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¿Perros y gatos como sustitutos de los hijos?

Os pego un fragmento de un teletipo de EFE en el que Evo Morales vuelve a hacer una de esas declaraciones que hacen que se me pongan los ojos del revés (seguro que no soy la única).

El presidente de Bolivia, Evo Morales, criticó hoy que en algunos países, sobre todo europeos, la gente prefiera tener mascotas antes que niños, y también expresó sorpresa porque en otras naciones está prohibido tener más de un hijo, como en China.

«En algunos países, por ley, está prohibido tener más de un hijo. Y en otros, ya no quieren tener hijos, solo cuidan al ratón, gato, perro. Eso también me sorprende», dijo Morales en un discurso en la ciudad oriental de Santa Cruz.

«Los perros y gatos también tienen derechos, pero más derechos tienen los niños. El niño tiene que ir a la escuela, pero el perro y el gato no, tienen menos derechos que el niño. Por tanto, prefieren tener como acompañantes al perro y al gato y no al niño, la niña. Eso está pasando en el mundo», aseguró.

Moraladas aparte sí alguna vez me he planteado que hay gente en nuestra sociedad moderna para las que sus animales de compañía son en parte, probablemente de manera no consciente, sustitutos afectivos de los hijos.

Sabéis que yo tengo perro y dos gatos. Los tres llegaron a nuestra vida antes que los niños. Los tres son parte importante de la familia y lo serán siempre. Me habéis oído decir en el pasado que creo firmemente que es muy saludable para los niños crecer en compañía de animales. Pero si me autoanalizo es probable que, de haber tenido niños nada más irme de casa de mis padres, el panorama hubiera sido distinto. Con toda seguridad también tendría animales en mi casa, pero no sé si en el mismo número y si habría sido de la misma manera. Y si sigo autoanalizándome es probable que mi manera de sentirles, si me permitís la expresión, haya variado con mi maternidad.

En cualquier caso caso creo que un poco sí, que proyectamos algunos roles y sentimientos de la maternidad/paternidad en los perros y gatos que amamos, que comparten nuestras vidas y nuestras casas.

Y también creo que en algunos casos sí llegan a mitigar, desviar o sustituir la necesidad de sentirnos padres y madres.

Aunque como todo lo relacionado con los sentimientos y deseos más íntimos, es un tema sutil y con muchas facetas.

¿Cómo lo veis vosotros?

Niños pequeños y gatos, perfectamente compatibles

Demasiadas veces me he encontrado con gente que cree que mezclar gatos y bebés o niños pequeños es como mezclar tigres con corderos.

Por desgracia todos los años son abandonados gatos al llegar un niño a la casa. Ya sea durante el embarazo por un injustificado temor a la toxoplasmosis (aquí expliqué en su momento por qué no tener miedo) o después por creer que el pobre minino que pasa la mayor parte del día durmiendo en nuestro sofá va mutar y empeñarse en arrancar los ojos a nuestro retoño.

Ya os he contado alguna vez que yo tengo una perra y dos gatos en casa, todos adoptados.Y que cuando me quedé embarazada escuché muchas veces la pregunta ¿Y ahora qué vas a hacer con los gatos?

Mis hijos han convivido con ellos desde el primer día sin el menor problema.

Mis dos gatos representan muy bien los dos tipos de reacciones que suelen darse con los gatos caseros cuando llega un niño a la casa.

La gata, bastante tímida, se encarga de no ponerse al alcance de las atenciones de mi hija.
El gato, que es como un peluche ronroneador y llega a ponerse muy pesado buscando amor, es su juguete favorito. Julia tiene clarísimo que es SU gato. Le da más besos que a nadie de la familia. De hecho si le preguntas si prefiere a la perra o al gato la respuesta es inmediata: se queda con el gato sin dudarlo.

Desde el primer día hemos estado encima de ella para enseñarla cómo tratarle: básicamente con suavidad, no montarse encima y respetarle cuando se quiere ir.

Y todo ha ido como la seda. Tienen una relación estupenda.

Por cierto, si no tenéis niños en casa y vuestro gato ha sido un poco cardo con un niño que pasaba de visita por casa, no penséis que su reacción es extrapolable a vuestros hijos. No es lo mismo esa visita que el niño que verán a diario crecer en la casa.

¿Vosotros tenéis gatos? ¿Cómo es su relación con vuestros hijos?

Otra cosa, si necesitáis terapeuta felino o tenéis interés en aprender más sobre gatos, os recomiendo Terapiafelina.com

La «cultura de Bambi»

En el último post del blog hermano Crónica Verde, su autor hablaba del acusado descenso de licencias de caza y de la preocupación de los cazadores. Parece que los cazadores se van jubilando y el relevo generacional no llega.

Según unas recientes declaraciones del presidente de la Federación de Caza de Castilla y León, Santiago Iturmendi, la culpa de esta crisis venatoria la tiene nuestro actual sistema educativo, responsable de lo que él denomina “la cultura de Bambi” que se enseña en los colegios. Esa donde el ciervo es el bueno y el cazador es el malo, y no al revés como en el caso de Caperucita y el lobo.

E incluso también se lleva una buena ración de críticas el propio Gobierno y sus normas cada vez más restrictivas en cuanto a conceder permisos de armas a los niños “que prácticamente impiden el relevo generacional.

Aunque a mí la caza no me gusta un pelo (jamás sería capaz de mirar a un animal tan hermoso como un ciervo y disparar) y las armas de fuego aún menos, no quiero abrir aquí un debate sobre caza sí o caza no.

Lo que me ha llamado la atención es esa referencia a «la cultura de Bambi». No es la primera vez que oígo hablar de algo semejante, aunque no con esas palabras.

Ya con anterioridad he escuchado que hoy día nuestros niños crecen rodeados de animales humanizados, que hablan, que no se devoran entre ellos. Parece que no hay relación entre la esponjosa ovejita del cuento y la vaquita que dice muuuu y la carne que comemos o las pieles que usamos para vestirnos y calzarnos.

La persona que me lo contaba decía que hemos perdido el sentido natural de la vida. Puede que se sepa tácitamente, pero no enseñamos a nuestros hijos la realidad.

Yo pasé mis largos veranos en el campo, en Asturias. Allí no tenían que explicarte nada. Veías que los conejos de pocas semanas con los que jugabas acababan en la cazuela. Veías a tus mayores sacrificar a los pollos y pelarlos. Veías cómo venía el camión que se llevaba a los terneros machos al cielo de los rumiantes. Buscabas caracoles y tras pisarlos se los entregabas como el mejor de los manjares a gallinas y patos.

Y sólo por contar algunos ejemplos, que los había a decenas.

En cambio ahora los niños, aunque convivan con gatos, perros o hamsters en casa, no tienen esas enseñanzas.

Nuestros niños crecidos en ambientes urbanos no tienen con qué contrarrestar esa supuesta distorsión de las reglas de la naturaleza, como mucho visitan una granja escuela al año para aprender a hacer quesos y acariciar a los animalitos.

No sé si es importante vivirlas para aprender a asimilar mejor la vida y la muerte y la interdependencia de todos los seres vivos. Pero yo me alegro de haberlas tenido.

En mi casa hay dos gatos, un perro y tres acuarios. Mis hijos están creciendo con animales. Siempre me pareció importante.

Y lo más aproximado que pueden ver es cuando alimento de vez en cuando a los peces de uno de mis acuarios con otros peces vivos más pequeños.

Es curioso, pero a mucha gente, incluido mi santo, no les gusta verlo. Les parece una salvajada.

Yo simplemente creo que mis peces son del tipo que comen otros peces.

¿Será porque ellos crecieron en la ciudad lejos de cualquier granja?

Los animales no son juguetes

Creo que hoy es un buen momento para recordar que los animales no son juguetes, que no deben regalarse, aceptarse, adoptarse o comprarse sin el consentimiento de toda la familia.

Son una responsabilidad muy grande
, que en algunos casos dura muchos años. Pueden suponer un gasto económico importante, no sólo hay que pensar en su mantenimiento, también en que pueden enfermar o tener un accidente.

Mis hijos comparten su hogar con una perra, que ya ronda los 13 años, dos gatos y un par de grandes acuarios.

Creo sinceramente que a los niños pequeños les beneficia mucho y en muchos aspectos convivir con animales, les educa en muchos sentidos, les enseña el ciclo de la vida, la responsabilidad el respeto a todos los seres vivos.

Y les divierte: deberíais ver a mi hija abrazando al gato, jugando con la perra o dando besos a los peces a través del cristal.

Pero es de los adultos la responsabilidad final. Y debemos ejercerla a conciencia.

Así que estas Navidades cuidado con los caprichos. Meditad bien pros y compras. Y por favor, en caso de perros y gatos, mejor siempre la adopción que la compra.

Los animales no son juguetes

Los animales no son juguetes

No déis comida a los animales de los zoo

Los carteles no pueden ser más grandes ni más claros. Y abundan por todas las instalaciones. Unos se limitan a prohibir alimentar a los animales. Otros se toman la molestia de explicar que hacerlo puede desequilibrar su dieta y ocasionarles graves problemas de salud.

Da igual. Siempre hay alguien arrojando patatas fritas, gusanitos, trozos de pan.. Jirafas, chimpancés, elefantes, monos… y sobre todo los osos pardos, los payasos oficiales del zoo.

Me enferma. Me pone mala.

Y muchas veces lo hacen padres recientes en compañía de sus niños pequeños, sin importarles un bledo el nefasto ejemplo que están dando. Enseñándoles que más importante su mínima diversión al ver al oso ponerse en pie que el bienestar del animal.

Mira que hay algunas instalaciones en las que consienten alimentar a los animales. Con los flamencos o cabras por ejemplo, por 50 céntimos obtienes pienso específico para ellos que poder darles.

No parece ser suficiente para esos alimentadores obsesivo compulsivos de todo bicho viviente.

Recuerdo leer a Gerald Durrell, en sus libros de adulto como director de un zoo, quejarse amargamente de esta manía por lanzar comida a los animales que los enferma, engorda e incluso hiere (no sólo les lanzan comida, Durrell contaba que incluso en una ocasión dieron cuchillas de afeitar a los chimpancés).

El acuario también está repleto de carteles prohibiendo hacer fotos con flash. Incluso lo recuerdan constantemente por megafonía. Y siempre hay algún destello de algún idiota que además tendrá que tirar esas fotos a la basura. En un entorno casi sin luz y lleno de cristales, si hay alguna oportunidad de hacer una foto digna será precisamente sin flash y con muy buen pulso.

En fin, será que hoy tengo el domingo gruñón…

De paseo al zoo

Este año nos hemos sacado el abono de Parques Reunidos que permite ir tantas veces como quieras al zoo (entre otros sitios, pero este blog no es el lugar para hacerles publicidad explicando en qué consiste con pelos y señales).

Desde que lo tenemos hemos ido un buen montón de veces. En alguna ocasión para pasar el día con el bocata en la mochila. Pero la mayoría de las visitas han sido agradables paseos viendo algunos animales sin la obligación hacer todo el extenuante recorrido.

A mis peques les encanta. Y estoy segura de que cada año les va a gustar más. Y a nosotros también.

Es una alternativa placentera y educativa a pasear por un centro comercial, por el centro de la ciudad o estar en el parque. Cosas que tampoco hay que dejar de hacer por supuesto.

Hay gente muy contraria a los zoos. Gente que los ve como una especie de cárceles de animales que habría que erradicar.

En el caso de muchos zoos estoy de acuerdo. Pedir que los cierren es poco.

Pero en el mundo hay zoológicos muy bien gestionados, que realizan una importante labor de conservación y concienciación.

Claro que no estoy ciega. El hecho de que sean empresas privadas que busquen legítimamente el lucro hace que a veces no sean los animales lo que primen. Eso es un problema de base.

Y no hay zoo perfecto, eso está claro.

Pero en una gran ciudad no encuentro mejor sitio para transmitir a mis hijos mi fascinación por la diversidad existente, mi amor por los animales, la curiosidad por conocerlos mejor, comprenderlos y sobre todo respetarlos.

Perros que fueron abandonados, niños que fueron maltratados

Acabo de descubrir una iniciativa preciosa.

Aunque ya llevan tiempo en marcha, acaba de de nacer oficialmente una humilde asociación sin ánimo de lucro llamada Hermano Oso que se dedica a algo precioso.

Ayudados de diez perros nórdicos (cuatro malamutes, cuatro huskies siberianos, un samoyedo y un alaskano) que han pasado por el abandono se dedican a llevar alegría a niños de entre 0 y 6 años que han sufrido malos tratos y viven custodiados por la Comunidad de Madrid.

Todos ellos adoptados en perreras y protectoras o donados para evitar su sacrificio.

Desde nuestros comienzos , la idea de la Asociación Hermano Oso , siempre ha sido la idea de salvar la vida de los perros para entregar felicidad a los niños.

Este proyecto nace a consecuencia de nuestras experiencias dentro de los centros de menores. El simple hecho de poder hacer un día diferente a un niño maltratado, es para nosotros una maravillosa experiencia y satisfacción.

Nuestras actividades asistidas por animales consisten en visitas en las que los niños se relaccionan con nuestros perros.

Esta actividad puede ser compartida por niños en grupo, a diferencia de un programa específico de terapia, el cual es adaptado a un único niño o grupo de niños con una condición médica específica.

El equipo de la Asociación Hermano Oso está formado por un grupo de personas sensibilizadas en el gran problema que abarca el maltrato en la infancia , especialistas en diferentes ramas pediátricas como cirugía, psicología, enseñanza especial y terapeutas.

Sin dejar a un lado a nuestros especialistas en veterinaria y psicología canina, que se encargan de velar por el estado de nuestro equipo canino.

Para ampliar su labor necesitan socios, voluntarios y colaboradores, así como ser conocidos. Aquí hay más información sobre cómo ayudarles.

Por eso me he permitido traerlos hoy aquí.

¿No os parece una iniciativa preciosa?

Los animales y los niños pequeños

En 20minutos.es han publicado una noticia bastante completa sobre los animales de compañía para los niños pequeños.

Os dejo con parte (casi toda realmente) la pieza. Nosotros compartimos nuestro hogar con un perro y dos gatos y la verdad es que estoy muy de acuerdo.

Además, así tenéis la oportunidad de conocer a mi peque y a mi perra. Ellos ilustran la noticia.

Casi todos los niños, si pudieran elegir un animal de compañía, optarían por un perro. Y efectivamente es el compañero de juegos por excelencia. Son animales extraordinariamente sociales, buscan continuamente la compañía humana, es posible enseñarles muchos trucos, compartir con ellos largos paseos, lanzarles la pelota, cepillarlos…

Pero también son las mascotas más exigentes: requieren dos o tres paseos diarios, es necesario educarlos, hay que tener un lugar para ellos durante las vacaciones, viven muchos años… Todas esas son responsabilidades que un niño pequeño no puede asumir.

Sólo si los padres lo tienen muy claro es una opción recomendable.

En caso de optar por un perro lo ideal es que no sea de raza pequeña. Los perros muy pequeños son también más frágiles. Un niño pequeño puede hacerles mucho daño sin pretenderlo. Los perros pequeños además se saben vulnerables y es frecuente que huyan de las atenciones de los niños. Es preferible una raza (o un mestizo) de mayor tamaño. Como poco se recomienda que sea del tamaño de un cocker.

Por supuesto, hay razas especialmente cariñosas, juguetonas y pacientes con los niños: bobtails, boxers, labradores y golden retrievers… Todos son perros grandes, no es una coincidencia.

Es menos importante, pero también recomensable, elegir una hembra. Las perras son más dóciles y pacientes.

Los gatos son mucho menos exigentes que los perros. No requieren paseos y pueden quedarse solos en casa si sus dueños salen de vacaciones. Por eso muchas veces se adopta o se adquiere un gato como sustituto menos trabajoso de un perro. No es una buena idea. Es un animal completamente diferente y no siempre es el compañero más adecuado para un niño pequeño (entendiendo como niño pequeño de dos a siete u ocho años).

Un gato puede ser muy cariñoso y buscar constantemente la compañía de su dueño. Pero son animales con los que hay que tener un trato suave y respetuoso. Se les puede acariciar, se puede jugar con ellos, pero respetando siempre sus apetencias. Cuando un gato no desea jugar o no desea ser acariciado hay que dejarle dormir en paz. Y no toleran un trato rudo.

Si un niño pequeño lo sujeta de modo que le molesta el gato puede arañarle al intentar zafarse. No sería una agresión, simplemente una consecuencia de tener un montón de uñas afiladas, pero hay que tenerlo en cuenta.

Únicamente son aconsejables para los niños más formales y suaves, capaces de comprender cómo tratar a un gato.

Existe todo un universo de pequeños mamíferos que pueden ser unos animales de compañía estupendos. Los más comunes son los jerbos, conejos, cobayas y hamsters.

Los hamsters son los más extendidos. Hay multitud de variedades. Son fáciles de mantener y de manipular, aunque hay que tratarlos con gentileza. Habría que abstenerse de comprar una pareja, si son del mismo sexo no son raras las peleas y si son macho y hembra, aunque ver de primera mano la procreación animal pueda ser muy instructivo, podemos vernos inundados de crías.

El único inconveniente de los jerbos es que tienen cola, por lo que a muchos les recuerdan a las ratas o ratones y les repugnan. Pero estos pequeños roedores son más inteligentes, dóciles, curiosos y amistosos que los hamsters y por tanto más recomendables para los niños pequeños. Al contrario que los hamster, es recomendable tener al menos un par de ellos.

La cobayas y los conejos comparten muchas similitudes. De hecho son buenos compañeros y no es raro verlos juntos en las tiendas de animales. Su mayor inconveniente es su tamaño, que hace que sus jaulas sean más aparatosas y haya que limpiarles con mayor frecuencia. En cambio tienen como ventaja una mayor esperanza de vida que hamsters y jerbos y su mayor tamaño hace que su manipulación sean más placentera. Se les puede abrazar y acariciar mejor.

En las tiendas es fácil ver también otros pequeños mamíferos como hurones y chinchillas. Pero esos animales necesitan dueños algo más experimentados.

Reptiles (iguanas o tortugas), peces y a veces pájaros son lo únicos compañeros posibles para niños con alergia.

Son animales con los que es complicado tener mucho contacto físico y prácticamente imposible compartir juegos. Pero para muchos niños son fascinantes. Una fascinación que los padres pueden aprovechar animándoles a leer e investigar sobre sus costumbres y sobre cómo cuidarlos mejor.

Lo más importante en este caso es implicar mucho al niño en su elección y cuidados y mantenerlos en óptimas condiciones.

Su primera excursión con el cole

Hoy estoy sola con Julia. Su hermano ha tenido su primera excursión escolar de todo un día. Ya había ido al teatro, pero había ido conmigo y fueron apenas un par de horas por la mañana.

Es la primera vez que se sube a un autobús para pasar todo un día lejos de sus padres o sus abuelos, con sus profes y sus compañeros.

Se va a una granja-escuela.

En niños con su diagnóstico los barullos y los cambios de rutina son algo complicados de afrontar. Él lo lleva especialmente bien, pero ya veremos qué tal ha ido el día.

Tanto en el colegio como en casa creemos que debe intentar participar e integrarse en todas las actividades posibles.

Dentro de un ratito iremos a recogerle. En realidad la excursión es mucho más larga: son tres días y dos noches. Con él hacen una excepción.

De los 50 niños que hay en su colegio me ha llamado la atención que apenas van 17.

Me consta que hay de todo: niños que querían ir a los que no se lo han permitido. Y niños a los que sus padres han animado a ir y que se han negado.

Imagino que con tres añitos sólo los más autónomos e independientes están preparados para una separación así de sus familiares.

Lo mismo se puede decir al contrario: no todos los padres están listos para mandarlos tres días fuera de excursión.

A veces el cordón umbilical es más largo y duradero de lo que parece.

Y habrá casos en los que los 90 euros que cuesta también será un impedimento. Es la única actividad que hay que pagar aparte en su cole.

¿Vosotros os atreveríais a mandar a vuestros peques a los tres años tres días fuera? ¿Se atreverían ellos?