Entradas etiquetadas como ‘fobias’

¿Y tú, ya te has ‘acostumbrado’ al confinamiento o cada vez lo llevas peor? (Procesos psicológicos)

Todos seguimos aislados por la pandemia del Covid-19, ya llevamos más de 30 días confinados en casa, pero no todos lo gestionamos de la misma manera.

Pxhere / CC0 Public Domain

Pxhere / CC0 Public Domain

Lo habréis comprobado vosotros mismos, habláis con amigos y familiares y hay personas que aseguran haberse acostumbrado ya a la situación y les afecta cada vez menos y otras que han empeorado, que tienen más ansiedad y lo llevan definitivamente peor que al inicio.

Os adelanto que ambas reacciones son totalmente normales y adaptativas. Estos dos mecanismos de afrontamiento psicológico se denominan: proceso de habituación (ahora lo llevas mejor) o proceso de sensibilización (cada vez te adaptas peor).

Un mismo estímulo, una misma circunstancia, puede provocar habituación o sensibilización dependiendo de la intensidad, de la experiencia previa y de la costumbre de aprendizaje de la persona.

Es un proceso muy cotidiano, por ejemplo, mi madre tiene un reloj antiguo en casa y cuando voy no puedo dejar de escuchar el ‘tic-tac’ de forma constante e irritante, mi madre se sorprende muchísimo ante mi malestar, ella no lo percibe, inconscientemente lo ignora, está acostumbrada al sonido, habituada, y yo sin embargo estoy sensibilizada, me afecta más el sonido y se convierte en el foco de mi atención.

En la habituación, ante un estimulo repetido la respuesta es cada vez menos intensa por continua presentación. En el lado opuesto, la sensibilización consiste en el aumento de la respuesta de un organismo a un estímulo por la mera presentación de este.

La teoría nos dice que la tendencia general es pasar primero por un proceso de sensibilización, ya que nuestro cerebro activa un ‘modo alerta’ ante estímulos o situaciones novedosas (más aún si entiende que tienen peligro) y después habituarnos con el tiempo.

La sensibilización no es mala por sí misma, si no has llegado aún a la habituación no te preocupes, es normal. Tendríamos que consultar a un especialista si tras el fin del estímulo o situación (cuando retomemos nuestra rutina) no conseguimos salir de ese estado de ansiedad o malestar, ya que podríamos desarrollar una fobia u otras patologías.

Ánimo a tod@s! Siempre, siempre, siempre somos más fuertes de lo que creíamos.

*También te podría interesar:

 

#creepyclowns ¿Te dan miedo los payasos? Tiene explicación

itHace unos meses apareció una insólita moda en EE.UU conocida como el movimiento creepy clowns (payasos terroríficos), cuyos participantes se dedican a vestirse de payaso y a quedarse parados en las calles para asustar a la gente. Esta práctica se ha extendido ya a otros países, incluso a España, aunque realmente no hay evidencia alguna de un vínculo directo entre el crimen y el avistamiento de estas personas disfrazadas de payasos, más que algún susto, amenazas y bromas de mal gusto, desde luego, lo que sí que puede provocar esta ‘gracia’ es una situación de peligro, las consecuencias conductuales del miedo son la huida, el ataque o la inmovilización, por tanto podemos imaginar que este tipo de bromas podrían no acabar del todo bien.

La fobia a los payasos tiene nombre: coulrofobia. Normalmente es un miedo que se origina en la infancia pero, en muchos casos, se mantiene hasta la edad adulta. Tiene un componente genético pero también social, curiosamente, se suele señalar a la novela It’ (Eso) de Stephen King, llevada posteriormente a la gran pantalla, como el origen y refuerzo sociológico de la figura del payaso malvado. Esta afirmación está avalada por estudios científicos realizados entre los años 70 y 90, aunque al parecer suspendieron este tipo de investigaciones por los perturbadores resultados obtenidos.

Paul Salkovskis, del Centro de Trastornos de Ansiedad y Traumas del Hospital de Maudsley, en Londres, afirma que “es habitual que cause temor aquello que es diferente de algún modo, que nos resulte desconocido e inquietante”. Efectivamente, un estudio realizado por la Universidad de Sheffield en 2008, que incluyó a 250 niños de 4 a 16 años de edad, con el objetivo de saber si decorar las paredes de una habitación de hospital con payasos resultaría inquietante, concluyó que todos los grupos de edad sentían antipatía por los payasos, y que la sensación de miedo e inquietud surgía de una ‘familiaridad indefinida’.

Existe bastante consenso en la comunidad científica a la hora de explicar este fenómeno, la coulrofobia surge porque no es posible conocer exactamente qué esconde el colorido maquillaje y los desproporcionados rasgos faciales de los payasos que pueden despertar en las personas un estado de alerta que atrapa emocionalmente antes que racionalmente. «Es lo que actualmente hace que algo se convierta en viral», explica Steve Scholdman, psiquiatra infantil y profesor en Harvard de un curso sobre la psicología en el cine de terror, «hacer que alguien reaccione emocionalmente antes de que lo procese intelectualmente».

Estas características permiten a los payasos adoptar una nueva identidad y no cumplir con ciertos patrones sociales que no sería posible de otra forma en la vida ‘normal’. Sigmund Freud ya escribió sobre el efecto de ‘valle inquietante’, un concepto que plantea que algo muy conocido pero al mismo tiempo extrañamente inusual causa rechazo y produce una sensación inquietante y contradictoria: la disonancia cognitiva. Este concepto puede aplicarse a los payasos.

Según el psiquiatra Steven Schlozman, de la Facultad de Medicina de Harvard, la sonrisa permanente y horripilante puede producir disonancia cognitiva en nuestro cerebro: “Nuestra mente interpreta que las sonrisas en general son positivas; no obstante, no es posible sonreír todo el tiempo, porque de ser así, algo fallaría. Gracias al comportamiento de las personas podemos interpretarlas, pero si el aspecto de las personas o su comportamiento no varían, se convierten en terroríficas”.

 

*Fuentes: Tendencias Sociales y New York Times.