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La lucha de una madre soltera para sobrevivir en Sudán del Sur

Por Kate Donovan, Pathai (Sudán del Sur), de Unicef.

La situación de aislamiento en que se encuentra la nueva casa de Cuaca hace que sea un lugar difícil para criar a sus tres hijas. No hay carreteras, mercados, hospitales ni escuelas. Dos de los cuatro pozos en el pueblo están rotos, pero la población que depende del agua se ha duplicado.

Cuaca, de 22 años, con sus hijas Nyadieng, Mawiek y Nyawech, a la espera de recibir vales de comida durante una Misión de Respuesta Rápida de UNICEF y el PMA en Pathai, en el estado de Jonglei, Sudán del Sur. Ya lleva varias horas esperando para registrarse. (© UNICEF South Sudan/2014/Donovan)

Cuaca con sus hijas a la espera de recibir vales de comida. Ya lleva varias horas esperando para registrarse. (© UNICEF South Sudan/2014/Donovan)

Después de que estallara la violencia en su ciudad natal de Bor, Cuaca y sus hijas – Mawiek, de 4 años, Nyawech, de 2, y la bebé Nyadiengviajaron a pie durante 10 días para llegar a Pathai, en el estado de Jonglei, con ninguna pertenencia excepto la ropa que llevaban puesta. Durante el trayecto, Nyadieng viajaba en una cesta colocada hábilmente en la cabeza de su madre. Cada noche, la familia dormía bajo las estrellas con otras personas que habían huido para salvar sus vidas.

“Hui porque tengo miedo de las armas y tengo miedo de que me fusilen y me maten”, dice Cuaca, una mujer elegante de 22 años que está esperando en la fila para registrarse con UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que han llegado aquí por helicóptero con suministros y servicios vitales, la primera ayuda humanitaria en nueve meses.

Pathai sufre los efectos de una crisis alimentaria que afecta a más de 2 millones de personas en Sudán del Sur. Al principio, los residentes locales compartían con los recién llegados la poca comida que habían almacenado, pero los suministros se agotaron rápidamente. La salud de los niños de la población desplazada, así como de la comunidad de acogida, se deterioró rápidamente, poniendo en peligro a miles de personas.

Así que ¿cómo han sobrevivido durante tanto tiempo sin nada? “Estamos comiendo hojas de los árboles”, dice Cuaca, haciendo un gesto hacia el árbol que hay detrás de ellos. Mientras cuenta su historia, la hija más pequeña mastica hierba, y Cuaca hace una pausa para ofrecer una explicación. “Tiene hambre.”

LA ÚNICA PROTECCIÓN

Cuaca se casó cuando tenía sólo 14 años. Su madre y su padre acababan de morir y, sin medios para mantenerse a sí misma, necesitaba un marido. Cuando su esposo la dejó más adelante, ella se convirtió en la única fuente de protección para sus hijos, con algún apoyo de su hermano.

Al enterarse de que una misión de UNICEF y el PMA había llegado a la aldea, Cuaca acudió de inmediato, con la esperanza de recibir comida para sus hijos. Junto a ella hay miles de personas necesitadas de asistencia, la mayoría mujeres y niños, y pasarán varias horas antes de que Cuaca pueda registrarse y recibir un vale de alimentos del PMA. Pero, por primera vez en varias semanas, sus hijas podrán disfrutar de una comida nutritiva.

Cuaca caminó con sus hijos durante 10 días desde su ciudad natal de Bor con los pies descalzos, llevando a su bebé en una cesta en la cabeza y durmiendo a la intemperie con otras mujeres y niños que también huían. (© UNICEF South Sudan/2014/Donovan)

Cuaca caminó con sus hijos durante 10 días con los pies descalzos, llevando a su bebé en una cesta en la cabeza y durmiendo a la intemperie con otras mujeres y niños que también huían. (© UNICEF South Sudan/2014/Donovan)

A continuación, las niñas son examinadas para detectar si padecen desnutrición y vacunadas contra el sarampión por UNICEF. Al final de la misión, 30.000 niños y adultos habrán recibido asistencia vital.

Cuaca espera que el conflicto acabe pronto para que sus hijas puedan terminar la escuela y tengan más oportunidades que ella.
“Si pudieran recibir una educación, podrían ayudarme en el futuro”, dice. “Pueden casarse cuando tengan 18 años, no 14, como yo”.

También le gustaría regresar a su casa y volver a ver a su hermano en Bor.

CONTRA VIENTO Y MAREA

Desde que la violencia azotó al país en diciembre del año pasado, la gran mayoría de los 1,4 millones de personas desplazadas en el interior de Sudán del Sur han huido a lugares remotos, refugiándose en el monte, en las islas de los ríos o en las aldeas remotas. Durante meses, han sobrevivido contra viento y marea, esperando desesperadamente la paz y el retorno a la normalidad.

La desnutrición y la falta de agua están detrás de la mayoría de las 17.000 muertes diarias de niños menores de 5 años, que UNICEF está intentando reducir.

Sudán del Sur: se avecina una hambruna que puede ser catastrófica

Por James Elrington, director de comunicación de UNICEF en Sudán del Sur.

Se avecina una catastrófica hambruna en Sudán del Sur, donde miles de niños y niñas menores de cinco años corren el riesgo de sufrir los efectos de la desnutrición aguda grave. UNICEF y sus aliados están ya sobre el terreno en las zonas remotas para llegar a los niños antes de que caigan en la desnutrición, y proporcionarles el tratamiento adecuado. El hospital de niños de la capital, Juba, ya recibe también nuestro apoyo.

María es uno de los niños que está recibiendo tratamiento para salvar su vida. La semana pasada, el 3 de Julio, conocí a María, que estaba siendo tratada de una forma específica de desnutrición aguda grave, denominada kwashiorkor, en el hospital de Al-Sabbah para niños en Juba.

Aunque la mayoría de los casos de desnutrición se pueden tratar en casa con medicinas, esta forma específica de desnutrición aguda grave requiere atención de urgencia en el hospital hasta que su condición mejore. Estaba terriblemente débil, con un exceso de líquidos en su cuerpo, que le causaba inflamación y estiraba su piel. Era una situación muy dolorosa, y su incomodidad era evidente, ya que lloraba la mayor parte del tiempo que estuve con ella. Fue desgarrador verla así.

Volví al hospital el martes 8 de julio, apenas cinco días después de mi última visita, y la transformación era notable. María había recibido leche terapéutica y atención médica.En poco tiempo, su condición había mejorado.

Esto es lo que suele pasar con la desnutrición, que hace que los niños estén tan débiles que se vuelven más propensos a sufrir una serie de enfermedades que si estuvieran saludables y fuertes no les afectarían. Con sólo darle la leche terapéutica que está diseñada específicamente para el tratamiento de la desnutrición aguda grave, y tratar sus complicaciones médicas, su pequeño cuerpo comenzó a recuperar la fuerza para luchar contra la enfermedad. Con un poco más de tratamiento y atención, regresará muy pronto a casa, algo para lo que hacen falta fondos.

 

El antes y el después de la pequeña María. (UNICEF/SOUTH SUDAN/ JAMES ELRINGTON).

El antes y el después de la pequeña María. (UNICEF/SOUTH SUDAN/ JAMES ELRINGTON).

Crónica desde Etiopía: Paliar el hambre es la prioridad

Por Rose Foley (Etiopía, PLAN Internacional)


Los niños y las madres lactantes son los más vulnerables
en la actual hambruna que está azotando todo el sur de Etiopía. La mayoría llegan malnutridos, muy delgados y enfermos. PLAN les da alimentos ricos en nutrientes para poder mejora su estado de salud.

Giro la esquina y me encuentro con Yoseph. Le conocí el lunes, llegó cojeando a causa de la  malnutrición y con muchos dolores. Hoy,  sin embargo, sonríe. Acaba de recibir su último suministro de alimentos. Está descansando la pierna, sentando orgulloso sobre un saco de harina y con una botella de aceite. “Hoy es un gran día” nos dice.

Belalanesh, de 8 años de edad, balancea a su hermano pequeño intentando calmar sus llantos. Su ropa también está manchada de harina. Su madre, Kabiwish cuida de sus otros dos hijos gemelos, mientras ella coge la ración de aceite que les corresponde. El lunes, Belalanesh me dijo que estaba triste y sentía su tripa vacía. Pero hoy sonríe tímidamente y se ríe un poco cuando la pregunto qué tal se encuentra.                                                        

Paliar el hambre de esta gente que no tiene nada que comer es la prioridad en estos momentos. Sin embargo, PLAN debe también mirar más allá de las necesidades inmediatas. En un periodo de hambruna como este, los menores necesitan una protección especial ya que las familias se ven forzadas en muchos casos a romper con la rutina y marcharse a otro lugar recorriendo largas distancias. La escolarización de los niños y las niñas  se suele ver interrumpida, y ante la falta de dinero los niños pueden acabar trabajando para traer a casa ingresos extras. Las niñas son quienes corren más peligro ya que además de tener responsabilidades en el hogar, son especialmente vulnerables a los abusos sexuales.

Mientras los suministros se siguen repartiendo en los puntos de distribución de comida de PLAN (llenando los estómagos y repartiendo sonrisas);  los trabajadores de la organización actúan también detrás de la escena. Se han desplazado a las comunidades, hogares y las escuelas de las zonas del sur de Etiopía para proteger a los niños y sus familias de esta crisis alimenticia.