«No ha sido una sorpresa»: El volcán de La Palma valida un estudio de predicción publicado días antes de la erupción

Ayer conté aquí cómo un nuevo estudio, encabezado por la vulcanóloga española Teresa Ubide (profesora e investigadora en la Universidad de Queensland, Australia), ha aportado una nueva y valiosa pista en la difícil tarea de intentar predecir las erupciones de volcanes como los canarios o los hawaianos, aquellos que se sitúan en los llamados hotspots volcánicos, zonas del planeta donde plumas de magma del manto terrestre ascienden a la superficie sin que exista una brecha entre placas tectónicas que les facilite el paso.

Resumiendo lo contado ayer, y publicado por Ubide y sus colaboradores en la revista Geology –la más importante en ciencias de la Tierra–, los investigadores han detallado lo que podría llamarse un piloto rojo en el cuadro de indicadores con el que los vulcanólogos pueden predecir una próxima erupción en este tipo de volcanes.

Estudiando la composición y la estructura de materiales volcánicos de la isla de El Hierro, incluyendo los de la erupción submarina de 2011-2012 –del volcán que por entonces aún no tenía nombre, hoy llamado Tagoro–, los autores del estudio han detallado cómo el magma del manto, formado a más de 60 kilómetros bajo la superficie, va cambiando a medida que asciende. Hasta que, a una profundidad de entre 10 y 15 km, en la frontera entre el manto y la corteza, adquiere las propiedades justas para una erupción: baja densidad, gases que lo empujan hacia la superficie; en palabras de Ubide, como una botella de champán a punto de descorcharse. La vulcanóloga define este momento y estado como el punto de inflexión que conduce finalmente a la erupción.

Por suerte, esto es algo que los vulcanólogos pueden monitorizar. Este movimiento de las tripas del volcán envía una señal sísmica que deja una huella en los aparatos de medida, los cuales pueden detectar a qué profundidad se están produciendo los temblores que provoca el magma al abrirse paso entre las rocas.

Erupción de Cumbre Vieja en la Palma, 20 de septiembre de 2021. Imagen de Eduardo Robaina / Wikipedia.

Según explica Ubide, todo esto se aplica exactamente a lo ocurrido en la erupción de Cumbre Vieja en La Palma. La profundidad: «En las Canarias, esta profundidad crítica de 10-15 km coincide con la base de la corteza terrestre, es decir, el límite entre la corteza y el manto terrestre; nuestro trabajo sugiere que dicha profundidad es particularmente importante porque el magma puede alcanzar esas propiedades óptimas que hacen que se acelere hacia la superficie«. Las señales de aviso: «Una semana antes del comienzo de la erupción, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) detectó un enjambre de terremotos que provenía de unos 12 km, es decir, la profundidad crítica que proponíamos en el artículo de Geology».

En los días posteriores, explica la geóloga, «el IGN detectó terremotos progresivamente más someros, que sugerían que el magma se iba moviendo hacia la superficie«. Y, finalmente, llegó la erupción.

«No ha sido una sorpresa«, valora Ubide. La investigadora añade que desde 2017 se habían detectado terremotos bajo la isla, indicando la intrusión de magma a unos 20 km de profundidad, lo cual era un primer aviso muy temprano de lo que estaba sucediendo en La Palma. El mismo patrón se observó en la erupción de El Hierro: «La erupción fue precedida de 3 meses de sismicidad que también provenía mayoritariamente de esa profundidad crítica de 10-15 km«.

La vulcanóloga concluye que su investigación «aumenta el conocimiento de los volcanes de punto caliente y los procesos que los los hacen entrar en erupción«, un paso «importante para poder interpretar las senales de unrest [agitación volcánica] como las de La Palma«.

Se da la circunstancia de que el estudio de Ubide y sus colaboradores se publicó el 14 de septiembre. Dos días después, en una entrevista con el diario australiano Brisbane Times a propósito de su trabajo, la vulcanóloga ya mencionaba que otro volcán en las islas Canarias estaba mostrando el mismo patrón previo a la erupción que habían descrito en su estudio. Tres días más tarde, el 19, comenzaba la erupción de Cumbre Vieja.

Por supuesto, los científicos que trabajan in situ en los volcanes canarios estaban también advirtiendo de una posible erupción, aunque con todas las precauciones necesarias. Y en enero de 2021 investigadores del CSIC, la Universidad Complutense de Madrid y otras instituciones publicaron un estudio en Scientific Reports detallando la agitación volcánica detectada en Cumbre Vieja, pero los autores concluían: «Podríamos estar estudiando una fase muy inicial de agitación decenas de años antes de una posible erupción, pero debemos considerar la posibilidad de que no resulte en una erupción«. Las incertidumbres aún son muchas en una predicción científica tan compleja, pero la ciencia está cada vez más cerca de poder prevenir estos desastres con más fiabilidad.

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