Suspense en el espacio: seguimos sin saber lo que no sabíamos

Este año 2016 está comenzando como un auténtico thriller espacial. Hace unos meses, cuando hablé con varios astrónomos a propósito de la interminable y siempre infructuosa búsqueda del llamado Planeta X, me quedó orbitando la sensación de que el asunto estaba cristalizando en algo serio.

Ilustración tentativa del hipotético Planeta Nueve. Imagen de Caltech/R. Hurt (IPAC).

Ilustración tentativa del hipotético Planeta Nueve. Imagen de Caltech/R. Hurt (IPAC).

El Planeta X, recuerdo, es ese presunto objeto (u objetos) de gran tamaño que supuestamente podría estar girando alrededor del Sol en una órbita inmensamente lejana,  en otra escala diferente a la que hasta ahora hemos manejado con nuestros viejos y familiares ocho planetas (más un explaneta). Las hipótesis se estaban concretando, lo que no podía existir se estaba definiendo, y lo que quizá sí existiera estaba tomando forma.

Después de décadas en las que la hipótesis del Planeta X fue casi uno de esos expedientes que se designan con esa misma letra, debido a que las teorías anteriores se habían dado de morros, algunos astrónomos parecían más inclinados a relajar ese esfínter mental por el que a uno le entran las ideas, o no le entran.

Y tal vez no se debe solo al descubrimiento reciente de los objetos transneptunianos cuyas órbitas piden a gritos un (o dos) Planeta X. También el conocimiento de los sistemas extrasolares ha abierto la mente de los científicos a otra realidad: muchos de esos vecindarios descubiertos hasta ahora cubren rangos muy amplios de distancias orbitales, como una gran ciudad que extiende su influencia hasta localidades situadas a varias decenas de kilómetros. Para otros soles, hemos podido conocer esta circunstancia porque contamos con la perspectiva que da la lejanía. Pero para nuestra propia ciudad estelar, y encerrados en nuestro casco urbano, hasta hace unos años no hemos empezado a descubrir la periferia.

Nadie puede decir ahora si el Planeta Nueve, tal como ha sido propuesto esta semana por los astrónomos de Caltech Mike Brown y Konstantin Batygin, existirá realmente o será una más de las ideas que en su momento parecían buenas. Quedan por delante años de rastreo con los telescopios que podrían no descubrir nada. Pero si este fuera el caso y aparecieran nuevos objetos transneptunianos que siguieran ajustándose al modelo diseñado por los dos científicos, seguiríamos mordiéndonos las uñas.

Órbitas de objetos transneptunianos (morado), el hipotético Planeta Nueve (naranja) y de nuevos objetos transneptunianos de órbitas perpendiculares (azul). Imagen de Caltech/R. Hurt (IPAC).

Órbitas de objetos transneptunianos (morado), el hipotético Planeta Nueve (naranja) y de nuevos objetos transneptunianos de órbitas perpendiculares (azul). Imagen de Caltech/R. Hurt (IPAC).

Pero aunque el Planeta X, o Nueve, no es menos fantasma hoy de lo que lo era hace una semana, hay un indicio que ha entusiasmado a los expertos, y es el hecho de que la simulación haya predicho la existencia de cuerpos que no se incluyeron como condiciones del modelo, pero que existen. Explico: para construir su Sistema Solar virtual en el ordenador, Brown y Batygin incluyeron las órbitas de seis objetos transneptunianos ya conocidos, y luego comprobaron que estas condiciones eran compatibles con la existencia del Planeta Nueve tal como lo han definido. Pero entonces se encontraron con la sorpresa de que el modelo predecía la existencia de otros objetos de órbitas perpendiculares al plano de los planetas. Y lo cierto es que en los últimos años se han descubierto cuatro de estos.

La estrella misteriosa, KIC 8462852, en infrarrojo (izquierda) y ultravioleta (derecha). Imagen de IPAC/NASA.

La estrella misteriosa, KIC 8462852, en infrarrojo (izquierda) y ultravioleta (derecha). Imagen de IPAC/NASA.

Por otra parte está el asunto de la estrella KIC 8462852, esa cuyo brillo extrañamente fluctuante insinuó, a ojos de algunos científicos, la posibilidad de que hubiéramos dado al fin con una estructura de tecnología avanzada alienígena que estaría ocultando parcialmente el resplandor. Esta expectativa se desinfló cuando los estudios posteriores (uno, dos, tres) favorecieron la hipótesis de que eran los fragmentos de una familia de cometas los que bloqueaban la luz de la estrella, como inicialmente habían sugerido los autores del hallazgo.

Y ahora que ya estábamos cómodamente instalados en la hipótesis del fenómeno natural, viene Bradley Schaefer y la desmonta. A este astrónomo de la Universidad Estatal de Luisiana se le ocurrió hacer algo de arqueología astronómica; el archivo de placas fotográficas del observatorio de Harvard conserva medio millón de imágenes de todo el cielo desde 1890 hasta 1989. Schaefer buscó en el archivo los retratos de KIC 8462852 en todo el período histórico y analizó la evolución de la luminosidad de la estrella durante ese siglo. Y descubrió algo insólito: en esos 99 años, KIC 8462852 perdió un 20% de su brillo.

Schaefer razona que ambos fenómenos, la atenuación periódica y la progresiva a largo plazo, deben de obedecer a una misma causa. Y haciendo unos cuantos cálculos, descubre que para justificar esa pérdida de la quinta parte de su luminosidad deberían haber pasado por delante de la estrella 648.000 cometas gigantes, cada uno de 200 kilómetros de diámetro. Como comparación, en su estudio Schaefer recuerda que el mayor cometa conocido en nuestro Sistema Solar, el Hale-Bopp, mide 60 kilómetros. Y concluye:

No veo cómo es posible que existan 648.000 cometas gigantes alrededor de una estrella, ni que tengan sus órbitas orquestadas como para pasar todos por delante de la estrella durante el último siglo. Así que tomo esta atenuación de un siglo como un potente argumento en contra de la hipótesis de la familia de cometas.

Así pues, ¿volvemos a los aliens? Schaefer no lo cree, y lo cierto es que, si la causa del bloqueo fuera una megaestructura de ingeniería, esta debería irradiar al exterior un exceso de calor detectable en forma de infrarrojos. Sin embargo, la observación de la estrella en infrarrojos no ha detectado nada inusual. Y como ya conté aquí, no se han captado señales de radio que pudieran revelar la presencia de una civilización. En diciembre se confirmó que tampoco se detectan pulsos de láser procedentes de KIC 8462852; los astrónomos piensan que esta podría ser otra manera alternativa de enviar mensajes a través del espacio desde unos planetas habitados hacia otros.

¿Qué nos queda? Esperar. Es probable que a lo largo de este año recibamos nuevas noticias del espacio. De momento, ya sabemos lo que no sabemos.

5 comentarios

  1. Increible, no me lo puedo creer que eso es real, desde hace muchos años he visto que los internautas estan intendado hacer eso y por fin lo han logrado, muy bien, todos mis respectos.

    23 enero 2016 | 00:46

  2. Dice ser Fran

    Borrad el comentario #1 del spammer que no dice nada con sentido pero bien que pone el enlace a su tienda. ¿Acaso se cree que la gente es imbécil? Espero que le hagan un DDoS al dominio, por gilipollas.

    Volviendo al tema que nos ocupa, imaginemos los finales del siglo XVIII cuando Herschel descubrió Urano gracias a los avances en la óptica de los telescopios. Su periodo orbital es de 84 años, así que si fue descubierto en 1781, la anterior vez que había pasado por ese punto fue en 1697, siendo observado pero sin relevancia importante.

    Dos pasos antes, en 1613 con el telescopio recién inventado por los avances de los ópticos holandeses, todavía teníamos a Galileo condenado por la Inquisición italiana por su defensa del heliocentrismo, como para ponerse a hablar de más planetas en el hipotético caso de que hubiese sido visible con los rudimentos de la época.

    Tras su descubrimiento, Urano solo ha vuelto a pasar otras dos veces por el mismo punto, y de no ser por el avance tecnológico podría perfectamente habérsenos pasado de largo. Luego Neptuno fue descubierto oficialmente en 1846 y su periodo orbital es de casi 165 años, lo que significa que apenas en 2011 ha pasado un año neptuniano desde entonces.

    El periodo orbital de Plutón es de 248 años, el de Haumea también 248 años, el de Makemake 310 años, el de Eris 557 años… si se ha calculado que la órbita de Sedna es de 11400 años (cuando se descubrió en 2003 estaba «cerca» de su perihelio que sucederá en 2075, pero podría haber estado perdido otros diez mil años más), la cantidad de objetos que están fuera de nuestra vista actual puede ser inmensa.

    23 enero 2016 | 03:00

  3. Dice ser cuando los ojos ven diferente

    Cuando cursaba EGB (Educación General Obligatoria) hace y aun tiempo, recuedo que me mostraron en Sistema solar, Una vez en casa me preguntaba por qué no podía haber más planetas fuera de ese plano. Arriba, abajo, perpendicular. Más adelante vi la figura de un átomo, electrón, protón y neutrón, y lo identifiqué mejor con mi idea de Sistema Planetario. Tampoco quise comerme la glotonería del agujero negro. Todo lo que comemps lo expulsamos, de algún otro modo, y un objeto másico siempre tiene el límite de presión contraria que lo diluya, implosione o expanda. El Universo, otro gran enorme verso, inverso en tiempo y espacio. Tiempo y espacio… como si fueran ambos necesarios… o existentes de por sí.
    Extraordinario hallazgo, Espero, por bien de mi inocente quimera, no sea el único por venir. Cuando los ojos se abren viendo diferente pueden ver aún más que el má spotente telescopio.

    23 enero 2016 | 20:14

  4. Dice ser José Luis Blanco Coli

    No es posible.Esa noticia es fruto de unos astrónomos hooligans imprudentes e ignorantes, sólo para hacerse notar. Lo mismo que muchos que han escrito aquí, apoyando esa descabellada posibilidad, desprestigiando a los que opinamos con razones científicas la imposibilidad de ese planeta, por que los indicios que se utilizan para darles crédito no son correctos, ni confirmados, siendo sólo suposiciones sin ningún rigor astronómico serio.

    24 enero 2016 | 08:49

  5. Dice ser Fran

    José Luis: ¿De qué hablas? ¿Qué muchos han escrito aquí? ¿Qué has razonado tú científicamente? No veo ninguno de tus argumentos que demuestren las inestabilidades de las órbitas de cuerpos del cinturón de Kuiper. Porque vamos, tras Plutón ya se conocen unos 200 planetoides.

    25 enero 2016 | 02:43

Los comentarios están cerrados.