Archivo de marzo, 2015

No culpes a los dientes de lo que le pasa a tu bebé

a00570180 180Julia y Jaime nunca fueron bebés que babearan mucho. A Julia la llamamos brevemente la marquesa de la babilla, enseguida pasó. Y al mismo tiempo enseguida les salieron los dientes sin dar nada de guerra, más allá de algún mordisco en la teta de la que se alimentaban claro. Julia fue algo más tempranera con los dientes, que comenzaron a asomar cuando tenía apenas cuatro meses. Jaime no tardó mucho más. Muy pronto ambos estaban llenos de dientecillos blancos.

«Claro, por eso no babean casi. Les salieron tan deprisa y tan pronto que no se enteraron. ¡Qué suerte!» era un tipo de comentario que he oído con frecuencia.

Mi sobrina, que tardó bastante en arrancar con los dientes, se ganó el apodo cariñoso de Lady Babas. Todo cuadraba: muchas babas era sinónimo de dientes pujando por salir. Si se metía el puñito en la boca y babeaba aún más era porque le estaban molestando muchísimo.

Lo cierto es que yo no tuve ocasión de culpar a los dientes de fiebres, mal carácter, mal dormir, culos irritados o riadas de babas. Si tenían algo de eso debía ser por otra cosa, los dientes ya estaban ahí.

La aparición de la primera dentición es la sospechosa habitual de cualquiera de estas cosas con origen incierto. ¡Qué manía tenemos los padres por querer dar explicación a todo!

Ya hace tiempo que descubrí por la pediatra Amalia Arce que los primeros dientes no son ni mucho menos el origen de todos los males infantiles, sino el chivo expiatorio. Os dejo parte del post en el que ejercía de abogada defensora de los dientes:

A los pobres dientes de forma milenaria se les ha atribuído toda serie de «maldades» que suceden en el primer año de vida. Recientes estudios publicados en revistas de prestigio como el que pueden consultar en Pediatrics desmienten toda la patología que se ha asociado por los siglos de los siglos a la dentición. La erupción dentaria es un proceso fisiológico y como tal en condiciones normales no tiene por qué originar patología.

Hoy Lucía, otra pediatra, aclara en un post de El club de las madres felices, una página que os recomiendo, que tampoco son los causantes de las babas.

Aquí tenéis parte de su explicación:

En el recién nacido, inicialmente la saliva aparece como consecuencia de la actividad de la glándula sublingual, pero es poca cantidad. No es hasta el 4º mes, cuando empieza a funcionar la glándula parótida, situada a ambos lados de la cara. Esta glándula es mucho mayor en tamaño por lo que la cantidad de saliva que de pronto comienzan a fabricar, es más que visible.

Por lo tanto cuando veas a tu bebé babeando a chorros ya sabes que sus glándulas parótidas están en pleno funcionamiento, y que no es debido a la erupción dental. El babeo es un proceso independiente de la dentición, sin ninguna relación pero con un desarrollo paralelo.

Además, a esta edad, los 4 meses, el reflejo de la deglución (tragar) es bastante inmaduro y no se realiza de una manera eficaz por lo que esto contribuye a que el exceso de saliva en la boca no sea deglutido frecuentemente y algunos niños babeen.

Ya sabéis, dejad a los dientes libres de culpa. Pobres, con lo bien que les van a venir luego.

* Foto: GTRES

‘Avanzadoras’, no se me ocurre mejor regalo para el próximo Día de la Madre

Precioso por dentro y por fuera (@Jorge París).

Precioso por dentro y por fuera (@Jorge París).

Ayer, martes fue el día de mi cumpleaños y tuve un regalo especial: acudir a la presentación del discolibro Avanzadoras y poder llevarme a casa sus doce canciones, con relatos y, sobre todo, las doce vidas de doce mujeres avanzadoras, mujeres que avanzan y hacen avanzar a los demás para hacer del mundo un lugar más justo, mejor.

Porque ha sido uno de mis regalos de cumpleaños, de no ser así no se me hubiera ocurrido un regalo mejor para recibir por el próximo Día de la madre. O del padre, que está antes. ¿Por qué no?

Es precioso, con hermosas canciones bellamente interpretadas, ilustraciones cuidadas y unos textos que conmueven siendo reales, relatando la lucha de doce mujeres que decidieron alzar la voz contra viento y marea. Pero se trata sobre todo de una obra solidaria, ya que con ese proyecto se busca conseguir fondos para que se mantengan los programas de derechos de las mujeres que en Oxfam Intermón lleva desarrollando desde hace más de 30 años.

No me digáis que no es un buen regalo para hombres y mujeres, con fecha señalada o sin ella.

Las artífices del disco libro: avanzadoras, cantantes y escritoras (@Jorge París).

Las artífices del disco libro: avanzadoras, cantantes y escritoras (@Jorge París).

El libro recoge las historias de 12 mujeres activas, comprometidas y organizadas con las que colabora Oxfam Intermón. Lideresas que trabajan para que las mujeres participen en los espacios de decisión (Perla Álvarez de Paraguay, Relinda Sosa de Perú, Johanna Izurieta de Ecuador), tengan un trabajo digno y sean autónomas económicamente (Mariam Nama de Burkina Faso, Charifa Beja de Marruecos, Niyotara Fainés de Burundi, María Teresa Moreno de España), tengan una vida libre de violencia (María Eugenia Cruz de Colombia, María José Díaz Reyes de Nicaragua, María Morales de Guatemala) y acceso a salud y educación (Moon Sharma de la India). O mujeres que simplemente intentan sacar adelante a sus familias como Martha Nyandit, que vive en el mayor campo de desplazados de Sudán del Sur.

La cantante y compositora Sole Giménez es la directora artística de la parte musical de este proyecto que aúna las voces de artistas de estilos muy diferentes, pero con un mismo compromiso por los derechos de las mujeres. Han participado artistas como Ana Belén, Estrella Morente, Leonor Watling, Lamari de Chambao, María Dolores Pradera, María de Medeiros, Maika Makovski, La Shica, Rosa León, Pilar Jurado y la propia Sole Giménez. También han colaborado la irlandesaEleanor McEvoy, la colombiana Andrea Echeverri, las brasileñas Paula Morelenbaum y ThaïsMorell, la mexicana Rosalía León (componente del grupo Gliesse 229), SophieMaricq (del Berklee College of Music) y Neus Ferri (participante de la primera edición de “La Voz”).

B_usGZQWEAItnQZPero no son sólo 12 avanzadoras a las que se homenajea con el discolibro, hay una avanzadora número trece. Se trata de Mabel Lozano, la ganadora del concurso paralelo que organizó Oxfam Intermon y que, al menos para mí, ha supuesto todo un descubrimiento. Mabel,  lleva más de una década luchando por distintos temas sociales con la mujer como nexo y especial incidencia en la trata de seres humanos.  Pude charlar con ella largo rato y descubrir a una mujer que defiende con pasión lo que cree justo. Una mujer que es madre y que tiene muy claro que sus hijos son una prioridad:

Sé que tiene otra guerra, y es la de la conciliación y estar ahí para sus hijos.
Mis proyectos profesionales me llenan y estoy volcadísima, pero estoy loca de amor por mis hijos y quiero estar con ellos. No tendría ningún sentido que mi hija Roberta vea que me dan muchísimos premios por defender a las mujeres y me tuviera solo en una foto de mesilla, que no me viera. Cuando mis hijos se acuestan, muchas veces estoy trabajando hasta la 1 de la mañana, pero desayuno todos los días con ellos, voy a buscarles a la ruta y estoy con ellos. En el colegio les enseñan matemáticas, pero yo quiero educar a mis hijos y que sean buenas personas. ¿Quién se ocupa de eso si no estás en su día a día?

¿Sus hijos conocen las realidades que cuenta en sus documentales?
A Roberta, que tiene 13 años, le he explicado todo. Es cierto que estamos en un momento de crisis y desahucios terrible, pero somos afortunados viviendo en el primer mundo y hay que hacer conscientes a nuestros hijos de lo afortunados que son. Nuestras hijas no van a ser víctimas de trata, no van a hacerles una ablación, van a poder ir a la universidad. Hay muchas niñas que nacen casi sin ninguna oportunidad, ni siquiera de supervivencia. Cuando mi hija me protesta por estupideces se lo digo: «pero si tienes mucha suerte, vives en un lugar donde está todo a tu alcance».

Os dejo con los tuits que publiqué durante presentación del discolibro, en la que hubo música, risas y lágrimas. Podéis ver más en los hashtags #Avanzadoras y #Doylacara. Para saber más sobre el discolibro os recomiendo leer ‘Avanzadoras’: una banda sonora para las mujeres que luchan para que el mundo avance.

 

El último espectáculo de Disney On Ice viene a España sin ‘Frozen’

El año pasado fuimos por primera vez a un espectáculo infantil que lleva varios años recorriendo algunas grandes ciudades de España. Suele tener lugar en Madrid coincidiendo con el cumpleaños de Julia, así que nos pareció un buen presente intangible en medio de tantos paquetes que desenvolver.

Lo de regalar experiencias cada vez me parece mejor idea.

Como os contaba, en marzo de 2014 nos fuimos a ver el espectáculo acompañados de su prima y fue un acierto. Volvimos entusiasmados, tanto los adultos como los niños. la película de Enredados protagonizaba la función, los niños cantaban las canciones y miraban asombrados las acrobacias aéreas de Rapuncel y Flynn. Antes de eso hubo más películas y princesas que te hacían vivir la magia de Disney, esa de la que yo renegué y que reencontré gracias a mis hijos.

Una gozada.

¿Por qué os hablo del espectáculo del año pasado y no del que en estos momentos aún está en cartel en Madrid, ‘100 años de magia’, y seguirá recorriendo el país? Pues muy sencillo: porque nos gustó mucho más.

Este domingo estuvimos de nuevo con Julia y, aunque los trajes, la calidad de los patinadores y la magia inherente a Disney estaban también ahí, la función se quedó a mucha distancia.

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Arrancó con Nemo, algo que me pareció lógico teniendo en cuenta que hay una nueva película centrada de Dory en proceso, pero lo que siguió parecía un popurrí de viejos números y resultó algo decepcionante.

Lo mejor a mi parecer fue el homenaje a It’s a Small World. Hubo pocos números con princesas: uno en el que aparecían todas las princesas clásicas y tres con Bella, Mulán y Aladdin. Y, no nos engañemos, allí había una gran mayoría de niñas con disfraces de Rapuncel, Brave y Tiana (las dos últimas en menor medida) y sobre todo de Frozen que se encontraron con Pinocho, Nemo o Los Increíbles (el número que menos nos gustó) y que echaron en falta más princesas de su imaginario reciente.
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Sobre todo echaron en falta a Frozen. Y no solo las niñas, también los adultos. Una ausencia que no entiendo ya que la película hace más de un año que se estrenó y el espectáculo sobre hielo está creado hace tiempo, visible en Youtube y de gira en otros países como por ejemplo México.

Julia, que cumplía seis años, disfrutó pero sin entusiasmarse. En general los espectadores (niños y mayores) participaban menos con canciones y aplausos que en la función del año previo.

¿Repetiremos el año que viene? Muy probablemente. Pero lo haremos con la esperanza de encontrar un espectáculo similar al del año pasado, pero con Anna y Elsa. Y si resulta como el de 2015 no creo que volvamos a intentarlo.

Tuve algunas conversaciones por twitter con gente que ya lo había visto el año anterior y compartíamos sensaciones parecidas:

Tres aniversarios en dos días

imageHoy Julia cumple seis años. Ayer se durmió diciendo «tengo mucha emoción». Se durmió tal vez soñando con la corona de cartón que le pondrán hoy en el colegio, con la fiesta que tendrá con sus amigos esta noche, con la tarta y los regalos.

El día del cumpleaños y el de Reyes probablemente son los dos hitos anuales claves para un niño pequeño.

Hoy hace trece años que su padre y yo nos casamos. Un aniversario menor comparado con el nacimiento de nuestra niña, que parece que quiso recordárnoslo naciendo el mismo día. No hay mayor compromiso para una pareja que tener un hijo. El matrimonio comparado con eso es unas anécdota reversible.

Mañana cumplo 39 años, que según las matemáticas más rigurosas implica que comienzo mi año 40 de vida. Cumplir no es empezar, cumplir es terminar. Pensad en un bebé que cumple su primer año de vida. Tiene sentido celebrar que hemos sobrevivido.

Arranca por tanto mi cuarta década en el mundo. Y no hay crisis, lo que hay es mucho camino por delante. Y un camino interesante que me apetece recorrer.

No volvería a los veinticinco años en ningún sentido. Soy mejor ahora que antes. O, al menos, me siento más a gusto con quién soy ahora. Me ha costado mucho llegar hasta aquí.

Tres aniversarios en dos días. Unos días en los que cada año, siempre, se despereza la primavera.

Tres aniversarios en dos días y en los que celebrar que los cuatro estamos juntos, descubriendo cada uno nuestro futuro al lado y con el sostén de los otros.

Who run the world?

No nos miréis diferente por tener discapacidad

Casualidades astrales, varias personas me han pasado este vídeo en los últimos días, uno de ellos mi vecino de blog Juan Revenga. Es un vídeo de la asociación Noemi , con el que dicen que pretenden «cambiar el modo en el que la gente mira a las personas con diferentes discapacidades. La asociación quiere que todos miremos a estas personas de una manera positiva y respetando su dignidad».

Lo que mucha gente no entiende es que mirar de una manera positiva y respetando la dignidad no implica mirar diferente, no se traduce en miradas compasivas, en miradas huidizas que no fijan un objetivo claro, en miradas sorprendidas, o precavidas o asustadas. Yo me las he encontrado de todos esos tipos con mi hijo. No me ofenden, no sientan mal, no pasa nada, pero lo que se agradece es la naturalidad.

¿Lo habéis visto ya? Es uno de esos experimentos de poco alcance científico y mucho emotivo con aspiraciones de vídeo viral que contraponen las reacciones de los niños y de sus padres. La naturalidad que os pedía, está en los pequeños. Me lo creo. Lo hago pese a que tengo que confesar que yo también he encontrado esas miradas huidizas, sorprendidas, precavidas, asustadas e incluso compasivas (lo último mucho menos) en algunos niños cuando ven a Jaime aletear a su lado.

Tengo la teoría, personal y por supuesto no contrastada, de que a los niños les chocan más los niños con discapacidad que los adultos con discapacidad. Ellos son niños y saben identificar lo que es y lo que hace, la pinta que tiene y cómo se mueve un niño normal. Los adultos desconocidos somos un poco bichos raros para todos ellos.

Volvamos a lo importante: la naturalidad es lo que importa. La discapacidad no debería evitar que nos ríamos con ellos, no debería coartar que nos divirtamos con ellos, no deberíamos tener un miedo exagerado a estar ante una susceptibilidad exagerada (las hay, pero eso es su problema, como lo es de los que también la tienen sin tener discapacidad).

«No nos miréis diferente por tener discapacidad» creo que es una petición que suscribirían todas las personas con discapacidad que conozco.

Una obviedad: hay que estudiar para aprender

La de hoy es una reflexión que ha nacido en Facebook. Una amiga subió una imagen a su muro que ponía:

¿Cómo le explico yo a mi hija que el modelo a seguir no es la choni que se forra en la tele, sino el ingeniero que atiende en el McDonalds?

A ver, que sí, que es innegable que nos rodea una realidad injusta y terrible en la que las remuneraciones siguen la misma línea. Es cierto que los jóvenes tienen una papeleta muy complicada por delante, que hay demasiados universitarios sin salida o con salidas que no tienen que ver con su vocación. Como decía un buen jefe que tuve: “la vida es una mierda y luego vas y te mueres”. Todos sabemos que la crisis lo ha intensificado.

Pero siendo cierto todo eso y mucho más, incluido que la choni de la tele se lleva un pastón y hay muchos chavales que han pasado toda su vida estudiando y han acabado en un McDonald’s, yo al ver ese texto pensé en que la respuesta que dar a ese padre preocupado y cabreado era sencilla.
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Muy fácil, no educando a nuestros hijos en valores utilitaristas. Yo a mis hijos intentaré transmitirles que se estudia en primer lugar para aprender y ser mejor persona, por las ganas de ampliar nuestros horizontes, saciar nuestra curiosidad y al mismo tiempo no perderla. Que siempre se debe conservar ese interés por comprender el mundo y a nosotros mismos, que aprender y estudiar va más allá de sacarse un título y debemos procurar seguir haciéndolo toda la vida.

La principal razón que dar a nuestros niños para estudiar no creo que deba ser para conseguir un trabajo que dé más pasta. Ese ha sido un gran error educativo (desde un punto de vista social, no solo académico) en nuestro país y lo sigue siendo. Durante muchos años se nos ha estado transmitiendo que el fin último de tener una carrera era conseguir una trabajo más cómodo y/o mejor pagado. Y, claro, ha resultado ser una mentira obvia que ha afectado a cientos de miles de personas.

Claro que hay que intentar mejorar, por supuesto que sé que es preciso tener unos ingresos para vivir y que está bien intentar mejorarlos. Pero lo necesario no siempre es lo importante. Y valorar a las personas por su estatus laboral o económico, dando ese ejemplo a nuestros hijos, me parece un error que voy a intentar no cometer.

Probablemente el ingeniero que atiende en la hamburguesería es un tipo interesante con el que tomar un café. Puede que, aunque desencantado, sea feliz y siga siéndolo. Juzgar una vida por apariencias y situaciones accesorias es un absurdo.

Mirar la portada de hoy en 20minutos también puede que ayude a explicarlo.

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Os animo a leer el reportaje completo en Gonzoode mi compañera Noemi López Trujillo.

Carmen Delgado (Madrid, 1928) ha leído tanto que la carne de los párpados se le ha dilatado, como si en la cabeza ya no tuviese espacio para tanto conocimiento y lo hubiese repartido por el rostro. Se asemeja a su casa, un lugar en el que apenas caben ya más libros. «Antes de morir, mi marido calculó que tendríamos unos 5.000», cuenta. Por eso, Carmen, que ahora tiene 86 años, los distribuye por cualquier rincón. En el comedor, en los dormitorios, en la salita, en el sótano, incluso en el cuarto de baño, junto a los cepillos y los geles. En 2004, después de que su marido falleciera, su nieto tenía que decidir qué carrera quería estudiar. «Haz Periodismo», le dijo, con la fantasía de que sería ella la que acudiría a clase. ¿Y por qué no?, se preguntó. Así comenzó el periplo de esta anciana que se matriculó en la Universidad Complutense de Madrid con 77 años y que dejó las aulas con 82, con su birrete y su diploma.

* Foto: GTRES

‘El rastro brillante del caracol’, una novela juvenil para entender el Asperger y estar en guardia ante pederastas

Hace ya tiempo que quería recomendar aquí El rastro brillante del caracol, la última novela de Gemma Lienas. He tardado más de lo que habría deseado, sobre todo porque pasó demasiado tiempo desde que recibí su libro hasta que pude ponerme a leerlo. Eso sí, una vez abierto me duró dos días.

El rastro brillante del caracol no es un libro infantil, no es un cuento como los que suelo recomendar en este blog, acordes con los casi seis años de mi hija. Es una novela juvenil y Julia va a tener que esperar unos años hasta poder leerla. Pero la guardaré hasta que llegue ese momento en un lugar de honor en su estantería, junto con mis viejas colecciones de Barco de vapor naranja y rojo, Gran Angular, SM o Elige tu propia aventura. Cuando tenga trece años y este blog, que ya va para ocho, se llame Madre de adolescentes o Madre veterana, la animaré a leerla.

¿Por qué me parece El rastro brillante del caracol una novela recomendable para adolescentes? Pues sobre todo por dos motivos, los dos ejes centrales del libro.

Uno es que explica magníficamente cómo es, como piensa y siente un chico con síndrome de Asperger. No explica cómo son, sienten o piensan todas las personas con asperger, solo su protagonista de dieciséis años, pero eso ya es mucho para comprender el síndrome y ponernos en sus zapatos. Que una novela destinada al público adolescente recoja y normalice la diversidad con un protagonista dentro del espectro autista es muy de agradecer. De hecho fue lo que hizo que cayera en mis manos dado que Jaime, mi otro hijo, tiene autismo.

El otro está relacionado con el otro personaje principal del libro, una inocente gimnasta de catorce años, y es que pone en alerta respecto a los depredadores sexuales que acechan a los chavales en Internet mintiendo, inventando perfiles y manipulando para obtener lo que quieren.

Y no es lo único que tiene: sus protagonistas, Sam y Martina, son adolescentes a los que coges cariño, preocupados por estudiar, inocentes (lógico dado el asperger de uno y los pocos años de la otra) deportistas y sanos, que comienzan a indagar en las relaciones con el sexo opuesto, a perderse y encontrarse con sus padres, que se mueven en las redes sociales con soltura, se encuentran con dificultades, se equivocan y aciertan en las decisiones que toman. Un argumento que no tiene ningún golpe de timón y apunta a un destino conocido, pero te hace navegar hasta él confortablemente.

Justo estaba leyendo el libro de Gemma Lienas cuando salió la noticia de que la Policía había desmantelado en Málaga una red que engañaba a menores para que enviaran vídeos sexuales de manera muy similar a como sucede en El rastro brillante del caracol.

Los expertos policiales de la Unidad de Investigación Tecnológica descubrieron a un hombre mayor  se hacía pasar por niñas de edades similares a sus víctimas. Esto le permitía estudiar la personalidad e intereses de cada menor, analizando sus comentarios y gustos para entablar una relación que llegaba a ser de confianza. Entonces las conversaciones derivaban a temáticas de índole sexual, en cuyo contexto los menores accedían a mostrarse desnudos a solicitud del principal investigado con la falsa creencia de que si lo hacían recibirían fotos y vídeos de quien ellos pensaban que era una chica de su edad. Sin embargo, una vez que los menores accedían a ello, el hombre utilizaba las imágenes y vídeos obtenidos para traficar con ellos y conseguir más material.

Internet es una herramienta excepcional en muchos sentidos, pero está claro que hay que poner sobre aviso a nuestros niños. «No te creas a nadie que conoces solo por redes sociales», es algo que tendríamos que tener grabado a fuego, también muchos adultos. Bienvenida sea una buena novela juvenil que explica el modus operandi de estos monstruos y cómo se debe reaccionar.

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Tras leer el libro tuve el placer de charlar con su autora, que tiene en su haber muchos libros juveniles (probablemente los más conocidos sean los protagonizados por Carlota y sus diarios) y también algunas obras para adultos que me he prometido explorar.

– ¿Por qué un protagonista con síndrome de Asperger?

No es la primera vez que tengo un protagonista con Asperger, en El club de los malditos, que es para niños más pequeños, uno de los amigos del protagonista lo tiene.

Yo tengo muy cerca de mí una persona con asperger y sé que es algo poco conocido. Las personas con este síndrome razonan y entienden el lenguaje de una forma distinta y pasan por ser desconsideradas, pero simplemente tienen reacciones distintas. Resultan extrañas si no entiendes que no todo el mundo tiene la misma lógica. Por eso me interesaba que el protagonista tuviera asperger. Cuando ya tenía al protagonista en la cabeza, me encontré con un caso de un pederasta leyendo el periódico y todo cobró forma.

– Imagino que ha habido  una labor de documentación importante.

Siempre tienes que documentarte mucho. En este libro tenía varias áreas. Una era la psicológica, que es la que me interesaba más. Leí muchos libros y fui a ver a varios especialistas, quería saber cosas de los adolescentes con asperger. La otra era la de los pederastas. Contacté con el inspector de una unidad especial en Sabadell y fue muy amable. Estuve todo un día en esa unidad, me dejaron oir grabaciones y te das cuenta de cómo van envolviendo a los chavales. En una el pederasta acosaba a un niño de diez u once años, el chaval se resistía, pero él insistía e insistía.

– Sam es un hacker incipiente, sabe mucho de informática y eso tambien sale en el libro e imagino que también requirió documentarse.

Me ayudó el informático que hizo mi web a saber cómo puedes enviar un virus, averiguar una contraseña… Sobre los chats sí que busqué en la Red. Estos chavales tan interesados en la informática están en un submundo que es semejante al que se mueven los pederastas.

– Del asperger ya había hablado antes en otro libro. ¿Y de la pederastia?

Es la primera vez que tocaba el tema. El bullying que sufre Sam sí que lo recogí en El diario azul de Carlota. Quise poner una escena así porque yo sufrí acoso en la Red hace dos años por parte de alguien que me confundió con otra persona que usó mi foto. Lo tenía que contar.

– Parece que le gusta escribir libros con causa.

Escribo lo que me gusta leer y me gusta que los libros tengan un componente psicológico muy importante. Yo persigo que los chicos se queden enganchados, que tengan ganas de seguir leyendo y que les abra la mente y les haga pensar.

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– ¿A partir de qué edad recomienda su lectura?

Es un libro para chavales de trece años en adelante, pero lo puede leer un adulto sin que se le caiga de las manos. Sí tienen que tener en mente que tienen delante una novela juvenil.

 – Ahora que comenta eso: ¿no cree que la literatura juvenil está infravalorada injustamente?

La literatura juvenil como algo de segunda fila es propio de nuestro país, en otros no pasa. En Estados Unidos, Inglaterra o Alemania no es así. Pero en España es cierto que es la Cenicienta. Tal vez porque es un fenómeno relativamente joven. Me parece tonto que los haya que tengan ese desprecio por la literatura juvenil. La literatura es buena o mala, independientemente del género. Los escritores que solo escriben para adultos olvidan que hay que crear lectores.

– Sí que es importante crear lectores. ¿La manera en la que se enseña literatura en las aulas lo fomenta? 

Si a unos chavales le obligas a leer todos el mismo clásico, por buena que sea La Regenta o El Quijote, lo acabarán aborreciendo. Lo importante es que lean lo que les apetezca. A mí, por ejemplo, la fantasía no me entusiasma, pero si a los chicos les gusta y así leen, bien está. Habría que usar listados de libros con títulos actuales, aventuras, misterio… y que cada cual lea lo que le apetezca.

Que me venga un adolescente que no lee nada y me diga que le he hecho leer, es la mayor satisfacción que puedo tener.

 

* Fotos: © Gemma Lienas 2011

‘Sonrisas y lágrimas’ cumple cincuenta años

Probablemente ya sabéis, incluso visteis, el homenaje que se hizo en los últimos Oscar a esta película. Hace ya cincuenta años de Sonrisas y lágrimas, un título que dudo nadie de más de treinta años no haya visto.

Ese homenaje venía de la mano de un aniversario. Hoy se cumplen cincuenta años del estreno en 1965 y vamos a tener a lo largo del año ediciones especiales en DVD y Blu-ray con extras para aburrir, incluido un documental llamado “Sonrisas y lágrimas en su ciudad: Julie Andrews vuelve a Salzburgo”, la banda sonora, o información sobre la vida real de la familia von Trapp. También se van a publicar a lo largo del año cuatro libros sobre la película.

«Do es trato de varón. Re, selvático animal», no sé vosotros, pero yo tengo incrustadas las letras absurdas de la versión traducida. Y recuerdo perfectamente la historia de la novicia rebelde (¡Mary Poppins!) a la que mandaban de niñera en la Austria previa a la Segunda Guerra Mundial a cuidar una familia numerosa de huérfanos. Recuerdo su romance, el desengaño de la hija mayor y el desenlace con detalle.

Imagino que es inevitable. Nos la ponían todos los años, varias veces, y las descubríamos siendo niños bastante pequeños con toda la familia. Igual que Siete novias para siete hermanos O Grease. Y como todo aquello que nos hace rememorar buenos ratos de la infancia, pues la recuerdo con cariño.

No sé si habrá envejecido bien o mal, no sé aún si a mis hijos les gustará. Jaime puede que la disfrute por toda la música que tiene. Julia es aún muy pequeña, ya veremos… Si no es así, no pasa nada.

Ahora que hay tantos canales de televisión y una oferta infantil tan grande, está en el tejado de los padres la pelota de mostrar a nuestros hijos clásicos como éste, como muchos otros. Luego ya decidirán ellos si los añaden o no a su imaginario particular.

Por cierto, que escribiendo este post se me ha incrustado la cancioncilla: (Mi denotaaa posesión, Faaa es lejos en inglés…)