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Simple y complicadamente: seres humanos

¿Y ahora qué le digo yo a mis hijos? se/nos pregunta Armandilio en su blog.

Dicen que para afirmar algo debes creer en ello, pues si no nunca tendrás credibilidad: a ver cómo le explico yo a mis hijos que la policía está para defender a las personas buenas.

De momento, para estar en paz conmigo mismo, he firmado pidiendo la dimisión del (Sr.) Puig.

Aquí está lo que le he dejado a Armandilio en los comentarios:

«Les puedes decir simplemente que los policías son seres humanos.

Y como en cualquier gremio, agrupación o asamblea en una plaza, los hay buenos, malos y regulares.

Puedes decirles que crezcan viendo al individuo y no al color, al uniforme, al sexo o al himno».

No sé si estaréis de acuerdo, pero yo no entiendo otra forma de explicárselo a mis hijos.

Los blogs como motor de ilusión, como instrumento de terapia

Hace unos días gracias a una amiga llegué a este artículo de finanzas.com: Padres coraje 2.0 «Quiero que este blog sea un motor de ilusión»

Un día recibieron la noticia de que su hijo tenía cáncer, como guzmán, o autismo, como Erik, o síndrome de down, como Anna. Pero, lejos de rendirse, decidieron luchar y plasmar sus esperanzas en un blog. Con el tiempo, sus experiencias han aglutinado tantos seguidores que se han convertido en auténticas brújulas vitales de la red y en la mejor medicina para otros padres que atraviesan la misma situación

Cuando nos dieron el diagnóstico de Jaime o, dicho de otra manera, cuando nos confirmaron lo que ya sabíamos, una de las primeras cosas que hice fue crear un blog.

En mi caso no era un blog público. Era un blog que no indexaba en buscadores y cuya dirección facilité a muy poquitas personas.

No era un blog en el que desahogarme o despotricar sobre mi mala suerte, sino un sitio en el que me obligaba a mí misma a ver de manera positiva la lucha en la que nos encontrábamos inmersos.

Casi todos los días entraba allí y procuraba escribir unas líneas con las pequeñas mejoras, los destellos de esperanza que ese día habíamos cosechado.

Antes de dormir, con mi hijo dormido en su cama y mi hija poco más que recién nacida también dormida en mi pecho, hacía balance del día y me quedaba sólo con lo bueno.

Y funcionaba. Ser optimista, ver el vaso medio lleno, afrontar lo que te venga con ilusión de disfrutarlo (si es bueno) y ser capaz de afrontarlo (si no lo es), es una predisposición personal pero también algo que hay que trabajar, como un músculo más. En determinadas ocasiones hay que echarle mucha fuerza de voluntad.

Pasado un tiempo hubo una persona, madre de un niño ya mayor con autismo, terapeuta y muy implicada, a la que le pasé la dirección del blog creyó que los había comenzado por recomendación de algún experto.

No era así. Salió de mí. Escribir siempre me ha sido un buen medio de centrar el tiro.

Ese blog lleva más de un año abandonado. Ya no es necesario. Ya hemos asumido y normalizado la situación. Ha cumplido su función terapéutica.

Volviendo al artículo: estoy completamente de acuerdo en la labor terapéutica que puede tener escribir un blog, ya sea público o privado. Y es cierto que abundan por lnternet blogs maravillosos de padres y madres que se enfrentan con dificultades especiales. Blogs que les ayudan mucho a ellos y en algunos casos aún más a muchos otros

Os invito a planteároslo si sentís la necesidad. Escribir puede ser una terapia maravillosa, aunque nadie más que tú vaya a leerlo.

El mamaísmo y los diez mamandamientos

Hace mucho que no os recomiendo un blog relacionado con la maternidad. Hoy he decidido hacerlo a raiz de su divertido último post: Los diez mamandamientos. Y es que no sé vosotroas, pero yo también soy mamaísta.

Hablo de Lolou y Cía, el blog de una mamá primeriza sin pelos en la lengua.

Metedlo en vuestros favoritos, feeds, marcadores o lo que sea que useis, que de verdad merece la pena.

Cuando era pequeña, los domingos eran domingos de verdad. De los de antes. Vestido de los domingos, misa de doce, paga de 25 pesetas para comprarme tienda y media de chuches y dibujos animados después del Telediario. Tengo muy buenos recuerdos de esos años. Pero tanta eucaristía me dejó dos traumas:

Primer: soy capaz de recitarte la misa entera, de cabo a rabo, de carrerilla. Y no sólo los aleluyas y las réplicas de los fieles, que sería lo normal. No. También el discurso del cura. Entero.

Segun: cuando en 3° de B.U.P la profe de filosofía me descubrió los presocráticos me volví atea.

Y así sigo. Atea perdida.

Desde que dí a luz (benditos eufemismos, que nos garantizan la supervivencia de la especie) la cosa ha cambiado. Ahora soy mamaísta. Y no una mamaísta cualquiera, no. Una fanática. Una mamísta convencida, hasta las trancas. ¿Y eso del mamáeso qué es lo que es? Te preguntarás tú, ansiosa de saber todo lo que me pasa. Yo te lo explico, alma en pena, no agobiarse. Dícese de la que sigue a pies juntillas, sin quejarse ni rechistar, la religión (aunque yo lo llamaría secta) del Mamaísmo. Ser madre, vamos.

Como buena religión-secta que se precie, el Mamaísmo tiene su Dios (tu hijo o hijos), sus iconos (todos los cachibaches, fotos y demás chismes que te recuerdan a tu churumbel), sus pecadillos (¿preferir un billete sólo de ida a la Conchinchina a pasar la tarde en el arenero del parque te sirve como ejemplo?) y su credo.

El credo del Mamaísmo me chifla. Lo repito todas las mañanas (en voz alta y cantarina, como hacía con el Padre Nuestro Que Estas en los Cielos en las clases de Religión de Don Marcelino) y así me matraca bien las neuronas para que después, durante el día, no me vuelva oveja descarríada ni malamadre, que para el Mamáismo las dos cosas vienen a ser lo mismo.

El Mamaísmo se basa, pues, en 10 (¿diez?) mamandamientos. A respetar, venerar e idolatrar en cualquier, repito, cualquier circunstancia. A saber:

1. Amarás a tu niño sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de tu hijo en vano.
3. Santificarás las siestas.
4. Honrarás a Pampers y a Jané.
5. No pegarás.
6. No cometerás compras impulsivas de juguetes.
7. No olvidarás tu parto.
8. No dirás tacos ni mentiras.
9. No consentirás pensamientos ni sentimientos de culpa.
10. No codiciarás los petisuis ajenos.

Y ahora, hermanas, mamaístas todas, podeis ir en paz.

Post post (parecido a post data): recordad los padres y madres con blog que andáis por ahí sueltos que aún está abierto el plazo para presentarse al concurso para madres y padres con blog, con excursión a Eurodisney de premio.

Un concurso para madres y padres con blog, con una excursión a Eurodisney de premio

Me consta que muchas madres (y algún que otro padre) que me leéis tenéis vuestros propios blogs. Por eso (y porque soy miembro del jurado) os traigo hoy un concurso auspiciado por Suavinex cuyo premio es un viaje a Eurodisney con gastos pagados para cuatro personas.

El único requisito es que el blog tenga al menos medio año de antigüedad (o que lleve al menos ese tiempo hablando de la maternidad/paternidad si es que el blog es más viejo) y que residas en España.

En el club de las madres felices tenéis más información.

1. Envía tu solicitud de participación a la dirección suavinex.suavinex@gmail.com indicando tu nombre y apellidos, una dirección de e-mail y teléfono de contacto, así como el nombre y dirección web de tu blog y el año y mes de creación.

2. Dentro de dos semanas se publicará un post en el blog El club de las madres felices con el listado de los blogs candidatos al premio y se abrirá el proceso de votación, abierto a todas las mamás blogueras. Pero, claro está, ya puedes ir animando a tu comunidad para que tengan el ratón listo para votar por ti. Eso sí, sólo se permitirá votar una vez y por un solo blog. De entre esta votación popular se elegirán las cinco madres blogueras felices que pasarán a la final.

3. A partir de ahí, un jurado se encargará de elegir el blog ganador entre los cinco finalistas.

Los criterios de valoración de los blogs por los que se regirá el jurado serán la calidad de los contenidos, las actualizaciones, la dedicación, la implicación de la “tribu”…

Si crees que eres la mamá bloguera más feliz, descárgate las bases completas del I Premio Mamás Blogueras y Felices en el siguiente enlace y participa.

«Lo que escucha una madre» ¿Qué os dijeron que os marcó?

En el blog de la teta piden ayuda para recopilar frases que hayáis escuchado y os hayan ayudado o todo lo contrario.

Quiero ayudarles, así que traigo aquí su petición y la explicación de su iniciativa.

¿Qué escuchásteis vosotras?

Estamos organizando un foro de discursión en un curso de lactancia materna para profesionales, con el título: «Lo que escucha una madre» , con el objetivo de que los profesionales sanitários tomemos más conciencia de cual es la realidad de la lactancia materna, desde la vivencia de las madres, para que así seamos capaces de ayudar más eficazmente. Los profesionales sanitarios, en ocasiones olvidamos que la lactancia es una vivencia mucho mas amplia, y por tanto modulada por muchos mas condicionantes que una cuestión de técnica.

Una vez planteado el tema, he pensado que quién mejor que las madres para decir «Lo que escucha una madre» , y me gustaría pedir vuestra colaboración aportando vuestras vivencias; frases que os han ayudado en un momento dado, que os han molestado o hundido… y de quién venian. Cuantas mas vivencias y opiniones, mejor, ya que reflejará mejor la realidad. Si quereis podeis añadir que cosas os han ayudado más, o qué hubieseis necesitado que no tuvisteis. En definitiva contad lo que para vosotras sea importante.

Se me ha ocurrido esta vía, porque creo que desde el anonimato es mas facil la expresión sincera, sin temor a lo que piensen los demás.

Os agradeceria recibir vuestras historias y comentarios antes de semana santa para saber de que material dispongo.

Solo me queda agradeceros de antemano la colaboración y comprometerme a hacer públicas las conclusiones a las que lleguemos.

¿Quieres saber más sobre el autismo?

El post que escribí el sábado con motivo del día de concienciación del autismo despertó algunas dudas y debates en los comentarios. Siempre que toco el tema pasa lo mismo.

Por eso copio aquí un post bastante largo pero muy atinado y aclaratorio para todo aquel que quiera saber más sobre este trastorno que afecta a mi hijo.

Lo he sacado de un blog que sigo desde hace años llamado «En mi familia hay autismo y mucho más».

Y al final un vídeo de los casi seis años de vida de Gloria. La princesa protagonista de ese blog.

El autismo está considerado como la causa de discapacidad del desarrollo con mayor crecimiento en el mundo. Su prevalencia en los niños ha aumentado de un caso cada 150, a uno cada 110, según el informe del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los EEUU (CDC) en 2009. Los casos diagnosticados con autismo superan ya la suma de la diabetes, el cáncer y el SIDA. Hace pocos años la prevalencia era uno cada 4000 nacidos. Y es más común en los niños que en las niñas. Por cada cuatro niños con autismo, 3 son varones y 1 es mujer.

El autismo es una discapacidad permanente del desarrollo del sistema nervioso y funcionamiento cerebral, que afecta a la forma en que una persona interpreta todo su entorno, lo que ve, oye y toca, dificulta su comprensión, uso del lenguaje y relaciones sociales, imaginación y juego. El autismo no es curable, pero es tratable.. Cuando un niño es diagnosticado y recibe la intervención temprana, la educación apropiada y la terapia recomendada por los profesionales y expertos, se ha demostrado mediante estudios internacionales que pueden convertirse en miembros autosuficientes y productivos de la sociedad. Esto hace que el abordaje temprano del autismo tenga una alta rentabilidad, tanto personal como económica.

Se desconoce el origen del autismo, pero se sabe que es genético con desencadenante ambiental desconocido, es decir que en el desarrollo de este trastorno influyen hasta 15 muntaciones genéticas, unidas a factores ambientales desconocidos.

Actualmente uno de cada 110 niños nacidos es diganosticado con algún tipo de autismo. Se habla de un aumento de la incidencia de los casos, que no se puede explicar únicamente con las mejoras diagnósticas. Algunos neurólogos, han hablado de que estos trastornos neurobiológicos son «el precio de la modernidad» relacionando directamente el autismo con el aumento de uso de químicos, pesticidas,metales pesados, radiaciones… Pero la realidad es que no se sabe la causa que determina que un niño desarrolle autismo. Y no hay ninguna prueba diagnóstica prenatal. Ni postnatal. El autismo no tiene ningún marcador físico. La persona con autismo está sana, pero su cerebro no funciona correctamente a nivel neurobiológico.

Esto supone que en breve uno de cada 110 alumnos tendrán algún tipo de autismo, ya que ahora mismo salvo en casos muy extremos, los niños con autismo se escolarizan junto a todos los demás, recibiendo los apoyos correspondientes, pero dentro de las aulas ordinarias. Nadie nos habla de esta realidad que ya está llegando a los colegios de primaria y en breve llegará también a los institutos. Pero también a los servicios de atención temprana colapsándolos, a los de salud mental infantil y juvenil, a los servicios sociales… No estamos respondiendo eficazmente a lo que estas cifras significan.

El autismo es un trastorno muy amplio que abarca a personas con graves dificultades, y llega a otras como las personas que tienen Sindrome de Asperger, en las que sus dificultades no son tanto intelectuales pero si lo son sociales. En medio tenemos un enorme abanico de casos diferentes, y también en ocasiones el autismo va unido a otros trastornos como el TDAH (déficit de atención e hiperactividad).

Sea cual sea el grado de autismo, si el niño o el adulto está dentro del conocido como Espectro Autista, tendrá muchas dificultades a lo largo de su vida, que sólo podrán ser superadas recibiendo las terapias adecuadas y los apoyos educativos, sanitarios, y sociales necesarios. Son un grupo de riesgo de exclusión social, pues en ocasiones su incapacidad para comprender las normas sociales hacen que tengan problemas para adaptarse al entorno y presenten conductas que nos resultan «extrañas», siendo muy injustamente desplazados y discriminados.

En ocasiones la genialidad y el autismo van de la mano, y se conoce que grandes personalidades científicas y artísticas tuvieron formas leves de Autismo.

Lo que más puede ayudar a una persona con autismo es un diagnóstico rápido, lo más temprano posible, acudiendo inmediatamente a los servicios sanitarios y de atención temprana más cercanos.

Son alerta de autismo o riesgo de padecer algún trastorno generalizado del desarrollo los siguientes en edades tempranas:

· No responde a su nombre.
· No puede decir lo que quiere.
· Retraso en el lenguaje.
· No balbucea a los 12 meses
· No dice palabras sencillas a los 16 meses
· No dice frases espontáneas de 2 palabras (solamente repite oídas en otros contextos).
· Cualquier pérdida de lenguaje o habilidad social a cualquier edad.
. Juegos inapropiados sostenidos.
. Parece preferir jugar solo/a.
· No sabe cómo jugar con sus juguetes.
· Se queda ‘enganchado’ con los objetos una y otra vez.
· Tiene un apego extraño por algún juguete (p. ej. Siempre lo lleva encima).
· Pone lo objetos en fila
. Parece sordo/a a veces.
. No sonrie socialmente.
. No mira a la cara.
· No hace gestos (señalar, decir adiós con la mano, etc.) a los 12 meses.
· Está en su propio mundo.
· No sintoniza con nosotros.
. No está interesado/a en otros niños.
· Tiene rabietas.
· Es hiperactivo/a, no cooperador/a u oposicionista.
· Anda de puntillas.
· Es hipersensible con ciertas texturas o sonidos
· Tiene patrones de movimiento raros

No hay que tener todos estos rasgos para ser diganosticado de autismo, pero si se presenta un número importante de estos signos, no hay nada que esperar, se debe acudir a un especialista para que sopese el riesgo de autismo.Esconder la cabeza y no afrontar el problema sólo conseguirá perder tiempo de ayuda a la persona.

Si tenéis algún niño pequeño en vuestro entorno con algún síntoma parecido, no dudéis en pedir ayuda inmediatamente.

Yo soy mamá de una niña de casi 6 años que está diagnosticada de Trastorno del Espectro Autista, es decir que tiene autismo. Existen muchos grados de autismo, mi hija tiene un autismo menos severo del que esperábamos, porque hace poco ha conseguido comenzar a comunicarse oralmente y ha adquirido muchas habilidades impensables cuando fue diagnosticada con 2 añitos. Con dos años mi hija era prácticamente un completo de todo lo arriba indicado.

Nadie puede imaginar lo que una persona con discapacidad tiene que trabajar para poder aprender y conseguir hacer lo que todos los demás hacen sin ningún esfuerzo. Que mi hija me llame mamá, ha sido labor de años de trabajo para ella y para todos nosotros. Eso que todos los niños hacen apenas sin esfuerzo, y de forma espontánea. Pero a su favor ha jugado el que reaccionamos muy rápido, y le dimos terapia inmediatamente. Asi conseguimos reabrir canales de aprendizaje en su cerebro ya que los niños tienen una gran plasticidad cerebral hasta los 6 años, pudiendo adquirir habilidades en esas edades que costarán mucho más esfuerzo en edades posteriores.No siempre es posible, pero es necesario intentarlo.

Mi hija acude a un colegio ordinario y eso le ha beneficiado enormemente a la hora de socializarse, siempre con el apoyo de personal específico por supuesto, pero como una más. Además ha sido atendida durante estos años por el Centro de Atención temprana. Las técnicas que nos enseñaron a aplicar con ella, desde el primer momento y que debemos aplicar en todos los momentos del día y la noche, han sido la «salvación» de mi hija comunicativamente hablando. No hay cura para el autismo pero la calidad de vida puede mejorar notablemente con una intervención temprana en muchos casos. No en todos, estoy hablando de posibilidades, de trabajo que se comienza sin saber cuál va a ser el lugar a dónde vamos a llegar.

Nadie quiere algo así para un hijo, pero el autismo no se elige, y una vez que está en tu vida lo mejor es afrontarlo positivamente.

El autismo no es algo horrible, terrible ni espantoso, no es eso que nos cuentan en las películas ni supone la pérdida de un hijo en vida. El autismo es una realidad permanente para toda la vida, pero una vez asimilado su impacto (que es enorme por supuesto), no queda otra que hacer lo que te indican y luchar por seguir viviendo y ser feliz.

Se puede ser feliz viviendo y conviviendo con el autismo.

Y para terminar os recomiendo cuatro enlaces para saber más:

  • Hasta la luna ida y vuelta
  • Asociación Alanda
  • El sonido de la hierba al crecer
  • Autismodiario
  • Me siento bien…

    Lo dice Ciudadana Coja, una madre reciente que merece sentirse todo lo bien que sea posible.

    Me siento bien . . .

    Cuando disfruto de una ducha caliente.
    Al despertar con el sonido del viento.
    Cuando mantengo una buena conversación.
    Cuando la luz roza mi cara.
    Al verte dormir apaciblemente en tu pequeña cama.
    Cuando imagino nuevas metas.
    Cuando las alcanzo por fin.
    Cuando siento que la vitalidad me invade.
    Al verte bostezar por las mañanas.
    Cuando siento la energía en el ambiente.
    Al oir latir mi corazón y el tuyo.
    Cuando me da la risa porque me das una sorpresa.
    Cuando camino entre las hojas del otoño.
    Al ver tu carita de niño buscarme al despertarte.
    Cuando camino entre la niebla de tu mano.
    Cuando te recojo del colegio.
    Cuando jugamos a pisar nuestras sombras.
    Al verte montar en bici sin caerte.
    Cuando pones mi nombre en el papel.
    Cuando abrazas a tu peluche favorito.
    Cuando hacemos un bizcocho.
    Cuando te ríes a carcajadas.
    Al darme un beso de ratón.
    Cuando nos queremos hasta el infinito.

    Me siento bien…

    Mis hijos también me hacen sentir así. ¿A vosotros no?

    Niños solos en el coche, llamadita al 112

    Así más o menos se titula el último post del blog personal de Armandilio, en el que cuenta que prefirió pecar de celo antes que seguir su paseo y dejar a dos niños pequeños dentro de un coche.

    Creo sinceramente que eso es lo que hay que hacer. Y noticias como la de hoy, de dos ancianos muertos tras ser olvidados en una furgoneta, me lo recuerda.

    Raro es el año en el que no hay algún caso de bebé o niño pequeño muerto deshidratado por quedarse a solas en un coche, por distracción o dejadez consciente de sus cuidadores.

    Así que estoy contigo Armandilio, 112 al canto ante la más mínima duda. Probablemente alguno de esos casos no hubiera acabado así de haber llamado alguien al verlos…

    Mientras realizaba la llamada, sonó la alarma del coche sin que nadie viniera, hecho que me reafirmó en la decisión de alertar de que dos niños estaban solos dentro de un coche.

    Hablé con la operadora, que me preguntó las edades de los niños, dónde se encontraban, qué coche era, etc. y mientras le explicaba la situación apareció una mujer que se acercaba al vehículo con bolsas en las manos.

    – «Perdona, que ya está, que ya ha aparecido la madre».
    – ¿Ya ha venido la madre?
    – Sí, sí, ya ha venido la madre – repetí delante de ella para que me oyera.

    – ¿Pasa alguna cosa? – me preguntó la mujer.
    – No, que he llamado a la policía porque como he visto a dos niños solos dentro de un coche al sol y no me ha parecido muy normal…
    – Ah, bueno…, es que, he ido tres minutos aquí, a la panadería.
    – No, si yo no te juzgo. Yo solo he visto dos niños solos en un coche y nadie alrededor, con unas llaves encima del techo, ha sonado la alarma y nadie aparece…
    – Bueno, gracias – me dijo semiasustada por la situación.
    – Bueno, coge las llaves, que las tienes ahí (la señora ya se metía en el coche sin ellas).
    – Vale, uhmmm, gracias,…

    Probablemente la señora se asustó un poco al oír «he llamado a la policía». No era mi intención asustarla, pero sí hacerle saber que dejar a los niños solos dentro de un coche no es algo demasiado normal (o al menos no demasiado recomendable) y sí era mi intención velar por la seguridad de esos niños (llamé pensando en ellos).

    Al final pasó lo que era más probable que pasara, que apareciera la madre, se montara en el coche y se fueran todos tan contentos. Ahora bien, lo más probable no es lo que sucede siempre y son varias las ocasiones en que hemos oído en las noticias que un niño fallece al quedar olvidado dentro del coche.

    La importancia de no llamarse Kevin

    Me congratula, como dicen algunos por ahí, que Superwoman esté retomando de nuevo con brío su diario online.

    En su última entrada habla de la importancia de no llamarse Kevin en Alemania. Cuyo equivalente en España imagino que podría ser llamarse Jonatán, Micky, Jessica o Melodi en cualquiera de sus variantes escritas.

    Así comienza su post:

    Me ha hecho gracia que una noticia que no tendría porque tener mayor repercusión fuera de las fronteras alemanas, haya llegado a la prensa española y sea una de las más leídas del día. El tema es «la importancia de llamarse Kevin». O más bien, la poca importancia.

    Resumiendo (y leo entre renglones en la página web de la investigadora alemana que ha dirigido el cotarro): hace unos años en una encuesta anonima, el departamento de Pedagogía de la Universidad de Oldenburg descubrió que los profesores asocian determinados prejuicios a los nombres propios de las criaturas. En una de las encuestas se llega a leer que «Kevin no es un nombre, sino un diagnóstico». Y continuando con esta línea de investigación, han mandado ejercicios infantiles escaneados a 200 profesores y los mismos ejercicios, bajo distinto nombre, eran calificados de distinta manera (hasta 9 puntos de diferencia en una escala del 1 al 10). Y los que salían siempre perdiendo eran los niños con nombres «socialmente» mal vistos.

    Y así comienza la noticia de El Mundo a la que Superwoman hace referencia en su diario:

    La idea de que las notas escolares no siempre son objetivas no es nueva, pero que el nombre propio de un alumno sea un factor para su éxito escolar es un resultado algo sorprendente de un estudio de la Universidad de Oldenburg (norte de Alemania), dirigido por la profesora Astrid Kaiser.

    Según el estudio, un trabajo firmado por un niño llamado Kevin, Mandy o Cedric -nombres que en Alemania están ligados a estratos sociales inferiores- suele tener una peor calificación que un trabajo idéntico firmado por Maximilian, Jakob o Simon.

    De nuevo nos encontramos con las profecías autocumplidas en el caso de nuestros hijos.

    Así que ya sabéis, poner nombres de empollones puede ayudar si queréis que vuestros peques hagan carrera. Lo que no sé es qué se considerarían nombres bien vistos por el profesorado en España: ¿Tal vez Vicente, Fernando, Ana María? Ni idea…

    El Deseo

    Hace pocos meses que conozco a María Fernanda Ampuero, y pronto pude comprobar lo bien que escribía. Era algo que ya me habían adelantado.

    Mantiene algún que otro blog e incluso ha ganado algún que otro premio literario. Es periodista, así que es su trabajo. Pero además es su pasión. Es de esas personas a las que escribir le da aliento para avanzar. Un poco como me pasa a mí, o como pasa a alguna que otra buena amiga, aunque me da la impresión de que en ella se produce en mayor medida.

    Hace pocos días compartió conmigo vía Facebook una pieza titulada Fantasías sexuales.

    Sólo está en Facebook. Ahora ella me ha dado permiso para que también perdure digitalmente en este blog.

    Espero que lo disfrutéis.

    Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire (…) No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj”. Julio Cortázar, Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj.

    Y llega un día, señoras y señores, en el que la vida de una ya no es más de una: es del Deseo.

    El Deseo, voraz y cavernícola, te controla, te conduce, te domina, te impulsa. No existe más que él.

    Saben a lo que me refiero: esa incapacidad de ser racional, ese cambio de conducta, esas ansias, ese no hablar de otra cosa. Sí, sé que saben a qué me refiero.

    Muchas lo han vivido o lo están viviendo ahora. Hablo por nosotras, mujeres de más de 30 años, presas, como yo, del Deseo más inquietante, más ajeno y propio al mismo tiempo, del más total.

    Estoy hablando, claro, del Deseo que genera el aparato más perfecto y más temible jamás inventado, del eficientísimo servidor de la naturaleza, del incansable, inagotable, infatigable, tenaz, persistente, obstinado, laborioso, diligente, voluntarioso, activo, trabajador… ¡Reloj Biológico! (música de película de miedo, sonido gutural, grito).
    Oigan, de verdad, no se rían. Resulta toda una experiencia para una mujer el despertar del aparatito (por llamarlo de alguna forma, ya que hace más ruido que la campana de 13 toneladas del Big Ben de Londres).

    “¿Cómo pasó esto?”, me pregunto todos los días. “¿Cuándo pasó esto?” Quién sabe, tal vez la cosa estaba como el celular en modo ‘silencio’ hasta que un día, en algún lado, alguien le cambió el tono a ‘muy alto’ y desde ahí no hay quién lo pare: ¡tictac, tictac, tictac, tictaaaaaaaaaaaaaaaaaaac! Sin parar, día y noche, como el conejito de Energizer (que sigue y sigue y sigue).

    Les juro por Dios que lo oigo. Me estoy quedando dormida y tictac, tictac, tictac. Me miro al espejo y tictac, tictac, tictac. Mastico mi tostada y tictac, tictac, tictac.

    Pero resulta que cuando voy asumiendo la cantaleta y le dejo de hacer caso, se descarga otro politono y empieza dong, dong, dong o clan, clan, clan o ding, ding, ding o crash, crash, crash.

    La idea es yo que lo escuche. Fuerte y claro, en estéreo. La idea es que le haga caso. Qué eficiencia tiene, de verdad.

    Y cuando veo a un bebé… Uy, jesucito de mi vida, empieza a darle y darle con toda la fuerza de su ancestral maquinaria pum, rast, plas, bim, bam, bum hasta que el corazón se me pone como si tuviera a Guns & Roses en concierto por dentro. ¡Qué locura: llevo 34 años con este mismo cuerpo y ahora resulta que tenía un alien dentro de él!

    Porque, verán, yo nunca fui maternal.

    Cuando mis amiguitas se despelucaban y se arrastraban como Alfaro por el Policentro por el Chicho Belo, la Picolina, el Nenuco, el Agugú, el RN, yo pedía la Barbie ejecutiva, la vaquera, la Reina de Corazones, la Princesa Leia.

    Una vez, me acuerdo, me regalaron un bebé y, por mi tendencia a decapitar muñecos (“Freud, ¿tú qué dices?”), la cabeza no le duró mucho en su sitio.

    Tampoco tuve el clásico Cabagge que acunaban todititas mis conocidas, ninguna muñeca mía se hacía pipí, ni había que darle papilla o pasearla en coche: ellas tenían una profesión, un carro fucsia, un romance con Ken y más de 20 años.

    Y crecí como suelen hacer las niñas y la cosa seguía igual: poquito novio en el horizonte, nulas expectativas de cantar “qué diversión, la Familia Corazón” y por supuesto cero deseos de reproducción.

    ¿Bebés? Nanay del Paraguay. Yo quería conocer mundo, triunfar con mis libros, ser todo lo que podía ser y más…

    Hasta ahora, que nada más escribo la palabra bebé y ya me asoma una lagrimita, que parezco una gelatina tarada cada vez que se me acerca un niño y que, como si fuera de esos depravados adictos al porno en internet, tengo que ocultar de mi jefe las omnipresentes fotos de los preciosísimos hijos de mis amigas del Facebook.

    ¡A mí es que tendrían que poner el babero!

    Resumiendo, estoy, como dice Benedetti, “jodida y radiante” con este tema. Y hay más, porque el Reloj, no contento con tenerme el día entero a merced del estremecimiento, llena mis noches de bebitos.

    Bebitos en la playa, bebitos llorando, bebitos que son míos, bebitos que no son míos pero que robo y huyo, bebitos chiquitititos como Pulgarcito, bebitos que me sonríen desde los brazos de mi marido. No es un caso aislado: mis sueños están literalmente poblados de bebés.

    Así están las cosas: ni dormida ni despierta dejo de verlos. Tan grave es que en la cama de mis ensoñaciones, donde antes estaba George Clooney, ahora hay un bebé dormido.

    Así que si cuando vieron el título de este artículo pensaron en que revelaría cosas del tipo de Atracción Fatal, lamento decepcionarlos: las únicas fantasías sexuales que me quedan son si va a ser niño o niña.