Ignoro por completo cuándo se inventó la primera bandera, si es que existió un momento histórico discernible para tal aportación. Pero no hay que ser un experto en vexilología –la disciplina académica que estudia las banderas– para imaginar que las primeras, tal cual hoy las entendemos, derivaron a partir de los estandartes militares, como la famosa águila romana o el dragón de los sármatas, el pueblo que pudo inspirar la leyenda del rey Arturo.
Y de ello se desprende algo innegable: si las banderas sirven para aglutinar a las masas en torno a un símbolo identificativo, siempre es a través de la diferencia o la oposición con otras masas, que antiguamente se congregaban en el extremo opuesto del campo de batalla. Es decir: una bandera no sirve solo para expresar lo que soy, sino también lo que no soy, y por eso llevan implícita la confrontación. No hay que ser un genio para encontrar la aplicación de esto en el país que pisamos. Y esta, ya lo dejo caer, es la razón por la cual este que suscribe no es aficionado a las banderas. A ninguna. Porque tampoco lo soy a sus significados. A ninguno. Y por si alguien discrepa de las connotaciones belicosas de las banderas, que piense en cuál ha sido tradicionalmente la bandera del «vamos a no hacernos daño»: la blanca. O sea, la no-bandera. La bandera de renuncia a la bandera.
Dado que las banderas siempre tienen este componente de «oye, mira lo que soy y que me diferencia de ti», encuentro de lo más absurdo que se plantee la idea de crear una enseña del planeta Tierra. Lo que nos faltaba: preparar el símbolo diferenciador cuando aún no hay nadie de quien diferenciarnos; pero por si acaso algún día llegara a haberlo, ya tendríamos unos colores con los cuales dejarles claro que somos diferentes, ellos y nosotros, no vayan a pensar otra cosa. Así, incluso si vinieran en son de paz, desde el primer momento dispondríamos de un adecuado emblema que interponer entre ellos y nosotros.
Todo lo cual viene al caso de una nueva pretensión de establecer una bandera terrícola. No es la primera, ni será la última. Como se puede comprobar en la galería que dejo aquí, extraída directamente de ningún otro lugar que la Wikipedia, anteriormente se han lanzado varias propuestas, a cual más peculiar. El nuevo intento es obra de un estudiante de diseño del Beckmans College de Estocolmo (Suecia), que ideó la iniciativa como proyecto de graduación. Y desde luego, no sé si Oskar Pernefeldt, que así se llama el alumno, tendrá talento para el diseño; pero no cabe duda de que tiene un brillante futuro en el marketing viral, porque su idea se ha contagiado como la erisipela.
Según explica Pernefeldt en la web de su proyecto, su bandera consiste en un campo azul, representando el agua de los océanos de la Tierra, sobre el cual se imprimen siete anillos blancos (o de plata, según la descripción) entrelazados de manera que en el centro dibujan una flor como emblema de la vida en este planeta. El entrelazamiento se refiere a cómo todas las cosas de esta roca mojada están vinculadas entre sí de una u otra manera. Los anillos exteriores, prosigue el diseñador, dibujan un círculo que evoca el globo terrestre, y el fondo azul puede también simbolizar el universo.
Con su diseño, Pernefeldt quiere recordarnos que todos compartimos este planeta sin importar las fronteras nacionales, y que deberíamos cuidar de él y de nuestros semejantes. La aplicación primaria imaginada por el autor de la bandera es el empeño, si es que llega, de poner el pie en otros planetas; una empresa que los humanos, afirma Pernefeldt, abordarán más que como representantes de sus países, como emisarios de la Tierra. El autor del proyecto propone su bandera para que adorne la superficie de Marte en las futuras misiones tripuladas. Quién sabe; de momento, ha logrado una enorme repercusión en la red.
Lo que me pregunto es por qué se asume que los futuros exploradores de Marte deberían plantar una bandera. Cuando se hizo en la Luna en 1969, fue en el contexto de una competencia inmersa en una guerra larvada entre dos potencias rivales y antagónicas. El bando contrario al triunfador habría hecho lo mismo de haberlo conseguido primero. En mi última novela, Tulipanes de Marte, la misión se concebía con un perfil muy bajo en simbología, y con referentes tan alejados como fuera posible de toda influencia cultural concreta, porque solo de esta manera podría una expedición a otro planeta involucrar al ser humano exclusivamente por su condición de ser humano.
En cambio, la bandera de Pernefeldt tiene claros referentes. A algunos les recordará a la enseña de Naciones Unidas, lo cual puede interpretarse como una virtud o un defecto, según cada cual. Quizá haya quien vea en ella más un logotipo que una bandera, más adecuado para encastrarlo en la parrilla delantera de un automóvil que para hincarlo en el suelo de un territorio inexplorado. Y como a cada uno le cuelgan sus particulares deformaciones profesionales o personales, a mí me ha asaltado el recuerdo del símbolo internacional de riesgo biológico. Lo cual, bien mirado y tristemente, tal vez no andaría muy desencaminado como emblema terrícola.
Pero no se lo pierdan; tal vez lo más irónico es que, en realidad, Marte ya cuenta con su propia bandera. Como lo leen: en 1999, un ingeniero de la NASA comisionado por la Mars Society diseñó una enseña tricolor que no solo ondea ya en algunas bases terrestres dedicadas a la investigación sobre Marte, sino que incluso voló al espacio en uno de los transbordadores estadounidenses. Tal es la pulsión del ser humano por las banderas que incluso las crea como representación de lugares que ni siquiera ha pisado. Así que, como alguien pretenda clavar la bandera terrícola en suelo de un planeta que tiene la suya propia, ya la vamos a tener liada.
No estoy nada de acuerdo con el autor de este articulo. En mi opinión si veo necesario la creación de una bandera que nos represente a todos. Porque aunque tengamos culturas diferentes y colores de piel diferentes somos todos del mismo planeta y somos seres humanos. Hay que dejar de pensar ya como individuos y empezar a pensar como especie. Con la cantidad de avances científicos y técnicos que se han producido hay que empezar a dejar de pensar en el espacio y otros planetas como algo lejano que no nos incumbe. Hay mucho mas mundo fuera de esa burbuja en la que estamos todos inmersos (que la crisis, que las copillas en el bar con los amigos, que las cenas familiares, que el trabajo, etc…)
24 mayo 2015 | 15:00
Igual que Jose estoy totalmente en desacuerdo con el autor, como bien dice en su artículo, las banderas unen y separar claro está, pero eso es cuando se refieren a países completos, es decir ciertos grupos de humanos, esta bandera, por el contrario representa la unión de todos esos grupos, de todos los países, de la humanidad por lo que como de momento no hemos encontrado vida inteligente (y dudo que lo hagamos en mucho tiempo), esta bandera no puede representar diferencias ya que todo ser viviente conocido estaría representado por ella. Yo también odio las banderas, odio el nacionalismo y si fuera por mí no habría ninguna. Pero ya que se hace una para representarnos a todos aprovechemos la oportunidad, quizás algún día todas las demás no tengan sentido.
24 mayo 2015 | 15:51
Sí por favor, necesitamos más iconos idiotas para todos los tontosdelculo del «soy ciudadano del mundo», «mi patria es la libertad» y el «blancos racistas de mierda» siendo ellos más blancos que la leche.
25 mayo 2015 | 07:50
Nota para el autor: Esto no va de otros planetas sino del nuevo orden mundial, necesitan una bandera y poner directamente la de israel habría quedado muy cantoso.
25 mayo 2015 | 07:52
Si cada cual tuviese una bandera, la mía sería un libro y una rosa con un corazón herido por una flecha de amor Universal
Clica sobre mi nombre
25 mayo 2015 | 08:48
porque no el agujero de un culo
25 mayo 2015 | 12:39
¿Estrellas de seis puntas?. ¿Todavia más de ese espantoso sionismo supremacista?. No por favor.
28 mayo 2015 | 03:14
Ni estrellas de cinco puntas tampoco. Una adaptación cutre sionista para los goyim. No más estrellas por favor. que las quiten todas, lo unico que hacen es llenarlo todo de histéricos ángulos y crear división. Han demostrado ser más violentos y criminales tanto o más que esos de la leyenda negra de la inquisición que tanto les gusta propagar.
Sí, colocar la usana habría quedado muy cantón y la de israel todavia más, aunque eso es lo que debían tener en mente.
Además, con toda probabilidad no necesitamos ninguna bandera.
28 mayo 2015 | 03:31
jrol, toda la razón.
28 mayo 2015 | 03:35
¿por qué no un plátano?.
Seguramente no necesitamos más banderas, y desde luego no con estrellas.
28 mayo 2015 | 03:46
Como siempre he visto a la humanidad como un virus en este planeta, cuya mision como la de cualquier virus que invade y ataca a un organismo es intentar medrar a cualquier precio y hasta acabar con quien lo aloja, creo que una bandera que nos represente deberia contener un simbolo parecido al veneno.
06 junio 2015 | 21:29