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Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban [6]

Sexta entrega de esta serie de post dedicados a traeros un buen puñado (de docena en docena) de cosas que quizás no sabíais cómo se llamaban en realidad o que conocías con otro nombre muy distinto.

Espero que la selección de palabras que he hecho en esta ocasión sea de vuestro agrado, al igual que ocurrió con las veces anteriores.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Pedrada

 

Pedrada: Una pedrada no solo es la acción de arrojar con impulso una piedra, sino que también es el término con el que se conocía al típico lazo que se ponían algunas mujeres como adorno a un lado de la cabeza

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Mentira

Mentira: Al igual que el término anterior, esta también es una palabra polisémica (que tiene varios significados). En este caso el vocablo no se refiere a algo que no es verdad (aunque tiene cierta relación) sino que es el modo con el que se conoce a las típicas manchitas de color blanco que aparecen en la uña. Se llama de este modo ya que antiguamente se tenía la creencia de que salían cuando alguien decía algún embuste. Ojo, no confundir estas manchitas con las medias lunas que aparecen en las uñas, esas se llaman ‘lúnulas’.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Filandón

 

 

Filandón: Se trata de la típica reunión en la que varias mujeres se sientan en corrillo o una junto a otra frente a la puerta de sus casas y van comentando asuntos vecinales mientras cosen.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Cerúleo

Cerúleo: Es el modo con el que antiguamente se referían a alguna cosa que tenía el color del cielo, ya que de este término proviene su etimología. Aunque originalmente no se utilizaba para el color azul (ya que abarcaba todas las tonalidades de colores que podía observarse en el cielo) con el tiempo ha acabado usándose para referirse a una tonalidad concreta.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Rebaba

 

Rebaba: La rebaba es aquella porción de elementos que sobresalen por los bordes: por ejemplo de un bocadillo o el cemento que queda saliente entre dos ladrillos.

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Trechear

 

 

Trechear: Se trata de la acción de trasportar/llevar algo normalmente pesado (una caja, las bolsas de la compra…) e ir parando cada pocos metros para descansar (hacerlo de trecho en trecho).

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Bigornia

 

 

Bigornia: Es el típico yunque con una punta en cada lado y sobre la que trabaja un herrero.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Garabato

 

Garabato: De nuevo otra palabra polisémica. Conocemos como garabato a ese dibujo o escrito hecho rápidamente o de cualquier manera. Pero el garabato al que me refiero en este post es al gancho (comúnmente con forma de ese) que se utiliza para colgar algo (por ejemplo las piezas de carne).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Pihuela

 

 

Pihuela: Conjunto de cadenas o grilletes con los que se sujeta a un prisionero. También es el nombre de la correan con la que se sujeta las patas de algunas aves en la cetrería (por ejemplo un halcón).

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Cascarria

 

Cascarria: También escrito ‘cazcarria’, se trata del barro seco que queda en los bajos de los pantalones tras pisar un charco de fango.

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Trasijado

 

 

Trasijado: Persona que está excesivamente flaca. Que está en los huesos.

 

 

 

Una docena de cosas que quizás no sabías cómo se llamaban - Zarcillo

 

Zarcillo: Un zarcillo, además de ser un pendiente de los que se ponen en las orejas, también es el tallo que sale de ciertas plantas y que le sirve para sujetar y trepar por alguna superficie

 

 

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¿Cuál es el origen del término ‘cementerio’?

¿Cuál es el origen del término ‘cementerio’?

Como es habitual en aquellos lugares con predominio del cristianismo, cada primero de noviembre infinidad de personas acuden a los cementerios para visitar las tumbas de sus difuntos, rezarles una oración o llevarles flores. Esta tradición originalmente se realizaba el 2 de noviembre que es la fecha en la que cae el Día de los Santos Difuntos y que la iglesia católica dedicó a las almas de los fallecidos, pero al no caer en festivo se comenzó a realizar el día 1.

Pero, tal y como indico en el título, el post de hoy trata sobre el origen del término ‘cementerio’ que es el nombre con el que conocemos habitualmente al lugar destinado para dar entierro a los fallecidos.

El término cementerio tiene mucho que ver con el cristianismo y cuando éste comenzó su expansión, ya que se impuso a la palabra que, hasta aquel momento, se usaba para designar a los emplazamientos donde se realizaban los entierros: necrópolis.

La palabra necrópolis (de origen griego) significa literalmente ‘ciudad de los muertos’ (necro: muerte, polis: ciudad).

Ante la creencia cristiana de que la muerte solo es un tránsito y, por tanto, al fallecer lo que se hacía era ‘dormir’ para posteriormente ‘resucitar’ se sustituyó el termino necrópolis por el de cementerio, cuyo significado literal es ‘dormitorio’.

Cementerio proviene del latín vulgar cemeteriu’, éste del latín culto ‘coemeterium’ que a la vez venía del griego ‘koimeterion’ -κοιμητήριον-: lugar donde dormir/dormitorio (koimo: dormir/estar echado/acostarse, -terion: sufijo de lugar).

Al castellano nos llegó como ‘cemeterio’ (desde el latín vulgar cemeteriu), pero a través de los siglos se le coló al término una ‘n’ intercalada, la cual los expertos se dividen entre dos motivos las posibles causas de que el término acabase siendo conocido por todos como ‘cementerio’ y no ‘cemeterio’. Por un lado por la facilidad a la hora de ser pronunciada, ya que es mucho menos complicada hacerlo con esa ene extra. Por otro lado, muchos son los que defienden la hipótesis de que hubo quien confundió el origen etimológico de la palabra y se lo adjudicó al término latín ‘caementa’ (piedra quebrada) que derivó en ‘cemento’, al utilizarse esta argamasa para construir y cerrar las tumbas/nichos/mausoleos.

 

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Fuentes de consulta: RAE 1 / RAE 2 / etimologias.dechile 1 / etimologias.dechile 2 / etimologias.dechile 3 / etimologiasymitologia / diocesisdecanarias
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