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¿Cuánto flúor debe tener la pasta de dientes infantil y cuánta cantidad hay que poner en el cepillo?

Hoy os voy a dar información útil, cortesía de unamadreeneldentista.com, y luego os voy a hacer una petición, de la mano también de la ganadora de los últimos premios 20blogs en la categoría de salud y vida sana.

La información útil viene a responder lo que planteo en el título de este post: cuánto flúor debe tener la pasta de dientes infantil y cuánta cantidad hay que poner en el cepillo.

A nuestros niños, por regla general, les encanta poner pasta en el cepillo, mucha. Tanta que habría que cambiar el viejo refrán de “dura menos que un caramelo a la puerta de una escuela” por “dura menos que “dura menos que un tubo de pasta de dientes infantil”. No me extrañaría que el gasto per cápita infantil de dentífrico triplique el de los adultos.

¿Pero cuánta pasta deben emplear? Según Lydia Almansa, auxiliar de odontología y experta en higiene dental, poquita cosa:

Lo que debemos tener en cuenta es la cantidad que debemos utilizar al cepillar los dientes a nuestros hijos:
– De 0 a 2 años – cepillo raspado
– De 2 a 3 años – tamaño de un grano de arroz
Mayores de 3 años ya podemos ponerles la cantidad de un guisante de pasta de dientes.

Es decir, que tenemos ya el primer reto de hacerles moderar su consumo de pasta.

Y vayamos al flúor, algo imprescindible en las pastas de niños y adultos para proteger eficazmente contra las caries. Conviene saber cuánto debe tener su pasta, algo más importante que si el dibujito del bote es de un cocodrilo, un ratón o un elefante. Tal vez igual de importante si el sabor, porque a mi parecer es importante que el cepillado no les provoque rechazo.

Así lo explica Lydia, cuyo blog os recomiendo para estar informados de primer mano sobre esta semana cuestiones:

Los últimos estudios han demostrado varias cosas:
1º Que una pasta de dientes con una cantidad de flúor por debajo de 1000 ppm (partes por millón) no protege contra la caries. Sería equivalente a cepillarse solo con agua.
2º Que el flúor es una herramienta segura y muy eficaz para prevenir la caries.
3º La caries es a día de hoy, la enfermedad crónica más frecuente en la infancia.

La higiene dental debe comenzar incluso antes de que salga el primer diente, y cuando sale el primero, empezar a utilizar pasta de dientes CON FLÚOR de 1000 ppm.

– De 0 a 2-3 años deberán usar pasta de dientes con 1000 ppm de flúor
– De 3 a 6 años, deberán usar pasta de dientes de entre 1000 ppm a 1450 ppm de flúor.
– Mayores de 6 años ya podrán usar de 1450 ppm en adelante si así se lo prescribe su odontopediatra.

Es decir, que los niños de más de seis años ya pueden usar pasta normal, de adultos. Y ahí viene el segundo reto: lograr que superen el “¡no quiero, pica!” de buen grado.

Tras contaros esto podría surgir una duda razonable. A mí se me planteó y por eso se la trasladé a Lydia. ¿Hay algún riesgo para el niño si consume más cantidad de pasta o una con una cantidad más elevada de flúor? Pues no. Así me lo explicó:

El riesgo de fluorosis, que es el exceso de flúor, sólo afecta a dientes en formación y el riesgo es mínimo. Deberían comerse el bote para sufrirlo. Además la caries rampante, que arrasa con todos los dientecillos, se ha acentuado y el riego de fluorosis es mínimo al riesgo elevado de la caries.

Sobra decir, o debería sobrar decir, la importancia de transmitir a los niños la necesidad de cuidar sus dientes, de cepillarse a diario y a fondo. Es algo que yo tengo muy presente con Jaime, que con su autismo un problema en los dientes puede implicar anestesia general y un coste elevadísimo y que de momento hemos podido evitar.

(GTRES)

Y ahora llega la petición que os anunciaba, que consiste en apoyar la campaña de firmas pidiendo la actualización de la edad recomendada pasta de dientes infantil que ha lanzado precisamente Una madre en el dentista desde Change.

En las pastas infantiles nos están informando mal de la edad recomendada para cada pasta. Así lo explica:

Seguro que alguna vez a la hora de elegir la pasta de dientes de tus hijos te has fijado en la edad recomendada con la que están marcadas, pero es errónea.

Seguro que cuando vas a comprar la pasta de dientes ves dos tipos de pastas infantiles: para más de dos años o para más de seis años, denominadas JUNIOR.

Pues bien, no son correctas y el motivo es el mal etiquetado en la edad recomendada así como en la cantidad de flúor que contienen.

¿Por qué las marcas no actualizan primero sus cantidad de flúor en sus dentífricos? ¿Por qué el etiquetado no está actualizando?

Por lo tanto, vamos a pedir que se actualicen, que modifiquen sus «edades recomendadas» a lo que la Sociedad Española de Odontopediatría recomienda y que muestren en la cara del envase en grande y bien visible la cantidad de flúor que contiene su producto y no en letra pequeña por detrás que es difícil de encontrar.

Comparte esta petición, que llegue a mucha gente y que descubran si la pasta de dientes que están ofreciendo en el cepillado a sus hijos tiene la cantidad correcta de flúor para proteger contra la caries. Difundamos el mensaje para que las marcas de dentífricos se pongan al día.

(GTRES)

¿Y si a mi hijo no se le caen los dientes de leche como al niño de ‘Stranger Things’?

Un efecto colateral de ver Stranger Things, la última serie de moda de Netflix (que a título personal os recomiendo, pero que no es apta para los niños más pequeños), es que puede aumentar la paranoia de muchos padres cuyos niños tardan en soltar los dientes de leche.

Uno de los niños protagonistas, probablemente mi personaje favorito (todo inteligencia, sobre todo emocional), comenta en uno de los primeros episodios la seria con toda naturalidad que tiene displasia cleidocraneal a los matones que pretenden hacerle bullying por tener aún dientes de leche.

¿Qué es eso de lo que habla Dustin? Porque la verdad es que no lo menciona más veces y en la serie se le ve tan estupendo que solo te quedas con su problema con la dentición.

image

La displasia o disostosis cleidocraneal implica mucho más que tardar en cambiar la dentadura. Este trastorno, que afecta efectivamente al actor Gaten Matarazzo, es una anomalía genética rara que en un tercio de los casos se produce de novo (aparece espontáneamente, sin que hubiera antecedentes), es una de las más antiguas que se conocen y lo de menos es de los dientes, afecta a las clavículas, la pelvis, el cierre de las fontanelas, la apariencia del rostro… Hay distintos grados y no hay tratamiento, sino un abordaje terapéutico que implica el trabajo conjunto de distintos especialistas.

Es estupendo que veamos cada vez más diversidad en las series y tratadas con esa normalidad. De hecho muchos afectados por el mismo síndrome están agradeciendo la visibilidad del trastorno y asegurando que es algo que les ayuda a muchos niveles, empezando por el personal.

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No culpes a los dientes de lo que le pasa a tu bebé

a00570180 180Julia y Jaime nunca fueron bebés que babearan mucho. A Julia la llamamos brevemente la marquesa de la babilla, enseguida pasó. Y al mismo tiempo enseguida les salieron los dientes sin dar nada de guerra, más allá de algún mordisco en la teta de la que se alimentaban claro. Julia fue algo más tempranera con los dientes, que comenzaron a asomar cuando tenía apenas cuatro meses. Jaime no tardó mucho más. Muy pronto ambos estaban llenos de dientecillos blancos.

«Claro, por eso no babean casi. Les salieron tan deprisa y tan pronto que no se enteraron. ¡Qué suerte!» era un tipo de comentario que he oído con frecuencia.

Mi sobrina, que tardó bastante en arrancar con los dientes, se ganó el apodo cariñoso de Lady Babas. Todo cuadraba: muchas babas era sinónimo de dientes pujando por salir. Si se metía el puñito en la boca y babeaba aún más era porque le estaban molestando muchísimo.

Lo cierto es que yo no tuve ocasión de culpar a los dientes de fiebres, mal carácter, mal dormir, culos irritados o riadas de babas. Si tenían algo de eso debía ser por otra cosa, los dientes ya estaban ahí.

La aparición de la primera dentición es la sospechosa habitual de cualquiera de estas cosas con origen incierto. ¡Qué manía tenemos los padres por querer dar explicación a todo!

Ya hace tiempo que descubrí por la pediatra Amalia Arce que los primeros dientes no son ni mucho menos el origen de todos los males infantiles, sino el chivo expiatorio. Os dejo parte del post en el que ejercía de abogada defensora de los dientes:

A los pobres dientes de forma milenaria se les ha atribuído toda serie de «maldades» que suceden en el primer año de vida. Recientes estudios publicados en revistas de prestigio como el que pueden consultar en Pediatrics desmienten toda la patología que se ha asociado por los siglos de los siglos a la dentición. La erupción dentaria es un proceso fisiológico y como tal en condiciones normales no tiene por qué originar patología.

Hoy Lucía, otra pediatra, aclara en un post de El club de las madres felices, una página que os recomiendo, que tampoco son los causantes de las babas.

Aquí tenéis parte de su explicación:

En el recién nacido, inicialmente la saliva aparece como consecuencia de la actividad de la glándula sublingual, pero es poca cantidad. No es hasta el 4º mes, cuando empieza a funcionar la glándula parótida, situada a ambos lados de la cara. Esta glándula es mucho mayor en tamaño por lo que la cantidad de saliva que de pronto comienzan a fabricar, es más que visible.

Por lo tanto cuando veas a tu bebé babeando a chorros ya sabes que sus glándulas parótidas están en pleno funcionamiento, y que no es debido a la erupción dental. El babeo es un proceso independiente de la dentición, sin ninguna relación pero con un desarrollo paralelo.

Además, a esta edad, los 4 meses, el reflejo de la deglución (tragar) es bastante inmaduro y no se realiza de una manera eficaz por lo que esto contribuye a que el exceso de saliva en la boca no sea deglutido frecuentemente y algunos niños babeen.

Ya sabéis, dejad a los dientes libres de culpa. Pobres, con lo bien que les van a venir luego.

* Foto: GTRES

¿Se deben arrancar los dientes de leche tambaleantes?

image A Jaime no le quitamos ninguno, se le cayeron solos que es la situación ideal. También es verdad que por su autismo él no nos contaba que se movían ni esperaba con ganas al ratoncito Pérez, pienso mientras veo a Julia tan dispuesta con su boca abierta como un pajarito en el nido.

– Ya lo tiene casi suelto, habría que quitárselo. A ver si se lo va a tragar o lo pierde durmiendo –

Julia seguía observando nuestro intercambio, sin gota de miedo y moviendo el diente prácticamente suelto con la lengua. Sólo colgaba ya de un hilito. Estaba casi completamente suelto.

– Vale, voy por la gasa –

Agarré el diente bien envuelto y prácticamente no tuve que hacer nada para tenerlo entre mis dedos. No hubo sangre, ningún problema. Y Julia saltando tan contenta queriendo ver el diente que haría venir por primera vez a casa al ratoncito Pérez.

Este fin de semana hemos perdido el segundo diente de la misma manera. Con cinco años, un poco pronto sí, a partir de los seis e incluso a los siete es lo más frecuente. En su clase sólo hay cuatro niños en el club de los mellados.

Os dejo parte de un texto de Wikihow sobre cómo proceder con los dientes de leche tambaleantes. Tal vez en el tercero, uno de los paletillos de arriba que también se mueve bastante, no sea necesario.

Deja que la naturaleza tome su curso. La mayoría de los doctores y dentistas recomiendan que los padres no intenten nada para acelerar el proceso natural.Los dientes que son extraídos demasiado temprano no servirán de guía para los dientes que saldrán en su lugar. Cualquier niño te dirá que es una opción innecesariamente dolorosa también.

Vigila el diente mientras se va aflojando. Asegúrate de que el diente y el área de la encía circundante se ve sana y no tiene caries ni infección. Si el diente tiene caries, tal vez requiera que se extraiga mediante cirugía en un consultorio dental.

En todo caso, aconseja a tu hijo que mueva los dientes, pero sólo con la lengua. No todos los padres deciden dar permiso al niño para mover los dientes, pero los que hacen posible que deseen instruir a su hijo a mover sólo con la lengua. Esto es por dos razones:

  • Mover con las manos puede introducir bacterias y suciedad en la boca, con el riesgo de infección. Los niños no son exactamente las criaturas más limpias del mundo, haciendo de esta una receta para la mala salud dental, además de la mala higiene.
  • La lengua generalmente es más suave que la mano. Los niños corren un mayor riesgo de sacar accidentalmente un diente antes de que esté listo cuando utilizan sus dedos para sacar el diente. Al mover el diente con la lengua reduce el riesgo debido a que la lengua no puede agarrar el diente de la misma manera que los dos dedos lo hacen.

Si el diente nuevo sale en una situación inesperada, ve a un dentista. Los dientes permanentes que salen detrás de los dientes de leche, es una condición reversible y común. Mientras el dentista quita el diente de leche y le da suficiente espacio para moverse en su posición prevista en la boca, no debería ser un problema.

Si el niño deja que el diente salga sin ayuda, espera ver muy poca sangre. Los niños que esperan la cantidad adecuada de tiempo para que su diente caiga (a veces de 2 a 3 meses), deberá tener muy poca cantidad de sangre.

Si cualquier movimiento del diente o jalarlo hace que broten cantidades excesivas de sangre, instruye al niño para detenerse; es más probable que el diente todavía no esté listo para ser extraído, y no debe ser agravado aún más.

Si el diente sigue flojo pero no es extraído después de 2 a 3 meses, ve al dentista. Un dentista podrá administrar analgésico tópico y extraer el diente con los instrumentos adecuados.

A punto de recibir la visita del ratoncito Pérez

Una niña que también ha recibido al ratón Pérez (GTRES).

Una niña que también ha recibido al ratón Pérez (GTRES).

Ayer llegó Julia del cole «muy emocionada». Contentísima, me dijo que uno de sus dientes se movía. Abrió la boca y me enseñó como, efectivamente, uno de sus dientecitos inferiores se tambaleaba bastante.

«Ya soy muy mayor, se me va a caer un diente». Fue el tema del día, se lo contó a su prima y a su tía cuando fuimos a clase de inglés, quiso llamar a los abuelos para decírselo y antes de dormirse me estuvo contando que le gustaba moverlo con la lengua, pero que no iba a arrancarlo, que quería que se cayera solo, que si había sangre no se iba a asustar porque había visto sangre cuando a su amigo Marcos le cayó un diente y sabía que no pasaba nada y que dos amigos de su clase ya habían perdido dientes, así que sería la tercera, sólo que una fue por un golpe y aún no había salido el diente nuevo, así que tal vez no contaba y ella era la segunda. Está muy preocupada por si se le cae sin darse cuenta y lo pierde. ¡Hay que ponerlo bajo la almohada para que venga el ratoncito Pérez!

Fue el tema del día.

Julia tiene cinco años y tres meses largos. Está ya dentro del rango de edad en el que los niños entran en esa fase de cambio de dentición, aunque es cierto que está siendo de las primeras. A Jaime, que tiene el mismo tipo de dientes pequeñitos, se le cayó su primer diente justo un año después, cuando tenía seis años y tres meses. Y la circular del cole avisando de que se acercaba el fenómeno llegó cuando tenía cinco y medio.

Y no tengo clara la razón por la que ese momento llega antes o después, ayer me comentaba mi cuñada que tal vez tendría que ver si les habían salido los dientes de leche antes o después. Puede ser: Julia tenía apenas tres meses cuando apareció su primer diente, Jaime siete. A mí me salieron con dos meses.

Yo soy perfectamente capaz de recordar cuando era niña y los dientes se movían dentro de la boca, era irresistible andar jugando con la lengua hasta que caían sin traumas. También recuerdo que había una monja en mi colegio que debía encontrar un placer extraño en arrancar dientes infantiles. En cuanto localizaba una pieza móvil sacaba un pañuelo blanco, envolvía el diente y lo quitaba. Yo, y no era la única, siempre procuraba que no se enterase. Había trucos caseros, como morder manzanas o atar los dientes a las puertas.

Con lo fácil que es dejar que caigan solos. Jaime ha perdido ya un buen número de dientes de leche sin el menor problema.

¿A qué edad se estrenaron vuestros niños en el club de los mellados?

Un modo infalible para lograr que nuestros niños se laven los dientes

Los pequeños héroes de la infancia también ayudan.

Los pequeños héroes de la infancia también ayudan.

Se lo repetimos a nuestros niños sin parar, en casa, en el colegio, en series de televisión… Es importante lavarse los dientes, de no hacerlo salen unos agujeros en los dientes que duelen mucho. Para motivarles les compramos cepillos de dientes y tazas de enjuague con sus personajes favoritos como la que véis de Pocoyo o pastas coloridas que parecen chuches.

Pero es una de esas labores que invitan al escaqueo. Ya sea porque se están quedando dormidos, porque vamos con prisa, por estar en casa ajena… al final es una excepción demasiado frecuente que sea algo que se pase por alto y la consecuencia es que los niños deducen que no es algo tan importante, algo imprescindible. Nuestras palabras dicen que sí, pero el día a día dice que no. Si encima los adultos no damos ejemplo, la guerra es fácil que esté perdida.

Pues he encontrado un modo infalible de interesarles por el cepillado diario, de transmitirles la importancia del cuidado de los dientes. Lo he probado con varios niños y todos quedan fascinados.

Hablo de una magnífica serie de nuestra infancia: Érase una vez la vida. Creo que es imposible no conocerla, su sintonía reside en el fondo del cerebro de todos los que nacimos en los años 60 y 70. Puede que incluso en los 80. Julia, su prima y varios amigos han visto bastantes episodios, pero el que más les fascina a todos es el de La boca y los dientes, junto con el de La piel.

Viéndolo tienen clarísima la importancia del cepillado de dientes. Algo trascendental en niños con autismo, como Jaime, que si tienen que pasar por el dentista es fácil que tengan que someterse a anestesia general y con los que un dolor de muelas puede pasar desapercibido ya que no pueden hablar e indicarnos dónde les duele.

El primer diente de leche que se tambalea

Jaime está a punto de entrar en el club de los mellados. Ayer mientras cenaba noté que uno de los dientes frontales de abajo estaba demasiado separado de el de al lado. Se lo toqué y se movió ligeramente bajo la yema de mi dedo. Es decir, que mi niño dorado va a entrar en el club de los mellados a los seis años y tres meses.

Ahora a ver cuánto tarde en caerse de verdad. No voy a interferir, lo tengo claro. Lo arrancar dientes de leche me parece mala idea, a menos que ya estén colgando de un hilito. Ayer hablándolo con unos amigos, padres más recientes que nosotros, que estaban en casa de visita, uno de ellos comentaba que no recordaba la caída de sus dientes de leche. Yo sí me acuerdo de algunos, de la sensación de empujar el diente medio desprendido con la lengua.

Inauguramos la fase del ratoncito Pérez, que esa es otra. Ya me habéis recomendado en Facebook que tenga siempre a mano el regalito, que tienden a caer de noche durante la cena o el cepillado de dientes y es fácil encontrarse sin nada a mano para darles. Otra amiga me contaba que les cambia bastante la carita cuando mudan los dientes. Siempre hay que hacer caso de las madres más veteranas en cosas así.

He buscado el texto que dejé aquí cuando, a principios del curso pasado, ya nos hablaron en el colegio de que se avecinaba la caída de los dientes de leche. Aquí os lo dejo:

Aquí y aquí hay un par de artículos interesantes sobre el club de los mellados en Bebesymas.com. Os dejo un fragmento de uno de ellos:

En general, será a partir de los cinco años y medio cuando empieza un largo proceso de caída y renovación de dientes. Es habitual que a partir de los cinco años empecemos a notar que algún diente se mueve y, en un momento dado, caerá el primer diente. Ha empezado el camino hasta lograr la dentadura definitiva.

Existen 20 dientes temporales o “de leche”. Los momentos de exfoliación o caida de cada diente son aproximados, ya que puede haber variaciones debido a genética u otros motivos. Los dientes inferiores, que probablemente fueron los primeros en aparecer, también suelen ser los que antes caen.

* Dientes de leche inferiores. Los incisivos centrales suelen caer hacia los cinco años y medio o los seis años de edad. Los incisivos laterales a los seis años y medio. Los caninos y el primer molar hacen el cambio hacia los nueve años y medio. Finalmente, los segundos molares caen a los diez años y medio.

* Dientes de leche superiores. En general,éstas suelen ser las fechas: incisivos centrales e incisivos laterales a los seis años y medio. Los caninos a los diez años y medio. Primeros molares a los nueve años y medio. Segundos molares a los diez años y medio.

A punto de formar parde del club de los mellados

Jaime tiene cinco años y medio y no hace mucho llegó con una circular del cole. Al principio creí que era el papel periódico de «¡Cuidado, piojos sueltos!» que mandan dos o tres veces al año (de momento siempre se ha librado por suerte).

Pero no. En esta ocasión se titulaba «El club de los mellados» y nos explicaba a los padres que, a partir de ahora, en cualquier momento, pueden empezar a cambiar los dientes de leche.

Es curioso, pero por los padres veteranos con los que he hablado no recuerdan bien cuándo comenzó ni cuánto duró el proceso de perder dientes de leche de sus hijos. Es más fácil que recuerden con cuántos meses salió el primer diente de leche, pero la sustitución por la dentición definitiva no parece que merezca tanta importancia a nuestra memoria.

Yo, aunque recuerdo la sensación de perder dientes (esa lengüita trasteando con el diente colgando apenas de un par de puntos) y al ratoncito perez, no sé a qué edad perdí mi primer diente de leche. Pero sí con cuantos meses me salió el primero.

Y no vendría mal saberlo, ya que es algo hereditario. Así podría calcular más o menos cuándo puede tocarles a Julia y Jaime.

Lo que tengo claro es que no habrá cordeles atados a puertas.

Aquí y aquí hay un par de artículos interesantes sobre el club de los mellados en Bebesymas.com. Os dejo un fragmento de uno de ellos:

En general, será a partir de los cinco años y medio cuando empieza un largo proceso de caída y renovación de dientes. Es habitual que a partir de los cinco años empecemos a notar que algún diente se mueve y, en un momento dado, caerá el primer diente. Ha empezado el camino hasta lograr la dentadura definitiva.

Existen 20 dientes temporales o “de leche”. Los momentos de exfoliación o caida de cada diente son aproximados, ya que puede haber variaciones debido a genética u otros motivos. Los dientes inferiores, que probablemente fueron los primeros en aparecer, también suelen ser los que antes caen.

* Dientes de leche inferiores. Los incisivos centrales suelen caer hacia los cinco años y medio o los seis años de edad. Los incisivos laterales a los seis años y medio. Los caninos y el primer molar hacen el cambio hacia los nueve años y medio. Finalmente, los segundos molares caen a los diez años y medio.

* Dientes de leche superiores. En general,éstas suelen ser las fechas: incisivos centrales e incisivos laterales a los seis años y medio. Los caninos a los diez años y medio. Primeros molares a los nueve años y medio. Segundos molares a los diez años y medio.

Llegaron los mordiscos

Pues sí, ya están aquí. Espero que no para quedarse. Al menos con su hermano fueron pocos y no duraron mucho.

Julia ya tiene siete meses y diez días. Cuenta con tres dientes abajo y están a puntito de brotarle los dos de arriba. Y ha empezado hace un par de días a probar a morder el pecho mientras mama.

No lo hace muy fuerte. Va a cámara lenta, así que es mas molesto que doloroso. Parece estar tanteando un terreno que sabe peligroso. Pero me consta que hay bebés menos delicados.

En cuanto veo que va por ese camino le digo «no» y aparto el pecho. El primer día parecía hacerle gracia. Ayer en cambio hacía un poco de pucheros, muy sentida ella.

Cuando das el pecho, antes o después, el bebé prueba a mordisquearlo. Al menos ha sido así en todos los casos que yo conozco.

Y en todos los casos que conozco, ni ha llegado la sangre al río ni han sido más de unos pocos días de intentonas.

Con un poco de paciencia de sus madres los bebés pronto comprendieron que no era algo que convenía hacer y nunca lo repitieron cuando eran mayores y tenían más dientes.

¿Esa ha sido también vuestra experiencia?

El cuidado de los primeros dientes

Ya os dije hace unos meses que Julia andaba ya peleándose con los dientes. Le están dando un poco más de guerra que a su hermano, pero afortunadamente están saliendo sin excesivos problemas uno detrás de otro.

A sus seis meses ya tiene tres abajo y uno a punto de romper arriba. Está más mordedora y babosa.

Y coincide que tiene el culete un poco irritado, algo que mi madre se empeña que está relacionado, aunque yo no acabo de ver qué tienen en común los dientes de leche con el culo.

El problema es que uno de los de abajo está pelín torcido. He leído que con los dientes de leche no es problema, que la encía tiene espacio suficiente para que se acaben colocando, pero tengo pendiente consultárselo a mi pediatra.

Buscando por la Red he dado con un artículo sobre dientes de bebés que en algunas cosas me parece muy acertado y en otras un poco exageradas, sobre todo las referentes a higiene dental.

Al menos yo no las he cumplido.

Una vez que el niño ha nacido, después de cada toma, o al menos una vez al día, antes de acostarle, limpie sus encías y la lengua con una gasa humedecida, para así arrastrar los restos de leche o de cualquier otro alimento. De esta forma, se fortalecen las encías y se elimina la placa, bacterias y ácidos responsables de las caries.

Tras el primer diente aparecen otros tantos y para cuidarlos adecuadamente hay que recurrir, cuando el niño cumpla su primer año, a un cepillo de pequeño tamaño y suaves filamentos. Cuando hayan nacido todos los dientes, lo ideal es que se cepillen durante al menos dos minutos y como mínimo dos veces al día, especialmente después de cada comida y siempre con un cepillo adecuado a la edad del niño. Si hay un cepillado que nunca se debe olvidar es el último del día, tras la cena. Durante la noche la boca tiene menos saliva por lo que los restos de alimentos están en contacto con los dientes más tiempo, una circunstancia propicia para que aparezca la caries.

No se olvide enseñarle a usar el hilo dental cuando los veinte dientes de leche ya estén fuera, pero no sin antes pedir a su dentista que le aconseje sobre cómo utilizarlo.

Lo ideal es llevar al niño a la consulta del odontopediatra, dentista especializado en el cuidado de los dientes del niño, cada seis meses si no hay nada que enturbie la salud buco-dental del pequeño y cada tres meses o una vez al mes si existe algún problema. Con estos plazos, el especialista puede detectar a tiempo posibles problemas, corregirlos antes de que se desarrollen y aconsejar a los padres el mejor cuidado preventivo que existe para hacerles frente. El niño acatará como algo normal la visita al dentista y será más fácil que siga con esta costumbre el resto de su vida.

Todo parece apuntar a que el niño está listo para estrenarse en la consulta del dentista una vez que ha cumplido los seis meses de vida y siempre antes de su primer cumpleaños. El niño verá como algo normal la visita al dentista y será más fácil que siga con esta costumbre el resto de su vida.

Mi peque se cepilla ya con agua y pasta de dientes. De hecho es algo que le encanta. Muchas veces cuando sólo toca lavado de manos quiere cepillarse los dientes.

Pero ni ha visitado al dentista, ni le he enseñado a usar el hilo dental.

Y ni con él ni con Julia se me ha pasado por la cabeza limpiarles las encías con una gasa desde recién nacidos.