado para hacer referencia a todas aquellas instituciones docentes, sociedades literarias, científicas o artísticas, y, en definitiva, establecimientos donde se impartía algún tipo de doctrina o adiestramiento (Real Academia de la Lengua, academia de policía, academia militar, academia de idiomas, academia de cine…).

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

El histórico origen del término ‘asilo’

El histórico origen del término ‘asilo’

Se utiliza el término ‘asilo’ para hacer referencia a aquel lugar donde se recoge y da asistencia a los ancianos o personas desprotegidas y sin recursos y también al acto de dar amparo y refugio a aquel que es perseguido por sus ideales (asilo político).

El origen del vocablo nos llega a través del latín ‘asȳlum’ y a éste desde el griego ‘ásylon’ (ἄσυλον) cuyo significado literal era ‘lugar/sitio/templo inviolable’.

Al igual que hoy en día contamos con ciertos lugares donde una persona puede acogerse al derecho de asilo (siempre y cuando reúna los requisitos necesarios para que se lo concedan) como son las embajadas, consulados, residencias diplomáticas e incluso barcos anclados en alta mar o en un puerto extranjero, en la antigua civilización grecorromana también se crearon una serie de lugares considerados como inviolables, los cuales estaban exentos de ser saqueados.

Habitualmente solían ser templos sagrados donde se rendía culto a las deidades y hasta allí llegaban viajeros de otras ciudades/Estados con la intención de alojarse durante el tiempo que permanecieran en la población. Como la mayoría de éstos solían ser hombres de negocio que llevaban consigo grande cantidades de dinero para realizar sus transacciones mercantiles, el hospedarse en los asȳlum les proporcionaba seguridad y protección.

Muchos fueron los cristianos que fueron a refugiarse en estos asilos (en tiempos en el que el cristianismo estaba prohibido y perseguido) y gracias a ello lograron sobrevivir. A partir del siglo IV, tras ser promulgado el Edicto de Milán que permitía la libertad de culto, las iglesias católicas también tomaron el carácter de asilo, dando cobijo y asistencia a los más necesitados: menesterosos (que no tenían recursos para vivir y que habitualmente eran detenidos/expulsados de la población en base a ordenanzas), personas enfermas o con discapacidades físicas o mentales, huérfanos y ancianos que no podían valerse por si mismos y no tenían a nadie que pudiera cuidar de ellos.

De ahí que el término ‘asilo’ acabase adquiriendo el significado tanto como lugar donde se da refugio a los perseguidos y el de establecimiento benéfico donde se recogen y se da cuidado a personas necesitadas.

Cabe destacar que son varios los idiomas donde se utiliza la forma ‘asylum’ para referirse a las instituciones psiquiátricas, habiendo un nutrido número de obras literarias y películas (de terror) tituladas de ese modo.

 

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Post realizado a raíz de una consulta de Borja González enviada a través del apartado de contacto.
Fuente de la imagen: Ulrich Joho (Flickr)

La obra más valiosa de Praxíteles [Anécdota]

La obra más valiosa de Praxíteles [Anécdota]

El escultor clásico Praxíteles estaba prendado de Friné, su joven y hermosa amante, quien le sirvió de modelo de algunas de sus más insignes obras.

A modo de agradecimiento quiso obsequiar a la muchacha con una de sus esculturas, pero ésta, desconocedora del valor de las mismas, no sabía por cuál decidirse. Para sacar información al escultor sobre su obra más valiosa, y por tanto saber cuál elegir, decidió compincharse con uno de los sirvientes al que pidió que durante la cena gritase que el taller estaba en llamas.

Esa noche, durante la cena, el criado, tal y como había quedado con Friné, dio la voz de alarma a modo de ‘¡Fuego, fuego en el taller!’.

Plaxíteles sobresaltado exclamó sin pensárselo dos veces:

«¡Mi Cupido, que alguien salve mi Cupido!»

Fue entonces cuando Friné confesó que se trataba de una broma y añadió:

«Ahora ya sé qué obra debería escoger: ese Cupido al que tanto hubieras lamentado perder»

 

 

Lee y disfruta de más anécdotas e historias curiosas como esta en el apartado Anecdotario de este blog

 

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Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde proviene llamar ‘calendario’ al sistema que marca los días del año?

¿De dónde proviene llamar ‘calendario’ al sistema que marca los días del año?

El término ‘calendario’ proviene etimológicamente del vocablo en latín ‘calendarĭum‘ que era el nombre con el que la Antigua Roma se le llamaba al libro donde se anotaba la contabilidad.

Y es que el mencionado ‘calendarĭum’ provenía a su vez del término ‘kalendae’ (calendas) con el que se designaba al primer día del mes romano y, por tanto, al día en que estaba estipulado efectuar los pagos (en las transacciones comerciales, tributos…)

Fueron las calendas lo que dieron origen al término calendario con el que designamos al sistema que marca los días del año (y que actualmente también podemos llamar anuario o almanaque). El primer día de mes era el más temido por todos aquellos que tenían que hacer frente algún pago, debido a que era cuando se les presentaba la persona encargada de cobrarles (comúnmente llamado ‘contador’) que iba provisto de su libro de cuentas (calendarĭum) donde anotaba quien pagaba y quién no.

Aquellos que no podían hacer frente a sus pagos y quedaban como morosos eran comparados con los griegos, utilizándose la expresión ‘ad calendas graecas’ que significaba ‘en las calendas griegas‘, ya que en el calendario de la Antigua Grecia no tenían calendas, no habiendo un día estipulado para el cobro y, por tanto, los plazos o pagos no solían cumplirse.

Como dato curioso, debemos tener en cuenta que el antiguo calendario romano era muy diferente a como hoy lo conocemos y en él podemos encontrarnos que el año era lunar, comenzaba en marzo y constaba de tan solo diez meses. Así se mantuvo desde el siglo VIII a.C. hasta el año 46 d.C. en el que Julio César introdujo el ‘calendario juliano’. El que utilizamos hoy en día es el ‘calendario gregoriano’ en vigencia desde 1582.

 

 

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Fuentes de consulta: etimologias.dechile / RAE 1 / RAE 2 / RAE 3 / aliso.pntic
Fuente de la imagen: pixabay

Etimologías curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemos

Etimologías Curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemos

Desde que inicié mi andadura en el blog ‘Ya está el listo que todo lo sabe’, en enero de 2006, muchas son las curiosidades con las que me he encontrado, descubriendo y aprendiendo un sinfín de orígenes etimológicos de términos y expresiones de uso cotidiano. Una de las cosas más fascinantes fue el llegar a descubrir significados diferentes para algunas de ellas y, sobre todo, la procedencia de un buen puñado que era totalmente diferente al que creía o esperaba.

Como en todos los trabajos, el de buscar el origen y porqué de curiosidades tiene sus riesgos, pues un pequeño despiste puede llevarte a una conclusión errónea y, por lo tanto, a meter la pata.

Meter la pata

Y hablando de ‘meter la pata’ esta es una de esas frases hechas, y de uso muy común por parte de muchísima gente, cuyo origen etimológico nos guarda una pequeña sorpresa, debido a que la mayoría de nosotros estábamos convencidos de que la ‘pata’ a la que se refiere la expresión era la extremidad de un animal. Pero no, nada tiene que ver con fiera alguna, sino que el protagonista del dicho es nada más y nada menos que el mismísimo ‘diablo’, ya que resulta que en sus orígenes, la expresión era era ‘mentar a Pateta’(nombrar al diablo) y no ‘meter la pata’ tal y como la conocemos y decimos actualmente. Desde bien antiguo el término ‘Pateta’ se utilizó para referirse al diablo, tal y como recoge el Diccionario de la RAE.

Mentar a Pateta era síntoma de mala suerte, de llamar al infortunio, siendo muy popular y ampliamente utilizado, por lo que sufrió una lógica transformación con el transcurrir de los años debido al boca a boca y popularización en el lenguaje cotidiano, cambiando el original ‘mentar’ por ‘meter’ y a ‘Pateta’ por la ya mencionada ‘pata’.

De ahí que cuando ‘metemos la pata’ en algo (o sea, cometemos una torpeza inoportuna) ésta no es más que una travesura realizada por el mismo diablo, quien se está inmiscuyendo en nuestros asuntos.

Tener la mosca detrás de la oreja

Etimologías Curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemosPero esta no es la única expresión cuyo significado u origen es diferente al que se le da habitualmente. Otra de esas frases hechas y de gran arraigo popular con una etimología curiosa es ‘tener la mosca detrás de la oreja’, que vendría a indicarnos el acto de estar alerta, atento o expectante ante una situación.

Y al igual que la anterior frase, muchos son los que daban por seguro que la ‘mosca’ del dicho algo tenía que ver con el reino animal, pero no es así, ya que en este caso la mosca no es un insecto que revolotea y nos molesta con su zumbido alrededor de nuestro pabellón auditivo, sino que se trata de una ‘mecha’ (también llamada llave de mechaserpentín) con la que antiguamente se encendía el arcabuz (arma de fuego anterior al mosquete) para hacerlo disparar. El soldado portador de dicha arma, también conocido como arcabucero, se colocaba la mecha sobre la oreja (del mismo modo que algunos operarios pueden ponerse un lapicero o alguien llevar un cigarrillo) y se mantenía alerta y preparado ante un posible ataque. En caso de necesidad solo tenía que echar rápidamente mano de ella, encender el arma y disparar.

Llevarse el gato al agua

Y como no hay dos sin tres, otra famosísima expresión de la lengua española que tiene a un animal (o eso parece) como protagonista es la de ‘llevarse el gato al agua’, que, al igual que las otras dos frases, nada tiene que ver con un felino al que hay que meter en remojo.

El gato de este dicho es una forma metafórica de indicar cómo se dejaba al adversario tras un ejercicio de resistencia y fuerza (a cuatro patas, o lo que es lo mismo… a gatas) y que ya se practicaba en la Antigua Grecia. En sus inicios, este ejercicio se realizaba en las instrucciones militares y con los años ha acabado convirtiéndose es el famoso juego llamado ‘tira y afloja’, el cual consiste en que dos grupos contrincantes tiran cada uno desde una extremidad, hasta tumbar/arrastrar unos a los otros.

En sus orígenes se realizaba teniendo un charco o rio de por medio y ganaba aquel equipo que lograba lanzar al suelo y arrastrar a sus contrincantes hacia el terreno de ellos, cruzando la línea divisoria que marcaba el agua. De ahí que quedasen a gatas.

Pedante

Etimologías Curiosas Cuando algunas expresiones no significan lo que creemosDejando los animales atrás, también podemos encontrarnos con otras expresiones y términos con etimologías curiosas, que con el transcurrir del tiempo se ha modificado su sentido. Un ejemplo claro es la palabra ‘pedante’ la cual se utiliza para referirnos a una persona ‘engreída y que hace alarde inoportuno de sus conocimientos’, tal y como nos indica la RAE.

Pero en sus orígenes ese no era su verdadero significado ni tenía esa connotación negativa, todo lo contrario. Pedante era como se le llamaba antiguamente a los maestros que enseñaban a domicilio, yendo a los hogares de los propios niños a enseñarles, entre otras cosas, la gramática. Dicha palabra que servía para referirse a ese tipo de maestro pasó a tener la connotación negativa por una sencilla razón: muchos eran los maestros que se ofrecían para ir a dar las lecciones a los hogares y pocas las casas a las que ir, por lo que las pruebas para acceder a dicho trabajo, que realizaban los señores que querían contratar a un profesor que fuese a enseñar a sus hijos, eran muy estrictas y selectivas.

Ello provocaba que cada aspirante al puesto fuese altamente preparado y dispuesto a saber más que el otro, por lo que esa rivalidad entre candidatos hacía que sobresaliesen aquellos más resabidos y listos, siendo los elegidos para el empleo de pedante, por lo que con el tiempo se comenzó a utilizar este término para referirse al tipo de personas engreídas y que hacen un excesivo alarde de erudición y/o sabiduría (la tengan o no).

Darle margaritas a los cerdos

La famosa expresión ‘darle margaritas a los cerdos’ también tiene una peculiaridad debido a un error de traducción. Dicha frase, cuyo origen es una cita bíblica (Mateo, 7:6), se utilizaba para explicar cómo se pueden desperdiciar cosas buenas en personas que no lo merecen.

En realidad, hubo un error de traducción al castellano, ya que la palabra original no era margarita sino la griega margaron, cuya traducción literal es perla.

Es en ese error donde se origina el uso en la lengua española de dicha expresión y de ahí que se popularizase como ‘darle margaritas a los cerdos’, en lugar de la más acertada ‘darle perlas a los cerdos’, mucho más ajustada al significado original, pues, desde luego, es un mayor desperdicio.

La expresión se popularizó de tal forma que muchas fueron las personas que utilizaban el término ‘margarita’ para referirse a las perlas, algo que hizo que con los años la propia RAE acabase admitiendo ambas palabras como sinónimas.

Cabe destacar que el mencionado ‘margaron’ es también el término que el químico francés Hyppolyte Mège-Mouriès utilizó en 1869 para dar nombre a su invento: ‘la margarina’, debido al color nacarado de dicho producto, que le recordaba al de una ‘perla’.

Etimologías Curiosas: Cuando algunas expresiones no significan lo que creemos

 

Fuentes de las imágenes: pixabay ocesaronada / pixabay Wikimedia commons /
Parte de este artículo fue publicado en enero de 2014 como colaboración del proyecto examtime

¿Sabías que durante los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia se declaraba una tregua de paz?

¿Sabías que durante los Juegos Olímpicos de la Antigua Grecia se declaraba una tregua de paz?Era conocida como ‘ekecheiria’ y se ponía en marcha unos días antes de dar inicio a los Juegos Olímpicos, que comenzaron a celebrarse en el año 776 a.C., y que enfrentaban en la ciudad de Olimpia (por aquel entonces única sede donde se realizaba) a los mejores y más atléticos soldados de cada uno de los ejércitos de las diferentes ciudades Estado que por entonces conformaban Grecia.

La tregua servía principalmente para garantizar que los atletas llegasen hasta Olimpia sin sufrir ningún percance durante el viaje y, sobre todo, para no dejar en desventaja a ningún ejército, debido a que, como comentaba en el párrafo anterior, los participantes eran los soldados más sobresalientes y preparados.

Tras la finalización, y regreso de cada atleta a sus respectivos Estados, se levantaba la tregua de paz y tan solo se permitía estar en guerra entre ellos durante el periodo denominado como olimpiada, una unidad de tiempo utilizada en la Antigua Grecia que abarcaba un espacio aproximado de cuatro años y que iba desde el final de unos juegos hasta el inicio de los siguientes.

 

 

 

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

¿De dónde surge la creencia y superstición de que una pata de conejo trae buena suerte?

¿De dónde surge la creencia y superstición de que una pata de conejo trae buena suerte?

Como es bien sabido, una superstición es aquel acto o conducta que condiciona la vida de cualquier individuo que hace o deja de hacer algo ante el convencimiento que, de lo contrario, le podría ocurrir una desgracia. Por tal motivo muchos son los elementos que a lo largo de la historia se han convertido en un amuleto con el que atraer la buena suerte: una herradura, un trozo de madera que tocar, una reliquia perteneciente a una parte del cuerpo de una persona que había sido santificada o una simple pata de conejo (entre otras muchísimas cosas).

La creencia de que una pata de conejo trae buena suerte es una de las más antiguas que existen. Se calcula que ya en el siglo VII a.C. los pueblos celtas ya tenían sus propias supersticiones y creencias y entre ellas estaba la que le otorgaban a los conejos, liebres y algunas especies de roedores. El hecho de que habitasen en madrigueras en el subsuelo hacía pensar a los antiguos celtas que éstos animales estaban en contacto con los Dioses y espíritus del inframundo y, por tanto, esos animales les protegerían. De ahí que mucha ropa de abrigo se realizase con sus pieles, su carne fuese muy preciada en platos de la época y sus huesos se convirtieran en amuletos que llevaban encima colgados en collares, pendientes u otros abalorios.

Con el transcurrir del tiempo la liebre y esos otros roedores fueron adquiriendo una connotación negativa en el folklore popular y sin embargo el conejo siguió disfrutando de ese estatus de animal que proporcionaba suerte o alejaba los malos augurios.

En la época de la Antigua Roma y Grecia el conejo adquirió la categoría de ‘curalotodo’ y muchos eran los ungüentos que se realizaban en el que se utilizaba algunos huesos machacados de este animal. También se frotaban partes dolorida o fracturadas con alguna parte de su cuerpo y sobre todo se convirtió en amuleto (como animal doméstico) para proporcionar fertilidad y una gran prole de hijos, debido a su gran y rápida reproducción.

Avanzando en el tiempo nos encontramos que durante la Edad Media se reforzó la superstición alrededor de los poderes curativos y de buena suerte que podían proporcionar los conejos, pero éstos ya dejaron de ser un animal doméstico para ser llevado uno de sus huesos encima (tal y como ya habían hecho los celtas un milenio atrás).

En una época en la que los consejeros místicos y espirituales de grandes reyes tenían una relevancia importantísima en sus decisiones el portar el hueso del conejo se puso más de moda que nunca entre todas las clases sociales.

El hecho que de la noche al día pasase de servir cualquier hueso del conejo como amuleto a ser específicamente una de sus patas no se sabe a ciencia cierta cuándo ocurrió, pero uno de los escritos más antiguos que hay en relación a ello data del siglo XVI y se trata de un pequeño texto que explica cuál era el amuleto infalible y cómo se debe conseguir.

Dicho texto decía que éste debía ser la pata trasera izquierda de un conejo que tendría que haber muerto a medianoche en un cementerio en una noche sin luna de un viernes 13 y a manos de un jinete de piel negra y cabello pelirrojo, zurdo y bizco que iría montado en un caballo blanco.

Evidentemente el texto y los elementos mencionados no dejan de ser un batiburrillo de supersticiones mezcladas y sin sentido alguna, pero que en su época tuvo gran relevancia, por lo que a base de repetirla hizo que se creyera que la parte del conejo que realmente daba buena suerte era su pata trasera izquierda.

La creencia se extendió por prácticamente todo el planeta y ha llegado hasta nuestros días, en el que podemos encontrar que son innumerables las personas que creen a pies juntillas que el portar consigo una pata de conejo la protegerá de malos augurios y le proporcionará protección y buena suerte.

 

 

Lee y descubre más historias como esta en el apartado ‘Destripando Mitos, Leyendas Urbanas y Supersticiones’ de este blog

 

 

Fuentes de consulta: ‘Las cosas nuestras de cada día’ de Charles Panati / scientificamerican / todayifoundout
Fuente de la imagen: Bergadder (pixabay)

El curioso y mitológico origen de la expresión ‘dormirse en los laureles’

El curioso y mitológico origen de la expresión ‘dormirse en los laureles’Tanto en la Antigua Roma como en la Antigua Grecia se tenía por costumbre agasajar a sus ciudadanos más ilustres y destacados (poetas, filósofos, deportistas, militares y políticos)  con una corona hecha con hojas de laurel.

Dicha distinción provenía de la leyenda de la mitología griega en la que Dafne fue transformada en un laurel y pasó a convertirse en el símbolo más preciado de distinción que se le entregaba a las personas más relevantes (el mito aparece explicado en el Libro I del poema ‘Las metamorfosis’, terminada en el año 8 a.C., y en la que a lo largo de quince libros el poeta romano Ovidio hacía un repaso a la Historia del mundo).

Era tal el valor simbólico que tenían estas coronas de laurel que incluso algunos líderes y emperadores se las auto otorgaban y las llevaban puestas en su cabeza.

El curioso y mitológico origen de la expresión ‘dormirse en los laureles’En algunas ocasiones las coronas con las que se premiaba el trabajo de alguien destacado eran realizadas en oro, por lo que las mismas tenían un altísimo valor y el que la recibía podía vivir un largo periodo de tiempo sin trabajar o esforzarse como hasta entonces, motivo por el que empezó a utilizarse la expresión ‘dormirse en los laureles’ para indicar ese letargo en el que se había sumido aquel que un día no muy lejano  había sido condecorado con ese solemne galardón.

Cabe destacar que no siempre las coronas eran de oro, ya que el propio laurel ya estaba considerado de por si como algo muy valioso (al menos simbólicamente) y aunque el valor material del premio no era suficiente como para retirarse de trabajar sí que provocaba que hubiese quien creyese que ya había alcanzado el tope de su carrera y dejaba de rendir y esforzarse al máximo, siendo acusado de que se había quedado dormido en los laureles.

Algunos fueron los militares romanos que gracias a una triunfal campaña recibieron la preciada corona pero tras dejar de esforzarse (dormirse) fueron degradados, castigados o retirados a la fuerza.

 

Lee y descubre el curioso origen de otras conocidas palabras y expresiones

 

 

Fuente de las imágenes: Wikimedia commons 1 / Wikimedia commons 2

Nueva colaboración en la revista digital e interactiva iHSTORIA

Portada número de marzo [#3] revista digital e interactiva iHSTORIADesde el presente número 3, correspondiente al mes de marzo, el amigo Javier Sanz* me ha brindado la oportunidad de colaborar con un pequeño apartado en la revista digital e interactiva iHSTORIA que magníficamente dirige.

Se trata de una sección de “Sabías que…?” en la que mensualmente incluiré una breve cápsula con alguna curiosa historia relacionada con el mundo antiguo (Egipto, Imperio Romano, Antigua Grecia…).

Para esta primera colaboración he elegido el curioso tema sobre mitología, gatos, superstición y los antiguos egipcios. Todo ello explicado en poco más de cien palabras.

La revista iHSTORIA forma parte del kiosko Mediazines (con un gran número de interesantísimas revistas interactivas, entre ellas Coolscience, dirigida por el también amigo Alberto Fernández y de la que también tengo una propuesta de colaboración que todavía no he podido aceptar por falta de tiempo) y se puede adquirir por el atractivo e irrisorio precio de 1,99€ al mes (este precio te da derecho a leer todas las revistas que forman parte del kiosko de Mediazines) a través de la aplicación https://itunes.apple.com/us/app/mediazines-quiosco-revistas/id941210424?mt=8. A día de hoy tan solo está disponible para iPad, pero muy pronto contará con aplicación para descargar para Android.

Cabe destacar que la revista iHSTORIA cuenta con un increíble elenco de colaboradores (entre ellos varios amigos personales): Nacho AresJesús CallejoMiguel Ángel AlmodóvarMáximo PraderaPepo JiménezMiquel SilvestreAlejandro PolancoJoshua BedwyRGabriel CastellóXurxoMiguel A. MoralesRafael BallesterosLuis PastorCarlos Suasnavas y Raúl Pastor.

Nueva colaboración en la revista digital e interactiva iHSTORIA

*Javier Sanz es responsable del blog Historias de la Historia, colaborador en La Rosa de los Vientos (Onda Cero), Gente Despierta (RNE) y La Noche es Nuestra (EuropaFM), y escritor de varios libros de divulgación histórica de los que ya os he hablado y recomendado un par de veces por aquí (1 y 2). Seguidlo en su perfil de twitter: @jsanz