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La guerra del sueño

Un post de enero de 2008 es el que más comentarios tiene, muchos muy encendidos, y probablemente es el más leído.

Se titula El polémico método Estivill y ya os podéis imaginar de lo que trata si no lo habéis leído.

Por eso, por que soy consciente de la guerra del sueño que existe, me he parecido bien compartir con vosotros este post del blog Reflexiones de un pediatra curtido , que lleva mucho tiempo enlazado en el mío.

La guerra del sueño o la inútil discusión de métodos para dormir a los bebés

El primero la controvertida técnica conductista del Estivill – que no es suya sino de del experto pediatra americano del Children´s Hospital de Boston, Richard Ferber- expuesta en el libro Duérmete niño; el segundo, de acuerdo a la filosofía que la Dra. Rosa Jové expone en su libro Dormir sin lágrimas.

Nos muestran que hay dos formas de dormir al bebé. Dejándolo llorar en la cuna con un sistema de tiempos, que puede generar angustia tanto en los padres como en el pequeño que hasta que aprende a dormir asociándolo a una rutina con lloros consiguientes al salir los padres de la habitación , o bien ayudándole a dormir de una manera espontánea e incluso en este caso en la misma cama de los padres. Según esta autora no hace falta dejar llorar al bebé en la cuna para que aprenda a dormir y no se le malcría.

Ahora viene «la bomba atómica» que los padres seguidores de la Dra Jové dinamitarán en cuanto se enteren y los partidarios del Estivill adorarán si además les gustan los gadgets electrónicos. Se trata del «GoodNight Sleep Trainer», artilugio que sirve de «entrenador» para que el niño aprenda a dormir que, en el fondo, no es más que una pauta conductista con chip. La repera limonera. La «ferberización» se popularizó en Norteamérica tras la primera edición del libro de este médico y la «estivillización» es posterior (sería una copia). Ahora el Dr. Ferber ha publicado una nueva edición, veinte años después de la primera, en la que se ha moderado un poco.

Y usted, doctor, ¿de qué lado está? Pues no hablaré si no es en presencia de mi abogado pero mi sentido común me dice que ambos son buenos y malos. Soy listo ¿eh? Eso sí, en España se ha logrado dividir a los padres en dos grupos como si fueran sectas.

Ya sabéis que yo sí que me mojo y no me gusta un pelo el método Estivill.

Aunque jamás criticaría a unos padres recientes deseosos de dormir por utilizarlo o inspirarse en él. Que no dormir es muy malo…

De lado, boca arriba, boca abajo

Así dormimos todos. En alguna de esas posturas o en varias. Yo soy de dormir de lado o boca arriba, según me plazca.

Pero a los bebés no les dejamos elegir. Para reducir el riesgo de muerte súbita, el coco de las madres recientes, les forzamos a dormir boca arriba.

Y conviene hacerlo, eso por supuesto que no se discute.

Pero no siempre es fácil.

Tal vez cuando son recién nacidos es posible con algún sistema antivuelco como el de la foto (o con toallas liadas o el brazo de mamá, más barato).

Pero pronto desarrollan el superpoder de hacer la croqueta y poco se puede hacer.

Con el peque no hubo problema. Alguna vez se ponía de lado pero por lo general aguantaba boca arriba. Pero con Julia no hay manera: quiere estar de lado, que es menos peligroso que boca abajo pero no es lo óptimo.

Ya me he rendido.

Hace dos días una madre reciente me decía lo mismo, que se rindió, pero en su caso su hijo se las apañaba para dormir boca abajo.

Y no paraba de acudir a su cuna a comprobar que estaba bien.

Lo dicho, no siempre es fácil.

El calor, que a los peques altera

No sé si también sucede en vuestras casas, pero en la mía es llegar el calor y que el peque se me altere.

Y el calor de verano ya está instalado en Madrid desde hace unos días. ¿En qué se traduce?

Sobre todo en que come muchísimo menos: pasa de ser una lima a dejarse la mitad en el plato y querer saltar directamente a las cosas fresquitas como yogures, fruta, natillas…

También duerme algo menos, se despierta antes como un pollito sudado (es tremendo lo que sudan los peques cuando duermen). El año pasado llegaba a irse de su cama y ponerse a dormir en el suelo fresquito de la cocina. Ya os lo conté en su momento.

Y bebe cantidades industriales de agua. Imposible salir con él de casa sin una botella de agua en el bolso.

Pero también a nosotros nos afecta el calor. Así que no pienso contradecirle: si quiere comer menos, ya comerá más.

¿A los vuestros también les afectan estas temperaturas?

¿Cuándo comienzan los bebés a dormir toda la noche?

El otro día me lo preguntaba una madre muy reciente.

Los demás bebés no lo sé. Pero mi peque comenzó a hacerlo en torno al año. Y duerme entre 10 y 12 horas del tirón.

Pero siempre fue buen dormidor, quitando el primer mes de vida que andaba un tanto descontrolado. Entre medias medio despertaba dos, tres o cuatro veces como mucho para mamar un poquito y seguir durmiendo.

Mi santo ni se enteraba de esos despertares.

Alguna noche toledana hemos tenido, como cualquiera, pero afortunadamente han sido pocas.

Y Julia va por el mismo camino: dos o tres veces a lo largo de la noche pide comer un poco y a seguir durmiendo. De hecho durante el día parece dormir más de lo que lo hacía su hermano, que era un minisiestas.

Tenemos que estar agradecidos de tener bebés marmotas. Estando descansado se disfruta de la paternidad (y de la vida) más fácilmente.

Conozco unos padres recientes con una niña de dos años y medio que ni se plantean el segundo precisamente por las malas noches que les está dando aún.

Pero tengo claro que el buen dormir de algunos bebés no es mérito de los padres. Y viceversa. Me da que te salen así.

Hemos batido nuestro récord: más de 13 horas durmiendo del tirón

Hoy el peque ha batido su mejor marca de horas de sueño seguidas.

Ha dormido del tirón desde las diez de la noche del viernes hasta las once y cuarto de la mañana del sábado.

Ha aparecido en el salón en pijama, con la marca de las sábanas en la cara, de un humor excelente, el pañal reventón de pis y un hambre de lobo.

Seguro que os suena la escena.

Hemos tenido la gran suerte de que siempre ha dormido muy bien. Normalmente se acuesta sobre las diez y media de la noche y se levanta entre las nueve y nueve y media.

Rara es la noche que se despierta una vez. Y suele volver a coger el sueño rápido.

Son muchos los que nos han dicho que no sabemos la suerte que tenemos.

Pero creedme, sí que lo sabemos.

También es verdad que no siempre fue así. Siendo más bebé era normal que se medio despertara varias veces por la noche pidiendo el pecho. Pero gracias al colecho ninguno de los dos nos llegábamos a despertar del todo y descansábamos bien.

Un niño de dos meses o de ocho no es igual que uno de más de dos años.

Cada vez estoy más convencida de que el sueño es hereditario. Yo siempre he dormido como un tronco. Pero es que mi santo, mi madre y mi suegra son conocidos como «el club de las marmotas».

Y juro que no me lo acabo de inventar. Así se llaman ellos mismos.

¿Cómo duerme tu peque? ¿Crees que es algo que se hereda?

Durmiendo en el suelo, con el perro

Cuando un bebé tiene sueño y quiere dormir, puede dormir casi de cualquier manera.

Es relativamente frecuente lo de dormirse comiendo, hay un buen montón de vídeos de primera que lo demuestran, dormir en el carro durante el paseo, caer roques con el run run del motor del coche, agarrados a su mantita, en medio de la mayor jarana…

Mi peque es de los que siempre ha dormido bien de noche, desde que nació hace ya casi dos años. Le dices «¡a la cama!» cuando ha llegado su hora y se va tan contento. Con un poco de ayuda de la teta a los tres minutos está frito.

Pero estos días con el calor que está haciendo está desarrollando la costumbre de bajarse de la cama y dormir en el suelo, igual que nuestra perra o nuestros gatos.

El primer día que lo hizo fue el jueves pasado: se bajó de la cama, se fue andando al salón y amaneció con la cabeza sobre un cojín tirado en el suelo.

Pero va pillándole gusto a eso del suelo, y ya no usa ni cojín.

Esta noche lo ha hecho dos veces: a las 3 de la mañana me he dado cuenta de que le tenía durmiendo a los pies de la cama y le he vuelto a poner en blando. Cuando me he levantado para ir a trabajar me lo he encontrado de nuevo en el suelo del salón.

Claro que el suelo está fresquito. ¡Pero también está muy duro!

Hemos estado bromeando con que nos ha salido faquir y a los catorce años nos pedirá una cama de clavos.

¿Qué aventuras nocturnas has tenido tú?

¿Te gustan las fotos de bebés dormidos?

A mí sí. Muchas de las fotos que hice a mi peque desde que nació y hasta los tres o cuatro meses le muestran dormidísimo.

Me encantan. Me transmiten paz. Me relajan. Y hay más gente a mi alrededor que opina lo mismo.

Mi cuñada, sin ir mas lejos, usa la que os muestro (tres semanitas tenía) como terapia anti-estrés.

Por eso me sorprendió descubrir que también hay bastante gente a la que no le gustan nada. Por ejemplo, mi padre.

Le horrorizan esas fotos, le daban (aunque no lo dijera así) mal rollo.

Aunque suene duro decirlo, más que dormido le parecía que estaba muerto. Una sensación que, en gran parte, se ha perdido ahora que es un hombrecito de 19 meses.

Una rémora de la temida muerte súbita del lactante, que es el hombre del saco o el sacamantecas de nuestros tiempos modernos.

Y no es el único. Lo descubrí cuando imprimí calendarios de cartera para regalar a amigos y familia hace dos Navidades.

¿A tí te gustaban las fotos de tu recién nacido dormido?

Colechadores anónimos

¿Qué es el colecho? Pues dormir en la misma cama con el niño.

Hace meses que decimos abiertamente que dormimos con nuestro peque. Pero al principio nos costó mucho reconocerlo.

¿Por qué? Pues por que está mal visto por muchas personas.

Como en Alcohólicos Anónimos, fue un triunfo decirlo en voz alta y con orgullo: «Nosotros también colechamos. Y no lo hacemos para dormir mejor. Lo hacemos para pasar más tiempo con nuestro peque».

Me consta que, como nosotros al principio, muchos lo esconden. Que hay muchas más personas que lo práctican de las que parece, siempre, ocasionalmente o las noches que el bebé está malito.

Es curioso que cuando lo reconoces los tres comentarios más habituales son:

«Pues a ver cómo consigues sacarlo de la cama». «¿No te da miedo aplastarlo?» o «Claro, yo así también dormiría», como si estuvieras haciendo trampas a las cartas.

Pues dudo mucho que pueda prolongar el colecho. El niño querrá irse a su cama antes o después. Y no, no tengo miedo a aplastarlo. Intentad aplastar a un niño de 17 meses, a ver si se deja.

Y cuando son bebés pequeños hay unas pocas reglas muy sencillas para dormir con seguridad.

Aún estoy esperando que alguien me pregunte sencillamente «¿Por qué lo haces?» para poder responder «por lo mismo que duermo con mi pareja. ¿Por qué duermes tú con tu novio/a?».

Sentirse acompañado por la noche es más importante de lo que parece.

Aunque no esté consciente, es tiempo que paso con mi hijo.

El polémico método Estivill

Ayer mencioné de pasada al recomendar a Rosa Jové y a Carlos González esté popular y polémico método conductista para hacer dormir a los niños, y me consta que levantó más ampollas de las que se pueden leer en los comentarios.

El enlace al que conducía es un artículo bastante bueno en bebesymas.com, que habla de sus pros y contras:

Por un lado, los fans a ultranza del método del Dr. Eduard Estivill. Padres que han seguido las indicaciones al pie de la letra y les ha dado éxito dicen que llevan al niño a la cuna y se duerme sólo sin llorar, que se acabaron las luchas a la hora de dormir y que ahora duerme el niño y ellos también.

Por el otro, los que critican sin pelos en la lengua. Opinan que es un método de adoctrinamiento que no trata los trastornos del sueño y que somete a los niños a los deseos de los padres, haciéndolos insensibles a sus necesidades básicas.

Antes de tener niños, antes incluso de plantearme tenerlos, el primer libro que compré para regalar a la primera de mis amigas que se quedó embarazada fue «Duérmete niño» de Eduard Stivill, responsable de la Unidad de Alteraciones de Sueño del Instituto Dexeus de Barcelona.

Es un libro tan pequeño que me lo leí de una sentada antes de regalárselo a mi amiga. Y me pareció que todo lo que contaba era de lo más razonable. Claro, que para mi un bebé era algo sólo un poco menos extraño que un selenita.

Luego tuve a mi propio bebé y me enteré de lo que era críar un niño en primera persona. Ni loca lo hubiera puesto en marcha.

La cosa consiste básicamente en dejar al bebé en la cuna. Y si llora que llore. Ya se acabará durmiendo.

Existe una serie de cosas que se pueden hacer: darle un osito, organizarle una rutina de sueño, si llora mucho asomarse por la puerta de su habitación y decirle cosas como «Cariño, mamá te quiere mucho, pero tienes que dormir solito».

Creo sinceramente que sirven más para consolar a los padres que al bebé.

Imaginen dar un osito, una rutina de sueño y una charla a un bebé de pocos meses aterrorizado por verse solo y que está pidiendo a gritos a sus padres que acudan a proporcionarle amor y seguridad con su presencia.

Claro que funciona, se dormirá seguro. Pero se dormirá sintiéndose abandonado, desatendido por sus padres.

Durante millones de años, si un bebé pasaba a solas la noche, casi con toda seguridad acabaría muerto: devorado por cualquier fiera, congelado, mojado…

Nosotros sabemos que está completamente a salvo en la cuna de su habitación. Él no lo sabe. Su instinto le dice que si de noche no está con sus padres, no verá la luz del día siguiente.

Tan sólo hay que ponerse en su lugar.

Un bebé que llora por que no quiere dormir solo, no sufre insomnio ni alteraciones del sueño, que es en lo que es experto Stivill. Puede dormir perfectamente si está acompañado, que es lo que su instinto le pide.

Y que nadie se me soliviante. No juzgo a los padres que lo han aplicado, juzgo el método mismo.

¿Queréis saber otro método infalible para hacer dormir a esos niños que se niegan a conciliar el sueño en su cuna sin llorar?

El colecho, que de paso reduce drásticamente el riesgo de muerte súbita. Ya hablaré al respecto largo y tendido en el próximo post.