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“Me siento mejor, pero no puedo caminar”

Por Agus Morales y Anna Surinyach (Médicos Sin Fronteras)*


Salwah Mekrsh, de 18 años, no puede caminar. Dos mujeres empujan la silla de ruedas en la que se desplaza. Son su madre y su hermana. Las tres se sientan a departir en un patio con un limonero. Están esperando a que Salwah entre en una consulta de salud mental con Médicos Sin Fronteras (MSF).

«Antes de la guerra lo teníamos todo, pero desde que empezó hemos sufrido mucho

Salwah se vio forzada a casarse antes de que se iniciaran las primeras protestas de marzo de 2011 que desembocaron en una guerra civil en Siria. Tenía 15 años. Poco después tuvo una hija, pero discutió con su marido, que intentó agredirla, y se separaron. “Se llevó a mi hija y no me deja verla. No tengo forma de contactarles. No he visto a mi hija desde hace un año”, lamenta la adolescente.

El conflicto se desató. Salwah y su familia vivían en el casco viejo de Alepo, la capital industrial y económica de Siria cuyo control se disputan aún hoy el Gobierno y la oposición armada. El 25 de noviembre de 2012, la joven volvía a casa con una vecina. Una de las calles estaba cerrada y decidieron tomar otra ruta. Cuando estaban a punto de cruzar una plaza, un francotirador disparó contra la espalda de Salwah.

La joven fue trasladada a un hospital de Alepo, donde le extrajeron las balas. Dada la gravedad de su situación, la familia intentó llevarla a Turquía, pero en la frontera no le permitieron pasar. Salwah encontró un hospital de MSF en el norte del país, que le hizo un parte médico y organizó con las autoridades turcas su traslado al país vecino, que esta vez se realizó sin problemas. La adolescente fue ingresada en el hospital de Kilis, ciudad turca fronteriza con Siria a la que está llegando un flujo cada vez mayor de refugiados. Luego fue trasladada a la cercana ciudad de Gaziantep. Pasó doce días en la UCI.

Salwah Mekrsh (© Anna Surinyach)

Salwah Mekrsh, en Kilis, Turquía (© Anna Surinyach).

 

Ahora estoy mejor, pero no puedo caminar”, lamenta. Salwah cuenta que una de las trabajadoras comunitarias de MSF, Lina, le ha ayudado mucho a intentar superar el trauma: “me contó la historia de alguien de su familia con un problema similar, no relacionado con la guerra. Lina le dio apoyo psicológico y ahora está bien. Saber esto me ha hecho sentir mejor”.

La psicóloga ya está lista. Salwah entra en la consulta. Su madre y su hermana la esperan fuera. Fuman a la sombra del limonero. Cuando caiga el sol, se irán al piso que tienen alquilado en la ciudad turca de Kilis. No oirán los bombardeos y los ataques. No temerán por sus vidas. Pese a ello, a toda la familia le gustaría volver a su casa en Siria. ¿Dónde será el próximo encuentro? “En Alepo, inshallah”, desea la madre.

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*Anna Surinyach (@surianna) y Agus Morales (@agusmoralespuga), periodistas de Médicos Sin Fronteras, están haciendo una ruta desde Siria a Grecia para descubrir las historias de los refugiados sirios. Sigue más historias como esta en Twitter con el hashtag #exodosirio o en la cuenta @MSF_Terreno

 

 

2 comentarios

  1. Dice ser Carla

    Mierda de guerras!

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    07 mayo 2013 | 07:16

  2. Dice ser nelly galizzi

    VALORO…ADMIRO ..MEDICOS SIN FRONTERA …LOHABLE TAREA .TENGO FAMILIARES MEDICOS Y QUIENES EJERCEN LA PROFESION CON VOCACION DE SERVICIO VALORAN TAN NOBLE Y SACRIFICADA TAREA ….YO SOLO APORTO CON UN GRANITO DE ARENA CON EL SACRIFICIO DE ESTOS SEÑORES MEDICOS

    07 mayo 2013 | 16:22

Los comentarios están cerrados.