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«Tu niña está un poco torcida»

Eso me dijo la pediatra en la revisión del mes. Y hasta que no me lo dijo no me di cuenta de que efectivamente tendía a inclinar la cabeza hacia un lado.

Es lo que se llama tortícolis muscular congénita.

Existen diferentes teorías para explicar la causa de la tortícolis muscular congénita. La primera de ellas relaciona la deformidad con la posición intrauterina de la cabeza, lo que provocaría una contractura, una fibrosis y un acortamiento del músculo esternocleidomastoideo. La fibrosis y el acortamiento del músculo podrían deberse también a una alteración vascular intrauterina del propio músulo. Finalmente, la causa podría ser un traumatismo obstétrico que provocaría un sangrado, un hematoma y una cicatrización dentro del músculo.

En todos los casos, la fibrosis y el acortamiento del músculo provocan que el cuello se incline hacia el lado lesionado y la cabeza gira en sentido contrario. Habitualmente aparece un pequeño bultito en el interior del músculo que es palpable y en ocasiones visible. Este bultito, en forma de oliva, se aprecia mejor a las pocas semanas de vida y desaparece hacia los 3 meses

Mi pediatra la examino, no encontró bulto alguno, y me dijo que era poca cosa y que simplemente hiciera unos ejercicios que corregirían el problema.

¿Qué ejercicios? Pues que aprovechara cada cambio de pañal para inclinar tres veces la cabeza de la niña de oreja a hombro y de mentón a hombro en el lado contrario al que tendía a ponerse.

¿Cuánto duraría cada una de esas veces? Pues un «cinco lobitos tiene la loba» cantado deprisita.

También me recomendó sostenerla en brazos en posición vertical y ponerla boca abajo con frecuencia y alternar la posiciónen la que la colocaba en el cambiador o en la cuna.

Y la verdad es que se solventó rápido.

Por lo visto es un problema bastante frecuente. Hoy lo he recordado porque una madre recientísima que conozco acaba de recibir la misma noticia de su pediatra.

Para ella y para cualquier otro interesado en bebés torcidos, aquí hay más información.

Dar con un buen pediatra

La doctora y madre reciente Amalia ya publicó en su blog el fin de semana, como había prometido hacer, los tipos de padres en la consulta del pediatra, continuación lógica del post anterior sobre los tipos de madre.

Y ya os adelanto que de todas las opciones que da mi santo cuadra sobre todo en la cuarta.

Pero sus dos post me han hecho pensar sobre los pediatras y he caído en que me resulta imposible elaborar un post boomerang sobre tipos de pediatras o enfermeras de pediatría. ¿Por qué? Pues porque sólo he conocido a una de cada.

Es decir, que he tenido suerte. No tengo queja alguna de los profesionales que me han tocado en suerte en mi centro de salud, a los que ya conocía por referencias de amigas.

La doctora no se acaba de entender con los ordenadores, pero eso es pecata minuta.

La enfermera propugna eso de largar a dormir a su propio cuarto a los bebés de tres meses, pero es respetuosa (faltaría más) cuando le expones que tu concepto de crianza es otro. Y se le da la mar de bien poner vacunas y hacer extracciones, que es lo importante.

Pero me consta que hay muchos padres que han peregrinado de consulta en consulta a la caza de un buen pediatra o se aguantan con lo malo conocido.

¿Cómo os ha ido a vosotros?

Las madres en la consulta del pediatra

Amalia es pediatra y madre reciente. Y tiene un blog que siempre visito: Diario de una mamá pediatra.

Por cierto que no es la única pediatra madre reciente que nos cuenta sus vivencias. Ahí está la foto.

Su último post me ha parecido tan divertido que quiero compartirlo con vosotros. Es interesante ver ese punto de vista sobre nosotras.

Se titula Tipos de madres en la consulta:

* Mamá lapa o mamá pulpo: El niño más que su hijo es una continuación de ella pegado a su cuerpo. Cuando deja al niño en la camilla, ella se estira encima y el niño se agarra a su cuello con una fuerza descomunal. Más que una exploración pediátrica puede parecer un combate de sumo

* Mamá «friendly»: Como ha venido un montón de veces a Urgencias, ya conoce el lugar y a gran parte del personal. Entra en la consulta como Pedro por su casa. Te habla con la familiaridad de quién se conoce de toda la vida, cuando tú a duras penas recuerdas su cara entre la de las 1000 mamás que atendiste el mes pasado.

* Mamá «esto no va conmigo»: Es un tipo de mamá que me pone muy triste. Al contrario que la mamá pulpo, no toca a su hijo, no le da muestras de soporte si hay que hacer alguna prueba que puede ser dolorosa. Se sienta en la silla y se limita a observar a sangre fría….

* Mamá marquesa: Espera a que otros, sea la canguro, la abuela o la enfermera, desnude al niño y lo coloque en la camilla

* Mamá de telenovela: Viene con su hijo de 15 años, se sienta en la silla, se ata el cinturón de seguridad y pone el piloto automático: te explica de cabo a rabo la historia de su hijo desde que nació….

* Mamá pidona: Entra pidiéndote lo primero un justificante para el trabajo. Como trae al otro hijo además del supuestamente enfermo, «pues ya que estoy aquí ¿le puedes mirar el grano que le ha salido al mayor?». Finalmente y para llenar el botiquín, te saca el recetario y te pide recetas de Dalsy, Apiretal, Atarax y Romilar.

* Mamá supermamá: ¿Cómo se pueden llevar esos pedazo de tacones, esa ropa impoluta blanca y sin arrugar y toda esa joyería empujando un carrito y llevando de la mano a otro mocoso que casi no anda?

* Mamá «lista de la compra»: Lo primero que hace es dejarte una nota donde tiene la temperatura corporal de su hijo de las últimas 24 h así como las horas en las que le ha dado el antitérmico y las cantidades de las mismas. También apunta los diagnósticos probables en base a sus enfermedades anteriores y a su búsqueda en el google

* Mamá «angustias»: Vive con gran desesperanza cualquier enfermedad o trastorno en la crianza de sus hijos. A veces previamente a desmoronarse y verlo todo como un obstáculo insalvable, puede llegar a ser muy mordaz y expresarse con lenguaje agresivo

obviamente exagerado, aunque no me cabe duda que habrá muchos exponentes puros de cada clase

Creo que yo soy una mezcla de las dos primeras. Mi hijo no ha ido mucho al médico pero tengo bastante confianza con la pediatra.

¿Dónde estarías clasificada tú?

Las tablas de crecimiento, los famosos percentiles

Ayer acudimos con Julia a un nuevo control de peso. Ya os conté que nació un lunes casi a medianoche pesando 3,860 kilos. Cuando dejamos el hospital el jueves pesaba 3,530. El lunes siguiente, con una semana de vida, había ganado 10 gramos. Ayer, tras otra semana más dedicada a mamar y dormir, ya estaba en 3,950. Es decir, ha recuperado unos 400 gramos en 8 días y está en el percentil 75.

¿Qué significa eso? Pues que mi pediatra y mi enfermera de pediatría se han quedado tan contentas viendo que evoluciona bien y ya no volveremos a vernos hasta el control del mes y luego para vacunarla a los dos meses.

El problema es que muchas veces, cuando esa ganancia de peso es más lenta o tarda en producirse, se traduce en médicos prescribiendo la ayuda de biberones, madres angustiadas y/o familiares presionando para dar complementos a «ese bebé tan pequeño que seguro que está pasando hambre».

Muchas madres recientes pasan de temer a la báscula del ginecólogo o la matrona cuando están embarazadas a temer a la báscula del pediatra.

Es muy necesario un control de peso, no digo que no, pero esa báscula ha contribuido a cargarse mucha lactancia materna.

Y luego está el tema del percentil: tan normal es estar en el 2 como en el 98. El niño que está en el 2 significa que de 100 niños normales y sanos, 98 pesarán más que él. Y el que está en el 98 es difícil que encuentre otro niño más pesado que él.

No es mejor una cosa que otra. Aunque me hace gracias como algunos padres y abuelos parecen competir por tener el percentil mayor. Los hay que parecen preferir niño grande, ande o no ande.

Además hay otro asunto: los percentiles que manejan nuestros pediatras están elaborados con niños vascos alimentados en su mayoría con biberón.

Antes o después imagino que implantarán las tablas internacionales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró en 2006 con 8.440 niños de Brasil, Ghana, India, Noruega, Estados Unidos y Omán.

La OMS ha demostrado que las pautas de crecimiento de los 0 a los 5 años tienen más que ver con la alimentación que con la etnia o los factores genéticos.

Una de las razones por las que suelo recomendar los libros de Carlos González es por lo bien que explica én qué consisten y qué importancia darles a estas tablas de crecimiento.

A vueltas con el pellejito

¿Recordáis mis dudas sobre cómo debían ser los zapatos para bebés? Pues de nuevo me encuentro frente a informaciones contradictorias.

Hay gente en mi entorno (amigos, compañeros de trabajo…) que también tiene bebés varones que defiende la necesidad de ir retirando con suavidad el prepucio para evitar futuras fimosis e infecciones.

Normalmente recomiendan hacerlo en el baño. Para fastidiarle uno de sus mejores momentos del día, pienso yo.

Me da la impresión de que es una práctica bastante habitual, pero a mi me suena a uno de esos consejos de abuelas que no se debe llevar a cabo, como darles anises.

Mi pediatra jamás me ha hablado del tema, ni para recomendarme esa práctica ni para lo contrario.

En algún sitio he leído que lo mejor es dejarlo estar. Y eso es lo que hago.

Al nacer, casi todos los niños tienen la piel del prepucio adherida al glande, sin poderse retirar hacia atrás, dejando solamente al descubierto el orificio urinario. Esto se conoce como fimosis fisiológica. Durante los primeros años del niño, el desarrollo natural de los tejidos y la higiene diaria, provoca que se vaya despegando y retrayendo por sí sola.

Normalmente esta fimosis se resuelve aproximadamente entre los 2 y 3 años, aunque en ocasiones puede prolongarse unos años más.

Junto al glande se irán formando unas bolitas de grasa blanca denominada esmegma, que se encarga de proteger la piel de irritaciones y afecciones cutáneas.

Aquí hay otro ejemplo:

En contra de la creencia popular, en casi ningún niño recién nacido se puede retraer el prepucio (retirarlo hacia atrás). Aunque lo hagan con su mejor intención, los padres no deben intentar limpiar bajo el prepucio hasta que éste no sea totalmente retráctil por sí mismo, puesto que los intentos de retirar hacia atrás un prepucio no retráctil pueden producir dolor o incluso heridas.

Aproximadamente el 50% de los niños de un año tienen un prepucio no retráctil, así como el 30% de los niños de dos años, alrededor del 10% de los de 4 años y cerca del 5% de los de 10 años. Este pequeño porcentaje en los que persiste el prepucio no retráctil tiene mayores posibilidades de desarrollar fimosis, pero esto no es motivo para la circuncisión.

¿Vosotros lo hacéis? ¿Creéis que es conveniente forzar la aparición del glande?

Creo que voy a pedir asistencia profesional, preguntándole si hacerlo no vale para nada o puede causar algún perjuicio. Os contaré lo que me digan.