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Por aquí han pasado cooperantes de Ayuda en Acción, Cruz Roja, Ingeniería Sin Fronteras, Unicef, Médicos del Mundo, HelpAge, Fundación Vicente Ferrer, Médicos Sin Fronteras, PLAN
Internacional, Farmamundi, Amigos de Sierra
Leona, Sonrisas de Bombay y Arquitectura sin Fronteras.

Entradas etiquetadas como ‘infancia’

Donde la violencia secuestra el alma de la infancia

por Esperanza ‘Amal’ Leal Gil, psicóloga de Médicos Sin Fronteras en Hebrón (Territorios Palestinos)

Desde hace unos meses vivo en Hebrón, una localidad dentro de los Territorios Palestinos Ocupados que el resto del mundo califica de peligrosa. Justo en la puerta, a la hora indicada, me espera Ethidal, mi traductora, mi mano derecha, que será mi voz junto a una perenne cartulina que me acredita como psicóloga de Médicos Sin Fronteras. “Sabagelger”, me saluda, “Buenos días”, respondo. Hoy hace sol, pero será un día largo.

Mi nombre es Esperanza, pero me llaman ‘Amal’, como se traduce en árabe, y cada vez que lo pronuncio, arranco una sonrisa porque no entienden que una persona pueda tener el nombre de una promesa. Durante el trayecto, repasamos a quien tenemos que visitar hoy. Se trata de Ahmad, de 16 años. Hace cuatro meses dormía plácidamente con sus hermanos cuando a las dos de la mañana golpearon bruscamente la puerta. Al abrir los ojos, su casa estaba rodeada de soldados con la cara cubierta, apuntándoles con rifles y acompañados de perros. Preguntaron por él, le golpearon, le taparon los ojos con una venda y se lo llevaron esposado ante la mirada de sus padres y hermanos pequeños.

Me pregunto inquieta el porqué, y en los papeles que me han entregado los trabajadores sociales, puedo leer que fue acusado de haber tirado piedras a los soldados en una manifestación.

Entramos en la casa. Hay fiesta porque están celebrando su reciente liberación. Sin embargo, Ahmad, que tiene cara de niño grande, no sonríe; se siente desorientado e irritable, no puede dormir, no quiere relacionarse con nadie, se niega a seguir estudiando porque ha perdido la dinámica de ir al colegio, está triste, no quiere hablar de su experiencia en prisión e incluso presenta algunos síntomas somáticos, como un intenso dolor de estómago. Entro en una habitación, le sonrío y me acerco a él con la firme intención de escucharle e intentar aliviarle.

Vista desde el interior de una vivienda palestina en Hebrón, Cisjordania (© Juan Carlos Tomasi).

Vista desde el interior de una vivienda palestina en Hebrón, Cisjordania (© Juan Carlos Tomasi).

Esta es la situación de numerosos chicos que viven en Cisjordania y que, al igual que Ahmad, están expuestos a la violencia, ya sea como víctimas directas o testigos de agresiones. Esta agresividad tiene serias repercusiones en su salud mental, que es igual de importante que la física, porque pueden provocarle en ocasiones retraso en su desarrollo o incluso trastornos severos.

Soy una más de los cuatrocientos profesionales de MSF y mi trabajo aquí en Cisjordania consiste en facilitar apoyo psicológico a las víctimas del conflicto israelí-palestino e intrapalestino.

Desde que comenzamos a trabajar en esta zona, el número de afectados menores de 17 años ha incrementado considerablemente. Entre 2010 y 2011, 103 niños menores de 18 años fueron víctimas de incursiones militares en el domicilio y recibieron psicoterapia por parte de MSF. En 2012, MSF atendió en Hebrón y Jerusalén Este a 575 pacientes en psicoterapia individual o familiar; un 47,7% eran menores. Y esto nos preocupa, porque el conflicto está afectando severamente a los más vulnerables.

Cuando terminamos la sesión, mi compañera y yo comentamos sorprendidas cómo está aumentando entre nuestros pacientes el número de niños y adolescentes arrestados, separados de sus familias y sometidos a duros interrogatorios. Y es que las detenciones pueden durar horas. Dependiendo de la edad, pueden permanecer en prisión hasta cuatro meses. Según datos de Naciones Unidas recogidos en un informe DCI, Defence for Children, el ejército israelí detiene, interroga y encarcela a entre 500 y 700 menores cada año. El 75% sufren algún tipo de violencia física durante o tras la detención.

Los menores, como en el caso de Ahmad, presentan, tras el arresto o la estancia en prisión, cuadros de ansiedad, depresión, agresividad, trastorno del sueño, pensamientos recurrentes, conductas desafiantes… y en casos más severos, trastorno de estrés postraumático. No saben o no quieren recuperar su vida anterior y tienden al aislamiento. Y en este proceso trabajamos, teniendo en cuenta que las consecuencias psicológicas varían dependiendo de su capacidad de sobreponerse al trauma, pero también de otros factores de riesgo como la intensidad de lo experimentado o las veces que han sido expuestos a situaciones similares.

(Continuará)

 

Crónica desde Etiopía: Paliar el hambre es la prioridad

Por Rose Foley (Etiopía, PLAN Internacional)


Los niños y las madres lactantes son los más vulnerables
en la actual hambruna que está azotando todo el sur de Etiopía. La mayoría llegan malnutridos, muy delgados y enfermos. PLAN les da alimentos ricos en nutrientes para poder mejora su estado de salud.

Giro la esquina y me encuentro con Yoseph. Le conocí el lunes, llegó cojeando a causa de la  malnutrición y con muchos dolores. Hoy,  sin embargo, sonríe. Acaba de recibir su último suministro de alimentos. Está descansando la pierna, sentando orgulloso sobre un saco de harina y con una botella de aceite. “Hoy es un gran día” nos dice.

Belalanesh, de 8 años de edad, balancea a su hermano pequeño intentando calmar sus llantos. Su ropa también está manchada de harina. Su madre, Kabiwish cuida de sus otros dos hijos gemelos, mientras ella coge la ración de aceite que les corresponde. El lunes, Belalanesh me dijo que estaba triste y sentía su tripa vacía. Pero hoy sonríe tímidamente y se ríe un poco cuando la pregunto qué tal se encuentra.                                                        

Paliar el hambre de esta gente que no tiene nada que comer es la prioridad en estos momentos. Sin embargo, PLAN debe también mirar más allá de las necesidades inmediatas. En un periodo de hambruna como este, los menores necesitan una protección especial ya que las familias se ven forzadas en muchos casos a romper con la rutina y marcharse a otro lugar recorriendo largas distancias. La escolarización de los niños y las niñas  se suele ver interrumpida, y ante la falta de dinero los niños pueden acabar trabajando para traer a casa ingresos extras. Las niñas son quienes corren más peligro ya que además de tener responsabilidades en el hogar, son especialmente vulnerables a los abusos sexuales.

Mientras los suministros se siguen repartiendo en los puntos de distribución de comida de PLAN (llenando los estómagos y repartiendo sonrisas);  los trabajadores de la organización actúan también detrás de la escena. Se han desplazado a las comunidades, hogares y las escuelas de las zonas del sur de Etiopía para proteger a los niños y sus familias de esta crisis alimenticia.

Sonrisas sanas en Alcalá

Por Roxana Pintado, Ayuda en Acción Bolivia

Hace ya 3 años que los niños y niñas de Alcalá, en Chuquisaca, al sur de Bolivia, gozan de los beneficios de un Seguro Médico Escolar. Y eso, que parece tan simple,  hace la diferencia en sus vidas.

 Cuando Ayuda en Acción y la Fundación Participación y Sosteniblidad (Pasos), ONG boliviana de contraparte en la zona, comenzaron a trabajar allí, se dieron cuenta que los problemas de ausentismo escolar estaban relacionados, entre otras cosas, con problemas de salud infantil sostenidos. No bastaba con construir aulas nuevas y capacitar a los profesores; había que hacer algo más para solucionar el problema.

Más del 15% de los  niños y niñas del ciclo primario se ausentaban de clases o abandonaban el sistema escolar por problemas de salud o de otra índole. La baja calidad educativa y las malas condiciones de la infraestructura se convertían en desincentivos para los padres de familias, quienes optaban por excluir a los chicos de la educación y “emplearlos” en apoyar las actividades agrícolas. Y si se enfermaban, en lugar de llevarlos a la posta de salud, donde les podían cobrar los medicamentos y los exámenes, los curaban en sus casas con remedios caseros.

El Estado boliviano asigna recursos para un seguro de salud que cubre únicamente a las mujeres embarazadas y a los niños hasta los 5 años de edad, justamente el momento en el que comienzan la escuela. Hace aproximadamente un año el Gobierno nacional anunció que promulgaría una Ley que establezca el Seguro de Salud Universal para todos los ciudadanos; sin embargo, hasta ahora no se ha aprobado ni se encuentra en debate en el Congreso.

 Entrega de medicamentos al hospital. Foto: Roxana Pintado, AeA

Con este panorama, la cooperación de Ayuda en Acción puso en marcha un Seguro Médico Escolar en el municipio de Alcalá, desde 2007. Ante los resultados, la iniciativa se extendió el 2009 a El Villar y este 2010 a Sopachuy y hoy son 3950 niños, niñas y adolescentes que reciben atención médica general y de odontología en los Hospitales  Municipales y las postas sanitarias de los tres municipios. El seguro cubre atenciones de enfermedades respiratorias (IRAs) y  estomacales (EDAs), que son las más comunes, así como la atención de accidentes y de odontología.

Para tener acceso a la cobertura del seguro se han puesto algunas condiciones, que las familias han aceptado y cuyo cumplimiento el sistema educativo-sanitario se encarga de controlar. La matriculación en la escuela, la asistencia regular a clases y  la permanencia anual son algunas de ellas. La coordinación entre la escuela y el servicio de salud también son un elemento indispensable en el “sistema”.

Si bien la mayor parte de la inversión que demanda esta iniciativa es ahora cubierta por la cooperación, los gobiernos municipales comprometen actualmente recursos (para aproximadamente una tercera parte del presupuesto), con la proyección de que en los próximos 3 años los municipios asuman el 100% del costo del servicio.

Hasta tanto el gobierno nacional ponga en marcha el Seguro Universal de Salud, todos los niños mayores de 5 años de Alcalá, Sopachuy y El Villar tienen más razones para continuar sonriendo.