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¿De dónde proviene la expresión ‘Tener vela en un entierro’?

Expresión utilizada para indicar a alguien que se no inmiscuya u opine sobre asuntos que no le compiten y que suele decirse de modo despectivo: ‘¿Quién te ha dado vela en este entierro?’.

¿De dónde proviene la expresión ‘Tener vela en un entierro’?

Se originó a raíz de la costumbre de repartir cirios (velas) a los asistentes a los cortejos fúnebres, en el camino que iba desde el lugar de velatorio hasta el cementerio. Las personas que recibían dicha vela eran las más allegas al finado y, por tanto, se situaban inmediatamente detrás del féretro durante el mencionado trayecto.

El hecho de que alguien ajeno al entorno del fallecido se colocara en el séquito despertaba el recelo sobre quién lo había invitado a estar allí (le había dado una vela).

También podemos encontrar que hay quien opina que la vela a la que hace mención la locución no es un cirio sino al acto de velar al difunto (personarse en un velatorio sin tener nada en común con el fallecido).

 

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Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista

Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista

Uno de los mayores temores del ser humano es que le den por muerto y ser enterrado vivo.

Este miedo es conocido como ‘tapefobia’  y fue precisamente ese temor a ser enterrados vivos lo que propició que en la antigüedad comenzara una tradición que actualmente todavía seguimos realizando, a pesar de que hoy en día no cumple el objetivo original: el velatorio.

Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista

El hecho de velar un cadáver durante un buen puñado de horas (normalmente toda una noche) no comenzó a realizarse para llorar al difunto o acompañar a sus familiares sino que el objetivo principal era comprobar que el finado había realmente fallecido. La etimología de velatorio o velorio proviene de velar y este del latín ‘vigilare’,  cuyo significado literal es ‘vigilar’, que era lo que realmente se realizaba.

En la historia muchos han sido los casos en los que al abrir una tumba (tiempo después de haber enterrado a alguien, ya fuera porque tenían que cambiarla de ubicación o enterrar un nuevo cadáver) se dieron cuenta de que la persona enterrada tiempo atrás tenía un gesto de haber querido salir y arañazos en el interior de la tapa del ataúd.

Y es que existe un curioso trastorno llamado catalepsia que consiste en perder la conciencia durante un periodo de tiempo (que puede ser unos escasos minutos o incluso alargarse varias horas). Junto a esa pérdida de consciencia viene un descenso del ritmo cardiaco y la respiración. Son tan leves que casi no se aprecian y se puede dar como fallecido al cataléptico.

El hecho de no apreciar los signos vitales de una persona en estado de catalepsia ha producido un buen número de entierros a personas vivas durante la Historia.

Muchas son las novelas y relatos que se han escrito al respecto, siendo uno de los autores más famosos Edgar Allan Poe con su cuento de terror ‘El entierro prematuro’.

Pero la tapefobia  era un miedo muy común de todos aquellos que padecían de catalepsia y aunque los velatorios ha evitado muchos entierros antes de hora, también dio paso a que durante la historia se hayan ideado los más originales ataúdes, tumbas y o nichos al realizarlos con algún sistema de seguridad con el que se pudiera avisar, una vez enterrado, que quien se encontraba dentro estaba realmente vivo.

Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista

Tumbas con dispositivos que dejaban entrar el oxígeno e incluso con mecanismos para poder accionarlo y hacer sonar una campana que estaría colocada fuera y así advertir que no estaba muerto.

Erróneamente muchas son las personas que explican que este hecho fue el que dio origen a la expresión ‘salvado por la campana’, pero no es así. Esta locución proviene del mundo del boxeo y se refiere al instante en el que se agota el tiempo y suena la campana de aviso. Muchas son las ocasiones en las que uno de los púgiles está siendo fuertemente golpeado y el sonar la campana y acabarse el round se salvan de continuar recibiendo dicha somanta de palos.

Esto se puso sobre todo de moda durante la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo a partir de la publicación del mencionado relato de Edgar Allan Poe.

Entre los muchos casos de catalepsia que se han dado hay uno especialmente curioso: Washington Irving Bishop fue un famoso mentalista estadounidense que padecía de catalepsia. Varias eran las veces que en sus 33 años de vida le había dado algún que otro desvanecimiento. Por tal motivo siempre llevaba consigo una nota en el bolsillo de su chaqueta que advertía de su condición de cataléptico y que bajo ninguna condición fuese enterrado hasta transcurridas 48 horas desde el ataque.

Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio Nihilista

Pero la noche del 12 de mayo de 1889 le sobrevino uno de esos ataques mientras realizaba su show de ilusionismo y mentalismo en un club de Nueva York. A nadie de los presentes se le ocurrió buscar entre sus pertenencias y tras ser examinado por un médico éste diagnosticó que había fallecido. Washington Irving Bishop fue llevado a la morgue y allí le practicaron de inmediato la autopsia. Cuando su esposa y madre llegaron ya estaba abierto en canal y su cerebro había desaparecido.

Resulta que hubo tanta prisa en hacer todo esto porque uno de los médicos que intervino en la autopsia llevaba años intentando averiguar cómo podía el mentalista adivinar y tener poderes sobrenaturales. Como podréis imaginar este tipo fue quien se encargó de abrir la cabeza, sustraer el cerebro y hacerlo desaparecer. Nunca más se supo.

El término catalepsia proviene del griego ‘katálēpsis’ cuyo significado literal es ‘sorpresa’… y sí, más de una sorpresa se darían cuando vieron resucitar a un cadáver de alguien que realmente no estaba muerto.

Curiosidades de la ‘no muerte’: Tapefobia, Catalepsia y el Delirio NihilistaY relacionado con la ‘no muerte’ nos encontramos con otra curiosísima patología conocida como ‘Delirio Nihilista’ o ‘Síndrome de Cotard’ la cual es una enfermedad mental relacionada con la hipocondría y que consiste en tener la sensación de creer haber fallecido, sentir los síntomas de la putrefacción de los órganos o simplemente estar convencido de no existir de que estás muerto.

A lo largo de la historia poquísimos son los casos que se han dado de una persona de la noche a la mañana asegure sentir que se está muriendo por dentro y que nota cómo se le pudren los órganos. Evidentemente todo está en su cerebro, pero les afecta tanto que son capaces de oler el hedor a descomposición.

El primer científico en dar a conocer este trastorno fue el neurólogo francés Jules Cotard quien a finales de 1870 atendió a una paciente de mediana edad que decía sentir todos los síntomas que os acabo de describir.

Cotard se refirió a ello como un ‘delirio hipocondriaco’ provocado por una grave ansiedad melancólica y años después lo rebautizó como ‘Delirio nihilista’, en clara referencia al nihilismo, corriente filosófica y artística que consistía en la negación de todo principio religioso, político y social y que fue promovida en la Antigua Grecia.

 

El pasado sábado 30 de septiembre participé en el evento de divulgación científica BCNspiracy que se celebró en el CosmoCaixa de Barcelona donde ofrecí una charla de diez minutos titulada ‘No estaba muerto (ni tampoco de parranda)’ y en la que expliqué estas curiosidades. Te invito a visionarla en el siguiente vídeo:

Visita mi canal de curiosidades en YouTube: https://www.youtube.com/c/AlfredLopez y si te gustan los vídeos suscríbete, dale a ‘me gusta’ y compártelos en tus redes sociales 🙂

 

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¿Por qué se llama ‘capilla ardiente’ al lugar donde se vela a un difunto importante?

¿Por qué se llama ‘capilla ardiente’ al lugar donde se vela un difunto importante?El vocablo ‘ardiente’ (dentro de la expresión ‘capilla ardiente’) proviene de las velas que arden (y en su extensión iluminación) durante el tiempo en el que se vela y honra un difunto en las horas previas a la celebración del funeral y posterior sepultura.

Para destacar la importancia del finado, normalmente suele decirse capilla ardiente en lugar de velatorio y ésta se instala (dependiendo de la relevancia de la persona fallecida) en un lugar donde pueda acudir un gran número de personas que van hasta allí con el propósito de presentar su respeto, dar las condolencias a los familiares o rezar alguna oración. Durante todo el tiempo en el que permanece instalada la capilla ardiente ésta se mantiene permanentemente iluminada, situando el féretro en el centro y rodeado de ornamentos luminosos.

Años atrás ese alumbrado provenía de las antorchas o candelabros con velas  que se colocaban alrededor del ataúd, pero en la actualidad son muchos los casos que se dan en el que los ornamentos lumínicos son eléctricos (bombillas o luces LED que simulan ser velas).

Antiguamente, tal y como su nombre indica, esas honras de duelo previas al funeral se instalaban en una capilla, bien fuese de un edificio religioso (iglesia, catedral…) o incluso que estuviera dentro de una propiedad particular (normalmente de la persona fallecida), ya  que los miembros de la aristocracia y burguesía solían disponer de capilla propia.

Hoy en día se utiliza cualquier espacio en el que instalar una capilla ardiente, debido a que ya no es algo que se disponga por la importancia o abolengo del fallecido, sino por la relevancia que éste tuvo en la sociedad (políticos, actores, deportistas, escritores…) siendo cada vez más común alojarlas en pabellones, teatros, ayuntamientos…

Cabe destacar que tal y como indica la web de Fundéu: una capilla ardiente se instala, se dispone, se abre…, pero no se celebra ni tiene lugar, ya que se trata de un emplazamiento y no de un acto.

 

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Post publicado a raíz de la consulta realizada a través de twitter por mi compañera Melisa Tuya.
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