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Día Internacional de la Niña: el poder de las profesoras para reforzar la educación de las niñas en Etiopía

Por Amanda Westfall, UNICEF Etiopía

Asyia Adam, de 20 años, es un ejemplo de cómo la inversión en profesoras puede ayudar a construir una nueva generación de líderes en Etiopía.

La región de Afar, en Etiopía, es una de las más duras y calurosas del mundo, y tiene el récord de la temperatura media más alta de un lugar habitado (más de 41ºC). También es la zona más afectada por sequías: en 2015, medio millón de personas se quedaron sin ningún abastecimiento de agua. Cuando el acceso a recursos esenciales disminuye con cada estación seca, y uno se ve obligado a migrar para buscar agua y alimento, es necesario ser muy fuerte para sobrevivir.

Las mujeres tienen que ser más fuertes aún si quieren sobrevivir, prosperar, seguir en la escuela, terminarla, y encontrar un trabajo remunerado de adultas. El 91% de ellas sufren la mutilación genital femenina, el 66% se casan siendo niñas, y solo el 2,1% completa su educación primaria.

Asyia Adam, de 20 años, se casó con el hombre mayor que sus padres escogieron para ella cuando tenía 16 años y cursaba sexto grado. Su marido solo había completado hasta el octavo curso, y se negaba a que Asyia tuviera más educación que él.

Día Internacional de la Niña: el poder de las profesoras para reforzar la educación de las niñas en Etiopía

Asyia se ha convertido en un gran ejemplo para sus alumnas, sus hermanas y las niñas de su comunidad /©UNICEF

Pero Asyia ya había visto cómo demasiadas niñas habían dejado la escuela a causa del matrimonio, y no quería que a ella le pasara lo mismo. Su educación era demasiado importante. Le llevó algún tiempo convencer a su marido y a sus padres, pero finalmente ellos estuvieron de acuerdo en apoyar sus sueños. Tuvo que desplazarse 220 kilómetros para asistir y terminar la escuela secundaria en la ciudad de Logyia, y después obtuvo un título de enseñanza básica en la facultad de magisterio. Solo el 1,5% de la niñas de Afari alcanzan ese nivel educativo.

Dado que Asyia y su marido tenían diferentes perspectivas de futuro para ella, se divorciaron. El proceso llevó un tiempo, pero finalmente terminó el año pasado.

Contra todo pronóstico, Asyia es ahora profesora remunerada de educación infantil en una escuela pública del distrito de Teru para niños de comunidades de pastores. Cada día enseña e inspira a 60 niños.

Cuando el gobierno introdujo en estas comunidades de pastores estas aulas, fue difícil comprender los beneficios. Sin profesores especializados en educación infantil y sin apenas recursos, las escuelas asignaban a cualquier profesor de primaria esta clase extra. En la mayoría de los casos, las clases no eran interesantes y no enganchaban, así que los niños seguían abandonando. La tasa de abandono al llegar a primer grado era del 22%.

Junto con el gobierno, UNICEF desarrolló un programa de formación para profesores de educación infantil temprana. Trataba de la importancia de la estimulación temprana, de la planificación de las clases y de las actividades para niños pequeños basadas en el juego. UNICEF también apoyó la construcción de nuevas aulas de educación infantil y la distribución de materiales de juego y educativos.

Asyia participó en una de las formaciones de 20 días el pasado mes de noviembre. En su titulación de enseñanza general no había aprendido la importancia que tienen la estimulación precoz y las actividades basadas en el juego para el desarrollo mental de los niños pequeños. La formación de UNICEF también le enseñó a planificar las clases. “Antes, ni siquiera sabía que se debían planificar”. Ahora programa cada lección adecuadamente y ha notado una diferencia real. “Antes, los niños eran tímidos y temían venir. Ahora, debido a esa participación activa, les encanta venir. A veces no quieren volver a casa”.

También me contó su nuevo objetivo: “Si mejoro mis métodos y enseño participación activa, para cuando terminen el curso los niños deberían poder escribir, leer y expresarse por sí mismos, así como haber adquirido las habilidades de comportamiento necesarias para empezar el grado 1”.

Asyia es un verdadero modelo para todos los estudiantes, pero especialmente para las niñas. Cuando pregunté a sus alumnos por qué les gusta la escuela, Ahmed Mohammed, Halima Abdu y Ali Ahmed, todos de 6 años, me dijeron que la razón principal era su profesora: Asyia. Cuando le pregunté a ella si se considera un ejemplo para sus alumnas, sus hermanas –es la mayor de nueve hermanos- y las niñas de su comunidad, me dijo con una gran sonrisa y orgullo en sus ojos: “Sí”.

Si las comunidades de pastores no ven el valor de la educación, es obvio que las niñas no permanecerán en la escuela. Se necesitan profesoras cualificadas, formadas, inspiradoras y dedicadas –como Asyia- para lograr un cambio positivo para las niñas que viven en el árido clima de Afar.

Asyia vive ahora como mujer soltera en su propia casa tradicional, a tan solo un paseo de la escuela. Es feliz, está empoderada y sigue inspirando a las niñas para que pongan su educación en primer lugar.

UNICEF aboga por llevar a más mujeres a papeles de liderazgo en la educación, para que así ellas puedan inspirar a las niñas y jóvenes a liderar su país en el futuro.

Calidad de vida

Por Audrey Anderson, Coordinadora de la Campaña de Plan Internacional “Por ser Niña”

Shewaye vive con sus dos hijos en Akaki Kality, un slum a las afueras de Addis Abeba, Etiopía.  La pobreza en el barrio es evidente. Hay muchos habitantes, pero pocas fuentes de ingreso, por lo que la mayor parte de ellos viven en las calles.

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Shewaye es la tesorera de su grupo de ahorro

“Desde que mi esposo murió, siempre he buscado la manera de mantener a nuestros hijos”, confiesa Shewaye. “Una amiga me dio la idea de irme a otro país y trabajar como niñera. Llegué a sacar el visado para irme, pero no pude dejar a mis hijos aquí. Justo antes de morir, mi esposo me dijo: ‘si vuelves a casarte, debes encontrar a alguien que quiera con todas sus fuerzas a los niños”. Las lágrimas, se amontonaban en sus ojos al recordar. “Cuidar a mis hijos es más importante que cualquier otra cosa en el mundo”.

A las puestas de la adolescencia, las niñas, están en un momento crítico de sus vidas. Poder estudiar en el presente, es lo que marcará la diferencia en el futuro, por eso Shewaye está agradecida. A través de un sistema de becas escolares, enmarcado en la campaña “Por Ser Niña” de Plan Internacional, su hija Mebrate, tiene garantizada la educación que necesita para formarse y lograr un mejor futuro. Pero el objetivo no es que la escolarización de las niñas dependa de becas educativas, sino que los padres -como Sheware- tengan a su alcance herramientas que les capaciten para obtener los beneficios económicos necesarios para poder cubrir, entre otras cosas, los gastos escolares de sus hijos.

Como ella, son muchos los padres que reciben formación en microfinanzas y negocios y que aprenden a gestionar sus ingresos y generar ahorros que les permitan mejorar su calidad de vida en el futuro.

Cuando fui invitada por primera vez al grupo de ahorro, no estaba interesada. Estaba muy ocupada criando a mis hijos sola y pensé que sería una pérdida de tiempo. Pero cuando escuché las ideas que se desarrollaban en estos grupos, decidí intentarlo. Por aquel entonces, vendía café para ganar algo de dinero, pero aprendí muchas cosas y ahora estoy vendiendo comida también. Alquilé un espacio más grande con un préstamo de 500 Birr -unos 25 dólares-. Ahora sé que puedo manejar mejor mi dinero”.

Shewaye es la tesorera de su grupo de ahorro y asegura que todos los integrantes han mejorado sus ingresos, gracias a la puesta en práctica de los conocimientos adquiridos. Ahora tienen planes de unirse para montar una pequeña empresa mediante la que vendan zumos y alimentos a los hoteles.

«Gracias al grupo de ahorro, puedo cuidar mejor a mis hijos y darles lo que necesitan, sin separarnos», asegura Shewaye. Con una amplia sonrisa, concluye “espero que sigan apoyando a muchas familias”.

Crónica desde Etiopía: Paliar el hambre es la prioridad

Por Rose Foley (Etiopía, PLAN Internacional)


Los niños y las madres lactantes son los más vulnerables
en la actual hambruna que está azotando todo el sur de Etiopía. La mayoría llegan malnutridos, muy delgados y enfermos. PLAN les da alimentos ricos en nutrientes para poder mejora su estado de salud.

Giro la esquina y me encuentro con Yoseph. Le conocí el lunes, llegó cojeando a causa de la  malnutrición y con muchos dolores. Hoy,  sin embargo, sonríe. Acaba de recibir su último suministro de alimentos. Está descansando la pierna, sentando orgulloso sobre un saco de harina y con una botella de aceite. “Hoy es un gran día” nos dice.

Belalanesh, de 8 años de edad, balancea a su hermano pequeño intentando calmar sus llantos. Su ropa también está manchada de harina. Su madre, Kabiwish cuida de sus otros dos hijos gemelos, mientras ella coge la ración de aceite que les corresponde. El lunes, Belalanesh me dijo que estaba triste y sentía su tripa vacía. Pero hoy sonríe tímidamente y se ríe un poco cuando la pregunto qué tal se encuentra.                                                        

Paliar el hambre de esta gente que no tiene nada que comer es la prioridad en estos momentos. Sin embargo, PLAN debe también mirar más allá de las necesidades inmediatas. En un periodo de hambruna como este, los menores necesitan una protección especial ya que las familias se ven forzadas en muchos casos a romper con la rutina y marcharse a otro lugar recorriendo largas distancias. La escolarización de los niños y las niñas  se suele ver interrumpida, y ante la falta de dinero los niños pueden acabar trabajando para traer a casa ingresos extras. Las niñas son quienes corren más peligro ya que además de tener responsabilidades en el hogar, son especialmente vulnerables a los abusos sexuales.

Mientras los suministros se siguen repartiendo en los puntos de distribución de comida de PLAN (llenando los estómagos y repartiendo sonrisas);  los trabajadores de la organización actúan también detrás de la escena. Se han desplazado a las comunidades, hogares y las escuelas de las zonas del sur de Etiopía para proteger a los niños y sus familias de esta crisis alimenticia.