La ciencia del tiempo en ‘El Ministerio del Tiempo’

No veo mucha televisión –exceptuando cine, pero eso no es televisión–, y por tanto la mayoría de las series de las que todo el mundo habla me resultan desconocidas. Pero de vez en cuando, algún argumento me llama la atención por lo inusual y no puedo resistirme a la curiosidad de comprobar cómo los guionistas han desarrollado la idea. Me ha ocurrido con El Ministerio del Tiempo, serie de Televisión Española creada por los hermanos guionistas Pablo y Javier Olivares (el primero, según he sabido, tristemente fallecido antes de verla estrenada) que está cosechando abundantes elogios, a los que me sumo.

emdtNo voy a hablar aquí del trabajo de los actores, la ambientación, el vestuario o los efectos digitales, todo ello digno de aplauso pero fuera del alcance de este blog. Lo que me interesa comentar es el concepto del tiempo que se plantea en la serie y cómo se maneja de forma diferente que en otras fantasías sobre viajes temporales, lo que, ignoro si de forma deliberada o no por los creadores de la serie, entronca con una teoría filosófica minoritaria pero muy jugosa.

La idea más común en las fantasías de desplazamientos temporales es aquella en la que el viajero tiene un control omnisciente: puede fijar su destino en el dial o la pantalla de una máquina y aparecer en el momento del tiempo que le interesa. El ejemplo más conocido es el de la obra que encabeza este subgénero en la literatura, La máquina del tiempo de Herbert George Wells (1895). El autor británico introducía en su novela el concepto del tiempo como una cuarta dimensión, una visión que realmente no inventó –ya aparecía, por ejemplo, en la mecánica de Lagrange– pero en la que se anticipó a Minkowski y a Einstein.

La máquina de Wells era una especie de coche en la cuarta dimensión, que permitía desplazarse en el tiempo como lo hacemos cada día en los tres ejes del espacio. Así, el viajero es capaz de romper por completo la linealidad cronológica y moverse a voluntad a lo largo del eje temporal, como quien rebobina una cinta o la hace avanzar, por lo que puede regresar a su momento de origen sin que se note su ausencia. Tras sus varios viajes por el tiempo, en los que ocupa un largo período, el protagonista vuelve a su laboratorio tres horas después del momento de su partida.

La misma idea aparece en el que es probablemente el ejemplo más popular en el cine, Regreso al futuro. Marty McFly y Doc Brown pueden fijar el destino del viaje en el reloj digital del cuadro de mandos del DeLorean, y el coche les lleva al momento deseado. Justo cuando Marty escapa a 1955, Doc cae abatido por los terroristas libios a los que el científico ha robado el plutonio para alimentar el condensador de fluzo. Después de su larga estancia en 1955, Marty regresa a 1985 diez minutos antes de su marcha al pasado, a tiempo para llegar a ver cómo Doc es tiroteado de nuevo.

Son muchas más las novelas y películas que aplican este modelo de viaje temporal, según el cual es posible moverse en el tiempo adelante y atrás sin límites, y ajustar el momento de regreso de manera que la ausencia del viajero en su época original sea tan breve e inadvertida como él desee. En cambio, un planteamiento diferente es de la película de Shane Carruth Primer (2004), que comenté aquí el año pasado.

En Primer, alabada por la calidad de su ciencia-ficción y convertida en película de culto, la máquina del tiempo –la caja— funciona invirtiendo el curso normal del reloj. Es decir, que cuando uno de los personajes entra en la caja y espera allí seis horas, emerge de ella seis horas antes del momento en el que entró. Los viajeros no surfean a voluntad por las épocas como en La máquina del tiempo o Regreso al futuro, sino que siempre retroceden el mismo tiempo que esperan dentro de la caja; como consecuencia, durante ese período –en el ejemplo, seis horas– conviven dos versiones distintas del mismo personaje, la que sale de la caja y la que entrará en ella después.

Algunos de los protagonistas de 'El Ministerio del Tiempo'. Imagen de rtve.es.

Algunos de los protagonistas de ‘El Ministerio del Tiempo’. Imagen de rtve.es.

Esta idea de que el tiempo discurre de forma natural durante el viaje (en Primer, hacia atrás), a diferencia de la idea de Wells, nos acerca al concepto en el que se basa El Ministerio del Tiempo. La premisa de la serie, tan brillante como atractiva, es así: durante siglos, el gobierno español ha mantenido en secreto un edificio cuyos sótanos esconden una red de pasillos flanqueados por infinidad de puertas. Cada una de ellas conduce a un momento histórico previo al actual en un lugar concreto. Por ejemplo, una puede llevar a un rincón de Sevilla en el siglo XVI, y otra a unos grandes almacenes de Madrid en 1981.

A través de estos túneles del tiempo, los responsables del Ministerio han creado una red de agentes en cada uno de esos lugares y épocas. El objetivo de los funcionarios del tiempo es asegurarse de que la historia transcurra como dicen los libros. Si, como sucedía en el segundo episodio, Lope de Vega corre el riesgo de morir en el desastre de la Armada Invencible, el agente de la época se pone en contacto con el Ministerio del Tiempo en la actualidad para que envíe a un comando de agentes destinados a enderezar la situación.

No voy a criticar las licencias que la serie se permite más allá de la coherencia particular de la ficción, como el hecho de que los funcionarios en épocas pasadas puedan utilizar teléfonos móviles, ordenadores portátiles e internet para comunicarse con sus compañeros del siglo XXI. No hay que preguntarse dónde cargan las baterías en el siglo XVI; la serie no deja la sensación de que este recurso sea un Deus Ex Machina, sino que es más bien una norma del juego, y en todo caso es divertido ver a un soldado de los Tercios de Flandes hablando por un smartphone (e impagable el «¡Dispongo, vive Dios!» del incomparable Miguel Rellán cuando Rodolfo Sancho le pregunta en el siglo XVI si dispone de un ordenador portátil).

En cambio, son otras preguntas las que pueden surgir a propósito del esquema temporal de la serie. Por ejemplo, ¿por qué todas las peticiones de ayuda se envían al Ministerio del Tiempo del año actual? Podemos suponer que, puestos a elegir, es mejor solicitar la ayuda a quienes cuentan con los medios del siglo XXI que a los que viven en, digamos, 1800. Pero entonces, ¿por qué no pedirlo a los funcionarios del Ministerio en 2050, o en 2100?

La respuesta la da Jaime Blanch en su papel de máximo responsable del Ministerio: no se puede viajar al futuro. Las puertas se van abriendo hacia el pasado a medida que el reloj avanza. «El tiempo es el que es y el que fue», dice. Y esta frase recuerda poderosamente a una teoría filosófica del tiempo llamada Universo de Bloque Creciente, propuesta por C. D. Broad en 1923 y según la cual el pasado y el presente existen, pero el futuro no. En contraste con el presentismo, que afirma que solo existe el presente, o el eternalismo, que postula la existencia de pasado, presente y futuro, el bloque creciente encaja más con nuestra visión intuitiva. Podemos pensar en el tallo de una planta que crece desde la punta (el meristema); el espacio-tiempo va creciendo de la misma manera y aumentando de tamaño con ello.

En la serie, el pasado existe tanto como el presente, y al mismo tiempo. Los viajeros se ausentan de 2014 tanto como permanecen en otra época, y en ambas situaciones el reloj discurre en paralelo: en una escena, un funcionario de 2014 dice que a esa hora los buques de la Armada están «a punto de zarpar» en 1588. Cuando hablan por teléfono desde una época a otra, lo hacen como si simplemente estuvieran en lugares distintos, y no en marcos temporales diferentes. En otra secuencia, los protagonistas de otras épocas desplazados a 2014 discuten sobre si sus seres queridos siguen vivos o han muerto, pero pueden volver a verlos cruzando la puerta adecuada. Los diversos momentos históricos se presentan como si solo fueran localizaciones geográficas distintas en las que el tiempo transcurre a la par. Y los agentes del pasado disponen de la tecnología de ahora porque ahora es ahora; solo tendrán acceso a la del futuro cuando el bloque creciente llegue al futuro.

Y todo esto, repito, no es un absurdo dentro de los parámetros de la ficción, sino un hallazgo que encaja con un esquema teórico y que hereda sus mismas objeciones: los críticos de este modelo alegan que es imposible saber si el ahora es ahora, dado que, dicen, Sócrates piensa lo mismo, pero nosotros sabemos que él pertenece al pasado, lo que disocia los conceptos del presente y el borde creciente del universo y, por tanto, invalida el esquema. Desde el punto de vista científico es aún más complicado, ya que la relatividad de Einstein impide la simultaneidad, por lo que es imposible objetivar el ahora.

Para solventar el modelo, algunos estudiosos proponen que el pasado y el presente existen, pero no exactamente del mismo modo. El pasado es una especie de foto congelada donde el tiempo no fluye. Esto no sucede en El Ministerio del Tiempo, pero sí existe una diferencia ontológica entre el presente y el pasado; por eso los agentes del pasado siempre se comunican con el presente, y utilizan la tecnología del presente, que irá cambiando a medida que el foco móvil del presente se vaya desplazando mientras el espacio-tiempo crece. Ellos, los que conocen el presente y no forman parte de ese borde creciente, saben que son el pasado.

Por si fuera poco, con este modelo El Ministerio del Tiempo consigue un planteamiento en el que todo lo anterior, en realidad, le importa un bledo al espectador, porque el esquema no solo tiene la ventaja de que permite introducir la tensión de la acción en tiempo real como recurso narrativo, lo que es clave para enganchar a la audiencia, sino que además resulta perfectamente intuitivo y manejable para no perderse en embrollos temporales. Es más; la teoría del bloque creciente ofrece incluso una solución al famoso y típico problema de los viajes en el tiempo: las paradojas. ¿Cómo? Eso, mañana.

Continuará…

14 comentarios

  1. Dice ser Antonio Larrosa

    Es increible pero no has mencionado que el concepto de máquina del tiempo (cronológico) es un invento español en concreto de Enrique Lucio Eugenio Gaspar y Rimbau con su novela «Anacronópete» (1887).

    Clica sobre mi nombre

    04 marzo 2015 | 21:31

  2. Dice ser Manu

    Bueno el tema de los móviles no lo veo tan descabellado, si puede pasar una persona por la puerta, ¿porqué no van a poder pasar un cable?
    La serie me parece muy entretenida, los toques de humor son geniales.

    04 marzo 2015 | 23:07

  3. Dice ser s

    La serie puede ser mejor o peor, pero no se puede decir que no es entretenida, a mí me gusta mucho. Nunca pensé que fuera a ver una serie española como ésta.

    05 marzo 2015 | 00:40

  4. Dice ser Ayoze

    Hay un gran fallo. Las puertas se van creando a medida que pasa el tiempo, por ello sólo se puede ir al pasado. Pero, ¿se van creando a medida que pasa el tiempo de quién? Porque con esa premisa nadie podría viajar al futuro, y con nadie me refiero a los franceses del primer capítulo. Por no hablar de que su presente es el pasado de alguien, por lo que se podría viajar a ese pasado (el presente) y por lo tanto ir al futuro. De hecho, eso es lo que hacen dos de los protagonistas.
    Jugar con el tiempo es siempre muy complicado, pero la serie la verdad es que está muy bien. A ver cuanto dura en parrilla.

    05 marzo 2015 | 01:22

  5. Dice ser Cecilio

    Realmente es el paradigma de un viejo sueño que ha acompañado siempre a al hombre: Dominar la única fuerza que, tarde o temprano, nos vencerá: ¡El tiempo!
    La serie está muy bien escrita, ambientada y desarrollada. Mis felicitaciones.
    Ah! a Javier Yanes, muy buen artículo y una oportunidad para hacer un claro ejercicio del conocimiento de la filosofía itinere-tempus, la cual, por cierto, no has mencionado. Pero. muy bien.

    05 marzo 2015 | 01:43

  6. Dice ser AreaEstudiantis

    Qué buen post!!! Me ha encantado.

    http://areaestudiantis.com

    05 marzo 2015 | 09:05

  7. Dice ser silves

    En tu blog comentas que no puden viajar al 2100 por que este es el futuro. Pero ¿el futuro de quién?, de nosotros, ¿y si nosotros somos el pasado de un momento presente en el 2100?.
    No se si me he explicado.
    Por otro lado me parece una serie que es original, entretiene y nos enseña algo de historia.

    05 marzo 2015 | 09:43

  8. Dice ser una pregunta para saber más

    si no te he entendido mal, la teoría dice que puedes ir al pasado sin influenciar en él. Desde mi punto de vista si visitas el pasado como en esta serie y matas a lope de vega el futuro se altera? es decir yo viajo al pasado y me cepilllo a lope de vega (por poner un ejemplo) cuando vuelva todo será distinto en cuanto a las novelas de lope (y habrá alteraciones por ello, pero, y si yo soy descendiente de lope? en ese futuro yo no existiría.

    otro tema sería en de la masa, puede existir los mismos átomos por duplicado en el pasado y el presente, me refiero tú al viajar al pasado estás compuesto por materia que en ese momento forma parte de otra sustancia , se incrementa la masa del universo en ese instante? desaparece la del pasado para mantenerse constante?

    vamos que es muy complicado (al menos para mi) solventar los multiples problemas que tiene viajar en el tiempo a no ser como mero espectador sin poder físicamente poder interactuar con nada en el pasado para no alterar tu presente. Pero en fin tema muy interesante

    05 marzo 2015 | 10:13

  9. Dice ser Pichu

    Los de nuestro pasado no viajan al futuro, viajan al presente. El tiempo va por 2015 para todos, incluso para los del pasado. Lo que pasa que los del pasado viven en un desfase temporal de ‘x’ años respecto al presente. No tiene más misterio. En el primer capítulo viajan por una puerta a 1565 a por Alonso de Entrerríos, pues bien, viven 450 años antes. Luego viajan por otra puerta a 1588 para ir a Lisboa, donde viven 427 años antes. Esta diferencia de años no cambia nunca, Cuando estemos en 2020 en la primera puerta estarán en 1570 y en la segunda en 1593. Lo curioso es que tras 23 años la primera puerta pasará a estar en la misma época que estaba la segunda. Y así sucesivamente.

    Las paradojas temporales las puede haber exactamente igual, al estilo de Regreso al Futuro. Si viajas al pasado y matas a tu padre tú no naces, de hecho es lo que el Ministerio trata de evitar, cambiar la historia. Sin embargo podemos pensar que no se puede cambiar el pasado, y toca creer que el universo se autoregula aunque trates de cambiar la historia. Todo está escrito y hagas lo que hagas la historia pasará igual. Eso hace que el Ministerio del Tiempo no fracase nunca, porque de hecho, es el universo quien lo usa para mantener la coherencia temporal.

    Me surgen varias dudas: sobre la puerta 58 a la que el conserje va a ver el partido 40 veces. ¿Si el tiempo avanza en esa puerta cómo vuelve al mismo sitio siempre? Y luego también me hago preguntas sobre la puerta más antigua que te lleva digamos a Atapuerca (es lo más antiguo que se ha visto en el último capítulo), ¿significa eso que el pasado se va extinguiendo en la puerta más antigua, ¿es esa puerta el verdadero presente y todo lo demás es un futuro posible que va perfeccionándose según los hechos de los viajeros temporales?

    05 marzo 2015 | 13:13

  10. Dice ser eltestigo

    El artículo me parece bueno, pero para la teoría que defiende existen muchas más objeciones de las que menciona. ¿Quién dice que el presente del año 2015 no es el pasado de un futuro que ya se está viviendo (en el futuro), aunque sea desconocido para ellos? Al igual que para los personajes históricos es inconcebible un futuro que ya exista, así puede resultar para el Sr. director general del Ministerio del Tiempo.
    Por otro lado, las explicaciones dadas en la serie también resultan un poco absurdas: «No se puede viajar al futuro porque el tiempo es el que es». Al igual que los personajes del pasado se presentan en el futuro para mirar libros de historia (lo vimos en el primer episodio), ¿acaso no podría existir un futuro de algún modo existente pero desconocido al que se pudiera viajar de un modo también desconocido? ¿Acaso no podría haber puertas desconocidas al futuro pero los personajes del presente no las ven en su creencia de que su presente es el tiempo más avanzado?? O simplemente, porque no han buscado bien.

    05 marzo 2015 | 16:16

  11. Dice ser Warp

    Vaya por delante que me chifla la serie. Por fin hemos abandonado los malditos desayunos familiares, los niños repelentes y las subtramas para imbéciles. La calidad de la ambientación y la producción la dan un aura de cinematografía excelente. Actores y actrices soberbios, con algún pero para Rodolfo Sancho y alabanzas para las chicas: Cayetana y Aura se comen la pantalla, es un lujo tener dos profesionales así, y todos los demás sobresalientes. Pero lo mejor es el guión y el montaje. Los chistes, los guiños, el desarrollo de la trama, los cortes y los planos que imponen un ritmo sin pausa, no dejan tiempo a respitar y no se olvidan del humor, muy español pero perfectamente calzado en la trama.

    Sobre la física temporal, tengo varios agujeros, que no empañan el resultado final y quedan al placer del debate:

    -¿Por qué están todas las puertas en esa espiral? No todas están, claro, pero ¿cómo es posible que haya tantas en el mismo sitio? ¿Tal vez las trasladan? ¿Desmontan el marco y la pueden transportar?

    -El tiempo pasa a la vez en todas las puertas pero en el primer episodio el bedel le dice a Rodolfo Sancho que hay una puerta que da a la víspera de un partido en el que el Atlético gana una liga y que va con frecuencia a verlo. ¿Cómo es posible? A medida que el tiempo haya avanzado, el día del partido queda atrás en esa puerta y no se puede volver. ¿Una licencia? Es demasiado pedir que un montón de geeks duramente entrenados en todo tipo de literatura y cine sobre los viajes en el tiempo no se fijen en ese detalle.

    -El judío ofrece el libro con las puertas a Isabel I. En ese momento aquel es el punto final del tiempo, es decir, el Presente. ¿De dónde salen las puertas que en el futuro conectarán el Presente con el pasado? Es decir, surgen de alguna forma pero ¿cómo las encuentran? O ¿ya están todas abiertas? Tenemos que una puerta conecta el Presente de 1492 con el año 500. En 2015 han pasado 523 años de Presente, por tanto, esa puerta ahora conecta con el año 1023, pues el paso del tiempo es constante en todos los puntos.

    -El Presente se convierte constantemente en Pasado. 1492 ahora es pasado, pero sigue siendo el presente en 1492. Si en 2015 una puerta lleva a 1492, veríamos al judío entregando el libro. En aquel momento era Presente, para ellos es el presente, para nosotros es el Pasado. Por tanto, el Tiempo es verdaderamente un continuo y, por eso, podría haber viajeros del futuro llegando al Presente, porque en realidad sólo es Presente para nosotros, no para los venidos del futuro.

    ¡GENIAL!

    05 marzo 2015 | 17:30

  12. Dice ser Warp

    Respecto al Anacronópete, vale que es la primera novela que plantea viajes en el tiempo, pero yo la leí y es un vodevil bastante intragable… no me extraña que no haya calado en los anales del Tiempo.

    05 marzo 2015 | 17:32

  13. Dice ser Old Gerry

    ¿Que no se puede viajar al futuro?
    Si asumimos la premisa de que el tiempo va corriendo a la vez en el ministerio y en los destinos de las puertas, un agente de 2105 puede viajar al futuro, aunque todas las puertas de a épocas anteriores. Supongamos que hay dos puertas, una al 1515 (500 años de diferencia) y otra al 1415 (600 años). Si el agente entra en la puerta del 1515 y después viaja hasta el lugar de la puerta del 1415 (que ya está en el 1515), al atravesar ésta aparecerá en el ministerio en el 2115, 600 años adelante.

    17 marzo 2015 | 14:17

  14. Dice ser incom2

    De momento sólo he visto el primer episodio, me ha gustado y seguiré viéndola y disfrutándola sin duda.

    Pero eso no quita que la teoría del tiempo que están utilizando me parezca desacertada. Está muy bien si lo pensamos como parece que nos lo intentan explicar tanto en la serie como en este artículo:

    Nuestro presente es el tope máximo, y todo lo anterior es accesible a través de las puerrtas. Pero eso de que el tiempo avanza al mismo tiempo, desmonta todo el montaje: vale, 2015 va avanzando y al mismo tiempo va avanzando todo el pasado al que apuntan las puertas, por eso si entro en una que me lleva un siglo atrás y me estoy allí dos días, cuando vuelva a cruzar al presente habrán pasado dos días. ¡Genial! Pero esa puerta ya no apuntará al pasado que apuntaba hace dos días, y si era un pasado en que pasaba algo importante históricamente hablando (una revuelta, pongamos por caso) y si alguien tratara de modificar lo que ocucrrió allí, ¡ya no tendríamos puerta que usar para llegar a ese momento concreto!

    Lo que quiero decir es que los momentos más importantes de nuestra historia son eso: momentos. Una puerta se acercará a uno de esos momentos, y lo sobrepasará, y ya no podremos visitarlo de nuevo a no ser que nos carguemos la teoría como con la famosa puerta que siempre lleva al mismo partido de fútbol y con la que tuve que poner en pausa el capítulo y decir, ¿perdón, lo cuálo? porque me acababan de desmontar todo el tinglado.

    Habría estado mejor mantener lo de que el tiempo fluye siempre, pero que las puertas estuvieran ancladas a ciertos momentos de manera que mientras estuvieran abiertas, pasaría el tiempo a través de ellas y si se cierran, volverían a apuntar al momento exacto (dejando a quien hubiera viajado al otro lado »tirado» en un momento sin puerta, teniendo que buscar otra que apuntara o fuera a apuntar al momento en que está… esto es liado pero habría dado bastante juego a la serie.

    En fin, quitando que la teoría no es nada consistente, se deja ver y adelante con proyectos similares 🙂

    18 marzo 2015 | 18:49

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