– ¿Ya estás otra es con la cancioncita? Te ha dado fuerte – me dijo mi santo este fin de semana al oírme cantar de nuevo lavender’s blue (dilly, dilly). Es cierto que la estoy entonando mucho y está en el top de los cuarenta principales de mi casa, la canto a mis hijos y mi sobrina de diez meses también la ha escuchado.
Se trata de una nana que descubrí la semana pasada viendo en casa La Cenicienta de Kenneth Branagh que estuvo en cines el invierno pasado, su protagonista la canta e impregna gran parte de la banda sonora. Para mí todo un hallazgo, por mucho que hayan apostado más por la versión de A dream is a wish your heart makes de Lily Collins o Edurne en la promoción.
Me dio por investigar un poco y me encontré con que en realidad es una canción de amor muy antigua, de la que ya hay constancia escrita en el siglo XVII. En ella él intenta convencerla de que, como él la ama, ella debe corresponderle y acceder a yacer juntos.
Lavender’s green, diddle, diddle,
Lavender’s blue
You must love me, diddle, diddle,
cause I love you,
I heard one say, diddle, diddle,
since I came hither,
That you and I, diddle, diddle,
must lie together
En el XIX se convierte en una nana, aunque sigue siendo al tiempo una canción de amor. «Si tú me amas, yo te amaré». Todas las nanas son, de hecho, canciones de amor.
Lavender’s blue, dilly, dilly, lavender’s green
When I am king, dilly, dilly, You shall be queen
Who told you so, dilly, dilly, who told you so?
‘Twas my own heart, dilly, dilly, that told me so
Call up your men, dilly, dilly, set them to work
Some to the plough, dilly, dilly, some to the fork
Some to make hay, dilly, dilly, some to cut corn
While you and I, dilly, dilly, keep ourselves warm
Lavender’s green, dilly, dilly, Lavender’s blue
If you love me, dilly, dilly, I will love you
Let the birds sing, dilly, dilly, And the lambs play
We shall be safe, dilly, dilly, out of harm’s way
I love to dance, dilly, dilly, I love to sing
When I am queen, dilly, dilly, You’ll be my king
Who told me so, dilly, dilly, Who told me so?
I told myself, dilly, dilly, I told me so
Hay muchas versiones, pero os dejo aquí la de la película.
No es la primera vez que me deslumbra una nana de una película de Disney tras ser madre. Ya sucedió con la maravillosa Baby mine (hijo del corazón) de Dumbo. Una película que merece la pena revisitar y que es especialmente conmovedora si la ves teniendo un niño con discapacidad.
Baby mine, don’t you cry
Baby mine, dry your eyes
Rest your head close to my heart
Never to part, baby of mineLittle one when you play
Don’t you mind what they say
Let those eyes sparkle and shine
Never a tear, baby of mineIf they knew sweet little you
They’d end up loving you too
All those same people who scold you
What they’d give just forThe right to hold you
From your head to your toes
You’re so sweet, goodness knows
You are so precious to me
Sweet as can be, baby of mine
Volviendo a Lavender’s blue, Resulta interesante ver cómo algunas melodías han sobrevivido durante siglos, en muchos casos con letra, con frecuencia para cantar a los niños. También lo es que las nanas suelan coincidir en tener un sabor a la vez dulce y triste. Tal vez por eso siempre sentí como una canción de cuna el Y sin embargo te quiero, en un poema de Rafael de León.
Llorando junto a la cuna
me dan las claras del día;
¡mi niño no tiene padre…
qué pena de suerte mía!
Anda, rey de España, vamos a dormir…
Y, sin darme cuenta, en vez de la nana
yo le canto así:Te quiero más que a mis ojos,
te quiero más que a mi vida,
más que al aire que respiro
y más que a la madre mía.
Que se me paren los pulsos
si te dejo de querer,
que las campanas me doblen
si te falto alguna vez.
¿A quién se lo dice, al padre canalla o al niño?
Nunca se canta tanto como cuando eres padre. Bueno, no sé si generalizar. Dejémoslo en que yo nunca he cantado tanto como tras ser madre y sé que no soy la única. Y he disfrutando cantando, buscando con mi voz el sueño, el juego, el consuelo o la alegría de mis hijos. Y espero no dejar nunca del todo de hacerlo según mis niños crezcan.
Cantas más, cantas feliz y libre de absurdos complejos a los que mas quieres y que mejor te escuchan. Y es entonces cuando acuden a nuestros labios, directamente desde el corazón y nuestros viejos recuerdos, aquellas canciones que nos cantaron a nosotros, a nuestros abuelos y, tal vez, a los abuelos de nuestros abuelos.
También acuden en esos momentos temas del Cantajuego y canciones de lo mas variopinto, no vamos a engañarnos. Yo he dormido y consolado con frecuencia a mis hijos con Tahures zurdos por ejemplo. Puestos a cantarles, hay todo un universo para elegir, pero las tonadas tradicionales afloran en esos momentos.
Una de las canciones que yo más he cantado (y sigo cantando) a mis hijos es La tarara, otra melodía que procede del folclore popular y a la que Federico García Lorca, que sabía apreciar la belleza de lo aparentemente sencillo, puso nueva letra.
La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.
Lleva mi Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.La Tarara, sí;
la tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.Ay, Tarara loca.
Mueve, la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.
Buscando por Internet he encontrado en el recomendable blog La pizarra de yuri una referencia a la nana más antigua que se recuerda, dedicada a un bebé llamado Marco. La traducción del latín es suya. Por desgracia no se ha conservado la melodía, pero estoy segura de que también era dulce y algo triste.
La nana más antigua que se recuerda aparece recogida en las Sátiras de un poeta romano del siglo I llamado Aulio Persio Flaco. Se la conoce como aut dormi aut lacte (o duermes o mamas), y está dirigida a un niño que se llamaba Marco. Llama la atención la dulzura del ritmo, la sofisticación de la sonoridad de las palabras, lo imaginativo de las rimas, la delicadeza de las imágenes que invoca y la simpática sinceridad del estribillo, en el que cualquier mamá harta de intentar que su bebé mame o se duerma de una vez se sentirá identificada sin duda.
La-la, la-la, o duermes o mamas;
si no mamas, duerme, duerme.Blando sueño, ven, sueño,
vacilan, Marco, nuestros ojos,
se apodera del cuerpo tierno,
son ojos llenos de sueño:
ven, sueño.La-la, la-la, o duermes o mamas;
si no mamas, duerme, duerme.Alta en el cielo resplandece la luna
vagan en la noche sombras vanas;
en el silencio, ladran los perros,
brillan las mil y una estrellas,
resplandece la luna.La-la, la-la, o duermes o mamas;
si no mamas, duerme, duerme.Lejos, maduran dulces frutales,
se marchitan las lilas, florecen las rosas;
las estrellas en el cielo están radiantes…
Ronca… ríe… sobre tus cabellos
siente los frutales.Lalla, lalla, aut dormi aut lacte
nisi lactes, dormi, dormi.
Sí, definitivamente las nanas son canciones de amor.