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¿De dónde surge la expresión ‘Sin cuerpo no hay delito’?

A través de mi perfil @yaestaellistoquetodolosabe2 en la red social Instagram me preguntan de dónde surge la expresión ‘Sin cuerpo no hay delito’.

¿De dónde surge la expresión ‘Sin cuerpo no hay delito’?

La expresión ‘Sin cuerpo no hay delito’ (también en la forma ‘Sin cadáver no hay delito’) se utiliza comúnmente en referencia a los casos de homicidio y hace referencia a la necesidad de contar con pruebas físicas o evidencia material para demostrar que se ha cometido un delito.

En el contexto de un caso de homicidio, el cuerpo de la víctima es una de las pruebas más importantes para demostrar que se ha cometido el delito. La presencia del cuerpo y las pruebas que se puedan obtener del mismo pueden proporcionar información crucial sobre cómo se cometió el delito y quién lo cometió.

La frase suele utilizarse en referencia a los casos de homicidio o desaparición de personas, en los cuales es necesario contar con pruebas físicas para demostrar la existencia del delito y la culpabilidad del acusado. En ausencia de pruebas físicas, puede ser difícil o imposible probar que se ha cometido un delito, lo que podría llevar a la absolución del acusado.

Sin embargo, es importante destacar que la ausencia del cuerpo no impide necesariamente la investigación y el enjuiciamiento de un posible delito de homicidio. En algunos casos, pueden existir otras pruebas o evidencias que permitan demostrar la comisión del delito, como declaraciones de testigos, pruebas forenses, análisis de ADN, entre otras.

 

 

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¿Cuál es la etimología del término ‘exhumar’?

¿Cuál es la etimología del término ‘exhumar’?

El origen etimológico del término ‘exhumar’ lo encontramos en el latín y está formado por el prefijo ‘ex’ (fuera) y ‘humus’ (tierra, suelo) y su traducción literal vendría a ser ‘sacar/sacado de la tierra’ y, por tanto, significa exactamente lo mismo que el término desenterrar.

A la hora de hablar sobre la acción de abrir una fosa, tumba o cualquier otra sepultura, con el fin de extraer unos restos, podría ser válido el uso del término ‘desenterrar’, pero se considera como cultismo utilizar las formas ‘exhumación’/’exhumar’ a la hora de redactar y/o hablar en la prensa de ello.

 

 

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¿Sabías que originalmente el término ‘difunto’ se utilizaba para referirse a una persona que se había jubilado?

El término ‘difunto’ es uno de los muchísimos sinónimos que existen y se utilizan para referirse a una persona fallecida (finado, muerto, cadáver, occiso, traspasado, fiambre…), pero este vocablo originalmente no se utilizó para tal fin sino para señalar a aquel que tras una larga vida de trabajo le había llegado la hora de retirarse (jubilarse) y descansar, ya que se tenía el convencimiento de que ya había cumplido con todas sus obligaciones.

¿Sabías que originalmente el término ‘difunto’ se utilizaba para referirse a una persona que se había jubilado?

Etimológicamente, el término difunto proviene del latín deffunctus’ el cual estaba formado por el prefijo ‘de’ (separación) y ‘functus’, participio de ‘fungi’ (desempeñar, cumplir, terminar) y cuyo significado literal venía ser ‘el que ya ha cumplido’ o ‘el que ha terminado’, en referencia (tal y como indico en el párrafo anterior) a aquella persona que al cumplir cierta edad le llegaba la hora del merecido descanso (retiro, jubilación) por haber cumplido con sus obligaciones en la sociedad de la que formaba parte.

 

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El curioso e histórico motivo por el que los depósitos de cadáveres son conocidos con el término de ‘morgue’

Conocemos como ‘morgue’ al lugar en el que se depositan los cadáveres a la espera de ser identificados o realizarles la autopsia.

El curioso motivo por el que los depósitos de cadáveres son conocidos con el término de ‘morgue’

El término morgue (que es utilizado internacionalmente para referirse a ese lugar) proviene del francés medieval ‘morguer’ y su significado literal era ‘mirar solemnemente’.

Y es que inicialmente (alrededor del siglo IX) ese término no era usado para referirse al depósito de cadáveres sino al lugar donde se encerraba a los delincuentes que habían sido arrestados por primera vez. Era un tiempo en el que todavía no existían los documentos de identificación ni las fichas policiales y, por tanto, los criminales eran exhibidos en una celda de la prisión a la que acudían algunos voluntariosos ciudadanos para indicar si conocían de algo al reo y de ese modo tenerlos identificados.

Los visitantes miraban solemnemente a los presos y por tal motivo se acuñó el término.

El curioso motivo por el que los depósitos de cadáveres son conocidos con el término de ‘morgue’Pero con el tiempo las autoridades parisinas se dieron cuenta que esa fórmula de identificación de criminales también podía ser útil a la hora de descubrir la identidad de muchos de los fallecidos que aparecían en las calles de la ciudad (sobre todo en el fondo del rio Sena).

Así que en los sótanos del Grand Châtelet de París (fortificación que a partir del siglo XIV sirvió de prisión, juzgados, comisaría de policía y depósito de cadáveres) se habilitó un habitáculo donde se exhibían los cuerpos sin vida sin identificar y por el que iban desfilando los ciudadanos que debían ayudar a reconocer los cadáveres.

Como el modo de exhibir los cuerpos sin vida se realizaba de una manera muy similar a como se había estado haciendo con los presos, aquel depósito de cadáveres pasó a ser conocido con el mismo término: ‘morgue’ y de ese modo ha llegado hasta nuestros días.

 

 

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¿Sabías que en la investigación de un crimen la expresión ‘cuerpo del delito’ no hace referencia al cadáver?

Es muy habitual ver en películas y series de televisión o leer en novelas negras, a la hora de investigar un crimen que se ha cometido, pronunciar la expresión ‘cuerpo del delito’,  siendo también ampliamente utilizada por un gran número de medios de comunicación y noticieros.

¿Sabías que en la investigación de un crimen la expresión ‘cuerpo del delito’ no hace referencia al cadáver?

Muchas son las personas que creen, erróneamente, que dicha alusión se hace como referencia al cadáver pero realmente no es así.

En realidad esa locución es la traducción literal de la antiquísima fórmula latina ‘corpus delicti’ utilizada ya por los juristas del Imperio Romano y que se usaba para referirse a todas aquellas pistas y elementos que existen alrededor de un crimen y que pueden determinar cómo se produjo y quién es el responsable.

Por poner un ejemplo, todos aquellos elementos probatorios que relacionan dicho delito con el principal sospechoso del mismo: objetos e instrumentos que podrían haberse utilizado, todo aquellos rastros dejados en la escena del crimen (huellas, pisadas, rastros biológicos…), además de testimonios e indicios que echan por tierra una posible coartada.

Incluso en un caso de desaparición y en el que no se ha podido hallar un cadáver, el ‘cuerpo del delito de una investigación‘ hace referencia a todas aquellas pruebas circunstanciales que son más que suficientes para demostrar que se ha cometido un crimen y señalar al posible culpable (que posteriormente sería juzgado).

Todo ello en su conjunto es lo que se conoce como ‘cuerpo del delito’, haciendo referencia el término cuerpo no a un ser humano sino a la suma de informaciones y evidencias que existen alrededor de un supuesto crimen.

Evidentemente también sirve para todo lo contrario… demostrar la inocencia o no culpabilidad de alguien en un delito del que se le acusa. Sin las suficientes pruebas e indicios recogidos por el ‘corpus delicti’ no puede ser acusado y, por tanto, sería declarado  como ‘no culpable’ (ojo, hay que diferenciar que no es lo mismo ser declarado ‘inocente’ que ‘no culpable’).

 

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Media docena de curiosidades sobre los cementerios

Media docena de curiosidades sobre los cementerios

El primero de noviembre es por antonomasia el día del año en el que más personas acuden a los cementerios para llevar flores e ir a visitar a sus seres queridos fallecidos. Se realiza esta fecha debido a que es festiva (Día de Todos los Santos) aunque el Día de los Santos Difuntos es el día siguiente, 2 de noviembre.

Aprovechando esta festividad os traigo al blog media docena de curiosidades relacionadas con los cementerios:

 

  • El origen del término ‘cementerio’

Cementerio proviene del latín vulgar ‘cemeteriu’, éste del latín culto ‘coemeterium’ que a la vez venía del griego ‘koimeterion’ -κοιμητήριον-: lugar donde dormir/dormitorio (koimo: dormir/estar echado/acostarse, -terion: sufijo de lugar).

Al castellano nos llegó como ‘cemeterio’ (desde el latín vulgar cemeteriu), pero a través de los siglos se le coló al término una ‘n’ intercalada, la cual los expertos se dividen entre dos motivos las posibles causas de que el término acabase siendo conocido por todos como ‘cementerio’ y no ‘cemeterio’. Por un lado por la facilidad a la hora de ser pronunciada, ya que es mucho menos complicada hacerlo con esa ene extra. Por otro lado, muchos son los que defienden la hipótesis de que hubo quien confundió el origen etimológico de la palabra y se lo adjudicó al término latín ‘caementa’ (piedra quebrada) que derivó en ‘cemento’, al utilizarse esta argamasa para construir y cerrar las tumbas o nichos.

  • ¿Por qué antiguamente llamaban ‘Necrópolis’ a los cementerios?

Antes de la llegada del cristianismo aquellos lugares destinados para dar sepultura a los fallecidos eran conocidos como ‘Necrópolis’, término que proviene del griego ‘nekrópolis’ -νεκρόπολις- y significa literalmente ‘ciudad de los muertos’ (necro: muerte, polis: ciudad).

Ante la creencia cristiana de que la muerte solo es un tránsito y, por tanto, al fallecer lo que se hacía era ‘dormir’ para posteriormente ‘resucitar’ se sustituyó el termino necrópolis por el de cementerio en la mayoría de culturas.

  • El origen de la costumbre de llevar flores a los muertos

El origen de dicha costumbre se remonta a la antigüedad, en la que los fallecidos eran puestos a exposición de todos durante varios días, con el propósito de ser velados y comprobar que no regresaban de la muerte.

Por aquel entonces no existían las avanzadas técnicas de embalsamiento y las que habían no estaban al alcance de todo el mundo, por lo que, los cuerpos (que solían estar expuestos a la intemperie), se descomponían y desprendían un desagradable olor, sobre todo en época de calor. Para enmascarar ese hedor, se quemaba incienso y se cubría al fallecido con todo tipo de flores, lo cual aromatizaba el ambiente y hacía más agradable el acto de velar al difunto.

Con el transcurrir de los años, la costumbre de llevar flores a los muertos perduró y se afianzó, no solo durante el tiempo de vela y entierro, sino que también llevarlos al cementerio en días específicos, como el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos.

  • ¿Por qué en los cementerios hay plantados cipreses?

Una de las características más llamativas de los cementerios (sobre todo de los países mediterráneos) es la visión de los solemnes cipreses que ahí se encuentran plantados.

El motivo de que este vistoso, alto y frondoso árbol esté plantado en el ‘camposanto’, se debe a la longevidad del mismo, su hoja perenne y a no necesitar cuidado especial alguno. Soporta bien los cambios bruscos de temperatura y no varía en su forma y color (verde oscuro).

La altura del ciprés ayuda en gran medida como cortavientos, plantándose próximo a los muros del cementerio, y al crecer su raíz de manera vertical y recta hacia abajo, esta no crea los posibles estropicios que otro árbol ahí plantado causaría a las lápidas y otros ornamentos fúnebres.

La costumbre de utilizar cipreses en los cementerios es antiquísima, encontrándonos que las antiguas civilizaciones griega y romana ya lo plantaban y atribuían toda una simbología alrededor de la muerte. La forma ascendente y frondosa del tronco hacia la copa de este árbol encaminaba (según la mitología) las almas de los difuntos hacia los cielos.

Y ya que he nombrado la mitología, encontramos en la griega el mito alrededor de Cipariso (cuya traducción es Ciprés), un joven que por error mató a su ciervo domesticado, siendo tan grande su dolor y pena que le pidió al dios Apolo que permitiera llorarlo eternamente, convirtiendo a Cipariso en un árbol (ciprés) y quedando, desde ese momento, relacionado este árbol con el duelo tras la pérdida de los seres queridos.

  • ¿Por qué se llama ‘mausoleo’ a los sepulcros suntuosos?

El término ‘mausoleo’, para referirnos a las tumbas construidas de forma esplendida con todo tipo de detalle y gran solemnidad, proviene de Mausolo, gobernador (sátrapa) de la provincia de Caria que falleció en el año 353 a.C.

Su hermana (y a la vez esposa) Artemisia II asumió su cargo, mandando erigirle un monumental sepulcro y para ello reunió a los artistas griegos dedicados a la escultura y arquitectura más importantes de la época. Hasta allí se personaron Briaxis, Escopas, Leocares, Sátiros, Timoteo y Piteos, quienes diseñaron un templo funerario en Halicarnaso en el que colocaron la tumba rectangular de mármol y la rodearon de 36 columnas jónicas sobre las que descansaba un arquitrabe y sobre este una pirámide en la que colocaron un carro de bronce con las estatuas de Mausolo y Artemisa (que falleció un año antes de ser finalizada la obra). El 350 a.C. el monumento estaba terminado, convirtiéndose en todo un símbolo que dio origen al término ‘mausoleo’. En 1404 fue destruido por un terremoto.

  • ¿Cuál es el origen del término ‘sarcófago’?

Conocemos como ‘sarcófago’ al sepulcro, normalmente realizado de obra y piedra, que es utilizado para dar sepultura a un cadáver (o varios).

El origen etimológico del término sarcófago lo encontramos en el griego ‘sarkophágos’ (σαρκοφάγος) aunque al castellano llegó desde el latín ‘sarcophăgum’ y cuya traducción literal es ‘el que se come / el que devora la carne’.

Y es que ese ‘devorar la carne’ provenía del tipo de piedra caliza utilizada en la antigüedad para construir los sarcófagos, la cual tenían el convencimiento que poseía unos poderes especiales para comer y hacer desparecer los cuerpos que ahí se introducían.

 

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El curioso origen del término ‘sarcófago’

El curioso origen del término ‘sarcófago’

Conocemos como ‘sarcófago’ al sepulcro, normalmente realizado de obra y piedra, que es utilizado para dar sepultura a un cadáver (o varios).

El origen etimológico del término sarcófago lo encontramos en el griego ‘sarkophágos’ (σαρκοφάγος) aunque al castellano llegó desde el latín ‘sarcophăgum’ y cuya traducción literal es el que se come/devora la carne’.

Y es que ese ‘devorar la carne’ provenía del tipo de piedra caliza utilizada en la antigüedad para construir los sarcófagos, la cual tenían el convencimiento que poseía unos poderes especiales para comer y hacer desparecer los cuerpos que ahí se introducían.

Hay que tener en cuenta que en la antigüedad cada pueblo y cultura tenía sus propias costumbres a la hora de despedirse de los cuerpos de sus difuntos: unos los enterraban (tanto bajo tierra, nichos o mausoleos) y otros los momificaban o quemaban.

 

 

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Post realizado a raíz de la consulta recibida vía email de Nuri Juarez
Fuentes de consulta: wordinfo / RAE / mcah.columbia / etimologias.dechile
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¿Cuál es el origen del término ‘cementerio’?

¿Cuál es el origen del término ‘cementerio’?

Como es habitual en aquellos lugares con predominio del cristianismo, cada primero de noviembre infinidad de personas acuden a los cementerios para visitar las tumbas de sus difuntos, rezarles una oración o llevarles flores. Esta tradición originalmente se realizaba el 2 de noviembre que es la fecha en la que cae el Día de los Santos Difuntos y que la iglesia católica dedicó a las almas de los fallecidos, pero al no caer en festivo se comenzó a realizar el día 1.

Pero, tal y como indico en el título, el post de hoy trata sobre el origen del término ‘cementerio’ que es el nombre con el que conocemos habitualmente al lugar destinado para dar entierro a los fallecidos.

El término cementerio tiene mucho que ver con el cristianismo y cuando éste comenzó su expansión, ya que se impuso a la palabra que, hasta aquel momento, se usaba para designar a los emplazamientos donde se realizaban los entierros: necrópolis.

La palabra necrópolis (de origen griego) significa literalmente ‘ciudad de los muertos’ (necro: muerte, polis: ciudad).

Ante la creencia cristiana de que la muerte solo es un tránsito y, por tanto, al fallecer lo que se hacía era ‘dormir’ para posteriormente ‘resucitar’ se sustituyó el termino necrópolis por el de cementerio, cuyo significado literal es ‘dormitorio’.

Cementerio proviene del latín vulgar cemeteriu’, éste del latín culto ‘coemeterium’ que a la vez venía del griego ‘koimeterion’ -κοιμητήριον-: lugar donde dormir/dormitorio (koimo: dormir/estar echado/acostarse, -terion: sufijo de lugar).

Al castellano nos llegó como ‘cemeterio’ (desde el latín vulgar cemeteriu), pero a través de los siglos se le coló al término una ‘n’ intercalada, la cual los expertos se dividen entre dos motivos las posibles causas de que el término acabase siendo conocido por todos como ‘cementerio’ y no ‘cemeterio’. Por un lado por la facilidad a la hora de ser pronunciada, ya que es mucho menos complicada hacerlo con esa ene extra. Por otro lado, muchos son los que defienden la hipótesis de que hubo quien confundió el origen etimológico de la palabra y se lo adjudicó al término latín ‘caementa’ (piedra quebrada) que derivó en ‘cemento’, al utilizarse esta argamasa para construir y cerrar las tumbas/nichos/mausoleos.

 

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Fuentes de consulta: RAE 1 / RAE 2 / etimologias.dechile 1 / etimologias.dechile 2 / etimologias.dechile 3 / etimologiasymitologia / diocesisdecanarias
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¿Cuál es el origen del término ‘momia’?

El curioso origen del término ‘momia’

El término momia, con el que nos referimos a los cadáveres perfectamente conservados y que era muy común realizar artificialmente en la antigüedad (conocidas son las momias en el Egipto de los faraones, guanches, incas o tibetanas, por nombrar tan solo cuatro), recibe su nombre de la sustancia utilizada para realizar dicho embalsamamiento.

En el árabe clásico se llamaba ‘mūmiyā’ (mummia) al betún con el que se embadurnaba el cuerpo a conservar, lo que le daba un aspecto ennegrecido.

Con los años se fue utilizando otro tipo de aceites, resinas y ceras naturales para el proceso de momificación, aunque ya se había quedado ese nombre asociado estrechamente a ese tipo de preservación de los cuerpos.

 

 

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¿Por qué se llama ‘capilla ardiente’ al lugar donde se vela a un difunto importante?

¿Por qué se llama ‘capilla ardiente’ al lugar donde se vela un difunto importante?El vocablo ‘ardiente’ (dentro de la expresión ‘capilla ardiente’) proviene de las velas que arden (y en su extensión iluminación) durante el tiempo en el que se vela y honra un difunto en las horas previas a la celebración del funeral y posterior sepultura.

Para destacar la importancia del finado, normalmente suele decirse capilla ardiente en lugar de velatorio y ésta se instala (dependiendo de la relevancia de la persona fallecida) en un lugar donde pueda acudir un gran número de personas que van hasta allí con el propósito de presentar su respeto, dar las condolencias a los familiares o rezar alguna oración. Durante todo el tiempo en el que permanece instalada la capilla ardiente ésta se mantiene permanentemente iluminada, situando el féretro en el centro y rodeado de ornamentos luminosos.

Años atrás ese alumbrado provenía de las antorchas o candelabros con velas  que se colocaban alrededor del ataúd, pero en la actualidad son muchos los casos que se dan en el que los ornamentos lumínicos son eléctricos (bombillas o luces LED que simulan ser velas).

Antiguamente, tal y como su nombre indica, esas honras de duelo previas al funeral se instalaban en una capilla, bien fuese de un edificio religioso (iglesia, catedral…) o incluso que estuviera dentro de una propiedad particular (normalmente de la persona fallecida), ya  que los miembros de la aristocracia y burguesía solían disponer de capilla propia.

Hoy en día se utiliza cualquier espacio en el que instalar una capilla ardiente, debido a que ya no es algo que se disponga por la importancia o abolengo del fallecido, sino por la relevancia que éste tuvo en la sociedad (políticos, actores, deportistas, escritores…) siendo cada vez más común alojarlas en pabellones, teatros, ayuntamientos…

Cabe destacar que tal y como indica la web de Fundéu: una capilla ardiente se instala, se dispone, se abre…, pero no se celebra ni tiene lugar, ya que se trata de un emplazamiento y no de un acto.

 

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Post publicado a raíz de la consulta realizada a través de twitter por mi compañera Melisa Tuya.
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